El Dr. Román Buitrago, es Ingeniero Químico graduado en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y Dr. en Ciencias de los Materiales (Universidad de Minnesota; EE. UU.). Como director del Grupo de Energías No Convencionales (Genoc) del Instituto tecnológico para la Industria Química (Intec), investiga en la aplicación de módulos fotovoltaicos para la generación de energía eléctrica a partir de la luz solar. ¿Qué debe entenderse por esta clase de energías? A manera de introducción, podemos decir que hay dos grandes grupos: las no renovables, derivadas de combustibles como el petróleo, de las que existe una cantidad finita en explotación y que un día se van a agotar; y las renovables, que si bien se consumen día a día vuelven a estar disponibles, como es el caso de la energía solar. Además, las primeras producen gases que afectan nuestra salud y el medio ambiente, causando, por ejemplo, el “efecto invernadero”. En cambio, las segundas son limpias, no contaminan, no producen residuos tóxicos y están al alcance de todos los habitantes del mundo, ya que no se hallan concentradas en ciertos lugares como sucede con los yacimientos petrolíferos. Estas energías alternativas, aparte de la solar, son la hidráulica, eólica, geotérmica y mareomotriz. ¿En qué consiste su trabajo? En la producción de materiales para construir celdas solares que forman los módulos fotovoltaicos, a fin de generar energía directamente de la luz solar. Esa transformación se explica por un principio físico que se llama “efecto fotovoltaico”, y que es así: cuando llega un haz de luz, visualizado como haces de fotones -o pequeñas partículas con energía-, ingresa en el material e impacta sobre un átomo que contiene electrones; separa el electrón del núcleo y produce dos cargas, quedando el núcleo con una carga positiva y llevándose el electrón la carga negativa. Esto produce la aparición de un par electrón-hueco -por un lado un electrón, y por el otro un hueco con carga positiva-. El dispositivo se diseña de manera que exista la unión de dos materiales entre los cuales se establece una diferencia de potencial eléctrico -o de campo eléctrico-. Cuando las cargas están en ese campo eléctrico son sometidas a fuerzas y viajan a los bornes -las positivas hacia un lado y las negativas hacia otro-, y entonces lo que tienen los electrodos es la acumulación de cargas de distinto signo. Las cargas opuestas, al conectarse exteriormente un circuito eléctrico con los bornes, se encuentran y se anulan mutuamente, dando lugar a un flujo de cargas negativas y positivas, que es en realidad una corriente eléctrica. Si se mantiene el flujo de fotones, se mantiene la generación de cargas circulando por el circuito, y se tiene una corriente eléctrica. ¿Qué panorama presenta la Argentina en cuanto a energías renovables? Nuestro país es muy rico en estos recursos, pero hasta hoy sólo ha hecho uso de las no renovables. Sólo una pequeña fracción -de alrededor del 15%- es de origen hidroeléctrico. Este porcentaje podría aumentar enormemente, y así hubiera ocurrido si se hubiese construido la represa del Paraná Medio, que habría tenido una potencia de cerca de 2000 megavatios, equivalente a la que hoy brinda Yacyretá-Apipé. Pero el proyecto Paraná Medio fue muy discutido porque, hace veinte años, no se tenían los estudios en relación con los cambios que provocaría en peces y flora, que son los que ahora se suscitan en Yacyretá. Y así como el Paraná no está aprovechado en todo su curso, hay muchos ríos de montaña que podrían ser utilizados para producir energía limpia. El recurso hídrico en nuestro país todavía ofrece buenas perspectivas. Entonces, ¿se recurre sobre todo a la energía térmica? Sí, generada por usinas que consumen gasoil, fueloil, dieseloil o gas, y también aquellas alimentadas con uranio, que son las atómicas. Sabemos que la energía fotovoltaica es viable. ¿Y la eólica? También lo es. Pensemos en los molinos de viento para extraer agua que se ven en el campo. Esos molinos están sustituyendo a una bomba eléctrica; son una bomba mecánica para elevar el agua, y esto quiere decir que es factible. Hay un pequeño problema porque la velocidad de los vientos no es muy alta, está entre los 3 y 4 metros por segundo, pero es posible diseñar dispositivos eólicos que funcionen con esa velocidad del viento -pueden ser molinos con aspas de mayor número y tamaño-. El recurso es importante, no es despreciable. Pero, sin dudas, el recurso abundante y muy bueno está en el sur del país, aunque desde el paralelo 40 hacia el norte, el mejor es el solar fotovoltaico. Fuentes: Entrevista del periodista Antuco Francia en “Historias de Media Hora” (LRA 14 Radio Nacional Santa Fe) y Ceride.
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