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Miércoles 28 de febrero
de 2007 Un llamado de alerta para productores y consumidores. Son descubiertos gracias al trabajo de un servicio de la Universidad de Buenos Aires, donde, gratuitamente, se analizan muestras. Por Cecilia Draghi (*) De aspecto inofensivo y en muchos casos muy parecidos a los comestibles, unos seres pequeños -que suelen crecer debajo de pinos o robles, pero también en la despejada pradera o en cercados jardines-, son peligrosos e incluso mortales. "Hasta ahora en la Región Pampeana, Buenos Aires y sus cercanías se conocen alrededor de 25 especies de hongos venenosos, tres de ellos causan la mayoría de las intoxicaciones del área, y uno, Amanita phalloides, es especialmente letal", precisa el doctor Daniel Cabral, director del Servicio de Identificación de Hongos Tóxicos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, donde gratuitamente analizan muestras derivadas de distintos centros asistenciales y brindan asesoramiento a quien lo solicite. "El que produce el mayor número de intoxicaciones en Buenos Aires y sus alrededores es Chlorophyllum molibdites, conocido como hongo sombrilla. Es muy similar a uno que es muy rico y comestible. Si bien no es mortal, provoca trastornos gastrointestinales que pueden deshidratar a las personas mayores de edad, quienes -en general- acostumbran a recolectarlos y cocinarlos", ejemplifica. A veces los afectados son los niños más pequeños porque por curiosidad toman y comen estas setas silvestres. De inmediato, además de llevarlos al centro sanitario más cercano, es conveniente observar si en el lugar existen otros hongos para que sirvan como muestra de análisis. "En este caso, se deben recoger sin arrancarlos. Con un cuchillo se excava para sacar entera la base del hongo, que muestra ciertas características esenciales para determinar si es tóxico o no. Una vez extraído, se lo coloca en una bolsa de polietileno, o se le envuelve en papel si se demora más de dos o tres horas la consulta", precisa el doctor Cabral, investigador del Conicet. El servicio de identificación de hongos está en permanente contacto con el Hospital Posadas, que es un centro de referencia en toxicología, además de todas las instituciones o ciudadanos que lo requieran. "La mayor cantidad de problemas -señala- ocurre entre mediados de febrero y junio." Derribando mitos Hay mucho nuevo bajo el sol y la naturaleza da prueba de ello. Por ejemplo, según destaca el especialista, se identificaron en el mundo unas 80 mil especies de hongos, pero se cree que falta describir y clasificar más de un millón. Si bien queda mucho por descubrir, ciertas creencias arraigadas son definitivamente derribadas por falsas. "Un mito señala que cuando se cocinan los hongos debe colocarse un anillo o cadena de plata, que si se oscurece es porque es tóxico. Esto es incorrecto", advierte. Luego, pasa a prevenir sobre otra equivocación habitual: "Suele decirse que si las laminillas ubicadas debajo del sombrero del hongo son oscuras es dañino. Sin embargo, el Amanita phalloides, que es mortal, tiene las laminillas blancas". (*) Centro de Divulgación Científica - SEGB - FCEyN. Nota publicada en La Nación el 20 de enero de 2007.
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ÁREA
DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN
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