Por Patricia Olivella. En el Departamento de Química Biológica se dicta desde hace más de 50 años la materia Toxicología y Química Legal. Al principio, en el Plan de Estudios del año 1957 de la licenciatura en Ciencias Químicas, fue una materia optativa para algunas orientaciones y obligatoria para otras, pero en el Plan de 1987 se estableció como materia obligatoria para todos los químicos. La Toxicología -que se nutre de ciencias tales como la Química, la Biología, la Fisiología, la Patología y la Bioquímica, entre otras- ha ganado cada vez mayor relevancia propia como disciplina científica. La Toxicología actual aplica los conocimientos básicos de sus ciencias madre para entender por qué las sustancias causan desequilibrios en los sistemas biológicos, que conducen a efectos adversos a la salud humana y al medio ambiente. «La civilización trae aparejada exposiciones cada vez mayores a sustancias ambientales potencialmente tóxicas y por ello la Toxicología adquiere otra dimensión. Una dimensión social, moral, y de aspectos legales por la exposición de poblaciones a sustancias de peligrosidad desconocida o incierta», dice María Luisa Oneto, Jefa de Trabajos Prácticos de la Cátedra de Toxicología y Química Legal de la FCEyN. Si se quisiera definir en pocas palabras el objeto de estudio de la Toxicología, podría decirse -en palabras de la Lic. Oneto- que «la Toxicología es la ciencia que estudia las interacciones nocivas entre las sustancias químicas y los sistemas biológicos y evalúa la probabilidad de que esas interacciones ocurran efectivamente». Un toxicólogo estudia en forma profunda tóxicos como metales, plaguicidas, solventes y vapores y sus efectos sobre seres vivos y el medio ambiente. Pero su formación también le permite trabajar en toxicología de alimentos, aditivos alimentarios, tóxicos naturales y procedentes del procesamiento de los alimentos, así como también con diversos psicofármacos y sus efectos sobre el hombre. El grupo de investigación al que pertenece la Lic. Oneto está dirigido por la Dra Eva Kesten y se orienta hacia la Ecotoxicología y Toxicología Ambiental. «En particular, nos dedicamos al desarrollo de biomarcadores en organismos acuáticos y terrestres, que puedan resultar alertas tempranos de contaminación de estos ecosistemas», explican las investigadoras. Mediante la determinación de biomarcadores en organismos terrestres o acuáticos es posible detectar de manera temprana estrés ambiental antropogénico. «Su cuantificación puede ser de utilidad para estimar el grado de contaminación aun cuando se desconozca la naturaleza de los contaminantes», aclaran. El grupo de trabajo ha realizado investigaciones previas que sugieren la factibilidad de usar el bivalvo Corbicula fluminea del Río de La Plata como indicador de contaminación en sistemas acuáticos. También las lombrices (Eisenia fetida) se consideran organismos adecuados para evaluar la contaminación en suelos. «Se están estudiando respuestas bioquímicas de estos organismos en presencia de diferentes contaminantes orgánicos. En este momento se está poniendo énfasis en los estudios relacionados con suelos contaminados con sustancias orgánicas. Además se están desarrollando metodologías alternativas «in vitro», para determinar citotoxicidad y genotoxicidad de polucionantes. Todos estos estudios ayudarán a reconocer riesgos de contaminación en el ambiente en forma precoz y darán nuevas herramientas para su prevención o atenuación», informan las investigadoras. Química Legal Por sus especiales características, la Toxicología actúa también como auxiliar de la justicia. En el área de Química Legal se estudian, por ejemplo, manchas y rastros (sangre, esperma, tintas, pelos, fibras y pólvora), así como el marco jurídico y las legislaciones nacionales e internacionales vinculadas al manejo, producción e impacto de las sustancias químicas, de modo tal que el toxicólogo está capacitado para actuar como perito, colaborando en la resolución de causas judiciales, y en las regulaciones de inscripción de nuevos productos. «Nuestra cátedra ha intervenido a pedido de diferentes juzgados, en la resolución de numerosos expedientes relacionados, por ejemplo, con drogas de abuso, como cocaína y alcohol», comentan Oneto y Kesten. Entre los años 1983 y 1987, funcionó un Servicio de Análisis a Terceros. Entre los estudios efectuados pueden mencionarse: estudio de zinc en suero de pacientes con deficiencia gustativa, cobre en suero de pacientes con enfermedad de Wilson, talio en orina de probables intoxicados, plomo en sangre de personas expuestas ocupacionalmente o con probable contaminación ambiental, determinación de metabolitos de plaguicidas organofosforados en orina de intoxicados, etc. «Actualmente, nuestro laboratorio se encuentra inscripto en el SENASA, como laboratorio acreditado para la determinación de colinesterasas en muestras de plasma de especies de vida silvestre, dentro del marco de un proyecto interinstitucional para la conservación de la vida silvestre en agrosistemas», concluyen las investigadoras.
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