POR
VOTO DIVIDIDO, LA UBA SIGUE
SIN TENER PROFESORES PLENARIOS
Después de meses de debate, el consejo directivo de la facultad decidió
no nombrar a Beatriz Sarlo, Edith Litwin y Osvaldo Guariglia con el
cargo docente más alto. Hubo denuncias cruzadas de politización y
protestas por "el papelón" y "el manoseo".
Javier
Lorca
Beatriz Sarlo es una de las intelectuales más lúcidas del país y una
de las profesoras más prestigiosas de la Universidad de Buenos Aires.
Pero la suma de sus méritos académicos perdió frente a las no menos
numerosas rencillas de la política de los claustros.
Las luchas internas de la Facultad de Filosofía y Letras la dejaron
sin el cargo de profesor titular plenario, "la más alta jerarquía
universitaria" según el estatuto de la UBA. La decisión fue tomada
por el consejo directivo de la facultad en su última sesión, donde
se les negó la misma distinción a los profesores Edith Litwin y Osvaldo
Guariglia.
"Es un papelón, algo bochornoso. Estoy avergonzada de pertenecer a
un cuerpo tan sectario -dijo Hilda Sabato, profesora y consejera de
la facultad-. Si alguien como Beatriz Sarlo no puede ser profesor
plenario, ¿quién puede?", preguntó, indignada. Los consejeros que
se opusieron explicaron, entre otras razones, que aceptar estos nombramientos
era discriminatorio para con otros profesores que, mereciéndolo, nunca
fueron postulados para ser plenarios. La figura de "plenario" es un
título que la universidad puede otorgarles a quienes ganan su segundo
concurso como profesores titulares.
El jurado
académico que los evalúa puede, además de aprobar su designación docente,
sugerir su nombramiento como plenarios. Este cargo es el más alto
para un profesor regular, tiene carácter permanente (el distinguido
no tiene que volver a concursar) y premia "la capacidad sobresaliente
en la formación de discípulos" y al "autor de publicaciones o trabajos
que constituyan aportes positivos a la respectiva disciplina". Tras
el fallo del jurado, hace falta el voto positivo de dos tercios del
consejo directivo de la facultad en cuestión (11 sobre 16 miembros).
Eso fue lo que, el martes pasado, el consejo de Filosofía y Letras
les negó a Sarlo (profesora de Literatura Argentina en la carrera
de Letras), Litwin (Fundamentos de Tecnología Educativa, en Ciencias
de la Educación) y Guariglia (Etica, en Filosofía). La conclusión
llegó después de meses de discusiones. "Que no nos manoseen más y
nos nombren como profesores de una vez", habría pedido Sarlo mientras
duraban las disputas. Es que, junto con la distinción, también se
postergaba la designación necesaria para poder seguir enseñando, que
finalmente fue aprobada.
En el increíble conflicto se cruzaron cuestiones académicas y políticas.
Los tres profesores implicados pertenecen o están vinculados a la
lista oficialista del consejo directivo, que apoya al decano Francisco
Carnese y que en los últimos años perdió la mayoría en ese cuerpo.
"Este tipo de nombramientos no es político, sino claramente académico,
porque proviene de la propuesta de un jurado imparcial", definió Sabato.
En el caso de Sarlo, los votos favorables a su nombramiento como plenaria
fueron siete: cinco profesores (Sabato, Marta Souto, Roberto Bertoncello,
Myriam Tarragó y Ofelia Manzi) y dos graduados (Esteban Speyer y José
Fernández). Se abstuvieron dos profesores (Hugo Trinchero y Ana María
Zubieta), dos graduados (Fabiola Ferro y Graciela Schuster) y un estudiante
(Marcelo Pascal), mientras que otro alumno se manifestó en contra
(Pablo Vommaro), tal como lo hizo en los otros dos casos.
Con el cambio de algún nombre, el resultado de los votos fue igual
en el caso de Litwin. Más polémico en la facultad y con enemigos en
las agrupaciones de izquierda, que no le perdonan su defensa de la
Ley de Punto Final, Guariglia tuvo seis votos a favor, dos en contra
y cinco abstenciones. Nadie alcanzó los dos tercios del consejo. Y
nadie será profesor plenario, ya que ésta era la primera vez que se
proponía una designación desde que regresó la democracia. "En mi caso
y en el de los consejeros opositores, votamos en contra de una maniobra
por la que el decano puso en el mismo paquete a Guariglia con dos
profesoras reconocidas, para que no podamos oponernos", dijo Vommaro,
consejero por los alumnos. "Si bien hay diferencias políticas, no
estoy en contra de que Sarlo o Litwin sean plenarias, académicamente
soninobjetables -agregó-. Pero sí me opongo a que lo sea Guariglia
y, sobre todo, a que sea el primero en ser nombrado. No puede ser
que un profesor como David Viñas no sea plenario y llegue a serlo
Guariglia."
Los consejeros docentes que se opusieron, vía la abstención, argumentaron
que en los últimos años hubo otros profesores en condiciones de ser
designados plenarios y que fueron discriminados. Lo cierto es que
los jurados que evaluaron a aquellos docentes nunca propusieron que
se los ascendiera. Pero los opositores insistieron: quizá los jurados
no sabían que existía esa posibilidad. De hecho, la facultad inició
un trámite para revisar aquellos concursos. Para Beatriz Sarlo, como
para los otros profesores, el nombramiento habría resultado sólo honorario,
no la habría eximido de volver a concursar: antes de que venza su
designación docente (dura siete años) habrá alcanzado los 65 años
y deberá jubilarse. Como profesora titular, no más. Así será, a menos
que el Consejo Superior de la UBA decida revisar la decisión de la
facultad.
Página 12 2/10/01
http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-01/univer01.htm
"SE CONFUNDIÓ LO POLÍTICO PURO CON LO ACADÉMICO"
Tras el voto negativo a la designación de Beatriz Sarlo como profesora
plenaria de la UBA, se desató una dura polémica en Filosofía y Letras.
Aquí, habla la vicedecana y también debaten las partes.
Javier Lorca
"Fue un modo de proceder donde se confundió lo político puro y lo
académico." Así denunció la vicedecana de Filosofía y Letras (UBA),
Marta Souto, los motivos que condujeron a que Beatriz Sarlo se quedara
sin el título de profesor plenario, la más alta distinción docente
que brinda la UBA. Como informó este diario, las disputas internas
de la facultad, donde oficialistas y opositores están empatados en
el consejo directivo, llevó a que Sarlo, Edith Litwin y Osvaldo Guariglia
no tuvieran los votos necesarios para lograr la distinción. En diálogo
con Página/12, Souto -desde el oficialismo- negó que hubiera sido
un error tratar en conjunto los tres casos. -¿Cómo se llegó a esta
situación? -Desde que existe el nuevo reglamento para designar plenarios,
la primera vez que un jurado propuso una designación fue a fines del
2000, con el concurso de Guariglia. El tema llegó al consejo directivo
en marzo de este año y ya en ese momento se generaron discusiones.
A fines de marzo concursó Edith Litwin y el jurado también la propone
como plenaria. El concurso de Sarlo es más reciente, del 30 de julio.
Dado que no tenía resolución ninguno de los concursos, entraron todos
juntos al consejo. -La oposición asegura que hubo una maniobra para
tratarlos en conjunto y evitar que se vetara la designación de Guariglia.
-No existió ninguna maniobra. Cada caso es independiente y fue tratado
por las vías habituales. Lo único en común es que son propuestas para
designar profesores plenarios. -Si eran casos separados, ¿por qué
se trataron en la misma sesión? -Por un problema. La mayoría quiso
darle curso desde el principio, desde que llegó el primer concurso.
Pero la oposición nunca lo quiso tratar. Esto tuvo que ver con cuestiones
políticas en el caso de Guariglia, aunque nunca se dijo explícitamente.
La oposición sí argumentó que, en los casos de otros profesores que
habían concursado antes, los jurados podían no haber sabido que podían
proponer la designación de plenarios. -¿No había un acuerdo entre
profesores oficialistas y opositores para votar los plenarios sólo
cuando entre los propuestos hubiera nombres vinculados a ambos sectores?
-El acuerdo era que se iban a revisar los concursos de aquellos profesores
que no habían sido propuestos como plenarios, para analizar si los
jurados sabían que tenían esa opción. Por eso, la facultad solicitó
al Consejo Superior que devolviera los trámites de los concursos para
que los jurados puedan revisar su dictamen. El pedido está hecho,
pero son trámites que no se hacen de un día para otro. La otra parte
del acuerdo era que se iba a asegurar que, en los próximos concursos,
todos los jurados sepan que pueden proponer plenarios. Ambas cosas
se cumplieron. -Frente a lo que pasó, ¿no cree que fue un error no
haber tratado en diferentes sesiones las designaciones de los profesores?
-Los trámites van teniendo un procesamiento que tiene que ver con
los trámites mismos. Si hubiera salido el primer concurso en marzo,
hoy no habría problemas. -Usted dijo que el voto contrario al nombramiento
de los profesores fue por razones políticas. -Hubo razones políticas.
Fue un modo de proceder donde se confundió lo político puro y lo académico.
Pero la figura de plenario es puramente académica, porque el nombramiento
proviene de un concurso. Es diferente a la designación de un profesor
consulto, que sí es política. -¿Hay alguna posibilidad de que la situación
sea revisada? -El consejo directivo ya no puede hacer nada. Pero el
Consejo Superior puede reconsiderar la resolución y devolverla para
su nuevo tratamiento en el consejo directivo o, directamente, resolverla.
Página 12 4/10/01
http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-04/univer01.htm
DEBATES
Por Noe Jitrik, Luis Alberto Romero, Ricardo Piglia *.
Carta abierta por Beatriz Sarlo
El 30 de julio, la profesora Beatriz Sarlo ganó el concurso de renovación
de su cargo de titular de la materia Literatura Argentina II, de la
Facultad de Filosofía y Letras (UBA), ante un prestigioso jurado internacional
conformado por los profesores Raúl Antelo, Hugo Achúgar y Jorge Schwartz.
En reconocimiento a su trayectoria como docente, intelectual y crítica
de la literatura y la cultura, el jurado resolvió renovarle su cargo
como titular de la materia y solicitar su nombramiento como Profesora
Titular Plenaria. Tal nombramiento es el máximo reconocimiento que
la UBA concede a profesores regulares que acreditan una capacidad
sobresaliente en la formación de discípulos y que son autores de trabajos
que constituyen aportes positivos a la respectiva disciplina. De acuerdo
con la reglamentación, se requieren los dos tercios de los votos del
consejo directivo de la facultad para que la solicitud del nombramiento
de un Profesor Plenario se eleve al Consejo Superior. En su sesión
del martes 25 de setiembre, el consejo directivo de Filosofía y Letras
resolvió no elevar la solicitud de nombramiento de la profesora Sarlo
como Profesora Titular Plenaria, contradiciendo así el dictamen unánime
de un jurado que ese mismo consejo directivo designó. Esta decisión
fue el resultado de una votación en la cual sólo siete consejeros
votaron a favor del nombramiento, mientras que cinco marcaron su abstención
y uno votó en contra (las abstenciones impidieron que el pedido fuera
elevado al Consejo Superior). Los consejeros que votaron a favor fueron
los profesores Marta Souto, Hilda Sábato, Myriam Tarragó, Rodolfo
Bertoncello y Ofelia Manzi; y los graduados José Fernández Vega y
Esteban Speyer. Los responsables de las abstenciones fueron los profesores
Hugo Trinchero y Ana María Zubieta; los graduados Fabiola Ferro y
Graciela Schuster; y el estudiante Marcelo Pascal; el estudiante Pablo
Vommaro fue el único consejero que votó explícitamente en contra.
Los firmantes queremos alertar sobre la lógica facciosa que este caso
evidencia, una lógica por la cual ningún tema puede ser tratado en
su especificidad académica por los representantes de los distintos
claustros. Mientras que el debate político, cultural e ideológico
es una de las prácticas fundamentales de la vida académica, este caso
revela que la ausencia de ese debate se traduce en una toma de decisiones
burocráticoacadémicas de carácter discriminatorio. Si no puede lograrse
consenso para aprobar una resolución de un jurado intachable respecto
de una profesora de méritos indiscutibles como Beatriz Sarlo, ¿qué
cabe esperar en relación con cualquiera de los otros temas dirimidos
por el consejo directivo? Manifestamos, pues, nuestro más enérgico
rechazo a la resolución del consejo directivo, porque la profesora
Sarlo cumple indiscutiblemente las condiciones estipuladas por el
estatuto universitario: una sostenida labor docente frente a los miles
de estudiantes y graduados que asistieron a sus clases, una contribución
insoslayable a la investigación científica y cultural, la formación
académica de decenas de investigadores, una trayectoria intelectual
que le ha valido el reconocimiento de prestigiosos centros nacionales
e internacionales.
* También firman Ana María Barrenechea, Dora Barrancos, Sylvia Saitta
y Jorge Dotti, entre otros 780 docentes, investigadores y estudiantes.
Marcelo Pascal *.
"UNA MANIOBRA DE LA MAYORÍA"
En la sesión del 25 de setiembre del consejo directivo de la Facultad
de Filosofía y Letras, la mayoría del claustro de profesores llevó
a cabo una maniobra que afecta el prestigio de la facultad y a muchos
de sus miembros.
Estos profesores impulsaron el tratamiento de los dictámenes de tres
concursos en los que el jurado aprobaba la continuidad como profesores
titulares de Osvaldo Guariglia, Edith Litwin y Beatriz Sarlo, recomendando
además su designación como Profesores Plenarios. Los dictámenes constaban
de dos artículos que requerían distinto tipo de votaciones: el 1º,
que era la designación como profesor titular, requería de mayoría
simple (nueve votos); el 2º, que era la designación como Profesor
Plenario, requería mayoría especial (once votos.) Sin embargo, se
pretendió obligar a votar los dictámenes en forma completa y no artículo
por artículo, que era lo que correspondía. Nosotros señalamos reiteradamente
el carácter antirreglamentario de la votación. En ningún órgano colegiado
más o menos decente se pueden votar en un mismo acto dos designaciones
que requieren diferente cantidad de votos para ser aprobadas. Esa
maniobra tenía como fin obligar a los consejeros directivos a votar
afirmativamente a riesgo de dejar sin el cargo de profesor titular
a los mencionados profesores. En realidad, el objetivo era poner contra
la espada y la pared a los consejeros en relación con la votación
de la designación del profesor Guariglia -que, vale recordarlo, es
duramente cuestionado en la facultad por su soberbia y autoritarismo
y por ser autor de un artículo que muchos interpretan legitima el
Punto Final y la Obediencia Debida-. Esta maniobra de la mayoría de
profesores puso en un mismo "paquete" a las profesoras Sarlo y Litwin,
junto con Guariglia, para tratar de lograr la aprobación de este último.
Pese a que logramos que el decano solicitara un cuarto intermedio
para realizar una nueva redacción de la resolución a votar, luego
del mismo la mayoría de profesores (de la que Guariglia es el "jefe")
y la minoría de graduados insistieron con la postura inicial. Después
de la votación se lanzó una campaña de difamación sobre quienes simplemente
rechazamos un funcionamiento antirreglamentario. Para legitimarla,
hicieron énfasis en la votación referida a Beatriz Sarlo, aprovechándose
de su prestigio académico. Queremos dejar en claro nuestra posición:
estamos a favor de la designación de Sarlo y Litwin como Profesoras
Plenarias -hubiéramos querido que nos dejaran votar reglamentariamente
sus designaciones- y manifestamos nuestra intención de votar en contra
en el caso de la designación como Profesor Plenario de Osvaldo Guariglia.
Parece que, para algunos "respetables académicos", los reglamentos
sólo se imponen a los alumnos. Para los "amigos" -léase Guariglia-,
se hacen "redacciones especiales". Nuestro único error fue haber votado
afirmativamente la designación de la profesora Litwin porque habíamos
anunciado nuestro compromiso en ese sentido y, ante la duda, en ese
caso decidimos honrar nuestra palabra. No nos cabe la menor duda de
que las profesoras Sarlo y Litwin reúnen los méritos académicos necesarios
para ser designadas Profesoras Plenarias pero, insistimos, esto debe
ser hecho reglamentariamente.
* Consejero directivo (MNR).
Página 12 4/10/01
http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-04/univer01.htm
A
LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA
DE FILOSOFÍA Y LETRAS (UBA):
En los últimos días han circulado informaciones inexactas acerca del
debate para nombrar plenarios a ciertos profesores de la Facultad.
La mayoría de graduados, integrante del bloque opositor en el Consejo
Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras, se dirige a la comunidad
universitaria para hacer algunas aclaraciones necesarias. Agradecemos
su más amplia difusión.
1. En su última sesión ordinaria el Consejo Directivo de la facultad
no rechazó la propuesta de nombrar tres profesores plenarios, sino
que sólo postergó la decisión definitiva al no pronunciarse sobre
ella. Sin embargo, aprobó la renovación en sus cargos de titulares
a los profesores Osvaldo Guariglia, Edith Litwin y Beatriz Sarlo recomendada
por los jurados que actuaron en sus concursos. Los dictámenes de dichos
jurados contenían dos partes. En la primera, recomendaba renovar la
designación de los mencionados como profesores titulares, cosa que
el Consejo aprobó. En una segunda, el jurado se pronunciaba por nombrarlos
también como profesores plenarios. Con ello se empezaría a aplicar
la nueva reglamentación para esa figura contemplada en el Estatuto
Universitario. Básicamente, se distingue como profesor plenario a
aquella persona que por sus cualidades académicas y éticas merece
acceder al máximo cargo para un docente en actividad. Sobre esta segunda
parte del dictamen de los jurados, el Consejo, a propuesta de la minoría
de profesores, decidió, en votación dividida, no pronunciarse sobre
el tema de los plenarios y demorar la decisión final hasta que todos
los profesores en idéntica situación tuvieran la misma oportunidad.
Esta propuesta tuvo el sentido de incluir también a otros profesores
que últimamente ganaron sus concursos de renovación y cuyos jurados
--por razones que el decanato de la Facultad deberá explicar-- no
pudieron conocer la nueva reglamentación para decidir sobre el particular.
En nuestra Facultad existen profesores con trayectoria suficiente
para acceder al cargo de plenarios. Nuestro bloque opositor en el
Consejo Directivo considera que debe hacerse un uso seriamente académico,
pero también equitativo, de la nueva reglamentación. Cada caso debe
ser estudiado evitando todo clientelismo o uso discrecional.
2. Entre las falsedades que circularon, la más ridícula es aquella
según la cual nuestro bloque tiene un comportamiento "faccioso". Los
propios interesados en propagar esta acusación no pueden ocultar que
cada uno de nosotros se expresó libremente según su conciencia y su
mejor entendimiento. Como corresponde a un grupo que valora la pluralidad
de opiniones, nuestra votación arrojó un resultado diverso: hubo en
ella votos afirmativos, negativos y abstenciones sobre el tema que
nos ocupa. ¿Puede ser éste el resultado de un accionar faccioso? En
cambio, y como suele suceder, la mayoría de profesores y la minoría
de graduados votó automática y sistemáticamente de la misma manera,
apoyando sin distinciones el nombramiento de O. Guariglia, E. Litwin
y B. Sarlo como profesores plenarios. La mayoría de graduados en el
Consejo respeta el trabajo de todos los profesores, pero no iguala
sus méritos académicos, su trayectoria ética y ciudadana ni su relevancia
intelectual en base a su grado de proximidad con el poder.
3. En el transcurso de esta semana se anunciará el calendario electoral
para que los tres claustros de nuestra facultad elijan un nuevo Consejo.
El momento es propicio para discutir opiniones y debatir ideas porque
se abre para la universidad, como todos sabemos, un período marcado
por una crisis aguda que llevará a grandes definiciones. La falta
de ideas y el puro interés en el beneficio corporativo que se ampara
en el prestigio de algunos individuos para beneficiar a otros, no
pueden ser disimulados con acusaciones fuera de contexto y falsedades
evidentes. Un debate electoral en la universidad no debe tener semejantes
fundamentos. Nuestro bloque de oposición se pronuncia a favor de la
educación universitaria pública y gratuita, pero también se compromete
a defender una educación mucho mejor que la actual. No sólo queremos
profesores plenarios en casos justificados, nombrados mediante procedimientos
democráticos y ecuánimes. Queremos también auxiliares docentes que
cobren por su trabajo en lugar de verse condenados a la esclavitud
"ad honorem". Por ellos el actual oficialismo no hizo nada. Queremos
que los compromisos de la universidad con sus becarios se mantengan,
que no se sigan expulsando recursos humanos y que se aumente el ritmo
de concursos docentes, el cual ha decaído ostentosamente durante la
actual gestión del decano Carnese y su oficialismo. Se avecinan tiempos
muy duros para el país y para su sistema educativo. Algunas versiones
señalan que, después de las elecciones de octubre, el gobierno anunciará
un nuevo presupuesto con importantes reducciones para la universidad.
Al mismo tiempo, el rectorado ya declaró que el año próximo se le
hará insostenible seguir absorviendo el 13% de reducción salarial
sin transferirlo a sus docentes y no docentes. Una gestión universitaria
deber ser transparente y eficiente, pero también decidida en la lucha
contra el ajuste permanente que no sólo profundiza la recesión económica,
la miseria popular y la decadencia institucional, sino que amenaza
directamente a la cultura y al futuro de sus jóvenes.
AL
CLAUSTRO DE PROFESORES DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS Y A LA
COMUNIDAD UNIVERSITARIA
Los consejeros directivos de la minoría de profesores de la Facultad
de Filosofía y Letras, con el objetivo de estimular la reflexión sobre
los alcances de la condición de profesor titular plenario y sobre
la necesidad de definir claramente los criterios para las designaciones
particulares, queremos hacer llegar las siguientes observaciones,
que atienden al proceso vivido en el marco del Consejo Directivo y
a los resultados de las reuniones con distintos integrantes del claustro.
Cuando el jurado que se desempeñó en el concurso de renovación del
cargo de profesor titular del profesor Osvaldo Guariglia propuso que
este fuera designado profesor titular plenario, se empezaron a estudiar
los antecedentes y los requerimientos de tal categoría.
Surgieron en relación con ello tres interpretaciones, que se apoyaban
en distintos tramos del Estatuto Universitario y de la Resolución
de Consejo Superior n° 3120 del 24 de noviembre de 1999 y que, por
lo tanto, debían ser discutidas por el Consejo Directivo:
1- La interpretación más amplia estimaba que, debido a la ausencia
de un sistema de carrera docente como el que han implementado otras
universidades, la designación de profesor plenario aseguraba la merecida
estabilidad laboral - es un nombramiento permanente siempre que se
apruebe el informe que el docente debe elevar al Consejo Directivo
cada cinco años - del profesor titular que hubiera renovado su designación
y que, a criterio del jurado, hubiera "acreditado capacidad sobresaliente
en la formación de discípulos y fuera autor de publicaciones o trabajos
que constituyeran aportes positivos a la respectiva disciplina", artículo
41 del Estatuto Universitario.
2- La segunda interpretación, más restringida en cuanto a los posibles
beneficiarios, se apoyaba en el reconocimiento de que la designación
de profesor titular plenario era honorífica. Por ello sostenía que,
en la medida en que "los profesores titulares plenarios constituían
la más alta jerarquía universitaria" (E. U., art. 41) y que para su
designación era necesario el acuerdo de los consejeros directivos,
lo que debía expresarse con el voto de los dos tercios de los integrantes
del Consejo (art. 1° de la Resolución n° 3120 del Consejo Superior),
las propuestas no solo debían ser evaluadas detenidamente sino que,
además, se debía prestar particular atención a lo señalado por el
artículo 37, inciso b, que sostiene que la designación de los profesores
regulares debe asegurar "que la integridad moral y la rectitud cívica
y universitaria sean condiciones fundamentales de los profesores y
que la carencia de tales condiciones no puede compensarse por méritos
intelectuales".
3- La tercera interpretación privilegiaba el aspecto institucional
ya que planteaba la necesidad de definir la función de los profesores
titulares plenarios dentro de la Unidad Académica involucrada. Sabemos
que, si bien los profesores titulares plenarios integran una serie
(art. 40 del Estatuto Universitario: "Los profesores regulares son
titulares plenarios, titulares, asociados o adjuntos") no hay un llamado
a concurso especial para tal categoría sino que esta posibilidad se
inicia con la recomendación del jurado y sólo en el caso de renovación
del cargo de profesor titular, que es la instancia en la cual se puede
proponer al docente "en una categoría superior a la del cargo que
ocupa", Res. N° 3120. El cargo de profesor titular plenario se considera,
entonces, superior al de profesor titular ("La designación de profesor
titular plenario podrá realizarse únicamente en las condiciones de
este artículo", el 1°, que es el que establece la posibilidad de proponer
ascenso de categoría) y podrá, además, ser rechazado por el Consejo
Directivo, como en los otros casos, "según resulte de las necesidades
de la enseñanza en la Unidad Académica y de la existencia de recursos
presupuestarios", art. 1°, Res. 3120. Los que sostenían la interpretación
que reseñamos aquí planteaban que debían resolverse, antes de comenzar
con la designación de profesores plenarios en la Facultad de Filosofía
y Letras, problemas diversos; entre otros, ¿la designación de profesor
plenario deja libre un cargo de profesor titular que puede ser asignado
interinamente o propuesto para un nuevo concurso?, ¿la categoría de
profesor plenario altera la composición de cátedra?, ¿puede haber
en una cátedra un profesor titular y un profesor titular plenario
como hay, en otros casos, profesor titular y profesor asociado?, ¿el
profesor titular plenario tiene una función distinta de la de profesor
titular?, ¿puede, en ese caso, dirigir, orientar, coordinar orgánicamente
a otros profesores titulares dentro de un campo disciplinario? ¿al
profesor titular plenario se le exige el ejercicio de la docencia
de grado como al profesor titular?
Como vemos, antes de considerar los casos particulares, era necesaria
una decisión consensuada respecto de los alcances del cargo de profesor
titular plenario para asegurar que en las respectivas designaciones
se adoptara un criterio uniforme y evitar, así, deslizamientos irresponsables,
inclusiones o exclusiones arbitrarias, o afectar al claustro de docentes
con medidas inadecuadas que pesaran sobre su desempeño futuro. El
Estatuto Universitario y la Resolución n° 3120 del 24 de noviembre
de 1999 no resuelven algunos de los problemas de implementación que,
por lo tanto, deben ser considerados por los Consejos Directivos.
Esta fue una de las razones que llevaron a que la minoría de consejeros
docentes estimara que no se podían hacer designaciones antes de discutir
aquellos problemas en los ámbitos correspondientes e informar a la
comunidad universitaria en su conjunto. Pero la otra razón que llevó
a la postergación de las designaciones fue que, si bien al pedido
respecto del profesor Osvaldo Guariglia se agregaron, primero, el
de la profesora Edith Litwin y, luego, el de la profesora Beatriz
Sarlo, en los otros casos de renovación de profesores titulares, en
concursos anteriores o sustanciados en el mismo periodo que los de
los profesores citados, no se había informado a los miembros de los
jurados respectivos, de la Resolución n° 3120 que regula la posibilidad
de propuesta de ascenso a una categoría superior. Por lo tanto, acordamos
con los consejeros de la mayoría docente que se trataría la totalidad
de los casos cuando, luego de haber enviado a los jurados involucrados
el pedido de que se expidieran respecto de la posibilidad de ascenso,
se recibieran las propuestas de designación, si las hubiera, de otros
profesores plenarios. Queremos destacar que es una práctica habitual
del Consejo Directivo tratar en la misma ocasión un conjunto de casos
similares para poder confrontar unas actuaciones con otras, lo que
en esta ocasión se vuelve un requerimiento casi ineludible por todo
lo arriba señalado.
Ante nuestro asombro el acuerdo no se cumplió y en el orden del día
de la sesión del 25 de septiembre comprobamos que se habían incluido
únicamente los casos de los profesores Guariglia, Litwin y Sarlo.
Frente a esto, insistimos en la posición inicial respecto de la necesidad
de discutir la condición de profesor titular plenario y de la imprescindible
consideración de la totalidad de los casos para asegurar un tratamiento
igualitario de nuestros colegas.
SETECIENTOS
INTELECTUALES,
A FAVOR DEL NOMBRAMIENTO
Polémica
por el rechazo a un ascenso de Beatriz Sarlo en Filosofía y Letras
La ensayista es actualmente titular de una cátedra de Literatura Argentina.
Un jurado la propuso a un cargo más alto: profesora plenaria. Pero
el Consejo Directivo de la facultad lo rechazó, en una votación muy
discutida
El rechazo del Consejo Directivo de la facultad de Filosofía y Letras
de la UBA a designar como profesora plenaria a la docente y ensayista
Beatriz Sarlo generó una fuerte polémica. Setecientos intelectuales
firmaron una carta abierta criticando la decisión de los representantes
universitarios, que fue publicada ayer por Clarín y enviada al decano
de esa facultad, Francisco Raúl Carnese. Tanto los que votaron a favor
como en contra de la designación hicieron circular sus argumentos
por correo electrónico.
Hubiera sido la primera vez que docentes de Filosofía y Letras llegaran
a ese cargo, que es un reconocimiento a la trayectoria académica.
Los profesores que votaron por el nombramiento de Sarlo y de otros
dos profesores, escribieron: "El martes 25 de setiembre de 2001, el
Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras, en votación
dividida, no aprobó la recomendación de los jurados que proponían
la designación de los profesores Osvaldo Guariglia, Edith Litwin y
Beatriz Sarlo como profesores regulares plenarios de la Universidad
de Buenos Aires". Así describen un hecho que "nos avergüenza e indigna".
Es que los jurados, integrados por "prestigiosos académicos de trayectoria
internacional" , habían propuesto por unanimidad estas designaciones
cuando aceptaron la renovación de los cargos. Sarlo sigue al frente
de su cátedra de Literatura Argentina II, al volver a concursar. El
jurado estuvo integrado por los profesores brasileños Raúl Antelo
y Jorge Schwartz y el uruguayo Hugo Achúgar. Pero en la sesión del
25 de setiembre, el Consejo Directivo dijo que no. Fueron siete los
votos a favor, uno en contra y cinco abstenciones. Esto impidió lograr
los once votos necesarios para la aprobación.
La carta abierta, que fue firmada por reconocidas personalidades de
la cultura, como el escritor Ricardo Piglia, el crítico Noé Jitrik,
los historiadores Julio Halperín Donghi y Luis A. Romero, las críticas
Jean Franco y Sylvia Molloy y también por los jurados del concurso,
entre muchísimos otros, habla de la "lógica facciosa que este caso
evidencia" y manifiesta el "rechazo a la resolución del Consejo Directivo,
porque la profesora Sarlo cumple con creces las condiciones que fija
el estatuto: una sostenida labor docente, una contribución insoslayable
a la investigación y una trayectoria intelectual que le valió el reconoci
miento de prestigiosos centros nacionales e internacionales".
"Beatriz Sarlo no puede ser una prenda de una maniobra política",
dijo indignada a Clarín Adriana Rodríguez Pérsico, titular de Teoría
y Análisis Literario y una de las firmantes de la carta. Es un "escándalo"
, producto de la contaminación de "lo académico con lo político. Pero
el curriculum está más allá".
Como un "hecho lamentable" calificó el caso Hilda Sabato, del claustro
de profesores por la mayoría, que votó a favor del nombramiento. "Estas
personas que se abstuvieron o votaron en contra desconocieron la autoridad
del jurado. Y votaron así porque ninguno de los tres profesores es
''de su palo''".
Ana María Zubieta es docente. Al justificar su voto en abstención
dijo: "La minoría de profesores pidió que se incluyeran los otros
profesores que habían concursado este año para nombrarlos como plenarios.
Algunos jurados no lo hicieron porque la facultad no se los advirtió.
El martes volvimos a proponer que se consideraran todos los casos
para que fuera un trato igualitario, pero no nos escucharon".
Al referirse a Sarlo, Zubieta aclaró. "No tengo inconveniente en que
sea nombrada, tiene sobrada trayectoria académica pa ra ese nombramiento
y se lo merece. Creo que todavía hay un camino abierto y se puede
volver a tratar el tema".
El estudiante Pablo Vommaro, que votó en contra, tiene la teoría de
que "hubo una clara maniobra para ocultar el manejo del decano para
ascender al profesor de Etica Osvaldo Guariglia" a quien Vommaro cuestionó
con duros argumentos políticos e ideológicos. "Si se hubiera propuesto
sólo a Sarlo, hubiera votado afirmativamente", dijo.
También se abstuvieron Marcelo Pascal (estudiante), "porque queríamos
que se votara por separado el nombramiento de profesores regulares
que el de plenario" y Fabiola Ferro (graduada), "porque no se discutió
cómo se va a implementar esta figura de plenario".
Estas posiciones están expresadas en escritos que ayer circularon
por el correo electrónico. Mientras tanto, Sarlo pasó el día respondiendo
mensajes de solidaridad. Pero consultada por Clarín dijo: "No hablo
porque tienen que hablar las instituciones".
Clarín 5/10/01
http://www.clarin.com/diario/hoy/s-04001.htm
POR LA MAYORÍA DE GRADUADOS EN LA FFYL-UBA
A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA DE FILOSOFÍA Y LETRAS (UBA):
En los últimos días han circulado informaciones
inexactas acerca del debate para nombrar plenarios a ciertos profesores
de la Facultad. La mayoría de graduados, integrante del bloque opositor
en el Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras, se dirige
a la comunidad universitaria para hacer algunas aclaraciones necesarias.
Agradecemos su más amplia difusión.
1. En su última sesión ordinaria el Consejo Directivo de la
facultad no rechazó la propuesta de nombrar tres profesores plenarios,
sino que sólo postergó la decisión definitiva al no pronunciarse sobre
ella. Sin embargo, aprobó la renovación en sus cargos de titulares
a los profesores Osvaldo Guariglia, Edith Litwin y Beatriz Sarlo recomendada
por los jurados que actuaron en sus concursos. Los dictámenes de dichos
jurados contenían dos partes. En la primera, recomendaba renovar la
designación de los mencionados como profesores titulares, cosa que
el Consejo aprobó. En una segunda, el jurado se pronunciaba por nombrarlos
también como profesores plenarios. Con ello se empezaría a aplicar
la nueva reglamentación para esa figura contemplada en el Estatuto
Universitario. Básicamente, se distingue como profesor plenario a
aquella persona que por sus cualidades académicas y éticas merece
acceder al máximo cargo para un docente en actividad. Sobre esta segunda
parte del dictamen de los jurados, el Consejo, a propuesta de la minoría
de profesores, decidió, en votación dividida, no pronunciarse sobre
el tema de los plenarios y demorar la decisión final hasta que todos
los profesores en idéntica situación tuvieran la misma oportunidad.
Esta propuesta tuvo el sentido de incluir también a otros profesores
que últimamente ganaron sus concursos de renovación y cuyos jurados
--por razones que el decanato de la Facultad deberá explicar-- no
pudieron conocer la nueva reglamentación para decidir sobre el particular.
En nuestra Facultad existen profesores con trayectoria suficiente
para acceder al cargo de plenarios. Nuestro bloque opositor en el
Consejo Directivo considera que debe hacerse un uso seriamente académico,
pero también equitativo, de la nueva reglamentación. Cada caso debe
ser estudiado evitando todo clientelismo o uso discrecional.
2. Entre las falsedades que circularon, la más ridícula es
aquella según la cual nuestro bloque tiene un comportamiento "faccioso".
Los propios interesados en propagar esta acusación no pueden ocultar
que cada uno de nosotros se expresó libremente según su conciencia
y su mejor entendimiento. Como corresponde a un grupo que valora la
pluralidad de opiniones, nuestra votación arrojó un resultado diverso:
hubo en ella votos afirmativos, negativos y abstenciones sobre el
tema que nos ocupa. ¿Puede ser éste el resultado de un accionar faccioso?
En cambio, y como suele suceder, la mayoría de profesores y la minoría
de graduados votó automática y sistemáticamente de la misma manera,
apoyando sin distinciones el nombramiento de O. Guariglia, E. Litwin
y B. Sarlo como profesores plenarios. La mayoría de graduados en el
Consejo respeta el trabajo de todos los profesores, pero no iguala
sus méritos académicos, su trayectoria ética y ciudadana ni su relevancia
intelectual en base a su grado de proximidad con el poder.
3. En el transcurso de esta semana se anunciará el calendario
electoral para que los tres claustros de nuestra facultad elijan un
nuevo Consejo. El momento es propicio para discutir opiniones y debatir
ideas porque se abre para la universidad, como todos sabemos, un período
marcado por una crisis aguda que llevará a grandes definiciones. La
falta de ideas y el puro interés en el beneficio corporativo que se
ampara en el prestigio de algunos individuos para beneficiar a otros,
no pueden ser disimulados con acusaciones fuera de contexto y falsedades
evidentes. Un debate electoral en la universidad no debe tener semejantes
fundamentos. Nuestro bloque de oposición se pronuncia a favor de la
educación universitaria pública y gratuita, pero también se compromete
a defender una educación mucho mejor que la actual. No sólo queremos
profesores plenarios en casos justificados, nombrados mediante procedimientos
democráticos y ecuánimes. Queremos también auxiliares docentes que
cobren por su trabajo en lugar de verse condenados a la esclavitud
"ad honorem". Por ellos el actual oficialismo no hizo nada. Queremos
que los compromisos de la universidad con sus becarios se mantengan,
que no se sigan expulsando recursos humanos y que se aumente el ritmo
de concursos docentes, el cual ha decaído ostentosamente durante la
actual gestión del decano Carnese y su oficialismo. Se avecinan tiempos
muy duros para el país y para su sistema educativo. Algunas versiones
señalan que, después de las elecciones de octubre, el gobierno anunciará
un nuevo presupuesto con importantes reducciones para la universidad.
Al mismo tiempo, el rectorado ya declaró que el año próximo se le
hará insostenible seguir absorviendo el 13% de reducción salarial
sin transferirlo a sus docentes y no docentes. Una gestión universitaria
deber ser transparente y eficiente, pero también decidida en la lucha
contra el ajuste permanente que no sólo profundiza la recesión económica,
la miseria popular y la decadencia institucional, sino que amenaza
directamente a la cultura y al futuro de sus jóvenes.
POR LA MINORÍA DE PROFESORES EN LA FFYL-UBA
Al claustro de profesores de la Facultad de Filosofía
y Letras y a la comunidad universitaria
Los consejeros directivos de la minoría de profesores
de la Facultad de Filosofía y Letras, con el objetivo de estimular
la reflexión sobre los alcances de la condición de profesor titular
plenario y sobre la necesidad de definir claramente los criterios
para las designaciones particulares, queremos hacer llegar las siguientes
observaciones, que atienden al proceso vivido en el marco del Consejo
Directivo y a los resultados de las reuniones con distintos integrantes
del claustro.
Cuando el jurado que se desempeñó en el concurso
de renovación del cargo de profesor titular del profesor Osvaldo Guariglia
propuso que este fuera designado profesor titular plenario, se empezaron
a estudiar los antecedentes y los requerimientos de tal categoría.
Surgieron en relación con ello tres interpretaciones,
que se apoyaban en distintos tramos del Estatuto Universitario y de
la Resolución de Consejo Superior n° 3120 del 24 de noviembre de 1999
y que, por lo tanto, debían ser discutidas por el Consejo Directivo:
1- La interpretación más amplia estimaba que, debido a la
ausencia de un sistema de carrera docente como el que han implementado
otras universidades, la designación de profesor plenario aseguraba
la merecida estabilidad laboral - es un nombramiento permanente siempre
que se apruebe el informe que el docente debe elevar al Consejo Directivo
cada cinco años - del profesor titular que hubiera renovado su designación
y que, a criterio del jurado, hubiera "acreditado capacidad sobresaliente
en la formación de discípulos y fuera autor de publicaciones o trabajos
que constituyeran aportes positivos a la respectiva disciplina", artículo
41 del Estatuto Universitario.
2- La segunda interpretación, más restringida en cuanto a
los posibles beneficiarios, se apoyaba en el reconocimiento de que
la designación de profesor titular plenario era honorífica. Por ello
sostenía que, en la medida en que "los profesores titulares plenarios
constituían la más alta jerarquía universitaria" (E. U., art. 41)
y que para su designación era necesario el acuerdo de los consejeros
directivos, lo que debía expresarse con el voto de los dos tercios
de los integrantes del Consejo (art. 1° de la Resolución n° 3120 del
Consejo Superior), las propuestas no solo debían ser evaluadas detenidamente
sino que, además, se debía prestar particular atención a lo señalado
por el artículo 37, inciso b, que sostiene que la designación de los
profesores regulares debe asegurar "que la integridad moral y la rectitud
cívica y universitaria sean condiciones fundamentales de los profesores
y que la carencia de tales condiciones no puede compensarse por méritos
intelectuales".
3- La tercera interpretación privilegiaba el aspecto institucional
ya que planteaba la necesidad de definir la función de los profesores
titulares plenarios dentro de la Unidad Académica involucrada. Sabemos
que, si bien los profesores titulares plenarios integran una serie
(art. 40 del Estatuto Universitario: "Los profesores regulares son
titulares plenarios, titulares, asociados o adjuntos") no hay un llamado
a concurso especial para tal categoría sino que esta posibilidad se
inicia con la recomendación del jurado y sólo en el caso de renovación
del cargo de profesor titular, que es la instancia en la cual se puede
proponer al docente "en una categoría superior a la del cargo que
ocupa", Res. N° 3120. El cargo de profesor titular plenario se considera,
entonces, superior al de profesor titular ("La designación de profesor
titular plenario podrá realizarse únicamente en las condiciones de
este artículo", el 1°, que es el que establece la posibilidad de proponer
ascenso de categoría) y podrá, además, ser rechazado por el Consejo
Directivo, como en los otros casos, "según resulte de las necesidades
de la enseñanza en la Unidad Académica y de la existencia de recursos
presupuestarios", art. 1°, Res. 3120. Los que sostenían la interpretación
que reseñamos aquí planteaban que debían resolverse, antes de comenzar
con la designación de profesores plenarios en la Facultad de Filosofía
y Letras, problemas diversos; entre otros, ¿la designación de profesor
plenario deja libre un cargo de profesor titular que puede ser asignado
interinamente o propuesto para un nuevo concurso?, ¿la categoría de
profesor plenario altera la composición de cátedra?, ¿puede haber
en una cátedra un profesor titular y un profesor titular plenario
como hay, en otros casos, profesor titular y profesor asociado?, ¿el
profesor titular plenario tiene una función distinta de la de profesor
titular?, ¿puede, en ese caso, dirigir, orientar, coordinar orgánicamente
a otros profesores titulares dentro de un campo disciplinario? ¿al
profesor titular plenario se le exige el ejercicio de la docencia
de grado como al profesor titular?
Como vemos, antes de considerar los casos particulares,
era necesaria una decisión consensuada respecto de los alcances del
cargo de profesor titular plenario para asegurar que en las respectivas
designaciones se adoptara un criterio uniforme y evitar, así, deslizamientos
irresponsables, inclusiones o exclusiones arbitrarias, o afectar al
claustro de docentes con medidas inadecuadas que pesaran sobre su
desempeño futuro. El Estatuto Universitario y la Resolución n° 3120
del 24 de noviembre de 1999 no resuelven algunos de los problemas
de implementación que, por lo tanto, deben ser considerados por los
Consejos Directivos. Esta fue una de las razones que llevaron a que
la minoría de consejeros docentes estimara que no se podían hacer
designaciones antes de discutir aquellos problemas en los ámbitos
correspondientes e informar a la comunidad universitaria en su conjunto.
Pero la otra razón que llevó a la postergación de las designaciones
fue que, si bien al pedido respecto del profesor Osvaldo Guariglia
se agregaron, primero, el de la profesora Edith Litwin y, luego, el
de la profesora Beatriz Sarlo, en los otros casos de renovación de
profesores titulares, en concursos anteriores o sustanciados en el
mismo periodo que los de los profesores citados, no se había informado
a los miembros de los jurados respectivos, de la Resolución n° 3120
que regula la posibilidad de propuesta de ascenso a una categoría
superior. Por lo tanto, acordamos con los consejeros de la mayoría
docente que se trataría la totalidad de los casos cuando, luego de
haber enviado a los jurados involucrados el pedido de que se expidieran
respecto de la posibilidad de ascenso, se recibieran las propuestas
de designación, si las hubiera, de otros profesores plenarios. Queremos
destacar que es una práctica habitual del Consejo Directivo tratar
en la misma ocasión un conjunto de casos similares para poder confrontar
unas actuaciones con otras, lo que en esta ocasión se vuelve un requerimiento
casi ineludible por todo lo arriba señalado.
Ante nuestro asombro el acuerdo no se cumplió y
en el orden del día de la sesión del 25 de septiembre comprobamos
que se habían incluido únicamente los casos de los profesores Guariglia,
Litwin y Sarlo. Frente a esto, insistimos en la posición inicial respecto
de la necesidad de discutir la condición de profesor titular plenario
y de la imprescindible consideración de la totalidad de los casos
para asegurar un tratamiento igualitario de nuestros colegas.
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