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Miércoles 30 de agosto de 2006

Simulación de emergencias
Pánico de multitudes

El comportamiento humano no es tema exclusivo de los psicólogos o los sociólogos. Los físicos también tienen algo que decir, en especial, cuando se trata de multitudes en situación de pánico. La simulación por computadora de estos acontecimientos puede contribuir a un diseño de edificios y locales que sea adecuado para su evacuación en caso de emergencia. Pero las herramientas de la física pueden hacer aportes, también, para mejorar la geometría de una estación de subte o elegir la ubicación ideal de un comercio.

Por Susana Gallardo (*)

  Si bien la discusión entre ciencia básica y ciencia aplicada parece ya cerrada, y nadie duda de la importancia de cada una de ellas, algunos investigadores se sienten más a gusto con su trabajo si pueden hacer un aporte a la sociedad resolviendo problemas concretos. En particular, los físicos que trabajan en temas tan abstractos como la simulación del comportamiento de fluidos se muestran interesados en utilizar las herramientas de su disciplina para resolver problemas netamente humanos. Por ejemplo, intentan determinar cómo sale la gente de un lugar cerrado, en una situación de pánico, o conocer qué cambios deben hacerse en la geometría de una estación de subte para que no se entorpezca la circulación. Incluso, pueden sugerir en qué lugar de una ciudad conviene abrir una nueva panadería.

  Desde el episodio Cromagnon, en diciembre de 2004, en que murieron 194 jóvenes tras el incendio ocurrido durante el recital del grupo Callejeros, se ha incrementado la preocupación acerca de la seguridad en una catástrofe. Lo cierto es que, en el caso de incendios en lugares públicos, las personas mueren porque, simplemente, no logran escapar a tiempo. El hecho más significativo por su magnitud fue el ataque a las Torres Gemelas, en el que, de las 2 mil muertes, 1500 se debieron a que los ocupantes quedaron atrapados en los pisos altos. Si el atentado se hubiera producido unas horas más tarde, con el edificio ocupado a pleno, las muertes, según se ha estimado, hubieran ascendido a 14 mil, pues las escaleras se habrían bloqueado, en forma inexorable. El hecho es que los edificios tan altos no están preparados para ser evacuados en su totalidad.

  Pero pensemos en un recinto de 20 metros por 20. ¿Cuánto tardan en salir 200 personas, por ejemplo? Para responder la pregunta, los doctores Claudio Dorso y Daniel Parisi, investigadores del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, apelaron a un modelo (el del físico alemán Dirk Helbing) que permite describir la evacuación de una sala. "El modelo predice algo que, aparentemente, sucede, y es que, cuando la gente quiere salir más rápido, se producen bloqueos y la evacuación se realiza en forma más lenta", comenta Dorso, que dirige el Laboratorio de Física Estadística Computacional. Más rápido es más lento, reza la conclusión.

  Helbing, investigador de la Universidad de Dresden, junto con Illés Farkas, del Instituto de Estudios Avanzados de Budapest, Hungría, se pusieron a estudiar qué decían los sociólogos y los psicólogos sobre comportamiento humano en situación de pánico. De esos estudios, pudieron extraer algunos rasgos principales, que resumieron en el artículo que publicaron en Nature. Así, la gente con pánico intenta moverse en forma más rápida que lo normal; cada uno empuja y se roza con los demás. El desplazamiento se hace caótico, en especial al pasar por un lugar estrecho y, en las salidas, se producen bloqueos. Los amontonamientos generan presiones muy altas que pueden llegar a derribar barreras y tirar paredes de ladrillos. La caída de las personas hace que el escape se haga aún más lento. Además, las personas tienden a hacer lo que hacen los demás, van hacia donde va la multitud, pasando por alto las salidas alternativas.

  A partir de esas observaciones, Helbing y Farkas postularon un modelo del fenómeno colectivo de escape en situación de pánico, con la idea de emplearlo a fin de determinar si un edificio es adecuado para un caso de emergencia. El objetivo era averiguar qué fenómenos físicos ocurren en una masa de gente que pugna por salir, y que pueden ser relevantes para comprender el problema y ayudar a su prevención.

La fuerza del deseo

  En una analogía entre las partículas y los seres humanos, el modelo de Helbing describe las interacciones a las cuales están sometidas las personas en una situación de pánico. Básicamente, sobre ellas actúan tres fuerzas. Una es la repulsión social, que hace que se mantengan alejadas unas de otras. Cuando entran en contacto, actúan las fuerzas de disipación. "La tercera fuerza, la más relevante, es la del deseo, es decir, hacia dónde se quieren dirigir y a qué velocidad", detalla Dorso.

  La fuerza del deseo es lo que diferencia estas partículas "humanas", con impulso propio, de otras, como las moléculas de un gas o los granos de un cereal en el interior de un silo. En el caso de la arena que marca el paso del tiempo en un reloj, ésta se mueve impulsada por la gravedad, con una aceleración constante. En cambio, en el caso de las personas, éstas aceleran el paso hasta llegar a una velocidad deseada, y luego la mantienen en forma constante.

  A partir del modelo de Helbing, el aporte de Dorso y Parisi fue explicar por qué el aumento de la velocidad hace que la salida sea más lenta. La marcha óptima es 1,4 metros por segundo. Si los individuos tienen mucha ansia por salir, empiezan a tocarse, vencen la repulsión social y entran a actuar otras fuerzas, como el rozamiento. A una velocidad de 3,5 metros por segundo, hay mayor número de individuos que se están tocando entre sí. "Son racimos de personas que se empujan", sintetiza el investigador.

  Cuando la velocidad se incrementa, comienzan a formarse racimos, que se componen de pocas partículas. Pero, si la velocidad sigue en aumento, los racimos colapsan en uno de gran tamaño. "En el modelo, hay un punto en que el caudal de salida empeora en forma exponencial", comenta Parisi.

  Lo cierto es que el tiempo de evacuación depende de la velocidad deseada. "Hay una velocidad óptima, pero si se quiere ir más rápido, la salida se dificulta", dice Dorso, y recalca: "Cuanto más rápido quiero ir, más lento salgo".

  El problema es el bloqueo en las puertas de salida. En 2003, cuando se incendió una discoteca de Rhode Island, donde había unas 400 personas, los muertos superaron el centenar. La causa estuvo en una fatídica puerta: las cámaras de televisión la mostraron, totalmente bloqueada, con gente en el suelo que cerraba el paso a los que luchaban por salir.

  "Si el modelo estuviera probado, se podrían comparar distintas configuraciones en la geometría del recinto y ver cuál es la mejor", señala Parisi. Una idea propuesta por el húngaro Farkas es colocar una columna cerca de la puerta, que atenuaría la formación de racimos. De todos modos, Dorso y Parisi no están seguros todavía sobre la ventaja de un obstáculo en el área de salida.

  El modelo también permitiría analizar si dos puertas de un metro de ancho son equivalentes a una de dos metros. Para el código de edificación no hay diferencia, pues, según la capacidad del local, aquél establece el ancho de la abertura. "Tal vez el caudal que sale por dos puertas chicas sea menor que el que puede salir por una grande. Pero pueden influir otros factores que es necesario analizar", sostiene Parisi.

  La situación de emergencia, con pánico incluido, es un caso extremo. Pero hay otras circunstancias en las cuales los mortales queremos acelerar el paso y no podemos, nuestros congéneres nos empujan y aprietan, y obstaculizan el tránsito. Es lo que pasa, por ejemplo, en el subte en los horarios pico.

Hora pico

  Son las 6 de la tarde, y una masa de pasajeros, baja de un convoy que llega a la estación Carlos Pellegrini, de la línea D, y se dirige por el pasillo para tomar la combinación a Constitución, de la línea C. Es el caos: todos se empujan, chocan entre sí, quieren llegar rápido al andén, pero no pueden: se ven obligados a marchar a muy baja velocidad.

  Esta situación puede simularse en una computadora, pero es más compleja que la del pánico en un recinto, pues los peatones tienen que moverse en una geometría real, donde hay obstáculos, molinetes, cajas, kioscos.

  Hay un índice de confort, que se calcula dividiendo la velocidad a la cual camina el peatón, por la velocidad a la cual desea marchar. Si la senda está libre, el individuo puede marchar con la celeridad deseada; así, el índice es 1. Si la densidad de personas es alta, la gente no puede avanzar tan rápido como quisiera, y el índice de confort baja.

  Se puede dar un índice para cada persona y promediarlo durante todo el recorrido para un número total de individuos. Eso da un valor entre 0 y 1. "Para una geometría y una disposición de molinetes, cajas o puertas, se puede obtener un coeficiente y compararlo con el de otra geometría, con el objeto de evaluar cuál es la más apropiada", explica Parisi, que actualmente está trabajando en Urbix Technologies, empresa dirigida por el físico Herman Moldovan y el experto en computación Marcelo Gilman, en la Incubadora de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA. Esta realizó un proyecto para Metrovías a fin de proponer una mejora en la estación Constitución, de la ex línea Roca.

  Ya se trate de una emergencia o, simplemente, de salir rápido de la estación de subte, los científicos intentan capturar la conducta de las multitudes mediante la simulación en computadoras. El objetivo es hallar las reglas que siguen los peatones para "navegar" en espacios atestados. Pero esos comportamientos inconscientes pueden jugar en contra, y contribuir a generar obstáculos. Aprender a predecir y controlar estas conductas puede salvar vidas.

  Pero los modelos computacionales requieren una comprobación empírica. Y, dado que un experimento con humanos en pánico es éticamente discutible, los investigadores tienen pensado realizar experiencias con animales.

  El 30 de diciembre de 2004, Dorso y Parisi se quedaron hasta tarde en su oficina del Pabellón I, en Ciudad Universitaria. Querían terminar el artículo donde presentaban los datos de la simulación de un caso de pánico. Esa noche, precisamente, se produjo la catástrofe de Cromagnon. El hecho confirmó que lo que estaban estudiando tenía sentido.

Racimos bloqueantes


Los círculos denotan peatones que están en contacto físico entre sí, y conforman racimos. Los círculos rojos forman un racimo bloqueante en forma de arco, que obstruye la salida.


Velocidad deseada = 1.5 metros por segundo


Velocidad deseada = 3.5 metros por segundo

Cuanto mas rapido, mas lento


A una velocidad de 1,5 metros por segundo, los peatones en contacto físico forman pequeños racimos. Pero, si la velocidad deseada aumenta, por ejemplo, a 3,5 metros por segundo, los racimos son mayores y la salida se dificulta.

 

Dónde instalar una panadería

  Caminar por las calles de una gran ciudad puede revelar la inmensa variedad de negocios disponibles. Pero éstos no se ubican al azar, sino que responden a un tipo de organización. De hecho, las zapaterías están cerca del shopping, mientras que las mueblerías se concentran en áreas periféricas, y las farmacias se esparcen por todas partes. Comprender la lógica de la distribución espacial de los comercios es una tarea compleja. Muchos factores influyen, como las características del negocio o de la ubicación. Los comercios difieren en los productos que venden, el número de empleados, las ventas totales por mes, la fecha de inauguración. La ubicación difiere según el precio del espacio, la visibilidad (la ubicación en una esquina, por ejemplo) o la forma de acceder.

  Pablo Jensen, un físico argentino que es investigador del CNRS (algo así como el Conicet de Francia) y trabaja en el Laboratorio de Economía de los Transportes, en la Universidad de Lyon, intenta demostrar que el conocimiento de la ubicación de los negocios puede revelar datos interesantes sobre la organización del comercio minorista.

  Jensen, a partir de una base de datos con la localización de 8500 negocios de la ciudad de Lyon, se puso a calcular de qué manera interactuaban las distintas actividades. El trabajo fue a pedido de la Cámara de Comercio de esa ciudad. Para ello empleó las herramientas del análisis de redes. Así, agrupó los negocios en categorías: servicios, muebles para el hogar, negocios de comida, electrodomésticos. Luego introdujo un indicador para la ubicación de una actividad determinada, y examinó su relevancia.

  "Lo que evidencia este estudio es la importancia que tiene para el comerciante la ubicación del local, algo que, por otro lado, era conocido, al menos en forma intuitiva", dice el investigador.

  A partir de las correlaciones espaciales, Jensen desentraña la interacción entre tipos de negocios, del mismo modo en que las interacciones entre los átomos se deducen de su distribución espacial. Así puede determinar si ciertos comercios se atraen o se repelen. Panaderías y carnicerías tienden a atraerse, pero panaderías y negocios de muebles, por ejemplo, generan repulsión.

  "Así es posible dar un índice que señala que en tal lugar conviene poner una panadería, por ejemplo", dice Jensen. El investigador comparó los datos de los comercios del año 2003, y luego obtuvo la información de las que quebraron entre 2003 y 2005. "Las que fracasaron tenían un índice más bajo que las otras", subraya con satisfacción.

 


Cómo controlar el pánico en una facultad

  En una facultad como la de Ciencias Exactas conviven a diario miles de personas, entre docentes, no docentes y estudiantes. Si hubiera un incendio, por ejemplo, ¿sería posible lograr que todos pudieran salir en un tiempo razonable? El ingeniero Omar Metallo, integrante del Servicio de Higiene y Seguridad de la Facultad, es optimista. "La Facultad cuenta con una brigada de evacuación, alarma de aviso en caso de emergencia, y la realización de uno o dos simulacros de incendio durante estos últimos años".

  Según el ingeniero, en el último simulacro se logró evacuar entre 2.500 y 3.000 personas en unos cuatro a nueve minutos, según el grupo de pertenencia (jardín maternal, administración, departamentos docentes). ¿Cómo se logra que todos salgan en el menor tiempo posible? La clave, para Metallo, reside en la capacitación.

  Una parte importante de la capacitación son los simulacros, o ejercicios de evacuación, que sirven para que la gente conozca las vías de escape y sepa cómo actuar. Por ejemplo, tenga en cuenta las indicaciones de los brigadistas (personas designadas, y capacitadas, para actuar en situaciones de emergencia), sepa dónde reunirse y qué hacer, conozca qué sonido produce la alarma de su sector. "Y que traten de no estacionar los vehículos donde obstruyan el acceso a las ambulancias o camiones cisternas de bomberos, y que no se coloquen carteles en cercanías de las vías principales de salida, y, muy importante, no utilizar los ascensores al evacuar", subraya.

  En Exactas hay tres tipos de brigadas: la de evacuación, la de emergencia y la de logística. La primera colabora para desalojar el edificio lo más rápido posible y ayudar a los accidentados para recibir rápida atención médica y ganar el exterior. La de logística se encarga de llamar por auxilio externo (bomberos, Defensa Civil, policía, ambulancias, servicio médico). La brigada de emergencia trata de paliar el foco de incendio hasta que vengan los recursos profesionales para apagarlo en forma definitiva.

  Pero ¿cuáles son los aspectos más importantes que deben considerarse en caso de un incendio? En primer lugar, si hay humo, las personas tienen que gatear, porque éste sube. También hay que tocar una puerta antes de abrirla: si está muy caliente, lo mejor es dejarla cerrada hasta que vengan los bomberos, ya que del otro lado puede haber fuego.

  En caso de que haya humo o fuego, y no se pueda salir, es importante cerrar la puerta para conservar respirable la atmósfera del ambiente, y pedir auxilio a través de la ventana. Otras recomendaciones: no correr, no volver sobre los propios pasos, no cargar bultos al evacuar, y, sobre todo, mantener la calma.

  No obstante, la prevención es el aspecto más importante de la seguridad contra incendios, enfatiza Metallo. Gran parte de los accidentes podrían haberse evitado con sólo aplicar una serie de medidas básicas. "Es conveniente capacitarse, saber cómo actuar en caso de que ocurra una emergencia, y saber cómo apagar un foco de incendio. Pero más importante aún es la prevención: conocer cómo evitar accidentes", concluye.

 

(*) Centro de Divulgación Científica - SEGB - FCEyN.

 

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SECRETARÍA DE EXTENSIÓN, GRADUADOS y BIENESTAR
FACULTAD DE CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES
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