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Martes 22 de agosto de 2006 La FCEyN tiene el mayor porcentaje de mujeres en puestos jerárquicos. Derecho, Ingeniería y Ciencias Económicas, las menos igualitarias. El techo de cristal y la discriminación horizontal, dos mecanismos vigentes. La CEDAW, una herramienta pedagógica para el cambio cultural. Por Eva Fontdevila (*) Generaciones de mujeres vienen luchando desde hace décadas por un acceso más equitativo a puestos de decisión en todos los ámbitos públicos y privados. En la pelea por superar la discriminación de la que ellas son víctimas, han ido construyendo marcos legales, convenciones internacionales, acuerdos, políticas específicas, programas de promoción, y campañas; sin embargo, la equidad entre varones y mujeres requiere un salto cultural muy importante que el mundo está dando lentamente. Muchas veces los logros son naturalizados y despegados de las peleas históricas, sus verdaderas condiciones de producción. La discusión sobre la participación de las mujeres en la vida política es una de las dimensiones de estas luchas. Y tuvo un hito en 1991 en Argentina, cuando se aprobó la "Ley de cupo femenino", por la que los partidos deben componer sus listas con al menos un 30 por ciento de mujeres y en posiciones que posibiliten su elección. En el sitio Web del Consejo Nacional de la Mujer (CNM), -organismo creado para velar por el cumplimiento de los derechos de las mujeres-, puede leerse que la llegada de éstas a las cámaras legislativas permitió "…visibilizar cuestiones ocultas de larga data, como la violencia familiar y la violencia hacia la mujer; crear programas de procreación responsable desde una concepción integral de la salud; y modificar antiguas tipologías discriminatorias de las mujeres del Código Penal, con la incorporación de los delitos contra la integridad de las personas y definiciones precisas de los vejámenes y agresiones sexuales y de la violación. También se mejoraron las normas sobre adopción, se creó un Registro Nacional Único que facilita el ejercicio de paternidades y maternidades y un Registro de Deudores Morosos de obligaciones alimentarias. Desde el Poder Legislativo las mujeres también aportaron una mirada diferente a cuestiones especificas en temas de economía, de políticas laborales y de promoción de empleo, así como en asuntos relacionados con la justicia y el impulso de la transparencia en el manejo de la cosa pública" (1). Sin embargo, algunos especialistas afirman que la paridad legislativa y en otros ámbitos llegaría recién en 2040. El mundo del trabajo Aunque se ha avanzado bastante en el acceso de las mujeres al mercado de trabajo, las desigualdades son evidentes, en tanto ellas no dejan de ser las principales responsables de las tareas domésticas y la crianza de los hijos. Esto se traduce a su vez en dificultades para acceder a puestos de trabajo de tiempo completo y, por ende, en menores salarios. Según una investigación de Pablo Calvo (2), hoy trabajan más de cuatro millones de mujeres en Argentina, que ganan en promedio un 30% menos que los hombres. El autor cita un informe del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, según el cual las mujeres activas tienen un 29% más de posibilidades de quedar desempleadas que los hombres, y de las asalariadas, menos de un tercio accede a puestos de jefatura. Discriminación institucional La discriminación de la mujer dentro de las instituciones se manifiesta en la segregación vertical y horizontal. La segregación vertical, conocida también como "techo de cristal" está definida en el sitio Web del CNM como aquella que "…establece límites a las posibilidades de ascenso laboral de las mujeres. Este fenómeno reconoce que se registra una democratización en el acceso a diversos puestos de trabajo por parte de las mujeres, pero advierte que los puestos relacionados con las posibilidades de decisión siguen siendo patrimonio de los hombres. Esto trae como consecuencia que los hombres terminan percibiendo mejores salarios que las mujeres. A su vez, el modo de inclusión de las mujeres en el trabajo formal ha provocado la segmentación horizontal, que significa que se les facilita el acceso a empleos que se presuponen típicamente femeninos -servicios o industrias de menor desarrollo-, al tiempo que encuentran obstáculos y dificultades para asumir ocupaciones que socialmente se siguen considerando masculinas, ligados a la producción, la ciencia y los avances de las tecnologías.(3) En su artículo titulado "División sexual del trabajo", María E. Ginés, analiza los paradigmas teóricos que desde las ciencias sociales han estudiado la discriminación por género en el mundo productivo. Una de las cuestiones que señala la autora es que la discriminación horizontal naturaliza supuestas cualidades femeninas, lo que redunda en el confinamiento de las mujeres a tareas manuales, repetitivas, que requieren de rapidez y paciencia, y que son sedentarias. A estos trabajos les asigna menor valor -y por ende menor salario-, porque se considera requieren habilidades innatas.(4) La desigualdad en el acceso a puestos de decisión atraviesa distintos campos e instituciones. En las esferas académicas se verifican algunas paradojas, como que en disciplinas a los que se acercan más mujeres que hombres -como la Psicología, cuya matrícula es predominantemente femenina- los referentes siguen siendo los hombres. A pesar de que las mujeres han ido accediendo a estudios superiores diversos, persisten carreras "masculinas" como las ingenierías y "femeninas" como la Docencia, las ciencias de la salud mental y las ciencias humanas. En el ámbito del trabajo, son feminizados especialmente la producción textil y los servicios. Una lectura sobre la matrícula de la FCEyN permite verificar algunas de estas tendencias. Salvo en las licenciaturas en Ciencias Biológicas, Atmósfera y Oceanografía, en todas las carreras predominan los estudiantes varones. En Física ellos triplican a las mujeres y en Computación son seis veces más. Un dato alentador es que a pesar de esa realidad numérica, los departamentos a los que corresponden esas carreras son dirigidos por mujeres. En el profesorado de matemática, contrariamente a lo que ocurre en la licenciatura, hay más mujeres que varones, en cambio en las carreras docentes de física y computación se sostiene la predominancia masculina de sus correspondientes carreras de licenciado (aspiran a ser profesores de computación el triple de varones que de mujeres).(5) Los puestos jerárquicos. La universidad En cuanto al acceso a cargos de decisión en las instituciones, la UBA es un claro ejemplo de la desigualdad. Tiene trece facultades, once de las cuales están gobernadas por un decano hombre. Sólo hay decanas en Odontología y Psicología, y esta última es el único caso en que la última fórmula electoral estuvo compuesta por dos mujeres. Los binomios que se presentaron en 2005 a elecciones en general fueron compuestos por dos hombres, y en Farmacia y Bioquímica, Filosofía y Letras y Exactas la fórmula electa fue mixta. Odontología es el único caso en que la candidata a decana fue acompañada por un hombre en la fórmula. En el nivel de los gabinetes de la UBA, los Secretarios triplican a las Secretarias -67 a 22-, y los Jefes de Departamento duplican a las Jefas: 57 a 24. La facultad con mayor acceso de mujeres a los mencionados cargos de decisión es Exactas: cinco de las seis Secretarías están a cargo de mujeres, y lo mismo ocho de los doce departamentos. Las más desiguales en este sentido son Derecho, Ciencias Económicas, Medicina e Ingeniería. Una investigación realizada en el año 2000 por el CNM indaga sobre la situación de las mujeres en las Universidades nacionales. (6) Según ese estudio, las universidades con preeminencia de mujeres son o bien medianas -Cuyo, Mar del Plata, Comahue, Sur, Salta, Río Cuarto, La Patagonia San Juan Bosco y San Luis- o bien pequeñas -Catamarca, la Patagonia Austral, Instituto Universitario de Arte y Fundación M. Lillo-. La única excepción es la Universidad de Tucumán, considerada grande. En relación con los cargos docentes, los simples para el total del sistema universitario nacional muestra un 55% para los varones y el 45 para las mujeres. Sólo en 19 de las 38 Universidades Nacionales las mujeres tienen más peso que los varones en los cargos exclusivos, y coinciden con aquellas en las que predominan las mujeres. Por otra parte, dos universidades grandes, la UBA y la de Rosario, también tienen más mujeres cubriendo cargos exclusivos. En las universidades del conurbano bonaerense, las de más reciente creación, se observa el predominio de varones en esos cargos, con la excepción de General Sarmiento y Lanús, donde los cargos se distribuyen por mitades. En la UBA se observa una distribución en partes iguales de docentes mujeres y varones. Sin embargo cuando se consideran las categorías de docentes, las desigualdades se evidencian: entre los Profesores hay más varones (64%), mientras que entre los docentes Auxiliares más de la mitad son mujeres. Proporcionalmente las mujeres han iniciado su inserción en el mundo académico más recientemente que los varones. La investigación señala que 22% de los varones cuenta con una antigüedad mayor a 19 años, mientras que las mujeres con la misma antigüedad suman apenas el 13% del total. Entre las docentes mujeres en la UBA el 57% tiene menos de 10 años de antigüedad en la institución. Se observa que entre los docentes un 33% completó algún nivel de posgrado, (y los varones registran más altos índices: el 53%). Del total de docentes que han completado el doctorado, un 32% corresponde a Auxiliares y el 68% a Profesores. En cuanto a las publicaciones que registran los docentes, se observa que los varones publican un poco más que las mujeres, en especial en la categoría de Profesores. Con respecto a las organizaciones profesionales, Norma Allegrone comprobó que, a pesar del ingreso masivo de mujeres a carreras antes dominadas por los hombres, no hubo un correlato en el ejercicio de cargos de conducción en las organizaciones profesionales. Allegrone estudió entre 1990 y 2000 los consejos directivos de las asociaciones profesionales de Arquitectura y Urbanismo, Ciencias Económicas, Abogados, Escribanos, Ingeniería Civil, Ingeniería Industrial de Capital Federal, Asociación Médica y Odontológica Argentina. Sus conclusiones fueron que las mujeres representan sólo un 11% del total de su Consejo Directivo y su participación en las Mesas Directivas, se reduce al 7%. En las esferas directivas de Ingeniería directamente no se registra presencia femenina, y la Asociación Odontológica es paradigmática: el 83% de la matrícula es femenina, pero los directivos son hombres.
(1) www.cnm.gov.ar
(*) Oficina de Prensa - SEGB - FCEyN.
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