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Miércoles 28 de marzo de 2007

Reconocimiento
La alegría vino de Brasil

El gobierno de ese país otorgó recientemente la Gran Cruz de la Orden Nacional al Mérito Científico a la investigadora y docente Emérita de Exactas, Rosa Muchnik de Lederkremer. El premio será entregado en Brasilia por el propio presidente José Ignacio "Lula" Da Silva.

Por Gabriel Rocca (*)


Rosa Muchnik de Lederkremer.

  "Yo lo tomo como un reconocimiento a tantos años de trabajo. Tengo toda una vida en esta Facultad. Ingresé como docente auxiliar en el 56 o sea que el año pasado se cumplieron 50 años. Y tuve después uno de los primeros cargos con dedicación exclusiva, cuando los crearon acá, que fue en el 58. O sea que el año que viene se cumplen 50 años de dedicación a la investigación y docencia, y siempre en esta Facultad salvo los dos periodos que estuve en el exterior", explica con serenidad Rosa Muchnik de Lederkremer el significado que tiene para ella la decisión del gobierno de Brasil de otorgarle la Gran Cruz de la Orden Nacional al Mérito Científico.

  No casualmente la noticia la encontró a última hora del día desarrollando sus labores en la Facultad. "Fue el viernes 9, ya era tarde, como las 7. Yo estaba acá (en su laboratorio) y me llegó una carta certificada con la notificación de este premio. Estaba muy emocionada. A mí me parece significativo, más que me lo va entregar el presidente Lula en Brasilia", contó, e inmediatamente aclaró "pero no fue propuesta mía, ni de gente de acá sino que debe haber sido de gente de Brasil que me propuso".

  La Orden Nacional del Mérito Científico fue instituida en Brasil en 1993 y premia a personalidades nacionales y extranjeras que se distinguen por sus relevantes contribuciones a la Ciencia y la Tecnología.

  Las relaciones de la investigadora con ese país, se remontan a mediados de la década del 70. "En 1974 el país era un caos, mi marido recibió una oferta laboral de San Pablo y decidimos viajar. Al tiempo pude ingresar a un laboratorio, encabezado por el doctor Walter Colli, que estaba trabajando en Tripanosoma cruzi. Yo caí muy bien porque ellos justo estaban necesitando un químico especialista en hidratos de carbono, porque habían detectado la primera glicoproteína en este parásito, y ahí empezó mi investigación en glicobiología del Tripanosoma cruzi". Lo llamativo es que a pesar de que ella y su familia volvieron al país a fines del 77, la colaboración entre ellos continuó, a tal punto que el último trabajo conjunto es del año 2004. "Nosotros iniciamos el Mercosur", afirma entre sonrisas Lederkremer.

  Ese tema, al que se acercó gracias a su estadía en Brasil, le gustó tanto que se convirtió desde ese momento en su principal ocupación. "Mi línea de investigación siempre fue la bioquímica de los hidratos de carbono. Ahora lo llamamos glicobiología, porque glico es azúcar, los hidratos de carbono son azúcares. Y la glicobiología estudia la importancia de los azúcares en los procesos que tienen lugar en los seres vivos. En los últimos años estamos abocados a la glicobiología de microorganismos patógenos, en particular del Tripanosoma cruzi. El fin principal es ver si hay estructuras que están en el microorganismo y no están en el mamífero, en particular el humano, porque una vez que uno identifica esas estructuras, las podría bloquear. Y si pudiera inhibir la formación de ese azúcar importante, podría por ejemplo destruir el microorganismo sin causar daño al huésped", explica la experta de la manera más sencilla posible.

  Este premio, que llega desde el exterior, no es el único reconocimiento a la trayectoria que recibió. De hecho Lederkremer es la primera Profesora Emérita de la Facultad y la única mujer que hasta ahora ha alcanzado ese cargo. Sin embargo ella sostiene que no encuadra esa distinción dentro de las clásicas reivindicaciones de género. "Yo no soy típicamente feminista. Creo que a mí me han reconocido, nunca tuve problemas por mi condición de mujer, y eso que fui la primera profesora en este departamento. Lo que sí puedo decir es que una mujer para salir adelante tiene que esforzarse más que un hombre", asegura.

  Pero lo que hace de esta investigadora un caso verdaderamente notable es que a los 75 años y después de más de medio siglo de trabajo, sigue formando gente y haciendo investigación a tiempo completo. Esta situación hace que sus compañeros le hagan algunas bromas: "me río porque uno de los no docentes que trabaja en el Departamento (Química Orgánica) me llama `la Mirtha Legrand de la Facultad´, nos cuenta con saludable buen humor. Y agrega: "la verdad que lo hago porque me gusta. Además mis hijos ya son grandes y tienen su propia vida. Hay gente que deja, pero se dedica a pintar, a escribir. Yo no sé pintar. Con las artes no ando muy bien. Me gusta ir a ver pinturas, una buena película, una buena obra, pero yo misma no tengo cualidades como para dedicarme al arte. No sé, mi vida es esto, estoy haciendo lo que me gusta, qué voy a hacer", confiesa Lederkremer mientras una chispa de pasión se aviva en sus ojos.

(*) Oficina de Prensa - SEGB - FCEyN.

 

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