Facultad de Ciencias Exactas y Naturales-UBA
  AÑO 14 - NÚMERO 503
  MARTES, 15 DE JUNIO DE 2004
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Un científico argentino busca respuestas en el espacio

  Mario Acuña nació en Córdoba en el año 1940. Obtuvo el título de Ingeniero Electricista en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Tucumán, en 1967 y el grado de PhD (Doctor) en Física Espacial de la Universidad Católica de América, Washington, DC en 1974.

  Su laboratorio es reconocido en el mundo como el líder en el desarrollo de instrumentación para medir campos magnéticos geofísicos, plasma, ondas electromagnéticas, rayos gamma y X. Está casado con una norteamericana y es padre de cuatro hijos.

  En los juegos de la infancia cordobesa de Mario Acuña no figuraba el cielo. Claro que -en 1945, cuando tenía cinco años- sólo Julio Verne se animaba a soñar con una temporada en el espacio. Sin embargo, desde que en 1967 se integró al Laboratorio de Desarrollos Espaciales del Instituto de Ingeniería Eléctrica de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), donde obtuvo un título que le tendió un puente hacia la NASA, él supo que hay preguntas cuyas respuestas pueden estar "allá arriba".

  Ahora, a los 64 años, el doctor Acuña -que en la primera semana de junio recibió una distinción de la UNT- reconoce que la Universidad tucumana le marcó un destino. "Tuvimos la suerte de estar en la época de oro de la UNT", cuenta. Su derrotero profesional prueba la verdad de sus dichos. Desde que se fue de la Argentina, en 1967, Acuña es un investigador líder en varias misiones de la NASA; entre ellas, las que tienen que ver con vuelos no tripulados.

  Entre muchísimos otros galardones, recibió las medallas de NASA al Logro Científico Excepcional, por Servicio Excepcional, y por Servicio Distinguido (el más alto honor en la Agencia Aeroespacial de Estados Unidos).

¿Cómo saltó de la ingeniería eléctrica a la investigación espacial?

  Había programas cooperativos entre la NASA y la Comisión Nacional de Investigaciones espaciales. La UNT tenía el Laboratorio de Ionósfera e hicimos trabajos en Estados Unidos con cohetería. Eso se terminó con la intervención de la UNT, en 1966, y se desarmó una experiencia que no tenía par en el mundo.

Usted es escéptico con respecto a llegar a Marte con vuelos tripulados en lo inmediato...

  Por supuesto, porque hay muchos desafíos; no sólo económicos, sino en cuanto al conocimiento del clima espacial, de la seguridad para nuestros astronautas. Los vuelos tripulados de hoy tienden a parecerse al impacto que tuvo el programa Apolo cuando el viaje a la Luna. La diferencia es que no está el desafío de lo que fue la URSS, y no hay presupuesto. Se calcula que llegar a Marte con vuelos tripulados costaría entre 600 y 800.000 millones de dólares, mientras que el presupuesto actual es de sólo U$S 11.000 millones.

¿El Spirit aportó información valiosa?

  Hubo mucha polémica, porque estas misiones en la superficie de Marte involucraron no sólo la parte científica sino la influencia política de la NASA. Si uno ve la inversión, compara la que se ha hecho en el Spirit y Opportunity, de U$S 820.000 millones, y que produjeron 60 días de información relativamente especializada, con el rendimiento científico de los Voyager I y II, que costaron U$S 1.200 millones, que han producido información sobre siete planetas en el Sistema Solar durante 27 años, ahí tiene usted la respuesta.

¿Cuál fue el mayor aporte de los satélites Voyager I y II, en las que usted fue protagónista?

  La información más importante que dieron fue el conocimiento sobre los planetas exteriores en el Sistema Solar, que desafiaba la imaginación. Hoy tenemos que conformarnos con misiones de menos porte y más especializadas, lo que demora más años.

¿Cuáles son los desafíos para la investigación espacial?

  Desde el punto de vista de los vuelos no tripulados, la exploración de Plutón, y completar la exploración detallada de los planetas. Se trata de responder a una pregunta: ¿cómo se formó el Sistema Solar y hacia dónde va a evolucionar? En otras palabras, de dónde salimos nosotros, y a dónde vamos.

¿Estamos atados al destino de otros planetas?

  En cierta manera sí porque, si vemos a Marte, es un planeta que envejeció mucho mas rápido que la Tierra. ¿Por qué pasó eso en Marte y no aquí?

¿Hay alguna revolución en ciernes en la física espacial?

  La relacionada con esta fuerza extraña, la fuerza oscura, que se ha detectado por la exploración espacial y la astronomía. Y esto va a afectar la Teoría de la Relatividad, va a afectarlo todo.

¿Soñó con ser astronauta?

  No, porque el astronauta tiene una personalidad que yo no tengo. Uno sabe ciertas cosas que le hacen decir que ellos son demasiado arriesgados.

¿Usted cree en Dios?

  Sí, con D mayúscula.

Y cuando mira el espacio ¿qué piensa?

  En que aquí somos un poroto. Y que cuando uno ve toda esta dimensión universal, es imposible no pensar en Dios.

Fuente: La Gaceta, Tucumán.

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