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Viernes 6 de octubre de 2006 Un equipo de investigadoras de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA estudia el papel que juega la homocisteína en las afecciones vasculares. La dieta es un factor clave en la prevención. Por Susana Gallardo (*)
Ante una herida, la formación a tiempo de un coágulo o trombo evita una hemorragia. Sin embargo, si el coágulo se forma en el momento y el lugar inadecuado, puede causar problemas. De hecho, en la actualidad, la trombosis es una de las causas principales de discapacidad y muerte. Y hay diversos factores que predisponen para que el trombo se produzca, como el tabaquismo, la hipercolesterolemia y el sedentarismo (en el caso de la trombosis arterial), así como ciertos tipos de cirugías, la inmovilidad prolongada y el uso de anticonceptivos orales, en las trombosis venosas. Pero en los últimos años los especialistas apuntan a otro culpable: la presencia en sangre de altos niveles de homocisteína, sustancia que se vincula a los hábitos de alimentación. "Diversos estudios mostraron que el nivel elevado de homocisteína en sangre sería un factor de riesgo para la aterosclerosis y la trombosis tan importante como el colesterol alto", señala la doctora Irene Quintana, investigadora del Laboratorio de Hemostasia y Trombosis, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, que dirigen las doctoras Lucía Kordich y Beatriz Sassetti. Al estudiar la prevalencia en la población argentina de altos valores de homocisteína en sangre, las investigadoras corroboraron que esta sustancia se relaciona con afecciones vasculares. La homocisteína resulta de la degradación en el organismo de la metionina, un aminoácido de los alimentos. "Su presencia es normal dentro de ciertos valores, pero si hay fallas genéticas o deficiencias en la alimentación, esos niveles aumentan", asegura Kordich. Para el doctor Jorge Korin, ex presidente de la Asociación Argentina de Hematología, "el rol exacto de la homocisteína como agente causal no se conoce con certeza, se supone que es importante, pero en algunas investigaciones se vio que las personas que habían tenido infarto y bajaron con dieta el nivel de esa sustancia, tenían riesgo similar de sufrir un segundo infarto que las personas con niveles altos". Sin embargo, el especialista aclara: "Esto no significa que no sea importante, puede ser que en esas personas se llegó tarde en la evolución de la enfermedad". Y aventura: "Tal vez la homocisteína sea un acompañante de otro factor más importante". Estudio en la población argentina El equipo de la Facultad de Exactas evaluó el nivel de homocisteína plasmática en diversos grupos poblacionales del país, y observó que su concentración se relaciona con factores nutricionales y metabólicos, y con problemas renales y alteraciones en la absorción de vitamina B12. La concentración aumenta con la edad y los hombres presentan valores más altos que las mujeres. "Lo importante -subraya Kordich- es que las personas que padecen enfermedad vascular oclusiva muestran niveles más altos que las que no tienen ese problema". Dado que el ácido fólico es clave para controlar el nivel de homocisteína, los alimentos que lo contienen, como las verduras de hoja (espinaca y acelga, entre otras) deberían formar parte de la dieta. Pero la carne también, pues aporta vitamina B12, cuya falta puede alterar el metabolismo de homocisteína. Hoy en día se acepta que el nivel de homocisteína en sangre no debería superar 12 micromoles por litro. Sin embargo, en la población de la ciudad de Buenos Aires se hallaron valores más altos. Este hecho, debido, posiblemente, a la dieta, indicaría un riesgo potencial de padecer trombosis. El papel de la dieta En colaboración con profesionales del Hospital Italiano, las investigadoras estudiaron el nivel de homocisteína en tres grupos de personas que recibían una dieta rica en verduras de hoja, y en dos de esos grupos se adicionaron comprimidos de ácido fólico y vitamina B12 en distintas dosis. Luego de tres meses, los valores de homocisteína bajaron alrededor de un 60 por ciento en los tres grupos. "Lo importante fue que quienes sólo hicieron dieta lograron los mismos resultados que los que, además, tomaron comprimidos. Y esto refuerza la importancia de la alimentación para controlar este factor de riesgo", resalta Quintana. Cuando se produce una lesión en un vaso, se forma un coágulo que tapona la herida y evita la salida de sangre. "Se forma además una red de fibrina, que ayuda a consolidar el trombo", explica la doctora Ana María Lauricella, investigadora del equipo mencionado, en el Departamento de Química Biológica de la FCEyN, y agrega: "La homocisteína hace que esa red sea mucho más apretada, compacta y menos permeable, lo que dificulta el pasaje de las enzimas que deben disolver el coágulo". "El alto nivel de homocisteína aumenta la firmeza del trombo que, al ser más firme y difícil de disolver, genera obstrucciones no deseables en el torrente sanguíneo", explica Kordich, y concluye: "Este sería uno de los efectos perjudiciales de la homocisteína, de ahí la importancia de no tener niveles elevados, que pueden sumarse a otros factores de riesgo y provocar una enfermedad cardiovascular, cerebrovascular o aterotrombótica". Por su parte, el doctor Korin destaca: "La dieta o el suplemento vitamínico de ácido fólico y B12 son seguros, no producen otros daños, son relativamente económicos y permiten bajar la homocisteína. Si eso va a redundar a largo plazo en un beneficio real, falta probarlo". (*) Centro de Divulgación Científica - SEGB - FCEyN. Para La Nacion. (Lunes 2 de octubre de 2006). Fotografía: Mariana Araujo.
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