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2 de octubre de 2001 Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA hallaron hongos en muestras de aguas minerales envasadas de diferentes marcas conocidas. Ahora intentan determinar si pueden causar algún daño a la salud. Actualmente no existe reglamentación acerca de la presencia de hongos en el agua mineral. Un estudio llevado a cabo por investigadores
de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA permitió
determinar la presencia de hongos en botellas de agua envasada de
distintas marcas comerciales. Se trata de hongos filamentosos que,
si bien por lo general no causan daño a la salud, algunos de ellos
podrían ser potenciales productores de toxinas. La contaminación fúngica es un aspecto
no contemplado en la reglamentación sobre las aguas envasadas, pues
sólo existen normas respecto de su calidad bacteriológica, es decir
el número y tipo de bacterias que pueden admitirse. "A lo largo de varios años, analizamos
muestras provenientes de partidas que, en los depósitos o en los supermercados,
presentaban problemas de contaminación", relata el doctor Daniel Cabral,
profesor en la FCEyN. A partir de esos análisis, el investigador
observó la presencia no sólo de esporas de hongos en todas las botellas,
sino también de hongos desarrollados, que se pueden observar a simple
vista. Cabral junto con la doctora Virginia Fernández
Pinto, del Departamento de Química Orgánica de la FCEyN, llevaron
a cabo un estudio para aislar e identificar las especies halladas
en las botellas con el fin de determinar si existe alguna relación
entre la presencia de esporas de hongos y la calidad microbiológica
del agua. Los investigadores analizaron un total de 126 muestras de
agua provenientes de ocho empresas productoras diferentes. Los hongos
encontrados pertenecen principalmente a los géneros Cladosporium,
Alternaria y Penicillium. Estos son organismos cosmopolitas, es decir,
que se encuentran en todo el mundo. Viven preferentemente sobre las
plantas y en el suelo, pero se los puede encontrar en cualquier sustrato.
Aunque generalmente viven de materia orgánica muerta, en algunos casos
pueden ser patógenos vegetales. En el análisis microbiológico no se hallaron
bacterias nocivas, como Escherichia coli, pseudomonas o estreptococos
fecales, señala Fernández Pinto. En cuanto a las cantidades de hongos
hallados, las más altas fueron encontradas en aguas mineralizadas
artificialmente, y la cantidad más baja en aguas minerales naturales.
Lo importante del análisis es que los hongos se hallaban tanto en
aguas contaminadas con bacterias como en las que tenían una calidad
bacteriológica excelente. Cómo llegan los hongos a las botellas Cuando una espora o fragmento hifal cae
sobre un sustrato nutricionalmente adecuado y existe alta humedad,
la espora germina produciendo un tubo de germinación, que no es más
que el comienzo del desarrollo de una hifa. Dado que los mayores problemas se producen
en envases plásticos, Cabral conjetura que el plástico de la botella
podría estar involucrado en el desarrollo de los hongos. "Es posible
que algunos metabolitos del plástico migren al agua, y se conviertan
en nutrientes de los hongos", explica. El agua envasada parece una buena alternativa
en zonas donde la calidad del agua de la canilla es incierta, o directamente
no hay agua potable. Pero las aguas no son todas iguales, la diferencia
entre los distintos tipos radica en las sustancias disueltas que cada
una contiene, como los cloruros, el sodio, el calcio, y el hierro,
entre otros. Distintos tipos de aguas Las aguas minerales naturales son las que
se originan en depósitos subterráneos y emergen a través de orificios
naturales. Se distinguen del agua potable (de la canilla) por su contenido
en minerales y por su pureza original. Se supone que el origen subterráneo
las preserva de la contaminación, no obstante, pueden atravesar regiones
donde se encuentran desechos orgánicos. Por lo general, son sometidas
a controles para determinar que, tanto en la fuente de origen como
durante el traslado y embotellamiento, no haya contaminación con parásitos
y organismos patogénicos. Estas aguas, además, deben estar exentas
de cloro residual, compuestos fenólicos, plaguicidas, hidrocarburos,
aceites y grasas, así como cualquier producto que sea indicador de
una posible contaminación. Otro grupo de aguas envasadas son las mineralizadas
artificialmente. A éstas se les agrega sales minerales de uso permitido.
Por último, las aguas potabilizadas envasadas son aguas de origen
subterráneo o provenientes de un abastecimiento público a las que
se les puede hace algún tratamiento permitido por el Código Alimentario
Argentino. En una publicación de Adelco (Asociación
de Defensa del Consumidor), se recomienda al público que lea la etiqueta
antes de comprar una determinada marca de agua envasada, porque allí
se encuentran detallados los componentes y las proporciones en que
éstos se hallan. Las aguas, según el contenido de sales
minerales, se clasifican en aguas de mineralización fuerte, media,
débil, o muy débil. También, según las cantidades de sus componentes,
se habla de aguas salinas, cálcicas, fluoradas, ferruginosas, o sulfatadas.
La microflora autóctona se multiplica inmediatamente después del envasado. La alóctona, en cambio, rara vez se multiplica debido a sus mayores exigencias nutritivas. Las bacterias alóctonas más resistentes son la Pseudomona aeruginosa, que genera infecciones en individuos de baja resistencia. La calidad del agua se expresa en números de bacterias presentes en un volumen determinado de agua. Sin embargo, la estimación de la cantidad de hongos no es frecuente. Según el estudio llevado a cabo por Cabral y Fernández Pinto, ninguna de las aguas envasadas se encuentra exenta de presentar hongos. De ello concluyen que las fuentes de agua deberían estar protegidas de la contaminación. El problema es que en las aguas minerales no se permiten los tratamientos de desinfección. Por otro lado, los tratamientos con cloro u ozonización, aparentemente, no afectan la presencia de las especies fúngicas. Lo que los investigadores se proponen determinar
es si los hongos hallados, que normalmente producen sustancias tóxicas,
son capaces de producirlas en el interior de una botella de agua envasada.
A partir de estos resultados se podrá saber si las aguas envasadas son realmente seguras. El problema con ellas es que, por considerárselas más puras que el agua de la canilla, se les da a beber a las poblaciones de riesgo, como los chicos pequeños y los adultos mayores. Los investigadores proponen que, así como se controla la cantidad de bacterias presentes en el agua, se mida la cantidad de esporas de hongos, que son las que luego pueden desarrollarse.
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