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Jueves 12 de abril de 2007 En una extensa charla con Cable Semanal, Juan Carlos Reboreda, secretario de Investigación de la Facultad e integrante del EGE, se mostró optimista por lo que será el resultado final del proyecto y detalló el estado de avance las obras, la manera en que se definió la polémica por la construcción del puente incluido en la iniciativa, la mecánica de trabajo con el Gobierno porteño y cuáles son los temas que todavía están pendientes de definición.
- La última charla sobre este tema con el Cable fue en noviembre del año pasado. Cuéntenos por favor en qué situación estaba la obra en ese momento y cómo fue avanzando hasta ahora. - Bueno, en ese momento se había creado una comisión integrada por investigadores de esta Facultad y presidida por Jorge Adámoli. Esa comisión se dedicó a analizar lo que era la obra más conflictiva del proyecto: el puente que uniría el Pabellón III con la península y la llamada Isla de las Palmeras. Nosotros decíamos que ese puente y principalmente la isla iban a acelerar la colmatación del humedal y que además el puente no se justificaba, porque sólo había que caminar 200 metros para ingresar por la entrada principal, que va a estar justo a la salida del Pabellón II y que se va a llamar Plaza de la Concordia. Esa discusión se resolvió de la siguiente manera: el puente incluía una isla en el medio que era la Isla de las Palmeras, una construcción de 40 por 40 metros. La isla se eliminó, pero a pedido de la Facultad de Arquitectura el puente quedó. El acuerdo que tenemos hasta el momento es que el puente sería utilizado sólo para emergencias. Justamente el fundamento de Arquitectura para mantener el puente era que permitiría el ingreso de ambulancias y autobombas. Entonces se planteó que el puente no era para acceso, que podía estar cerrado y que se iba a revisar su impacto, pero ese es un tema que aún está pendiente. Luego de eso la Comisión culminó sus funciones y quedamos Adámoli y yo participando de las reuniones para elaborar el plan de manejo. - ¿Qué temas abarca la discusión sobre el plan de manejo? -Básicamente había que definir una zonificación del parque, y en eso, hasta ahora se avanzó bastante. Quedó determinada una zonificación que implica un área de reserva con acceso restringido, una de acceso intermedio al público y una de acceso masivo. Lo que tenés en este último sector es una serie de escalinatas y plataformas muy amplias, que probablemente sea el área que va a utilizar el 95 por ciento de los asistentes al parque. Después hay un gradiente donde pasás de más cemento a más árboles, dónde hay zonas de parque para esparcimiento y zonas que van a ser arboladas. Y finalmente queda todo un sector que es el bosque que se formó en la barranca del humedal, frente a la línea de los pabellones II y III. Lo que se hizo en sucesivas reuniones, desde noviembre del año pasado hasta ahora, fue definir esas tres áreas y qué especies de árboles se iban a plantar y dónde se las iba a plantar. En ese sentido también se decidió establecer una separación física por medio de un muro de más o menos un metro de altura, entre lo que va a ser el área de reserva, que va a tener un acceso restringido y por la que sólo se podrá transitar a través de pasarelas elevadas con puntos de contacto sobre la costa, y el área de acceso libre. O sea que lo que va a haber en el área de reserva es un circuito que va a permitir llegar hasta el humedal por un sistema de pasarelas. Esa zona según se acordó va a ser manejada fundamentalmente por nuestra Facultad. - ¿Qué participación tendrá Exactas en la zona de la reserva? - En todo momento se descuenta que la participación de la Facultad va a ser muy activa, porque una de las cosas que se propuso y sobre la que hubo consenso es llevar adelante un proyecto de restauración de ese ambiente, principalmente de la zona del bosque en el área de reserva. Dentro de ese bosque vos tenés un montón de árboles que son exóticos, tenés algunos que tienen más valor en términos educativos o de conservación y otros no tanto. Entonces una de las propuestas que llevó la Facultad fue iniciar un proyecto de ecología de la restauración, que sea una especie de cátedra abierta, que de alguna manera se continúe a través de distintos grupos de estudiantes, con asesoramiento, supervisión y participación de profesores y donde intervengan distintos departamentos. Entonces está más o menos claro que esa área va a servir para hacer algún tipo de actividad educativa muy localizada y fundamentalmente actividades educativas de la Universidad en general y de nuestra Facultad en particular e incluso algunos proyectos de investigación. O sea tratar de que esto sea una estación de campo en la que se realicen actividades de docencia e investigación de la Facultad. - ¿Quiénes participan de las reuniones con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA)? - Participa gente de Gestión de la Ribera, gente de la Universidad (representantes de la FCEN y la FADU) y representantes de ONG y asociaciones vecinales, dado que el GCBA contempla una instancia participativa con distintos representantes de la comunidad. Además se acordó que para resolver temas específicos, se contactaran a especialistas sobre esos temas. Por ejemplo, cuando se discutió el tema de la forestación, lo convocamos a Pablo Picca del BBE. Él se reunió con un paisajista del área de Gestión de la Ribera y con un agrónomo de una ONG, y entre los tres acordaron qué especies se debían utilizar y entonces seguimos avanzando. La mecánica es ir alcanzando consensos para definir las cosas que están aún pendientes. - ¿Cuáles son los temas que aún quedan pendientes? - Queda por definir el plan de manejo que va a tener este parque natural. Que obviamente a nosotros nos va a impactar como Facultad, porque el diseño contempla que el acceso sea a través de las playas de estacionamiento de los Pabellones II y III. Es decir que los fines de semana, cualquier habitante de la Ciudad de Buenos Aires que quiera venir, va a dejar estacionado su coche aquí. Eso implica una serie de potenciales problemas como el de la basura. Además está el tema de la seguridad, ¿el parque va estar abierto o cerrado durante la noche? Ahora obviamente hay un montón de cuestiones en las cuales va a haber que involucrarse. La decisión política fue involucrarnos y en la medida en que esto avance, integrar a estudiantes y a todo aquel que quiera participar. - Los parques quedan muy sucios los fines de semana, ¿de quién sería el personal de limpieza? - Ese es uno de los puntos que hay que resolver. El GCBA debería hacerse cargo de la limpieza de este parque, pero además, se tendrían que limpiar las áreas de Ciudad Universitaria que se utilizan para acceder al Parque porque la UBA no dispone de personal para esa tarea. Hay un montón de cosas que hay que resolver pero yo creo que esta puede ser una buena experiencia de convivencia entre la Universidad y el GCBA. Simplemente hay que acordar de qué se hace cargo cada uno. - ¿Quién toma la decisión final de las obras? - Las decisiones se están tomando por consenso. Hasta ahora no hubo situaciones de conflicto. La gente que está por el GCBA y las ONG es muy razonable. Es cierto que acá llegamos con ciertas obras ya consumadas, pero yo creo que la situación es buena. Por ejemplo, cuando Jorge Adámoli planteó la delimitación en tres áreas eso fue aceptado rápidamente. De alguna manera la mayoría de la gente que está ahí reconoce el liderazgo que tiene la Facultad en ciertos temas. Además las ONG que participan tienen una posición muy razonable sobre temas ambientales. Hay un buen diálogo. Yo creo que la gente de Gestión de la Ribera sabe que necesita a la UBA como aliado para concretar esto exitosamente y a nosotros nos beneficia recuperar este espacio. - ¿Usted lo ve de manera optimista? - El primer punto que hay que resaltar es que esto va implicar un salto en la calidad de vida de los habitantes de la Ciudad Universitaria porque va a ser un parque muy atractivo, va tener sectores de esparcimiento y educativos. El área de reserva va a ser similar a la Reserva Ecológica Costanera Sur, aunque más reducida. Está contemplado un centro de interpretación en la bajada del puente de Arquitectura. Yo creo que va a transcurrir muy poco tiempo hasta que varias materias del EGE y BBE tengan prácticos aquí. Yo me imagino una situación de una estrecha interacción entre los estudiantes de varias carreras de esta Facultad y esta reserva. Además va a ser el sitio en el cual en un día agradable todos podamos a ir a caminar por el bosque o sobre la costa del río. A su vez, el habitante de la Ciudad de Buenos Aires, va a recuperar un franja importante sobre la costa del río de unos 1000 metros, en muy buen estado. O sea que claramente esto es una situación beneficiosa tanto para los habitantes de Buenos Aires como para los de Ciudad Universitaria. - ¿Cuándo se van a inaugurar las obras? - El Parque Natural Ciudad Universitaria, ese es su nombre técnico, se inauguraría en algún momento del 2008. El conjunto de la obra incluye el Parque de la Memoria que es la parte que va desde el final de Costanera Norte hasta lo que sería nuestro bioterio, el Parque Natural Ciudad Universitaria que va desde el Pabellón II hasta el fondo de Ciudad Universitaria, y en el medio quedaría lo que se llama Plaza de la Concordia. Esa es la obra que diseñó el arquitecto Alberto Varas y que ganó la licitación. - ¿Cómo se va a manejar la reserva? - Eso también forma parte del plan de manejo que hay que resolver. Sería razonable que tenga un director y que haya un comité de gestión, porque esto no va ser una plaza. Este tema todavía se está discutiendo. En ese sentido nuestra posición es que tiene que haber un comité y que la UBA tiene que tener una participación muy importante en él. También tienen que estar representados la Ciudad y los ciudadanos. Sería bueno que hubiese un plantel mínimo y ahí entramos en los matices: si te conviene tener personal estable o un sistema de pasantes, por ejemplo, para toda la parte educativa. Esto último podría ser una alternativa laboral "part-time" para estudiantes de la Facultad. Si hay un director, éste tendría que ser concursado. Me parece que la experiencia de la Reserva Costanera Sur nos puede ayudar para decidir qué cosas se pueden repetir y cuáles no deben repetirse.
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