En el marco de la Semana de la Computación llevada a cabo en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales se brindaron distintas charlas de divulgación. Entre ellas, el Analista Universitario en Computación, Sebastián Uribe, explicó de qué forma se desarrolla un videojuego. Detrás de los fantásticos universos recreados en las computadoras, trabaja un conjunto de especialistas, quienes aportan cada uno lo suyo, con una dedicación similar a la requerida para realizar una película. Este artículo está basado en aquella charla, realizada en el mes de septiembre de este año. Por Patricia Olivella. Aunque buena parte de las personas que tienen o han tenido alguna vez acceso a una computadora -o al menos cuentan con cierta información- saben de qué se trata un videojuego, a la hora de definirlo no es tan sencillo. Tal vez por eso, Sebastián Uribe, analista y director de la empresa Inmune Games, comenzó su charla intentando un esbozo de definición. “Podemos decir con seguridad que, como su nombre lo indica, un videojuego es un juego digital, dado que hace falta algún tipo de computadora para poder jugarlo”, dijo. “También decimos que es interactivo y que debe ser entretenido, algo que se desprende del hecho de que sea un juego. En algunos casos, permite jugar contra otros o contra alguna forma de inteligencia artificial”. ¿Cómo se hace? La creación de un videojuego comienza cuando a alguien se le ocurre una idea acerca de cómo podría ser el nuevo juego. “Generalmente se cree que una buena idea para un juego es lo más importante, pero no es así. Mucho más importante que la idea es la capacidad para poder realizarla”, explica Uribe. A partir de esa idea se preparará un plan de trabajo que indique cómo se la llevará a cabo. “Con ese plan de trabajo –continúa el programador- se comienza el desarrollo del juego en sí, que consiste en programar, diseñar, realizar arte, etcétera. Luego de mucho trabajo, pruebas, errores y correcciones, se llega finalmente al juego terminado”. ¿Quién los hace? Indudablemente, todo este proceso creativo requiere de la participación de especialistas y técnicos en distintas áreas: diseñadores de juego, programadores, artistas, diseñadores de niveles, productores, actores, guionistas, malabaristas, karatekas, etcétera. Los diseñadores de juego crean el universo del juego. Ellos proponen el argumento, planean cómo sucederán las cosas, cómo se desarrollarán; en definitiva, cómo va a ser el concepto del juego. Se los podría comparar con los directores de una película. “Los diseñadores de juego son quienes amasan las ideas hasta convertirlas en conceptos elaborados con forma de juego”, explica Uribe. “Su trabajo se parece al de un antropólogo, historiador o geógrafo: debe detallar un universo, sus personas, su geografía, costumbres, etcétera. También tiene algo de economista, dado que debe pasar horas delante de planillas de cálculo ajustando parámetros de juego como la probabilidad de que una espada le pegue 10 veces al caracol del mediterráneo sin dañarlo”, amplía. Los programadores, por su parte, son quienes concretan la idea del diseñador y arman el soporte técnico para que el juego funcione. Es decir, arman el programa. “Son la piedra angular de los videojuegos”, dice Uribe, y reconoce que está hablando de su propio trabajo. “Si no fuera por ellos no existiría la interacción con el usuario, la principal característica que distingue a los videojuegos. Hacen que todo funcione, que la espada del diseñador le pueda pegar al caracol mediterráneo, que el jugador vea el mundo que los artistas crearon, etcétera”. Pero si el proceso de creación de un videojuego tiene puntos de contacto con la creación de una obra literaria o de una película, en pocas funciones se notará más que, precisamente, en la de los artistas. Ellos son quienes generan los contenidos que se verán dentro del juego. “Los artistas hacen lo mismo que en otros campos, solo que con algunas alteraciones: en vez de esculpir en piedra, lo hacen en 3D dentro de la computadora; en vez de pintar en lienzos, lo hacen en tabletas digitales; en vez de grabar música o efectos de sonido para un disco, lo hacen para que suenen cada vez que el jugador pisa una cáscara de banana”, grafica Sebastián Uribe. Los responsables de que cada cosa esté en su lugar dentro de un juego son los diseñadores de niveles. Son algo así como arquitectos virtuales que verifican el mapa y estructuran los caminos que se seguirán dentro del juego. Además, junto a ellos, un equipo interdisciplinario hace su aporte al proceso de creación. Según las características del juego, podrán trabajar en él guionistas, actores, historiadores, karatekas. Finalmente, el productor, quien suele ser el que financia el proyecto del videojuego, es quien se encarga de coordinar el trabajo de todos y se ocupa de que el proyecto que se va a desarrollar sea rentable. Si bien la creación de videojuegos no constituye una carrera en sí misma, la confluencia de varias especialidades permiten que se pueda acceder a esta tarea desde distintas ramas del conocimiento. Las carreras de Ciencias de la Computación, o la de Ingeniería de Software o Sistemas son un buen punto de partida. Sebastián Uribe, quien ha optado por la Licenciatura en Ciencias de la Computación de esta Facultad, afirma que ambas opciones tienen sus ventajas y sus contras. “La Licenciatura en Computación permite conocer a fondo todos los detalles de funcionamiento de cada algoritmo, y modelar, de manera abstracta, casi cualquier problema que se nos presente. La Ingeniería en Sistemas es mejor para conocer técnicas de trabajo en grupo y formas de construcción de software“. Sin embargo, como en todo proceso creativo, a los conocimientos académicos siempre es indispensable sumarles una cierta aptitud personal. Tal vez por eso, Sebastián Uribe cerró su charla reflexionando: “Aunque comienzan a aparecer carreras terciarias de diseño de videojuegos, lo importante es tener una mente abierta, capacidad de autocrítica, conocimientos generales de muchas cosas, y capacidad de observación y comunicación”.
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