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Lunes 12 de marzo de 2007 Por Cecilia Draghi (*) Investigadores argentinos hallaron en territorio nacional hongos que conviven con algunos pastos nativos y los protegen de ciertas plagas y enfermedades, además de permitirles crecer más, brindarle mayor resistencia a la sequía, incrementar la capacidad de rebrote y de no producir intoxicaciones a los animales que se alimentan de ellos. Muchos, también, presentan características que permiten su utilización como forrajeras, luego de una adecuada selección. En otros casos, los científicos buscan introducirlos en pasturas que ya son comercializadas, a pedido de firmas extranjeras. "Estamos haciendo convenios con empresas que comercializan determinadas gramíneas y quieren probar si es posible incorporarle estos hongos o endofitos que mejorarían su rendimiento", precisa el doctor Daniel Cabral, director del laboratorio de Micología y del Instituto PROPLAME - PEHIDEB-CONICET en el Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA). Mientras en este sendero internacional hay numerosa experimentación por realizar, tranqueras adentro los investigadores ya encontraron ventajosos casos de convivencia entre ciertos hongos (Neotyphodium) y pastos nativos con posibilidades forrajeras como Bromus auleticus que crece en la Región Pampeana de la Argentina. La asociación entre ambos mostró un mejor poder de germinación de las semillas, mayor propagación vegetativa y resistencia a la defoliación periódica, según un estudio publicado recientemente por el doctor Cabral y el Lic.Leopoldo Iannone. Asociación vital Estos hongos que viven en simbiosis con las plantas se denominan endofitos fúngicos. Mientras ellos le otorgan numerosas ventajas a la planta, ésta le aporta nutrientes, como los hidratos de carbono, que no pueden ser producidos por el hongo. Esta mutua colaboración lleva a una fructífera sociedad natural, denominada mutualismo. "Con estos endofitos las plantas crecen más, muestran más resistencia a la sequía y a los insectos, e incrementan la producción de semillas, su germinación y capacidad de rebrote", enumera el biólogo Cabral, profesor de FCEN-UBA e investigador del CONICET. Relatado así parece el sueño de todo productor que desea alimentar a su ganado, pero la historia empezó al revés. Al principio estos microorganismos se presentaron en sociedad como una verdadera pesadilla. "Los endofitos de los pastos, o las consecuencias de su presencia en las plantas, son conocidas desde la antigüedad. La primera referencia escrita se encuentra en la Biblia donde se señala que las semillas de cizaña (Lolium temulentun L) son tóxicas para los animales y el hombre", historian Cabral, Iannone y María Victoria Novas, todos integrantes del mismo laboratorio. Pasaron cientos de años hasta identificar que estos seres minúsculos eran los responsables del malestar. "Estos hongos -describe el doctor Cabral- producen alcaloides que si bien protegen a la planta son tóxicos para el ganado. Provocan trastornos conocidos como "festucosis" o "pie de festuca", un síndrome que en los animales disminuye el apetito, la fertilidad y producción de leche; genera abortos, gangrenas e incluso puede llevar a la muerte cuando se alimentan de Festuca arundinacea o festuca alta". Otra afección es la que provoca esta simbiosis en Lolium perenne denominada "temblequeo del lolium", y caracterizada por temblores y dificultad de movimiento. A medida que los científicos de todo el mundo detuvieron su mirada en estos hongos que conviven en los pastos utilizados mayormente como forrajes, descubrieron en primer lugar sus defectos pero luego detectaron sus virtudes. "Las investigaciones internacionales sobre los beneficios que los endofitos producen en las plantas comienzan aproximadamente en 1982. En la Argentina comenzamos a estudiar este tema en 1986. Tras un relevamiento en todo el país, se registraron 33 especies de gramíneas colonizadas con endofitos", relata. Desde entonces no han parado de experimentar. "Hemos elegido algunas gramíneas por su probable capacidad forrajera y las estudiamos Detectamos que la presencia del endofito aumenta el crecimiento, la germinación y la resistencia a la defoliación, entre otros beneficios. En este momento estamos realizando ensayos a campo en colaboración con el Dr. Jose de Batista del INTA de Concepción del Uruguay", señala. Luego de más de veinte años de investigaciones, el equipo dirigido por Cabral logró entre sus últimos resultados "hallar endofitos que reúnen los beneficios y no producen los tóxicos que afectan a los animales. La idea es incorporar estos hongos en distintas plantas forrajeras para que gocen de sus virtudes. Y por otro lado, -concluye- se detectaron endofitos en gramíneas autóctonas, que aún no son comerciales. Sólo falta que les interese a los productores locales". (*) Centro de Divulgación Científica - SEGB - FCEyN. Nota publicada en el suplemento Campo de La Nación el 10 de marzo de 2007.
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