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Jueves 23 de noviembre de
2006 El Consejo Superior no puede sesionar. Por lo tanto, no hay Asamblea Universitaria y no se elije rector. Con la UBA descabezada, comienzan los síntomas de una crisis que empezó en Viamonte y Reconquista pero termina en cada una de las facultades. El decano Jorge Aliaga habla de la situación institucional. Por Armando Doria (*)
Ni el pronóstico más pesimista postulaba que la crisis de la UBA se prolongaría por siete meses. Hasta ahora lleva ese tiempo, y ya a nadie se le ocurre tentar pronósticos. Después de tantos exitosos boicots por parte de la Federación de Estudiantes de Buenos Aires (FUBA) a las sesiones del Consejo Superior y a las reuniones de la Asamblea Universitaria, es probable que la semana pasada algún consejero se haya ilusionado con la posibilidad de llegar a su silla: por un lado, se estrenaba operativamente el acuerdo entre doce de los trece decanos que componen la UBA y, con él, la fórmula integrada por Rubén Hallú (Agronomía) y Jaime Sorín (Arquitectura); por otro, el Rectorado había pedido intervención a la Justicia para que fuera posible llevar adelante la sesión. Pero el miércoles la historia se repitió: no se hizo la sesión del Consejo Superior. Cerca de 200 estudiantes madrugaron y se interpusieron entre el edificio de Viamonte 430 y los consejeros que pretendían ingresar. El día anterior, la jueza Susana Córdoba había determinado que no era necesario intervenir. "El Consejo no sesiona otra vez y el pacto se va a caer", cantaban los estudiantes, refiriendo como "pacto" al acuerdo que propone la candidatura de Hallú-Sorín. Los consejeros comenzaron a desperdigarse, algunos intentaron reunirse en bares aledaños y dejaron definitivamente las puertas del Rectorado. El que permanecía en el edificio era el vicerrector -y rector virtual-, Aníbal Franco. Dice el diario Página/12 del día siguiente: "A las 9.40, cuando no quedaban consejeros a la vista, sólo estudiantes, Franco se asomó por la puerta principal del Rectorado y dio por suspendida la sesión ante los micrófonos y el festejo de la FUBA: ´Los cagó, y Franco los cagó´, entonaban". El vicerrector explicó ante los medios que la reunión de Consejo se había levantado debido a la falta de quórum, declaración que causó malestar a la mayor parte de los consejeros, quienes consideraron que argumentar falta de quórum era ridiculizar la situación. Después de confesar que desde hacía varios días no tenía diálogo con los doce decanos que ocupan la vereda de enfrente, Franco declaró al mencionado diario que iniciaría un proceso de consultas con el fin de concensuar una salida. Empezaría por lo estudiantes, para "ver si en la mediación podemos hallar alguna alternativa para destrabar el conflicto. No es algo que se vaya a resolver en un día. También espero volver a trabajar junto a los decanos. Este es un momento interesante porque la cuerda no se puede tensar mucho más", dijo. Luego agregó que escucharía sus propuestas y así sucedió el viernes, cuando representantes de la FUBA, quienes desde que comenzó el conflicto desconocen la legitimidad del vicerrector, se reunieron con él y presentaron sus condiciones para dejar sesionar. De acuerdo con lo que declararon los dirigentes estudiantiles a los medios masivos, el planteo insistirá en la necesidad de reformar primero los estatutos de la UBA y sólo después designar rector. "Sabemos que hay muchas opiniones y propuestas de reforma diferentes. Por eso queremos que sea toda la comunidad universitaria, a través de un plebiscito vinculante, la que decida qué estatuto y qué tipo de gobierno debe tener la Universidad. Sería la salida más democrática posible", explicaron los militantes, que también aclararon que permitirían sesionar al Consejo sólo en caso de que se limite el temario a cuestiones de funcionamiento. Franco, por lo tanto, empezó el diálogo de conciliación registrando la serie de condiciones que requiere la FUBA para dejar funcionar al órgano de gobierno de la UBA. Hugo Trinchero, decano de Filosofía y Letras e integrante del núcleo político formado, además, por Arquitectura, Sociales y Exactas, consideró con respecto a la situación del miércoles que "la FUBA corre el arco todo el tiempo. Ahora que logramos acordar una plataforma con muchos de los puntos que ellos reclaman, la excusa es que se trata de un acuerdo de los decanos, cuando en realidad lo discutimos con consejeros de todas las facultades. Hay que cambiar muchas cosas en la Universidad, pero por el camino del debate". También profundizó en el tema Jaime Sorín, quien respondió a la acusación de la FUBA respecto a que el acuerdo entre los doce decanos es sólo un acuerdo para repartir espacios de poder. Dice Sorín en Página/12: "Es una chicana. Como la FUBA no puede decir que está en contra de nuestro programa, porque incorpora muchos de los puntos que venían pidiendo, inventan que se trata de un "Pacto de Olivos". El problema de la FUBA es que no tiene reflexión acerca de la situación nacional y de los grandes cambios que hubo; ya pasó Menem, pasó el 2001, pero muchos de ellos no se dieron cuenta de que estamos en democracia y por los métodos que utilizan y la forma de pensar que tienen, es como si estuvieran luchando contra una dictadura. La FUBA debería analizar si nuestro programa la representa. Hace tres meses que funciona una comisión de reforma del estatuto y nunca fueron. Tampoco van a las demás comisiones. Tienen una típica política de declaracionismo, producto de un retroceso muy grande de esos sectores en el plano nacional; se han quedado sin banderas y toman a la UBA como una trinchera". Subsidios y becas paralizados, convenios nacionales e internacionales en veremos, aprobaciones de concursos sin resolver. La parálisis de la UBA acumuló más de 300 expedientes en el Rectorado, y todo esto son detalles si se considera el problema financiero y ecónomico mayúsculo que continúa esperando análisis y resolución. Algunos de los decanos del consenso comenzaron a considerar que las trabas a la democracia universitaria son parte de un subrepticio ataque a la UBA. Sorín considera que "hay una ofensiva desde afuera y desde adentro para la destrucción de la UBA. Entonces es muy difícil encontrar una solución puramente interna. Dejando a salvo la autonomía, por lo cual no apelamos al Poder Ejecutivo, estamos tratando de que los poderes Legislativo y Judicial nos ayuden a resolver la situación. Lamentablemente, la Justicia ha mirado para otro lado, pero vamos a insistir con otra presentación. También vamos a insistir con la solicitud que se hizo en el Congreso y en otros sectores para ver si conseguimos un lugar seguro para la Asamblea". Pero sesionar no parece un proyecto sencillo de llevar adelante. La intención de los decanos de apelar a la Justicia, teniendo en cuenta el episodio del miércoles, resulta de dudosa efectividad. Y el Gobierno Nacional se mantiene afuera de la pileta. El presidente Kirchner declaró hace poco que la UBA debe arreglarse sola. El Ministro del Interior, Aníbal Fernández interviene en programas radiales en forma cotidiana, y comenta hasta los problemas del tránsito porteño, pero de la UBA no habla. Incluso continúa muy demorada la respuesta por el pedido de uso de la Cámara de Diputados para la sesión del Consejo. El secretario de Políticas Universitarias, Alberto Dibbern -también en silencio durante varios meses- aportó, antes de la frustrada sesión del miércoles, un pronóstico no demasiado favorable. El diario Clarín le preguntó si consideraba viable que el Consejo sesionara en el edificio del Congreso: "Yo trataría de que el lugar sea la Universidad. Los debates democráticos deben darse en su ámbito natural. Y si los dirigentes estudiantiles tienen diferencias deberían plantearlas a través de sus representantes en el Consejo y en la Asamblea". Pero, después del miércoles, el Ministro de Educación, Daniel Filmus, dejó de lado su extrema prudencia y dio una esperanza pública en la voz de un no citado funcionario suyo: "Ahora que los decanos llegaron a un acuerdo, es posible que se les dé el Congreso. Pero hay algunas dudas, no está claro si es conveniente para el Gobierno mezclarse en este conflicto. La decisión la va a tomar el Presidente". A esperar, entonces, las negociaciones que está llevando al respecto Jaime Sorín para obtener el lugar de reunión, porque por el lado estudiantil no parece haber destrabe posible, pese a las declaraciones de Aníbal Franco referentes a su diálogo con la FUBA: "Voy a escuchar sus propuestas. Vamos a ver si se puede convocar una asamblea para reformar los estatutos sobre la base de la discusión democrática, respetando la decisión que tome la mayoría". La postura que explicitan los decanos es de clara oposición frente a la exigencia de la FUBA de primero reformar el Estatuto Universitario y después convocar a elecciones de claustro, renovando todas las autoridades que fueron elegidas hace pocos meses. Pero si bien ese tema abroquela a los decanos del consenso y a la casi totalidad de los consejeros, Franco declaró el miércoles a la prensa que, a la hora de negociar con la FUBA, lo contempla como posibilidad: "Como están dadas las cosas, es un camino que no podemos obviar", dijo. Frente a esto, Sorín es contundente: "Los actuales decanos y todas las autoridades y representantes de la UBA fueron elegidos con el estatuto vigente. Es democráticamente restringido, pero es lo que hay. Si todos fuimos elegidos con este sistema, debemos terminar de conformar primero los órganos de gobierno y después discutir todo. No se puede aceptar que un sector imponga otras condiciones, sin discutirlas, con métodos de interrupción permanente. Estos estudiantes también se presentaron a las elecciones de claustro y fueron elegidos del mismo modo que nosotros. En las elecciones de centros de estudiantes cada vez vota menos gente, y no es casual, hay una intención de que no se discuta para mantener la movilización de los militantes sin incorporar al conjunto de los estudiantes". Y también dejó picando una alternativa a la coerción que ejerce la FUBA: "Hoy la UBA necesita la movilización de todos sus alumnos, docentes y graduados en defensa de la universidad pública".
(*) Oficina de Prensa - SEGB - FCEyN.
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