Edición Electrónica del
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2 de Diciembre de 2002
Año 14 - Nº 477
Segunda parte
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***ÍNDICE
DIVULGACIÓN
REPORTAJE
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/////////////////////////////// DIVULGACIÓN \\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\
>>> IMÁGENES SATELITALES PARA DETECTAR MATERIALES TERRESTRES
El sensor Aviris ayuda a ubicar yacimientos minerales
e hidrocarburos
Por Cecilia Draghi (*)
Hacia el 1800, nada parecía detener la fiebre del oro en la
Patagonia. Había que ir a los lugares más recónditos, allí donde no habían
llegado otros buscadores, cabalgando días y días a lomo de mula por caminos
inciertos. No era raro ver un puñado de hombres con picos y palas dando
vuelta la tierra, luego decantándola y... nada. Más de uno, ante las
magras cosechas, habrá mirado el cielo: ¿dónde estaba esa veta?
Un siglo más tarde, la respuesta llega, precisamente, desde allá
arriba. "Los sensores híper y multiespectrales brindan desde el espacio
imágenes con una detallada información sobre la composición química de los
materiales de la superficie terrestre. Esta posibilidad tecnológica genera
un enorme impacto de aplicación tanto en la búsqueda y exploración de
recursos minerales como en mapeos de geología", indica el geólogo Daniel
José Pérez, del Laboratorio Tectónica Andina, de esta Facultad.
"En muy poco tiempo, diferentes técnicas permiten cubrir una
superficie de 34.225 kilómetros cuadrados (185 Km. x 185 Km.), indicando en
una primera etapa posibles zonas con potencialidad de yacimientos", agrega.
Sin demasiados escondites posibles, la tierra exhibe casi al
desnudo su riqueza interior, y la mirada puede ser aún más profunda si la
superficie no posee demasiada vegetación. Por eso, las zonas áridas
cuentan con una gran ventaja, al no enmascarar ni teñir la imagen que
percibe el sensor, que gira alrededor de la Tierra a 800 kilómetros de
distancia.
En este sentido, la Patagonia y la cordillera de los Andes resultan
ideales porque no ofrecen interferencias. Tal es el caso de la región de
Los Menucos, en el ombligo de Río Negro, una de las fuentes de estudio de
este investigador, que aprovecha los datos que con esta costosa técnica
existen en el país desde hace poco tiempo. En 2001, la Comisión Nacional
de Actividades Espaciales (CONAE) y la Administración Nacional del Espacio
y la Aeronáutica de los Estados Unidos (NASA) tomaron las primeras imágenes
hiperespectrales de diferentes áreas de la Argentina con el sensor
aeroportado Aviris (Advanced Spaceborn Thermal Emision and Reflection
Radiometer). "No sólo el sistema es novedoso, sino también -puntualiza-
los ojos con que lo vemos. Los primeros investigadores que incursionaron
hace décadas en diferentes zonas del país no sólo no contaban con los
avances en cuanto a imágenes y sensores de nuevas tecnologías, sino que por
ese entonces no estaba muy desarrollada la teoría conocida hoy como
tectónica o mecánica de placas, que permite explicar desde otro punto de
vista los procesos y fenómenos geológicos."
Oro, cobre y petróleo
Sentado frente al monitor, mouse en mano, en su laboratorio de
trabajo en el Pabellón 2, este especialista en sensores remotos híper y
multiespectrales, que cuenta en su haber más de veinte años de campaña en
la cordillera de los Andes de San Juan y Mendoza, no se cansa de pregonar
las posibilidades de estas tecnologías. "Las imágenes permiten tanto
analizar las placas de América del Sur y el océano Pacífico en escala
regional, como tener una vista en escala local del cerro Aconcagua",
ejemplifica.
Más allá del entusiasmo que despierta esta técnica, Pérez insiste
en que "todo lo que se ve, se analiza y se mapea en la pantalla del
monitor, hay que chequearlo en el campo". Las imágenes son una herramienta
muy poderosa, pero la última palabra la tiene el martillo o los pies del
geólogo sobre la roca. Claro que ahora se va al lugar con pistas que
despertarían la envidia de no pocos buscadores de oro del siglo XIX.
¿Cómo detecta este sensor Aviris la composición química terrestre?
"Un número de minerales y rocas tiene características espectrales
definidas. Esto permite que sean reconocidos y mapeados desde el espacio",
explica.
Con esta información, así como la de los sensores Aster, Landsat
Thematic Mapper ETM y, en poco tiempo, los del Hyperion EO-1, Pérez, junto
a sus colegas del Laboratorio de Tectónica Andina de la UBA, confecciona
los primeros mapas de avance de diferentes sectores de la cordillera de los
Andes, como la región localizada entre los volcanes Tupungato y Maipo. De
este modo, cuando se pretenda en el futuro construir caminos o represas, o
realizar una exploración de recursos minerales, se sabrá con mayor
precisión qué se encontrará en el terreno. "Las diferentes longitudes de
onda que percibe el sensor permiten detectar ciertos minerales
característicos, que pueden estar indicando sistemas de alteraciones
hidrotermales, donde habitualmente se hallan yacimientos de oro, cobre u
otros minerales", precisa. Y las expectativas son muchas. "Estamos
trabajando en la utilización de datos hiperespectrales para la búsqueda de
hidrocarburos", concluye.
*** Los ojos desde el espacio
"Si bien los sensores hiperespectrales son más poderosos para
determinar la composición química de los materiales, cubren menos
superficie que los multiespectrales", explica el geólogo Daniel
José Pérez.
Así, el sensor multiespectral ETM del satélite Landsat cubre
aproximadamente 34.225 Km. cuadrados por escena (185 x 185 Km.).
En tanto, el hiperespectral Aviris toma franjas de 10 o 20 Km. de
ancho por unos 50 a 70 Km. de largo.
Por su parte, el sensor hiperespectral Hyperion EO-1 (Earth
Observing) registra imágenes de 7,5 Km. de ancho por 65 Km. de
largo. Este último está instalado en una plataforma de un satélite
llamado Terra, que gira alrededor de la Tierra a 700 kilómetros de
distancia.
Todos estos instrumentos construyen imágenes que permiten trazar
mapas no sólo de superficie, sino también de las capas escondidas
del planeta.
(*) Centro de Divulgación Científica - SEGBE - FCEyN.
>>> NAUTILUS
El Área de Divulgación Científica del Centro Cultural Ricardo Rojas
invita a la presentación de Nautilus, revista de ciencia para chicos.
Participan: Leonardo Moledo (periodista y divulgador de la
ciencia), Graciela Montes (escritora y editora especializada en literatura
infantil), Diego Hurtado de Mendoza (especialista en historia de la
ciencia) y Eduardo Wolovelsky (director de la revista Nautilus).
Viernes 13 de diciembre de 2002, a las 19.30 hs. En el Centro
Cultural Ricardo Rojas, Corrientes 2038, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
//////////////////////////////// REPORTAJE \\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\
>>> "LA UNIVERSIDAD YA NO ES FUNCIONAL A LA SOCIEDAD
Y TAMPOCO AL PAÍS"
Entrevista a Renato Dagnino, especialista en política científica
Por Carlos Borches
No se sorprende cuando le preguntan si será el futuro ministro de
Ciencia y Tecnología del gobierno de Lula. "Lo dudo, muchos colegas se
molestan con las cosas que digo" responde Renato Dagnino y larga una
carcajada contagiosa como su optimismo. Dagnino siente que Brasil está
frente a una oportunidad histórica y sostiene que la universidad puede
ocupar un lugar protagónico si se pone a la altura de las circunstancias.
"Pero para eso -dispara Dagnino- es necesario atender a las necesidades de
la mayoría y dejar de buscar legitimación en la comunidad científica
internacional".
Renato Peixoto Dagnino se recibió de ingeniero en 1974 pero fue
orientando sus preocupaciones al terreno del desarrollo de las políticas de
Ciencia y Tecnología que lo llevaron a emprender un doctorado en economía y
un postdoc en el Centro de Investigaciones de Política Científica de la
Universidad de Sussex (Estados Unidos), luego del cual regresó a Brasil
para trabajar en el Departamento de Política Científica y Tecnológica del
prestigioso UNICAMP de San Pablo.
Recientemente visitó nuestro país donde brindó un curso en el
Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la UBA y también brindó charlas en la
Universidad de La Plata y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Cable -Imaginemos el mejor escenario para el Brasil de los próximos años.
¿Qué papel desempeñaría la universidad en el nuevo Brasil que
promete Lula?
Renato Dagnino
-Primero que nada hay mucho por cambiar en la Universidad brasileña
para que pueda hacer un aporte significativo. La actual
universidad es disfuncional a la sociedad y al país; y esta
disfuncionalidad va más allá de lo ideológico porque es denunciada
por derecha y por izquierda. Pero lo más peligroso para nuestras
universidades es que los universitarios advierten la
disfuncionalidad y sin embargo persisten en respuestas que no
satisfacen a nadie.
C -Pero las universidades de la región proclaman su adhesión a un
modelo de desarrollo con alto valor agregado donde los aportes
científicos y tecnológicos que pueden proporcionar las
universidades son significativos.
RD -Tanto en Argentina como en Brasil, las élites universitarias han
agotado su influencia entre las élites económicas, pero esto no
parece ser advertido y por eso se habla del papel de las
universidades en un proyecto de desarrollo que ya no es real.
Mira: en Brasil, a diferencia del caso argentino, los gobiernos
militares y las élites económicas entendieron que las universidades
y los investigadores jugaban un papel importante en el proceso de
sustitución de importaciones y se puede decir que se dio una suerte
de pacto implícito. El gobierno militar de los 60 apoyó
fuertemente muchas ramas de las ciencias (incluso las sociales) y
la academia se refugió en las universidades sin hacer demasiado
barullo hacia afuera. Pero todo esto terminó. El modelo de
sustitución de importaciones ya no funciona, las élites económicas
ya no ven muy importantes a las universidades y por eso el discurso
pretendidamente seductor del desarrollo de la mano de las
universidades ya no entusiasma a las élites económicas.
C -Esto que usted dice debe ser de las cosas que no suenan bien entre
sus colegas.
RD -¡Pero es así! El modelo que se apoyaba en sustituir primero las
importaciones y luego sustituir la tecnología terminó
drásticamente. Hoy nuestros países exportan materia prima con muy
poco agregado y los sectores económicos que se benefician de esas
exportaciones ya no necesitan el producto de nuestras
universidades. Para ellos las universidades son un lujo. Perdimos
nuestro papel en esa economía y nos quedamos sin brújula, sin poder
encontrar nuestro norte. Lamentablemente esto no es percibido por
las fuerzas políticas universitarias que pierden prestigio y
pierden capacidad de convencimiento y reiteran las mismas
respuestas como si nada hubiese cambiado. Reducimos toda la
política a pedir presupuesto, a lamentarnos porque los políticos no
nos comprenden y los sectores económicos no aprovechan nuestros
saberes, y este es un discurso defensivo que se agota, ya se agotó
y carecemos de un planteo hacia el futuro. El movimiento
universitario está desconcertado y su respuesta es un acto reflejo.
Fíjate, en los 90 hubo seis meses sin clases en las universidades
federales de Brasil, la Universidad Autónoma de México estuvo de
paro un año y en ningún caso pasó nada. ¿Puedes imaginar que un
centro universitario importante de los Estados Unidos pare dos
semanas sin que intervengan los intereses económicos ligados a esas
universidades?
C -Bueno, y si fuera así, ¿que deben hacer las universidades para
recuperar su rumbo?
RD -Esa es la tarea central que deben asumir las universidades ante la
oportunidad de cambios sociales tan amplios como los que se
vislumbran en Brasil. Lo primero, como ya lo reclamaba en la
década del ´60 Oscar Varsavsky, la universidad debe abandonar su
orientación exógena. En una universidad que trata de emular lo que
se hace en los países desarrollados, que no tiene una agenda
propia, no se concibe que se pueda hacer otra cosa que no sea lo
que está bien para el primer mundo.
C -Pero las comunidades científicas locales trabajan en interacción
con centros internacionales prestigiosos que ofrecen un marco de
referencia concreto. Es difícil pensar que se puede abandonar ese
escenario por algo que todavía parece muy difuso.
RD -Bueno, dar el primer paso y tomar conciencia de que lo importante
en el primer mundo puede no servirnos a nosotros no es poca cosa.
Hay que dejar de creer ingenuamente en la versión tecnológica de la
teoría del derrame que promete el desarrollo de tecnologías a
cualquier costo con la esperanza de un derrame tecnológico para
todos cuando ese derrame nunca llega: hoy los sin techo siguen
construyendo sus casas como se hacía en la antigua Babilonia, o
encaran sus cultivos con tecnologías extremadamente ineficientes y
poco intensivas. Como en el hemisferio norte la población no ha
crecido y no se encuentran con grandes problemas habitacionales no
se ocupan de estas cuestiones, en cambio acá sí es un grave
problema, y como reproducimos sin criticar las agendas científicas
del norte, seguimos dándole la espalda a las necesidades de la
población.
C -¿Podríamos resumir su planteo diciendo que habría que centrar las
políticas científicas en las necesidades de la población?
RD -¡Y no es poca cosa! Esta universidad, que ya no es funcional ni
para los sectores económicamente poderosos, tiene la oportunidad
histórica de volverse útil para la sociedad, y los problemas sobre
los cuales puede trabajar no son menos importantes. Hay que tener
cuidado con los términos que se usan. Cuando uno incorpora
términos como "problemas de punta" o "desarrollos Hi-Tech" te están
diciendo qué es importante y qué no lo es, pero la ciencia y la
tecnología no tienen un arriba y un abajo, no tienen partes con
punta y otras planas. Te doy un ejemplo: el 50% de la gente en
Brasil no tiene agua potable y si quieres darle respuesta a ese
elemental problema tienes que resolver cuestiones complejísimas
como de dónde sacas agua, cómo purificarla, qué se hará con las
aguas servidas, etc; algo que puede ser fácil si piensas en
resolverlo para una pequeña población, pero que es muy complejo
cuando debes darle respuesta urgente a millones de habitantes.
C -¿Usted cree que las universidades autónomamente podrían
encolumnarse en esa dirección?
RD -La academia ve como pernicioso cualquier intento de que la
política interfiera en la formación de su agenda, pero esa política
academicista es muy poco transparente y excluye a la sociedad del
proceso de participación que debería estar en el centro de los
grandes cambios. La historia señala la existencia de muchas
especies que se han extinguido porque mantuvieron un comportamiento
reflejo sin advertir que las situaciones cambiaban y nuestras
universidades están ante el dilema de seguir formando gente para un
pasado que no volverá, o apostar a una nueva alianza abriéndose al
estado y al pueblo.
*** Oscar Varsavsky
No son pocas las referencias que Dagnino hace sobre la obra de
Oscar Varsavsky y me pareció interesante hacer algún comentario
sobre su obra, pero cuando empecé a buscar los libros que tenía en
mi biblioteca tuve que repasar las estanterías más de una vez y
luego repasar los libros para sacarles el polvo que la década del
noventa les había depositado (obviamente, con mi consentimiento).
Sucede que en los ochenta, en las facultades de ciencias e
ingeniería e incluso en las de ciencias sociales, los trabajos de
Varsavsky habían ganado mucha difusión entre los estudiante que
queríamos ver qué había del otro lado de la muralla que la
dictadura militar construyó desde 1976.
Oscar Varsavsky nació el 18 de enero de 1920 y falleció, algunos
dicen que de tristeza, el 17 de diciembre de 1976. Estudió en la
Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA (en la
época que Exactas e Ingeniería compartían el mismo techo) y aunque
se graduó en química no tardó en pasarse a la matemática donde hizo
sus primeros aportes. En la década del sesenta llega su
consagración en el plano académico donde su nombre se proyectó
internacionalmente por ser uno de los primeros en desarrollar
modelos matemáticos aplicados a las ciencias sociales en los
legendarios primeros años del Instituto de Cálculo de la FCEyN.
Desde 1939 participó activamente en la vida universitaria y tuvo
una especial participación en el ciclo que terminó con la renuncia
docente masiva de 1966. Pero en aquellos años comienza a mostrar
sus diferencias con el grupo reformista que conducía los destinos
de Exactas. Esas diferencias quedaron condensadas en un pequeño
libro, "Ciencia, política y cientificismo", que publicó en 1969.
En aquel trabajo toma distancia de los reformistas proclamando una
actitud "rebelde" que debía ser "estudiar con toda la seriedad y
usando todas las armas de la ciencia, los problemas del cambio
social, en todas sus etapas y en todos sus aspectos. Esto es,
hacer 'ciencia politizada'" También se ocupó Varsavsky de
caracterizar el perfil reformista o desarrollista, a los que llamó
"cientificistas" acusándolos de no poder romper con los valores
"orientados desde el Hemisferio Norte" aún cuando se proclamaran de
"izquierda".
"El cientificismo es un factor importante en el proceso de
desnacionalización que estamos sufriendo; refuerza nuestra
dependencia cultural y económica y nos hace satélites de ciertos
polos mundiales de desarrollo", afirmaba Varsavsky en 1969 y no
fueron pocos los investigadores y estudiantes que abandonaron las
líneas tradicionales en busca del "proyecto nacional de CyT". Pero
aquellos acalorados debates se desplomaron durante la segunda mitad
de los '70 y luego, con el derrumbe del socialismo real, sonaron
anacrónicos desapareciendo de las agendas de discusión. Tal vez
sea hora de sacarle el polvo y ver si aportan herramientas viables
para estos tiempos de crisis.
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Edicion Electronica del Cable Semanal
Producido por la Oficina de Prensa
Secretaria de Extension, Cultura Cientifica y Bienestar
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales - UBA
Editores Responsables: María Fernanda Giraudo y Carlos Borches
Redacción: Patricia Olivella
Soporte Tecnico: Matias R. Pedraza.
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