Facultad de Ciencias Exactas y Naturales-UBA
  AÑO 16 - NÚMERO 548
  LUNES, 20 DE FEBRERO DE 2006
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Posibilidades terapéuticas para el Alzheimer

Stefano Govoni, un experto italiano con reconocimiento internacional en el campo de la neuroquímica, trazó un panorama de los conocimientos actuales y las posibilidades terapéuticas futuras.

Por Amalia Dellamea (*)


Stefano Govoni.

  “Estamos aún muy lejos de haber entendido los complejos procesos que generan la enfermedad de Alzheimer, pero esto no es necesariamente un dato negativo, sino que muestra la necesidad de continuar investigando. Lo que hemos logrado saber nos indica que no hay que esperar soluciones inmediatas y globales para las enfermedades neurodegenerativas”, advirtió el doctor Stefano Govoni en su conferencia de incorporación como miembro correspondiente de la Academia Nacional de Farmacia y Bioquímica de la República Argentina.

  Govoni es un reconocido neuroquímico italiano que actualmente se desempeña como profesor titular de la Universidad de Pavia y director del Departamento de Farmacología Experimental y Aplicada.

  El Alzheimer es una forma de demencia que se caracteriza por una alteración cerebral progresiva y degenerativa que afecta la memoria, el pensamiento y la conducta. Si bien se ha incrementado significativamente el conocimiento de sus causas, las posibilidades farmacoterapéuticas actuales todavía se limitan a controlar los síntomas de una enfermedad crónica, e inevitablemente invalidante, que ya se ha desarrollado.

  El especialista destacó que desde 1907 puede hablarse del período de la neuropatología, que brindó las bases para el diagnóstico. De 1970 a 1984, la neuroquímica clásica, con el hallazgo de las alteraciones colinérgicas características de la enfermedad. Entre 1985 y 2000, la proteómica, que ha permitido descubrir e identificar las proteínas involucradas en la enfermedad. Finalmente, en 2000 se ingresó al período genómico, con lo que la preocupación es la búsqueda de los genes causantes del mal.

  “A mediados de la década de 1980, el descubrimiento de las bases biológicas de la enfermedad y los ensayos clínicos realizados permitieron alentar esperanzas”, dijo Govoni, a lo que agregó:”No obstante deberá tenerse siempre presente que entre el descubrimiento de alguna característica biológica de una enfermedad y el desarrollo de fármacos distan muchos años, entre 15 y 20, al menos”.

  El investigador italiano ofreció un detallado panorama de los estudios que han contribuido a incrementar la comprensión de los complejos –y aún no del todo dilucidados— procesos metabólicos causantes del Alzheimer. “Una de las líneas de investigación estudia la proteína beta-amiloide, constituyente principal de las placas características de la enfermedad, sospechada de ser la causante del mal”, explicó Govoni.

  La beta-amiloide, una vez producida, da origen a una compleja cascada de reacciones y finalmente conduce a la generación de placas. “Hoy se discute cuáles son las especies tóxicas de la beta-amiloide. Sólo las de alto peso molecular resultan tóxicas. Esto representa un complejo panorama que dificulta el desarrollo de fármacos”, señaló el experto italiano.

  En otro abordaje del estudio de las causas de la enfermedad, los datos neuroquímicos obtenidos desde la década de 1970 indican que la transmisión colinérgica – también afectada por el trastorno-- sigue siendo un objetivo interesante para el desarrollo de fármacos específicos. “Pero, otra vez –dijo Govoni—estamos muy lejos de haber entendido en su totalidad estos complejos procesos”.

  En la búsqueda de medicamentos se destacan dos grandes campos. Por un lado, el desarrollo y prueba de inhibidores de la acetilcolinesterasa. En el Alzheimer se produce un reducción significativa de acetilcolina, imprescindible para que las neuronas trasmitan normalmente los impulsos nerviosos a través de las sinapsis. La carencia de acetilcolina provoca trastornos en funciones tales como la memoria y el razonamiento. La acetilcolinesterasa es una enzima que degrada la acetilcolina, razón por la cual uno de los abordajes terapéuticos actuales consiste en inhibir su acción.

  Por otro lado, los estudios de la modulación farmacológica de los precursores de la beta-amiloide, en la que se encuentran involucrados segundos transmisores, enzimas, hormonas, entre otros elementos. La beta-amiloide es una proteína insoluble que se acumula, formando “pegotes”, y produce placas neuríticas, que aparecen rodeadas por los restos de las ramificaciones destruidas de las neuronas afectadas por los procesos degenerativos.

  “El hecho de que el metabolismo de la beta-amiloide sea modulado de manera tan compleja no es un dato menor. Nos indica ser extremadamente cautelosos antes de intervenir con fármacos que alteren este metabolismo celular”, advirtió Govoni. A lo que agregó: “Faltan datos clínicos contundentes de que la neutralización de la beta-amiloide sea una estrategia eficaz para frenar la enfermedad”. Para terminar Stefano Govoni recalcó que, hasta no disponer de conocimientos más acabados de esta compleja enfermedad y, consecuentemente, al no contar con estrategias farmacoterapéuticas eficaces, deberá apuntarse a “mantener un estilo de vida adecuado, recomendación similar a la utilizada en la prevención de los riesgos cardiovasculares.”

(*) Centro de Divulgación Científica, Facultad de Farmacia y Bioquímica (UBA).

 

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