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Año 6 - Nro. 199 - 2da. Sección
21 de agosto de 2002
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		 Educacion, Universidad, Ciencia y Tecnica
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21 de agosto de 2002	     	           		Año 6 Nro. 199		
			   Segunda sección
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%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%  INDICE  %%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%

---------------------------  CIENCIA Y TECNICA  -----------------------

	ASÍ NACIÓ LA ESCRITURA
	Por Narcís Fernández
	CHATARRA ESPACIAL
	BREVES DE CIENCIA Y TECNOLOGIA
	EFEMÉRIDES Nace Luis Piedrabuena, explorador de la Patagonia.


------------------------  TODOS DICEN LO SUYO  ------------------------

-----------------  CURSOS, BECAS, SEMINARIOS, CONCURSOS  ---------------

	CURSOS, BECAS, SEMINARIOS
	Generales, Educación,  Ciencias Sociales, Ciencias Exactas
	e Ingeniería, Ciencias  Naturales,  Ciencias  de la Salud.
	
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--------------------------- CIENCIA Y TECNICA -----------------------------

[]	ASÍ NACIÓ LA ESCRITURA
	Por Narcís Fernández

	Nos costó miles de años aprender a leer y a escribir.  La invención
	de  signos que  expresaran  palabras  supuso  un  proceso  largo  y
	complejo que revolucionó la comunicación entre las personas

	Las  primeras letras que  aprendimos  de  niños  fueron  las  cinco
vocales.  Luego llegaron las  consonantes.    Es  probable  que se nos haya
olvidado aquel dibujo de un burrito que, a fuerza de mirarlo, introducía en
la  memoria,  por  asociación,  la  letra "b".    Con  un  mayor  esfuerzo,
comprendimos que, por ejemplo, el dibujo del burrito junto al de un abanico
construían la sílaba "ba".  Así fue cómo, poco  a poco, aprendimos a leer y
a  escribir.    Pero, por extraño que parezca, las primeras  civilizaciones
aprendieron  a  escribir  con  palabras enteramente formadas y con sílabas,
antes que  con  letras individualizadas.  Las vocales tardarían milenios en
aparecer.  El  único  terreno  en  común  lo  constituye aquel burrito que,
durante  un  tiempo,  tuvo  para  nosotros  el  significado  de  una  letra
determinada:  las formas asociadas a los signos.

	La trayectoria que lleva a  otorgarle a un dibujo un valor de signo
fonético, independiente de lo que expresa  a  primera vista, es muy ardua e
implica  un  nivel de abstracción asombroso, especialmente  si  tenemos  en
cuenta que la humanidad lo realizaba por vez primera.

	Como tantos otros logros de la humanidad, el  milagro se produjo en
la Grecia del siglo VII a.C.  No obstante,  el  camino  se  había  iniciado
miles de años atrás.  Las primeras muestras de escritura  realizadas por el
ser  humano  proceden  de la ciudad sumeria de Uruk, erigida en  la  orilla
derecha  del  río  Éufrates,  en la Baja Mesopotamia.  Allí, una expedición
arqueológica alemana  halló  en  el  año  1929,  millares  de  tablillas de
cerámica grabadas con  signos cuneiformes -caracteres en forma de cuña- que
datan de alrededor del año 3300 a.C. 

	Tras descifrarlas, lo que  más asombró a los especialistas fue que,
en fechas tan tempranas, fuera  posible  una  escritura tan precisa.  Debía
existir alguna explicación.  Algunos creyeron hallarla en el trabajo de los
escribas,  quienes,  por  apuro o por descuido,  fueron  simplificando  sus
primitivos    signos   pictográficos  hasta  desembocar  en  la  caligrafía
cuneiforme.  No obstante, ninguna prueba arqueológica apoyaba esta  teoría.
Durante decenios se mantuvo el misterio, hasta que fue develado  de un modo
verdaderamente insospechado.

	En  el  año    1969,    la    arqueóloga    estadounidense   Denise
Schmandt-Besserat inició su tesis  doctoral sobre los usos de la arcilla en
el Medio Oriente antiguo.   En principio, el tema poco tenía que ver con el
nacimiento de la escritura.  Sin  embargo,  junto a los cacharros de adobe,
las  cuentas  de  collar  y  las  estatuillas    que   sometió  a  estudio,
Schmandt-Besserat  se  encontró con unos singulares objetos de  arcilla  de
apenas  dos centímetros y de formas diversas:  discos,  conos,  tetraedros,
esferas, medias lunas, rectángulos... 

	La  investigadora  interpretó finalmente que debían de formar parte
de un  sistema  de  contabilidad  semejante  a  los  ábacos.   Los denominó
calculi.  Estas fichas de cálculo, destinadas según su forma a contabilizar
distintos productos agrarios o ganaderos, eran antiquísimas.  De hecho, las
más primitivas podían datarse unos  9.000  años antes de Cristo, 5.000 años
antes de la aparición de la escritura. 

	Durante ese remoto periodo, las fichas no sufrieron variación.  Sin
embargo,  hacia  el  año  3500  a.C.      empezaron  a  producirse  cambios
significativos en la región.  Surgieron las primeras ciudades y, con ellas,
transformaciones  socioeconómicas  a  gran  escala,  como el aumento de  la
población,   la  especialización  artesana  y  el  establecimiento  de  una
auténtica producción en masa.

	La necesidad  de  una  contabilidad  cada  vez más compleja se hizo
patente  sobre  el  sistema  de  los  calculi:    las  fichas  no  sólo  se
diversificaron  en  nuevas subvariedades,  sino  que  muchas  de  ellas  se
perforaron,  como claro testimonio de  que  fueron  ensartadas  a  modo  de
registro en transacciones comerciales de cierta envergadura. 

	Derivado  de  los calculi ensartados, apareció  entonces  un  nuevo
sistema  para  mejorar  las  garantías en los  negocios  entre  mercaderes.
Consistía en introducir varias fichas dentro de una bola hueca de arcilla o
bullae, que luego se sellaba.  Sólo salían a  la  luz  cuando  se rompía la
esfera.  Así, un transportista se cuidaría mucho de caer en la tentación de
robar  parte  de  los  objetos  durante  la  ruta,  pues  tanto las  marcas
exteriores  de  la  bola  como  las  fichas  que  contenía representaban la
cantidad y el tipo de mercancías en ruta.
 
	Estas medidas,  sin embargo, pronto se mostraron insuficientes para
el volumen de  negocios  que se movía en Uruk, sede de un auténtico imperio
comercial.  Fue entonces  cuando se produjo el paso trascendental que daría
lugar a la escritura.   Las bolas huecas se sustituyeron por objetos planos
de arcilla, más sencillos de archivar que los calculi y más sólidos que las
bullae.

	La semejanza entre los primeros signos sumerios  sobre  tablillas y
las formas de aquellas primitivas fichas de contabilidad  atestigua  que la
escritura sumeria no la idearon tan sólo unos escribas que, por descuidados
y  apresurados,  se  convirtieron  en auténticos genios.  Más bien  fue  la
consecuencia de un sistema de contabilidad que venía de muy lejos  y  en el
que,  desde  luego,  participó toda la población.  Aquel método de notación
sobre tablillas utilizaba líneas rectas o curvas para expresar palabras.  A
veces  eran dibujos  naturalistas,  como  el  de  un  pez  que  significaba
"pescado".  En otras,  el  trazo resultaba más esquemático e incluso poseía
connotaciones simbólicas, como es el  caso  de  un triángulo invertido para
escribir "mujer".  Pero también se  idearon  otros  recursos  para expresar
acciones  difíciles  de  dibujar rápidamente.  Así,  el  verbo  "comer"  se
escribía  uniendo  la grafía que expresaba "boca" con  la  que  significaba
"pan".

	La  necesidad  de  escribir  nombres propios, indispensables en las
transacciones  comerciales,  fue quizás la que condujo de modo decisivo  al
descubrimiento  de la gran piedra angular de la escritura, el principio  de
fonetización:   asociar palabras difíciles de expresar por escrito a signos
que se les parecen por su sonido y que son fáciles de dibujar.

	No obstante, para  los  sumerios  todos  los  signos eran palabras.
Incluidas  las sílabas.   Su  sistema  de  escritura,  pues,  no  resultaba
sencillo.  Y aprenderlo requería  años  de  arduo  esfuerzo.  La figura del
escriba se hizo entonces imprescindible.   Si  en algún lugar el escriba es
representativo de una civilización, resulta obligado mirar hacia el Antiguo
Egipto.

¿Egipcios o sumerios?

	Durante  décadas,  la  más  enconada  polémica entre egiptólogos  y
orientalistas estuvo centrada precisamente en el tema de la invención de la
escritura:    ¿fueron  los  mesopotámicos  o  los  egipcios?    Los métodos
arqueológicos  de    datación   más  avanzados  han  resuelto  la  cuestión
otorgándole el honor a la Mesopotamia. 

	La escritura egipcia  surgió algo más tarde, hacia el año 3100 a.C.
Y lo hizo provista  ya  de  todos sus medios técnicos.  Los jeroglíficos se
emplearon durante más de 3.000  años, hasta el siglo IV de nuestra era.  Se
puede  datar  con  toda  exactitud  el  lugar  y  la  fecha  de  la  última
inscripción:  en la isla de Filae, el 24 de agosto del año 394. 

	Respecto  a  la  escritura  cuneiforme  mesopotámica,  el    último
testimonio se remonta al año 75, también de  nuestra era.  Paradójicamente,
proviene de Uruk, la misma ciudad que vio nacer la escritura. 

	¿Por  qué  el  cuneiforme  mesopotámico y los jeroglíficos egipcios
dejaron de utilizarse?  Lo cierto es que aquellos remotísimos  sistemas  de
notación eran de un manejo muy complicado.  Estaban reservados a  castas de
especialistas  que  no  sólo  preservaban  su  cultura,  sino  también  sus
privilegios.  De  ahí  que  los escribas manifestaran una férrea hostilidad
hacia cualquier simplificación, pues  ello  podría hacer peligrar su puesto
de trabajo.  Así, la  escritura  cuneiforme  mesopotámica contaba, hacia su
ocaso, con varios centenares de signos.   Y los jeroglíficos con casi cinco
mil  .  Podían haber evolucionado hacia  una  mayor  simplificación,  hasta
encontrar  un  verdadero  alfabeto.  Pero, sencillamente, los  escribas  no
supieron o no quisieron inventarlo. 

	La  simplificación llegó desde otras geografías.  Numerosos pueblos
residentes  en   la  periferia  del  foco  sumerio  aplicaron  las  grandes
posibilidades que les  daba el imperfecto silabario cuneiforme.  Ninguno de
estos pueblos llegó a  desprenderse  por  completo  del  uso  de los signos
léxicos, pero redujeron su número  de manera significativa y sistematizaron
el empleo de los silábicos.   Hacia  el  siglo  XIII a.C., por ejemplo, los
montañeses de Elam obtuvieron un sistema de  102  signos  silábicos  y sólo
siete léxicos.  La culminación, sin embargo, se  alcanzó  en Creta en torno
al año 1450 a.C., con un sistema de tan sólo 62 signos silábicos.
 
El gran paso del alfabeto

	No cabe duda de que el alfabeto constituye la  forma  más idónea y,
sobre  todo, más adaptable de la escritura:  un pequeño  número  de  signos
gráficos  convencionales  que  transcriben  cada uno un único sonido.  Este
sistema, tan  sencillo  y  familiar  para  nosotros, constituye sin duda el
invento más revolucionario  que  haya  producido la humanidad en el terreno
cultural.  Su simplicidad,  además,  permite  su  uso  por  cualquiera y en
cualquier idioma, tras un breve periodo de aprendizaje.

	No se sabe a ciencia cierta cuál fue el origen del alfabeto, aunque
pueden  calificarse de precursoras las escrituras  semíticas  occidentales,
derivadas del jeroglífico egipcio.  Es el  caso  de los pseudojeroglifos de
la antigua ciudad fenicia de Biblos, con 80  signos  y datados en fecha tan
remota como el 2500 a.C. 

	Más    tardías   –del  siglo  XVIII  a.C.–  son  las  inscripciones
protosinaíticas halladas en la península del Sinaí, con sólo una  treintena
de  signos,  o  los  textos  protocananeos  de  la  antigua  Palestina, con
diferentes  hallazgos  que  abarcan  desde  los  siglos  XVIII al XIII a.C.
Lamentablemente, todas  estas  inscripciones han resultado ininteligibles o
de muy difícil comprensión para nosotros.

	Distinto es el  caso  del  alfabeto  ugarítico,  denominado así por
proceder de la ciudad  siria  de  Ugarit.    Es  el  más antiguo del que se
conocen todos sus signos y  del  que  se dispone de gran cantidad de textos
para comparar su lectura.  Los  documentos, descubiertos en 1929 en la zona
de Ras-Shamra (Siria), promontorio donde se erigió  Ugarit,  constan de más
de dos mil tablillas y pueden fecharse entre los siglos XIV y XIII a.C. 

	Este  alfabeto  comprendía  al principio treinta signos, que  luego
fueron reducidos a veintidós.  Su grafía, cuneiforme aún, dista todavía del
sencillo y económico trazo mediante líneas que identifica una letra,  tal y
como  la  concebimos  hoy.    Este  motivo  ha  provocado  que  no    pocos
especialistas  tengan  serias  dudas  a  la  hora de calificar la escritura
ugarítica como el primer alfabeto de la historia.

	La verdad es que el carácter lineal de nuestra escritura constituye
un auténtico broche  maestro  de  sencillez,  añadido  cómo  no a la propia
simplicidad  que  representa  en   sí  mismo  el  alfabeto.    Y,  hay  que
reconocerlo,  las  inscripciones  fenicias, con  un  sistema  de  veintidós
signos, al igual que el ugarítico, son un prodigio de caligrafía fácil. 

	No es de extrañar que este  sistema haya aparecvido emarcado dentro
de la cultura fenicia.  Comerciantes innatos,  su  estructura económica los
había  convertido  en  los  más importantes abastecedores de  mercancías  y
servicios  en  el Cercano Oriente.  Necesitaban un instrumento  de  trabajo
eficaz  para  su  intensa actividad comercial, y las complicadas escrituras
logosilábicas,  que requerían largos años de aprendizaje, eran la antítesis
de la eficacia y del beneficio económico rápido. 

	Los fenicios  no  sólo idearon el alfabeto, sin duda adaptándolo de
ensayos precedentes que  tuvieron la pericia de mejorar, sino que dotaron a
las letras de una  forma  más  asequible.  Pero se olvidaron de incluir las
vocales.  Esta ausencia nunca ha sido explicada satisfactoriamente, pero en
su descargo siempre habrá que tener  en  cuenta que el alfabeto fenicio fue
elaborado para transmitir una lengua semítica y  que,  a efectos de uso, se
hallaba perfectamente adaptado a ella.  Aún hoy,  árabes y hebreos disponen
de puntualizaciones vocálicas, pero prescinden de ellas en la práctica.

	Los  creadores de las vocales, y por tanto del  alfabeto  completo,
fueron  los  griegos.  Sin embargo, conviene matizar su protagonismo.    En
primer  lugar, fue tomado directamente del fenicio hacia el siglo VII  a.C.
Los propios helénicos se referían a su escritura con el nombre de "fanikéia
grammata",  que significa "escritura  fenicia".    En  segundo  lugar,  los
veintidós  primeros  signos  del  griego    se  corresponden,  en  términos
generales, con los mismos signos consonánticos  fenicios.   Y por último, y
aunque desde el periodo más antiguo usaban  ya todas las vocales, el origen
de éstas debe buscarse en las lenguas semíticas,  que  contaban con ciertos
signos  que  expresaban  las denominadas consonantes débiles, que para  los
griegos  no correspondían a sonidos.  Lo que hicieron fue  convertir  tales
signos, innecesarios para ellos, en vocales.

	Con el alfabeto, cuyo remoto origen se halla en algo tan ajeno a él
como  los  calculi  mesopotámicos,  la evolución de la escritura llegó a su
fin.

De mitos y leyendas

	No  faltan  los mitos en su larga y compleja historia.  Una leyenda
sumeria atribuía  su  invención  a  Emmerkar,  gran rey de Uruk.  Según los
babilonios, su creación  era obra del dragón Nabu, dios de la sabiduría.  Y
los egipcios mantuvieron la  creencia  de  que  fue la divinidad Thot quien
enseñó a escribir a los  hombres.  Los griegos concebían al ser humano como
la medida de todas las cosas,  por  lo  que  carecían  casi por completo de
mitología  sobre  la escritura.  Sabían su  procedencia  y  no  necesitaban
especular con sus orígenes mágicos.

Yo, de grande, voy a ser escriba 

	En  el  Antiguo  Egipto,  el  puesto  de escriba  era  de  los  más
codiciados.  Quizás el que más.  No en  vano,  una vez conseguido el título
se podía ascender rápidamente hasta llegar incluso a ser visir  o  tati, el
más alto cargo político después del faraón. 

	Pero  el camino no resultaba fácil.  Convertirse en escriba suponía
largos  años  de  aprendizaje  que  comenzaban  desde  la  infancia.    Los
candidatos iniciaban sus  estudios  entre los cinco y diez años, ingresando
en las escuelas que  se habilitaban en los templos y que estaban a cargo de
sacerdotes.  Veteranos escribas eran  los  encargados  de  instruir  a  los
pequeños  en el difícil y complejo  arte  de  la  escritura  egipcia.    No
escribían  sobre rollos de papiro, pues resultaba  demasiado  caro  en  las
tareas  de  aprendizaje.    Así que los escolares  debían  conformarse  con
deslizar  sus plumas de caña sobre lajas de piedra.    En  ellas  escribían
fragmentos de textos famosos en aquellos tiempos, como El Himno  del  Nilo.
En una laja escolar de la época un alumno escribió:   "Las  horas  de clase
son eternas, como las montañas." 

	Una  mala  caligrafía  o  un  borrón  de  tinta  eran  motivos para
despertar la  ira  del  maestro  escriba y recibir un fuerte bastonazo.  De
hecho, el profesor  siempre  impartía  la  clase con una vara en una de sus
manos. 

	Tras los primeros años  de estudios en los templos, los alumnos más
aventajados ingresaban en las "Casas de la Vida", una especie de institutos
donde completaban su formación con asignaturas  de  contenido  científico y
religioso.    Pocos  lograban  culminar  la carrera,  tanto  por  su  costo
económico como por el alto nivel de exigencia.  

La experiencia americana

	Los   incas  edificaron  megalíticas  construcciones  y  elaboraron
precisos calendarios,  pero  sus  inscripciones  nos resultan comprensibles
mediante sus dibujos,  sin  apoyo  de  forma  lingüística alguna.  Dicho en
otros términos:  carecían de escritura propiamente dicha. 

	Mesoamérica, donde despuntaron las  civilizaciones  maya  y azteca,
ofrece un sistema de memorización  de  dibujos que prácticamente significan
lo que representan.  Los aztecas,  sin embargo, alcanzaron un mayor nivel y
hasta utilizaban ciertos fonemas con los que  formaban  palabras.   Tal vez
pudieron  evolucionar  hacia  una  escritura  totalmente  fonética como  la
nuestra,  pero  la  llegada  de  los conquistadores españoles truncó  aquel
hipotético proceso.  
///


[]	CHATARRA ESPACIAL

	Todo  parece  indicar  que  la  Tierra  se convertirá en el  quinto
	planeta  del Sistema Solar en tener su propio anillo.  Sin  embargo
	éste  anillo  será  de  una  naturaleza  muy  distinta  y mucho más
	peligrosa que  los  que  rodean  a Júpiter, Urano, Neptuno y, sobre
	todo, a Saturno. 

	A diferencia de  los de estos planetas, el anillo orbital terrestre
será totalmente artificial, formado por millones de diminutas partículas de
chatarra procedentes de cohetes fallidos  y satélites ya fuera de servicio.
Cualquier objeto artificial no operativo que orbita la Tierra es denominado
basura espacial y existe legislación internacional que indica cómo proceder
con  ella.  Lamentablemente, como en muchos otros  casos,  pocas  veces  se
cumple.

Residuos peligrosos

	Mientras que en Tierra una bala lanzada a 2.900  km/h se detiene al
impactar contra un objeto a 1 km de distancia, un  tornillo  suelto  en  el
espacio  a  más de 27.000 km/h puede atravesar un satélite y  continuar  su
recorrido.

	Los  efectos de los impactos de la chatarra espacial se aprecian en
casi cualquier  artefacto  que  vuele  alrededor  de  la  Tierra, desde los
transbordadores que regresan  siempre con claras cicatrices en el exterior,
hasta satélites estropeados por  el  impacto de un fragmento descontrolado.
Los  151 metros cuadrados del  módulo  experimental  LDEF  (instalación  de
exposición prolongada, en sus siglas inglesas),  de la NASA, que permaneció
en órbita a 500 kilómetros de altura  desde  1984 hasta 1990, tenían más de
30.000  cráteres visibles cuando fue recuperado, de los  cuales  5.000  con
diámetros superior a 0,5 milímetros.

	La  posibilidad  de  que  un  residuo  peligroso  colisione con  un
transbordador espacial es de 1 entre 100.000.  Parece poco,  pero  una  vez
cada  uno o dos años se produce por este motivo una  situación  de  riesgo.
Desde  el inicio de los vuelos del Transbordador Espacial, en 1981, se  han
tenido  que  cambiar más de 60 ventanillas por recibir impactos de pequeños
fragmentos de basura espacial.

	En agosto  de  1996, por ejemplo, un violento impacto a 54.000 km/h
sacó de su  órbita  al  satélite espía Cerise.  La investigación reveló que
había chocado con un fragmento de un cohete Ariane lanzado diez años antes.

	En un radio de  2.000  kilómetros alrededor de la Tierra hay más de
dos millones de kilos de  chatarra.    El  especialista  en el tema Richard
Crowther explica en un número reciente  de  la  Revista  Science, que se ha
dividido la población de basura artificial en tres categorías:  los objetos
mayores de 10 centímetros de diámetro en órbitas  bajas  y  mayores  de  un
metro en órbitas altas que se detectan rutinariamente desde  Tierra  y  que
forman la población catalogada;  la llamada población letal, compuesta  por
objetos  de  tamaño  entre  uno  y  diez  centímetros  de  diámetro y  cuyo
seguimiento  no  se  puede  hacer,  pero  que son capaces de provocar daños
catastróficos en colisiones;    y  los  objetos inferiores a un centímetro,
frente a los cuales  es  posible  construir  pantallas de protección en las
naves y satélites.  Los  objetos  catalogados constituyen más del 99% de la
masa total de basura espacial.

	Según la NASA y el Instituto  Astrofísico  de  Canarias  (IAC), hay
situados en órbita más de 8.000 objetos  mayores  de  10  cm,  unos 100.000
fragmentos de entre 1 y 10 cm y  decenas  de millones de partículas menores
de 1 cm.  En apenas 2 meses de  observación,  el  Instituto  Astrofísico de
Canarias logró detectar más de 200 nuevos fragmentos de un  tamaño superior
a los 15 cm de longitud. 

Pioneros generadores de basura

	La primera fragmentación en órbita ocurrió en junio de 1961, cuando
el cuerpo del cohete que lanzó el satélite Transit 4A Ablestar explotó.  El
suceso produjo 267 fragmentos observables. 

	La  explosión de un cohete Pegasus en 1994 creó una nube de 300.000
fragmentos de más de 4 mm.  Esta explosión duplicó por sí sola el riesgo de
colisión del telescopio Hubble.

	La prenda  de  vestir más peligrosa de la historia es un guante que
perdió el astronauta  Edward  White  en  1965.    Durante un mes, el guante
estuvo orbitando a 28.000 km/h.

	Cuanta mayor es la  altitud,  más  tiempo  permanecen en órbita los
residuos espaciales.  Por debajo de 600 km, la basura espacial suele caer a
tierra en pocos años;  a  800  km,  el tiempo que permanece en órbita es de
décadas;  por encima de 1.000 km, puede estar siglos allá arriba.

	A 36.000 km de altura, donde se sitúa la órbita geoestacionaria, es
donde se produce la mayor congestión, llegando al  borde  de la saturación.
Descontando  el  tema de la basura, esta órbita es  la  mejor  para  situar
satélites porque al girar éstos a la misma velocidad que  la Tierra parecen
quedar como puntos fijos en el cielo. 

	Fotografías  tomadas  por  el    astrónomo    estadounidense   Bill
Livingstone muestran que la chatarra  espacial  acumulada en en esta órbita
parecen formar un anillo.  Con  este sistema se pretende realizar el primer
mapa visual del tráfico geoestacionario.

Para evitar impactos no deseados

	Si uno tiene que esquivar o sobrevivir  a una lluvia de proyectiles
equivalentes  a  balas  de  calibre  22 disparadas por  rifles,  tiene  dos
alternativas  realistas:   o se parapeta como pueda o  intenta  limitar  la
probabilidad de impacto.  En el caso de la chatarra  espacial  no  se trata
literalmente de proyectiles del calibre 22 (aunque los fragmentos en órbita
de  tamaño superior a un centímetro de diámetro tienen una energía cinética
equivalente), ni la  mayoría  de  las víctimas potenciales, exceptuando los
astronautas, son personas sino naves espaciales.

	Para reducir el riesgo,  señala  el  experto  Richard  Crowther, se
pueden hacer dos cosas:   diseñar  sistemas  capaces de minimizar o reducir
las consecuencias de los impactos de  la  chatarra espacial en los aparatos
(ya   sean  satélites  de  comunicaciones,  observatorios  científicos    o
estaciones espaciales), o reducir el riesgo limitando las  posibilidades de
colisión,    por    ejemplo  modificando  la  orientación  de  determinados
artefactos.

	En la  misma  Estación  Espacial  Internacional (ISS), por ejemplo,
tras modelizar en computadoras el riesgo de colisión con chatarra espacial,
se  reforzó  la  cubierta  exterior.    En  cuanto  a  la  modificación  de
configuración  de  vuelo  de  artefactos  espaciales,  se  ha  evaluado  la
posibilidad  de  que los transbordadores vayan  en  órbita  con  la  cabina
orientada hacia atrás para protegerla.

	Pese a ello, no hay forma, con las medidas actuales, de escudar los
vehículos  espaciales  frente a la amenaza de más  de  100.000  objetos  en
órbita,  o  controlarlos por radar desde tierra, pese a  que  los  expertos
aconsejan  aumentar  y mejorar las operaciones de seguimiento constante con
radar.

	De  momento,  parece  claro  que  medidas  como  limpiar  de basura
espacial  los    alrededores   de  la  Tierra  recogiendo  chatarra  no  es
económicamente viable, señala  Crowther.    En el mes de abril de este año,
precisamente,  se reunió en  el  Reino  Unido  el  comité  de  Coordinación
Interagencias Antiresiduos para estudiar la situación.

	Lo recomendable es limitar el  vertido  de  residuos en órbita.  Un
paso importante es preparar los satélites  y  naves  para  que  estorben lo
menos posible cuando dejan de funcionar (retirándolos de las órbitas útiles
o evitando que se deshagan en piezas peligrosas).   También hay que diseñar
los  artefactos  de  manera  que  durante  su  puesta en  funcionamiento  u
operación  no  suelten  peligrosos  proyectiles,  como cubiertas o tapas de
protección.  Por supuesto los diseñadores de cohetes han de tomar todas las
medidas para evitar que los fragmentos de los mismos, una vez finalizada la
combustión,  se conviertan en bólidos amenazantes para todo lo que se cruce
en órbita.

	No hay  que  olvidar  que  en un choque en órbita, ya sea entre dos
pedazos de chatarra  o  contra  un  vehículo  o satélite, se pueden generar
decenas o miles de  fragmentos  más  pequeños  pero  muy  peligrosos.  "Una
moneda viajando a diez kilómetros  por  segundo, recuerda Science, tiene la
misma energía de impacto que un autobús lanzado a 100 kilómetros por hora".
///


[]	BREVES DE CIENCIA Y TÉCNICA

>	LOS MISTERIOS DE PLUTÓN.  El  Consejo  Nacional de Investigación de
los Estados Unidos pidió que se explore  Plutón  y el cinturón de Kuiper en
donde está ubicado el planeta, porque en esa  región  de  inusuales objetos
cósmicos  podrían estar las pistas sobre el origen de  la  la  vida  en  la
Tierra.
	Plutón fue descubierto en el año 1930.  Es el  planeta  más alejado
del Sol y tarda 248 años en dar una vuelta alrededor  de éste.  Es el único
planeta  del sistema solar que nunca ha sido observado directamente por una
sonda  robótica.  Muchos científicos creen que el Cinturón de Kuiper es una
especie de  lugar  de  nacimiento  de  cometas  y  asteroides,  dos objetos
cósmicos que habrían  portado agua y creado vida cuando colisionaron contra
la Tierra en su nacimiento.
	"Ellos son el único  mecanismo  que  conocemos  que  brinda  agua y
materia biológica a la estéril  Tierra", dijo Michael Belton, quien preside
el comité que preparó el informe  del consejo.  Belton, quien es presidente
de Iniciativas de Exploración Espacial Belton, en Tucson, Arizona, dijo que
la  misión  recomendada  sería  un reconocimiento robótico de  "propiedades
diversas  de  los  objetos  del Cinturón de Kuiper".   "No  es  una  misión
centrada  en  Plutón",  dijo  Belton.  "Plutón está incluido porque  es  el
miembro  más  grande de ese grupo.  Es extraño, y resulta  que  todos  esos
otros  objetos  del  Cinturón  de  Kuiper  tienen  propiedades  inesperadas
también".
	El informe resaltó que  la  NASA debería realizar misiones entre el
2003 y el 2013, con  el objetivo de descubrir cómo se desarrolló la vida en
la Tierra y si existe vida  extraterrestre.  Recomendó, también, enviar una
serie de aeronaves espaciales robóticas, desde las  relativamente  pequeñas
que costarían menos de 325 millones de dólares, a las de mediano tamaño que
pueden costar hasta 650 millones de dólares, con lanzamientos al menos cada
18 meses. 
	Sin embargo, la NASA no ha mostrado entusiasmo por las  misiones al
Cinturón  de  Kuiper-Plutón.    En  septiembre de 2000, la agencia espacial
interrumpió las  misiones de robots porque necesitaba recortar gastos.  Los
fondos fueron restaurados  en noviembre de 2001 -cuando se envió una misión
para estudiar a Europa,  una luna de Júpiter- y vueltos a eliminar en abril
pasado.

>	EMPOLLANDO UNA NUEVA PC.   La  Universidad  de  Delaware,  EEUU,  a
través de su proyecto de Compuestos Viables de Fuentes Renovables patentó a
fines  de  junio  de  este  año  un    chip  construído  con  plumas  cuyas
características lo hacen muy superior a los de  silicio.  El Proyecto ACRES
(sigla  tomada  de  Affordable  Composites from Renewable Sources) pretende
encontrar en materiales  orgánicos  compuestos  industriales  completamente
ecológicos.
	Dentro del ACRES, el  ingeniero químico Richard Wool se especializa
en la investigación con plumas  para  la  sustitución  de materiales de uso
industrial.  Tomando en cuenta que  las  señales  eléctricas  se  desplazan
mejor o peor, según la resistencia que  les  ofrece el material por el cual
circulan,  Wool  desarrolló  un  nuevo  compuesto  sustituto  del   silicio
fabricado  en  base a plumas y aceites vegetales cuya  resistencia  es  muy
baja.
	En    pruebas   de  laboratorio,  el  chip  plumífero  demostró  un
rendimiento mucho mayor que el de silicio.
	"Este es un ejemplo de cómo utilizar tecnologías ecológicas y, a su
vez, construir máquinas más poderosas", dijo Wool a la prensa.

Más información: http://www.ccm.udel.edu/mission/programs/ACRES/

>	EL NIÑO RGRESA  MANSO.  Científicos de una agencia gubernamental de
Estados Unidos dijeron que  el fenómeno meteorológico conocido como El Niño
había regresado, aunque con mayor debilidad que en 1997-98.  
	Investigadores del clima en la  Dirección  Oceánica  y  Atmosférica
Nacional  (NOAA,  por  sus  siglas  en  inglés)  mencionaron  varios  meses
consecutivos  de  temperaturas  oceánicamente anormalmente templadas en  la
zona central del Océano Pacífico e intensas lluvias en la costa pacífica de
América del Sur, como señales de que el fenómeno ya había llegado. 

>	CIENTÍFICOS   BRITÁNICOS  PRUEBAN  UNA  VACUNA  CONTRA  LA  MALARIA
Millones de personas podrían salvar sus vidas si resultara exitoso un nuevo
tipo de vacuna contra la malaria que un grupo de médicos británicos comenzó
a probar en voluntarios de Gambia, en Africa.
	Actualmente, no existe ninguna  vacuna  eficaz  que  se  utilice de
forma generalizada para combatir esta  dolencia,  que se transmite a través
de los mosquitos. 
	Cerca  de  360  voluntarios  en  Gambia,    todos   ellos  adultos,
participarán en las pruebas:  la mitad recibirá la vacuna contra la malaria
y la otra mitad será vacunada contra la  rabia,  para comparar los efectos.
(Télam-SNI) 

Más información:
http://www.hhmi.org/news/schofield-esp.html
http://www.canalrcn.com/noticias/salud.htm

>	AVIÓN  JAPONÉS.   Los científicos japoneses que buscan fabricar  un
avión supersónico de nueva generación planean más vuelos de prueba  pese  a
un  desastroso ensayo inicial.  Tras cinco años trabajando en el  proyecto,
los  científicos dedicaron los últimos seis meses a preparar el lanzamiento
del modelo  a  escala  del  avión  que  algún  día podría transportar a 300
personas.
	El modelo, de 11,5 metros de largo y construido a una escala de 1 a
10 del que sería  el  original,  debería haberse propulsado a 18 kilómetros
sobre la Tierra, y tras  desacoplarse  del  cohete  planear de vuelta a dos
veces la velocidad del sonido.
	Sin embargo, el modelo del jet,  que  algún  día  podría  viajar al
doble de la velocidad del Concorde con  el  triple de pasajeros a bordo, se
desplomó y estalló en tierra poco después de ser lanzado desde un cohete en
una antigua zona británica de pruebas en el estado de Australia del Sur. 


---------------------------   EFEMÉRIDES    -----------------------------

[]	24/08/1833 Nace Luis Piedrabuena, explorador de la Patagonia. 

Miguel Luis  Piedrabuena  nació  el  24  de  agosto  de  1833, en Carmen de
Patagones, provincia de  Buenos Aires.  Se dice que ya desde niño se sentía
atraído  por los relatos  de  aventuras  de  marinos,  y  que  se  divertía
construyendo barcos de juguete.   A  los nueve años se enlistó como grumete
de  un  pailebot que iba de  Buenos  Aires  a  Montevideo.    Sin  embargo,
disconforme por el trato que recibía, huyó  del  barco cuando se hallaba en
Buenos Aires, y se enroló bajo las órdenes  del capitán James Harris, de la
Armada Argentina, quien se encargó de que el pequeño  Luis  continuara  sus
estudios primarios y secundarios, luego de lo cual lo regresó a sus padres.
La  casa  paterna  apenas  pudo retener el espíritu de aventura del  joven,
quien  en  1843  se  embarcó  una  vez  más  en  una  expedición  ballenera
norteamericana  hacia  los mares del Sur, bajo las órdenes del capitán W.H.
Smiley, quien se encargó de su educación marinera.

Piedrabuena demostró  una excelente aptitud hacia el duro oficio del mar, y
sus compañeros pronto  lo  reconocieron  como  un  hábil  arponero, remero,
timonel y gaviero.   En  el  viaje,  llegaron  a las Islas Malvinas y luego
descendieron hasta el paralelo 68º  latitud  sud,  hasta el Cabo de Hornos.
Ya  completamente integrado a la tripulación,  en  otra  expedición  se  le
concedió el mando del segundo ballenero que  integraba  la  flota.  En esta
ocasión tuvo la oportunidad de demostrar su valor  cuando, salvó la vida de
14  náufragos de una expedición alemana, asaltados por un  temporal  en  la
Isla de los Estados.  Durante los años siguientes, en  los  que exploró los
canales  fueguinos, se desempeñó tan bien, que el Capitán Smiley lo  nombró
primer  oficial de su buque, cargo que ejerció mientras realizaban misiones
de caza  de  lobos marinos y focas hasta 1854.  Fue entonces cuando viajó a
Nueva  York  para    continuar  sus  estudios  en  una  escuela  de  marina
norteamericana.  Dos años  más  tarde,  se embarcó en el bergantín "Nancy",
adquirida por Smiley, para seguir  recorriendo  el  mar  austral.   Durante
estos viajes, sobrellevó una serie de aventuras tan pintorescas que podrían
haber inspirado a Salgari:  rescató náufragos,  se  cañoneó  con  piratas y
bandidos y construyó refugios para quienes naufragasen en  esas  aguas poco
hospitalarias.  En Cabo Torrentoso grabó sobre una piedra:   " Aquí termina
el dominio de la República Argentina.  En la Isla de los Estados se socorre
a los náufragos".

Sus hazañas llegaron finalmente a oídos del gobierno nacional, y en 1864 el
gobierno  de  Mitre lo nombró capitán de la armada.  Piedrabuena aceptó  el
cargo,  pero  renunció a su estipendio, y de su propio bolsillo adquirió el
bergantín  "Carlitos", con  el  cual  tuvo  mala  suerte,  ya  que  resultó
seriamente averiado y debió  deshacerse  de  la  nave.    Para entonces, su
situación financiera era poco menos  que  desastrosa.  Utilizando buques de
la  armada,  comenzó  a  desarrollar  planes  de  colonización  en  el  sur
argentino, donde hizo construir casitas que serían el inicio de colonias en
Las Salinas y sobre el Estrecho de Magallanes,  en  la  bahía San Gregorio.
Durante  sus  viajes  entabló  amistad  con  numerosos  pueblos  indígenas,
atrayéndolos a la causa nacional, para lo cual frecuentemente les  regalaba
banderas  y  cintas  argentinas.  Pero además, les proveía de medicamentos,
les acercaba  provisiones en épocas de hambruna, y ocasionalmente los hacía
subir a su barco para instruirlos en el oficio del marinero.

En ocasión de  un viaje a Santa Cruz, le tocó vivir otra aventura.  La nave
"Espora", que tenía a  su  mando naufragó en la parte meridional de la isla
de los Estados.  El  accidente fue tan repentino que no alcanzó a salvar ni
siquiera víveres, y tanto él como  su  tripulación  debieron sobrevivir con
una dieta a base de mariscos y aves marinas durante los 72 días que duró la
construcción  de un cúter que fabricó con los  restos  del  "Espora".    El
"Luisito", bautizado como su hijo, le permitió regresar a  Punta  Arenas, y
fue la nave que utilizó en sus siguientes expediciones de cacería de lobos,
que comenzó a ser su principal fuente de ingresos.  En  1867,  con el envío
de autoridades  para  establecerse  definitivamente en el sur argentino, el
gobierno comenzó a  realizar  exploraciones  científicas sistemáticas de la
región, a cargo de  la  Sociedad  Científica Argentina, en las que no podía
faltar Piedrabuena.  Con el "Santa Cruz" realizó una nueva travesía tocando
Chubut,  Puerto  Deseado  y Santa Cruz,  llevando  a  bordo  al  explorador
Francisco P.  Moreno.

Pero el bravo marino ya estaba agotado de una vida dura y pobre, y su salud
comenzó  a  faltarle,  y  poco  antes  de  comenzar   una  misión  para  la
construcción de un faro en la Isla de los  Estados, lo sorprendió la muerte
el 10 de agosto de 1883, a los cincuenta años  de  edad.   En sus múltiples
derroteros rescató un total de 146 náufragos, recibió condecoraciones de la
reina de Inglaterra y del emperador de Prusia, además de una medalla de oro
de  la  Sociedad  Científica    Argentina,    en   reconocimiento  por  sus
exploraciones precursoras y relevamientos geográficos.    A orillas del río
Santa Cruz, en la isla Pavón  que él descubriera, se encuentra hoy el Museo
Luis Piedrabuena, y una ciudad santacruceña, Comandante  Luis  Piedrabuena,
lleva su nombre.

Más información:
http://www.tierradelfuego.org.ar/museomar/Maritimo/Isla%20Estados/espora02.htm
http://www.ara.mil.ar/historia/piedrabuena.htm
http://www.cpel.uba.ar/filargenta/correo/anta0063.htm
http://www.cibernautica.com.ar/historias/elguardiandelsur.htm

Los interesados en la vida de este personaje,  también  pueden consultar el
libro:  Piedra Buena:  Caballero del Mar, de Raúl A.  Entraigas.


      ///////////////// FIN DE LA SEGUNDA SECCION  \\\\\\\\\\\\\\\\\
      \\\\\\\\\\\\\\\\ CONTINUA EN TERCERA SECCION /////////////////

Educyt, semanario de noticias de Educacion, Universidad,  Ciencia y Tecnica
Editores  responsables:    Fernando  Demarco  y  Carlos  Borches

E-mail:  educyt@de.fcen.uba.ar


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