Facultad de Ciencias Exactas y Naturales-UBA
  AÑO 14 - NÚMERO 507
  JUEVES, 15 DE JULIO DE 2004
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Escuelas en fábricas recuperadas

La cultura del trabajo

  Ya son dos las fábricas recuperadas en la ciudad de Buenos Aires que tienen escuelas secundarias funcionando en sus instalaciones: IMPA y la Cooperativa Patricios (ex Conforti).

  En IMPA hay un bachillerato para adultos, con especialización en cooperativismo y microemprendimientos, gestionado por una cooperativa de docentes. En la Cooperativa Patricios funciona una escuela dedicada a la enseñanza de técnicas gráficas. Los lazos con el barrio, y las nuevas técnicas de enseñanza.

  IMPA está ubicada en Querandíes al 4200. La Cooperativa Patricios, en Avenida Patricios al 1900. Ambas han inaugurado escuelas con diferentes características. La de IMPA es conducida por docentes especializados en técnicas de educación popular. Entrega títulos oficiales de bachillerato. La de la Cooperativa es parte del sistema formal de educación, en el marco del programa "Deserción Cero".

  "El proyecto sirve para establecer relaciones fuertes con el barrio y ofrece armas de autogestión. Con técnicas de educación popular fomentamos la autonomía y la participación", dicen en IMPA, donde obreros y estudiantes están en permanente contacto.

  "Tendremos la posibilidad de compartir con adolescentes y jóvenes visiones alternativas a las clásicas, a la de las empresas capitalistas, tendremos espacios de formación práctico-pedagógicos que privilegiarán lo social, lo humano y la economía de la cooperación" dijo el presidente del Movimiento de Empresas Recuperadas.

  Subir al tercer piso de la empresa recuperada IMPA cuesta esfuerzo. Hay que hacerlo por una escalera muy larga y estrecha. De lunes a jueves, 70 personas de entre 15 y 65 años, acostumbradas al sacrificio, se le animan a la sucesión de peldaños. Son los alumnos del Bachillerato con especialización en cooperativismo y microemprendimientos que funciona en la metalúrgica recuperada de la calle Querandíes, en el barrio de Almagro. En el trayecto hacia la escuela, suenan -como potentes sopapas- las máquinas que fabrican envases para dentífrico. Pero adentro del aula sólo se escucha el ruido de la materia gris. Tres profesores coordinan con técnicas de educación popular la clase de una de las diez cátedras anuales de los alumnos de primer año. Cuando aprueben tercero, habrán obtenido su título oficial.

  Las clases comenzaron el 15 de marzo, después de un acuerdo entre la fábrica y la Cooperativa de Trabajo de Investigadores y Educadores Populares, una organización multidisciplinaria dedicada a armar seminarios de formación docente, brindar talleres, y crear bachilleratos para jóvenes y adultos en Capital Federal y el Gran Buenos Aires. "Nos parecía interesante trabajar con un movimiento cooperativo, que piensa en la autogestión y se rige por principios solidarios. Además, el proyecto sirve para establecer relaciones fuertes con el barrio, ofrece armas de autogestión", señala Mariana Ampudia, una de las impulsoras de la escuela.

  A las clases concurren obreros de la fábrica, vecinos del barrio y también gente que no cumple ninguna de esas dos condiciones. En el comedor, en las escaleras o los baños se cruzan hombres de llave inglesa en mano con alumnos que empuñan cuadernos y biromes. Muchos encuentros se producen por casualidad, pero otros con toda intención: el 1º de Mayo, trabajadores y estudiantes celebraron en un almuerzo donde compartieron empanadas y vino. En un mismo territorio, la interacción es permanente. "Dentro de las mismas clases aparecen situaciones del barrio o del mundo de la producción, surgen los relatos de las empresas recuperadas", cuenta Ampudia que recuerda que cuando los trabajadores de la Clínica IMECC tomaron el edificio de la avenida Díaz Vélez, de Parque Centenario, toda la escuela se movilizó en solidaridad.

  Los alumnos cursan las materias tradicionales de cualquier bachillerato más otras específicas, como Introducción al Cooperativismo y Gestión en Microemprendimientos. Los viernes hay clases de apoyo y también talleres artísticos que brindan miembros del Centro Cultural La Fábrica que funciona en IMPA.

  El "hit" -dicen- es uno de video, que vincula la literatura con la historia. "No apuntamos sólo a la instrucción de la escuela pública, a aprender materias, sino a que haya situaciones de aprendizaje críticas y reflexivas. Tampoco se trata sólo de la enseñanza de un oficio sino de otros saberes que permitan reflexionar en el mundo del trabajo. Buscamos una formación integral. Con técnicas de educación popular fomentamos la autonomía y la participación", explica Ampudia, que también es docente en las Facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Sociales en la UBA.

  De alguna manera, esta experiencia retoma una tradición propia de esta misma fábrica, que en sus tiempos de mayor pujanza, allá por los 70, contaba con una escuela primaria para adultos. "Si el Estado no da respuestas a una situación de expulsión y no cumple con el derecho básico y universal de aprender a leer y escribir, resulta maravilloso que la propia comunidad gestione sus propios espacios educativos", señala la educadora y agrega: "La escuela pública es homogeneizante y trabaja desde la instrucción. A nosotros no sólo nos interesa que los alumnos tengan un título, sino que desarrollen capacidad critica. Trabajamos mucho sobre la diferencia y sobre la dificultad"

  Asociados en una cooperativa de trabajo, la organización del equipo docente no difiere demasiado de la de las fábricas recuperadas. "No reproducimos la relación empleador-empleado y nos autogestionamos. No somos docentes nombrados por el Estado".

  Para poder otorgar un título oficial y evitar que el Estado designe a los docentes, la escuela debió formalizarse bajo el régimen de la educación privada. Pero cumplir con los requisitos no fue sencillo. IMPA aportó los avales que le exigía la Dirección de Enseñanza Privada para garantizar el dictado de clases, por lo menos, durante tres años. "Si bien trabajamos en el campo de la educación popular, pensamos que no se puede pensar solo desde el espacio no formal. Porque si no se otorga un título, aunque no sea el centro de todo, la persona queda en una condición desigual. Vivimos en un país donde el 65 por ciento se encuentra en riesgo educativo, no terminó la primaria o abandonó el secundario".

  IMPA no es la única fábrica del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas que cuenta con una escuela funcionado dentro de sus instalaciones. Con una modalidad totalmente distinta, en la Cooperativa de Trabajo Patricios (ex Gráfica Conforti) la Secretaría de Educación porteña abrió una escuela especializada en técnicas gráficas que participa del programa Deserción Cero, cuyo objetivo es reincorporar a los alumnos que abandonaron el secundario.

  Para llevar adelante el proyecto, el organismo público remodeló un piso entero de la fábrica, que todavía huele a pintura fresca. Desde los ventanales de los pasillos, los alumnos pueden ver cómo los obreros manejan las rotativas. Aquí, además de los contenidos de la currícula tradicional, los estudiantes podrán aprender un oficio. Así, lentamente, podrá comenzar a repararse uno de los daños más importantes que sufrió la industria nacional en los 90, cuando con la desaparición de fuentes laborales, el país perdió especialistas y cortó la cadena de transmisión de saberes en numerosos trabajos fabriles. "Además -subraya Gustavo Ojeda, presidente de la cooperativa-, la escuela permite tejer lazos con el barrio. Así, cuando de ahora en más una fábrica sté en peligro, va a generar muchas más solidaridades".

  El objetivo de la Secretaría de Educación es que la experiencia se replique. Por eso firmó un acuerdo con el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) para que alumnos de distintas escuelas puedan entrenarse en sus fábricas. Cuando se suscribió el convenio, el presidente del MNER, Eduardo Murúa, resaltó algo que implica una definición, y todo un proyecto: "Tendremos la posibilidad de compartir con adolescentes y jóvenes visiones alternativas a las clásicas, a la de las empresas capitalistas, tendremos espacios de formación práctico-pedagógicos que privilegiarán lo social, lo humano y la economía de la cooperación".

Tomado de la agencia de noticias La Vaca. (http://www.lavaca.org)

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