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E D U C Y T
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Noticias de
Educacion, Universidad, Ciencia y Tecnica
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21 de agosto de 2002 Año 6 Nro. 199
Segunda sección
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%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%% INDICE %%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%
--------------------------- CIENCIA Y TECNICA -----------------------
ASÍ NACIÓ LA ESCRITURA
Por Narcís Fernández
CHATARRA ESPACIAL
BREVES DE CIENCIA Y TECNOLOGIA
EFEMÉRIDES Nace Luis Piedrabuena, explorador de la Patagonia.
------------------------ TODOS DICEN LO SUYO ------------------------
----------------- CURSOS, BECAS, SEMINARIOS, CONCURSOS ---------------
CURSOS, BECAS, SEMINARIOS
Generales, Educación, Ciencias Sociales, Ciencias Exactas
e Ingeniería, Ciencias Naturales, Ciencias de la Salud.
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--------------------------- CIENCIA Y TECNICA -----------------------------
[] ASÍ NACIÓ LA ESCRITURA
Por Narcís Fernández
Nos costó miles de años aprender a leer y a escribir. La invención
de signos que expresaran palabras supuso un proceso largo y
complejo que revolucionó la comunicación entre las personas
Las primeras letras que aprendimos de niños fueron las cinco
vocales. Luego llegaron las consonantes. Es probable que se nos haya
olvidado aquel dibujo de un burrito que, a fuerza de mirarlo, introducía en
la memoria, por asociación, la letra "b". Con un mayor esfuerzo,
comprendimos que, por ejemplo, el dibujo del burrito junto al de un abanico
construían la sílaba "ba". Así fue cómo, poco a poco, aprendimos a leer y
a escribir. Pero, por extraño que parezca, las primeras civilizaciones
aprendieron a escribir con palabras enteramente formadas y con sílabas,
antes que con letras individualizadas. Las vocales tardarían milenios en
aparecer. El único terreno en común lo constituye aquel burrito que,
durante un tiempo, tuvo para nosotros el significado de una letra
determinada: las formas asociadas a los signos.
La trayectoria que lleva a otorgarle a un dibujo un valor de signo
fonético, independiente de lo que expresa a primera vista, es muy ardua e
implica un nivel de abstracción asombroso, especialmente si tenemos en
cuenta que la humanidad lo realizaba por vez primera.
Como tantos otros logros de la humanidad, el milagro se produjo en
la Grecia del siglo VII a.C. No obstante, el camino se había iniciado
miles de años atrás. Las primeras muestras de escritura realizadas por el
ser humano proceden de la ciudad sumeria de Uruk, erigida en la orilla
derecha del río Éufrates, en la Baja Mesopotamia. Allí, una expedición
arqueológica alemana halló en el año 1929, millares de tablillas de
cerámica grabadas con signos cuneiformes -caracteres en forma de cuña- que
datan de alrededor del año 3300 a.C.
Tras descifrarlas, lo que más asombró a los especialistas fue que,
en fechas tan tempranas, fuera posible una escritura tan precisa. Debía
existir alguna explicación. Algunos creyeron hallarla en el trabajo de los
escribas, quienes, por apuro o por descuido, fueron simplificando sus
primitivos signos pictográficos hasta desembocar en la caligrafía
cuneiforme. No obstante, ninguna prueba arqueológica apoyaba esta teoría.
Durante decenios se mantuvo el misterio, hasta que fue develado de un modo
verdaderamente insospechado.
En el año 1969, la arqueóloga estadounidense Denise
Schmandt-Besserat inició su tesis doctoral sobre los usos de la arcilla en
el Medio Oriente antiguo. En principio, el tema poco tenía que ver con el
nacimiento de la escritura. Sin embargo, junto a los cacharros de adobe,
las cuentas de collar y las estatuillas que sometió a estudio,
Schmandt-Besserat se encontró con unos singulares objetos de arcilla de
apenas dos centímetros y de formas diversas: discos, conos, tetraedros,
esferas, medias lunas, rectángulos...
La investigadora interpretó finalmente que debían de formar parte
de un sistema de contabilidad semejante a los ábacos. Los denominó
calculi. Estas fichas de cálculo, destinadas según su forma a contabilizar
distintos productos agrarios o ganaderos, eran antiquísimas. De hecho, las
más primitivas podían datarse unos 9.000 años antes de Cristo, 5.000 años
antes de la aparición de la escritura.
Durante ese remoto periodo, las fichas no sufrieron variación. Sin
embargo, hacia el año 3500 a.C. empezaron a producirse cambios
significativos en la región. Surgieron las primeras ciudades y, con ellas,
transformaciones socioeconómicas a gran escala, como el aumento de la
población, la especialización artesana y el establecimiento de una
auténtica producción en masa.
La necesidad de una contabilidad cada vez más compleja se hizo
patente sobre el sistema de los calculi: las fichas no sólo se
diversificaron en nuevas subvariedades, sino que muchas de ellas se
perforaron, como claro testimonio de que fueron ensartadas a modo de
registro en transacciones comerciales de cierta envergadura.
Derivado de los calculi ensartados, apareció entonces un nuevo
sistema para mejorar las garantías en los negocios entre mercaderes.
Consistía en introducir varias fichas dentro de una bola hueca de arcilla o
bullae, que luego se sellaba. Sólo salían a la luz cuando se rompía la
esfera. Así, un transportista se cuidaría mucho de caer en la tentación de
robar parte de los objetos durante la ruta, pues tanto las marcas
exteriores de la bola como las fichas que contenía representaban la
cantidad y el tipo de mercancías en ruta.
Estas medidas, sin embargo, pronto se mostraron insuficientes para
el volumen de negocios que se movía en Uruk, sede de un auténtico imperio
comercial. Fue entonces cuando se produjo el paso trascendental que daría
lugar a la escritura. Las bolas huecas se sustituyeron por objetos planos
de arcilla, más sencillos de archivar que los calculi y más sólidos que las
bullae.
La semejanza entre los primeros signos sumerios sobre tablillas y
las formas de aquellas primitivas fichas de contabilidad atestigua que la
escritura sumeria no la idearon tan sólo unos escribas que, por descuidados
y apresurados, se convirtieron en auténticos genios. Más bien fue la
consecuencia de un sistema de contabilidad que venía de muy lejos y en el
que, desde luego, participó toda la población. Aquel método de notación
sobre tablillas utilizaba líneas rectas o curvas para expresar palabras. A
veces eran dibujos naturalistas, como el de un pez que significaba
"pescado". En otras, el trazo resultaba más esquemático e incluso poseía
connotaciones simbólicas, como es el caso de un triángulo invertido para
escribir "mujer". Pero también se idearon otros recursos para expresar
acciones difíciles de dibujar rápidamente. Así, el verbo "comer" se
escribía uniendo la grafía que expresaba "boca" con la que significaba
"pan".
La necesidad de escribir nombres propios, indispensables en las
transacciones comerciales, fue quizás la que condujo de modo decisivo al
descubrimiento de la gran piedra angular de la escritura, el principio de
fonetización: asociar palabras difíciles de expresar por escrito a signos
que se les parecen por su sonido y que son fáciles de dibujar.
No obstante, para los sumerios todos los signos eran palabras.
Incluidas las sílabas. Su sistema de escritura, pues, no resultaba
sencillo. Y aprenderlo requería años de arduo esfuerzo. La figura del
escriba se hizo entonces imprescindible. Si en algún lugar el escriba es
representativo de una civilización, resulta obligado mirar hacia el Antiguo
Egipto.
¿Egipcios o sumerios?
Durante décadas, la más enconada polémica entre egiptólogos y
orientalistas estuvo centrada precisamente en el tema de la invención de la
escritura: ¿fueron los mesopotámicos o los egipcios? Los métodos
arqueológicos de datación más avanzados han resuelto la cuestión
otorgándole el honor a la Mesopotamia.
La escritura egipcia surgió algo más tarde, hacia el año 3100 a.C.
Y lo hizo provista ya de todos sus medios técnicos. Los jeroglíficos se
emplearon durante más de 3.000 años, hasta el siglo IV de nuestra era. Se
puede datar con toda exactitud el lugar y la fecha de la última
inscripción: en la isla de Filae, el 24 de agosto del año 394.
Respecto a la escritura cuneiforme mesopotámica, el último
testimonio se remonta al año 75, también de nuestra era. Paradójicamente,
proviene de Uruk, la misma ciudad que vio nacer la escritura.
¿Por qué el cuneiforme mesopotámico y los jeroglíficos egipcios
dejaron de utilizarse? Lo cierto es que aquellos remotísimos sistemas de
notación eran de un manejo muy complicado. Estaban reservados a castas de
especialistas que no sólo preservaban su cultura, sino también sus
privilegios. De ahí que los escribas manifestaran una férrea hostilidad
hacia cualquier simplificación, pues ello podría hacer peligrar su puesto
de trabajo. Así, la escritura cuneiforme mesopotámica contaba, hacia su
ocaso, con varios centenares de signos. Y los jeroglíficos con casi cinco
mil . Podían haber evolucionado hacia una mayor simplificación, hasta
encontrar un verdadero alfabeto. Pero, sencillamente, los escribas no
supieron o no quisieron inventarlo.
La simplificación llegó desde otras geografías. Numerosos pueblos
residentes en la periferia del foco sumerio aplicaron las grandes
posibilidades que les daba el imperfecto silabario cuneiforme. Ninguno de
estos pueblos llegó a desprenderse por completo del uso de los signos
léxicos, pero redujeron su número de manera significativa y sistematizaron
el empleo de los silábicos. Hacia el siglo XIII a.C., por ejemplo, los
montañeses de Elam obtuvieron un sistema de 102 signos silábicos y sólo
siete léxicos. La culminación, sin embargo, se alcanzó en Creta en torno
al año 1450 a.C., con un sistema de tan sólo 62 signos silábicos.
El gran paso del alfabeto
No cabe duda de que el alfabeto constituye la forma más idónea y,
sobre todo, más adaptable de la escritura: un pequeño número de signos
gráficos convencionales que transcriben cada uno un único sonido. Este
sistema, tan sencillo y familiar para nosotros, constituye sin duda el
invento más revolucionario que haya producido la humanidad en el terreno
cultural. Su simplicidad, además, permite su uso por cualquiera y en
cualquier idioma, tras un breve periodo de aprendizaje.
No se sabe a ciencia cierta cuál fue el origen del alfabeto, aunque
pueden calificarse de precursoras las escrituras semíticas occidentales,
derivadas del jeroglífico egipcio. Es el caso de los pseudojeroglifos de
la antigua ciudad fenicia de Biblos, con 80 signos y datados en fecha tan
remota como el 2500 a.C.
Más tardías –del siglo XVIII a.C.– son las inscripciones
protosinaíticas halladas en la península del Sinaí, con sólo una treintena
de signos, o los textos protocananeos de la antigua Palestina, con
diferentes hallazgos que abarcan desde los siglos XVIII al XIII a.C.
Lamentablemente, todas estas inscripciones han resultado ininteligibles o
de muy difícil comprensión para nosotros.
Distinto es el caso del alfabeto ugarítico, denominado así por
proceder de la ciudad siria de Ugarit. Es el más antiguo del que se
conocen todos sus signos y del que se dispone de gran cantidad de textos
para comparar su lectura. Los documentos, descubiertos en 1929 en la zona
de Ras-Shamra (Siria), promontorio donde se erigió Ugarit, constan de más
de dos mil tablillas y pueden fecharse entre los siglos XIV y XIII a.C.
Este alfabeto comprendía al principio treinta signos, que luego
fueron reducidos a veintidós. Su grafía, cuneiforme aún, dista todavía del
sencillo y económico trazo mediante líneas que identifica una letra, tal y
como la concebimos hoy. Este motivo ha provocado que no pocos
especialistas tengan serias dudas a la hora de calificar la escritura
ugarítica como el primer alfabeto de la historia.
La verdad es que el carácter lineal de nuestra escritura constituye
un auténtico broche maestro de sencillez, añadido cómo no a la propia
simplicidad que representa en sí mismo el alfabeto. Y, hay que
reconocerlo, las inscripciones fenicias, con un sistema de veintidós
signos, al igual que el ugarítico, son un prodigio de caligrafía fácil.
No es de extrañar que este sistema haya aparecvido emarcado dentro
de la cultura fenicia. Comerciantes innatos, su estructura económica los
había convertido en los más importantes abastecedores de mercancías y
servicios en el Cercano Oriente. Necesitaban un instrumento de trabajo
eficaz para su intensa actividad comercial, y las complicadas escrituras
logosilábicas, que requerían largos años de aprendizaje, eran la antítesis
de la eficacia y del beneficio económico rápido.
Los fenicios no sólo idearon el alfabeto, sin duda adaptándolo de
ensayos precedentes que tuvieron la pericia de mejorar, sino que dotaron a
las letras de una forma más asequible. Pero se olvidaron de incluir las
vocales. Esta ausencia nunca ha sido explicada satisfactoriamente, pero en
su descargo siempre habrá que tener en cuenta que el alfabeto fenicio fue
elaborado para transmitir una lengua semítica y que, a efectos de uso, se
hallaba perfectamente adaptado a ella. Aún hoy, árabes y hebreos disponen
de puntualizaciones vocálicas, pero prescinden de ellas en la práctica.
Los creadores de las vocales, y por tanto del alfabeto completo,
fueron los griegos. Sin embargo, conviene matizar su protagonismo. En
primer lugar, fue tomado directamente del fenicio hacia el siglo VII a.C.
Los propios helénicos se referían a su escritura con el nombre de "fanikéia
grammata", que significa "escritura fenicia". En segundo lugar, los
veintidós primeros signos del griego se corresponden, en términos
generales, con los mismos signos consonánticos fenicios. Y por último, y
aunque desde el periodo más antiguo usaban ya todas las vocales, el origen
de éstas debe buscarse en las lenguas semíticas, que contaban con ciertos
signos que expresaban las denominadas consonantes débiles, que para los
griegos no correspondían a sonidos. Lo que hicieron fue convertir tales
signos, innecesarios para ellos, en vocales.
Con el alfabeto, cuyo remoto origen se halla en algo tan ajeno a él
como los calculi mesopotámicos, la evolución de la escritura llegó a su
fin.
De mitos y leyendas
No faltan los mitos en su larga y compleja historia. Una leyenda
sumeria atribuía su invención a Emmerkar, gran rey de Uruk. Según los
babilonios, su creación era obra del dragón Nabu, dios de la sabiduría. Y
los egipcios mantuvieron la creencia de que fue la divinidad Thot quien
enseñó a escribir a los hombres. Los griegos concebían al ser humano como
la medida de todas las cosas, por lo que carecían casi por completo de
mitología sobre la escritura. Sabían su procedencia y no necesitaban
especular con sus orígenes mágicos.
Yo, de grande, voy a ser escriba
En el Antiguo Egipto, el puesto de escriba era de los más
codiciados. Quizás el que más. No en vano, una vez conseguido el título
se podía ascender rápidamente hasta llegar incluso a ser visir o tati, el
más alto cargo político después del faraón.
Pero el camino no resultaba fácil. Convertirse en escriba suponía
largos años de aprendizaje que comenzaban desde la infancia. Los
candidatos iniciaban sus estudios entre los cinco y diez años, ingresando
en las escuelas que se habilitaban en los templos y que estaban a cargo de
sacerdotes. Veteranos escribas eran los encargados de instruir a los
pequeños en el difícil y complejo arte de la escritura egipcia. No
escribían sobre rollos de papiro, pues resultaba demasiado caro en las
tareas de aprendizaje. Así que los escolares debían conformarse con
deslizar sus plumas de caña sobre lajas de piedra. En ellas escribían
fragmentos de textos famosos en aquellos tiempos, como El Himno del Nilo.
En una laja escolar de la época un alumno escribió: "Las horas de clase
son eternas, como las montañas."
Una mala caligrafía o un borrón de tinta eran motivos para
despertar la ira del maestro escriba y recibir un fuerte bastonazo. De
hecho, el profesor siempre impartía la clase con una vara en una de sus
manos.
Tras los primeros años de estudios en los templos, los alumnos más
aventajados ingresaban en las "Casas de la Vida", una especie de institutos
donde completaban su formación con asignaturas de contenido científico y
religioso. Pocos lograban culminar la carrera, tanto por su costo
económico como por el alto nivel de exigencia.
La experiencia americana
Los incas edificaron megalíticas construcciones y elaboraron
precisos calendarios, pero sus inscripciones nos resultan comprensibles
mediante sus dibujos, sin apoyo de forma lingüística alguna. Dicho en
otros términos: carecían de escritura propiamente dicha.
Mesoamérica, donde despuntaron las civilizaciones maya y azteca,
ofrece un sistema de memorización de dibujos que prácticamente significan
lo que representan. Los aztecas, sin embargo, alcanzaron un mayor nivel y
hasta utilizaban ciertos fonemas con los que formaban palabras. Tal vez
pudieron evolucionar hacia una escritura totalmente fonética como la
nuestra, pero la llegada de los conquistadores españoles truncó aquel
hipotético proceso.
///
[] CHATARRA ESPACIAL
Todo parece indicar que la Tierra se convertirá en el quinto
planeta del Sistema Solar en tener su propio anillo. Sin embargo
éste anillo será de una naturaleza muy distinta y mucho más
peligrosa que los que rodean a Júpiter, Urano, Neptuno y, sobre
todo, a Saturno.
A diferencia de los de estos planetas, el anillo orbital terrestre
será totalmente artificial, formado por millones de diminutas partículas de
chatarra procedentes de cohetes fallidos y satélites ya fuera de servicio.
Cualquier objeto artificial no operativo que orbita la Tierra es denominado
basura espacial y existe legislación internacional que indica cómo proceder
con ella. Lamentablemente, como en muchos otros casos, pocas veces se
cumple.
Residuos peligrosos
Mientras que en Tierra una bala lanzada a 2.900 km/h se detiene al
impactar contra un objeto a 1 km de distancia, un tornillo suelto en el
espacio a más de 27.000 km/h puede atravesar un satélite y continuar su
recorrido.
Los efectos de los impactos de la chatarra espacial se aprecian en
casi cualquier artefacto que vuele alrededor de la Tierra, desde los
transbordadores que regresan siempre con claras cicatrices en el exterior,
hasta satélites estropeados por el impacto de un fragmento descontrolado.
Los 151 metros cuadrados del módulo experimental LDEF (instalación de
exposición prolongada, en sus siglas inglesas), de la NASA, que permaneció
en órbita a 500 kilómetros de altura desde 1984 hasta 1990, tenían más de
30.000 cráteres visibles cuando fue recuperado, de los cuales 5.000 con
diámetros superior a 0,5 milímetros.
La posibilidad de que un residuo peligroso colisione con un
transbordador espacial es de 1 entre 100.000. Parece poco, pero una vez
cada uno o dos años se produce por este motivo una situación de riesgo.
Desde el inicio de los vuelos del Transbordador Espacial, en 1981, se han
tenido que cambiar más de 60 ventanillas por recibir impactos de pequeños
fragmentos de basura espacial.
En agosto de 1996, por ejemplo, un violento impacto a 54.000 km/h
sacó de su órbita al satélite espía Cerise. La investigación reveló que
había chocado con un fragmento de un cohete Ariane lanzado diez años antes.
En un radio de 2.000 kilómetros alrededor de la Tierra hay más de
dos millones de kilos de chatarra. El especialista en el tema Richard
Crowther explica en un número reciente de la Revista Science, que se ha
dividido la población de basura artificial en tres categorías: los objetos
mayores de 10 centímetros de diámetro en órbitas bajas y mayores de un
metro en órbitas altas que se detectan rutinariamente desde Tierra y que
forman la población catalogada; la llamada población letal, compuesta por
objetos de tamaño entre uno y diez centímetros de diámetro y cuyo
seguimiento no se puede hacer, pero que son capaces de provocar daños
catastróficos en colisiones; y los objetos inferiores a un centímetro,
frente a los cuales es posible construir pantallas de protección en las
naves y satélites. Los objetos catalogados constituyen más del 99% de la
masa total de basura espacial.
Según la NASA y el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), hay
situados en órbita más de 8.000 objetos mayores de 10 cm, unos 100.000
fragmentos de entre 1 y 10 cm y decenas de millones de partículas menores
de 1 cm. En apenas 2 meses de observación, el Instituto Astrofísico de
Canarias logró detectar más de 200 nuevos fragmentos de un tamaño superior
a los 15 cm de longitud.
Pioneros generadores de basura
La primera fragmentación en órbita ocurrió en junio de 1961, cuando
el cuerpo del cohete que lanzó el satélite Transit 4A Ablestar explotó. El
suceso produjo 267 fragmentos observables.
La explosión de un cohete Pegasus en 1994 creó una nube de 300.000
fragmentos de más de 4 mm. Esta explosión duplicó por sí sola el riesgo de
colisión del telescopio Hubble.
La prenda de vestir más peligrosa de la historia es un guante que
perdió el astronauta Edward White en 1965. Durante un mes, el guante
estuvo orbitando a 28.000 km/h.
Cuanta mayor es la altitud, más tiempo permanecen en órbita los
residuos espaciales. Por debajo de 600 km, la basura espacial suele caer a
tierra en pocos años; a 800 km, el tiempo que permanece en órbita es de
décadas; por encima de 1.000 km, puede estar siglos allá arriba.
A 36.000 km de altura, donde se sitúa la órbita geoestacionaria, es
donde se produce la mayor congestión, llegando al borde de la saturación.
Descontando el tema de la basura, esta órbita es la mejor para situar
satélites porque al girar éstos a la misma velocidad que la Tierra parecen
quedar como puntos fijos en el cielo.
Fotografías tomadas por el astrónomo estadounidense Bill
Livingstone muestran que la chatarra espacial acumulada en en esta órbita
parecen formar un anillo. Con este sistema se pretende realizar el primer
mapa visual del tráfico geoestacionario.
Para evitar impactos no deseados
Si uno tiene que esquivar o sobrevivir a una lluvia de proyectiles
equivalentes a balas de calibre 22 disparadas por rifles, tiene dos
alternativas realistas: o se parapeta como pueda o intenta limitar la
probabilidad de impacto. En el caso de la chatarra espacial no se trata
literalmente de proyectiles del calibre 22 (aunque los fragmentos en órbita
de tamaño superior a un centímetro de diámetro tienen una energía cinética
equivalente), ni la mayoría de las víctimas potenciales, exceptuando los
astronautas, son personas sino naves espaciales.
Para reducir el riesgo, señala el experto Richard Crowther, se
pueden hacer dos cosas: diseñar sistemas capaces de minimizar o reducir
las consecuencias de los impactos de la chatarra espacial en los aparatos
(ya sean satélites de comunicaciones, observatorios científicos o
estaciones espaciales), o reducir el riesgo limitando las posibilidades de
colisión, por ejemplo modificando la orientación de determinados
artefactos.
En la misma Estación Espacial Internacional (ISS), por ejemplo,
tras modelizar en computadoras el riesgo de colisión con chatarra espacial,
se reforzó la cubierta exterior. En cuanto a la modificación de
configuración de vuelo de artefactos espaciales, se ha evaluado la
posibilidad de que los transbordadores vayan en órbita con la cabina
orientada hacia atrás para protegerla.
Pese a ello, no hay forma, con las medidas actuales, de escudar los
vehículos espaciales frente a la amenaza de más de 100.000 objetos en
órbita, o controlarlos por radar desde tierra, pese a que los expertos
aconsejan aumentar y mejorar las operaciones de seguimiento constante con
radar.
De momento, parece claro que medidas como limpiar de basura
espacial los alrededores de la Tierra recogiendo chatarra no es
económicamente viable, señala Crowther. En el mes de abril de este año,
precisamente, se reunió en el Reino Unido el comité de Coordinación
Interagencias Antiresiduos para estudiar la situación.
Lo recomendable es limitar el vertido de residuos en órbita. Un
paso importante es preparar los satélites y naves para que estorben lo
menos posible cuando dejan de funcionar (retirándolos de las órbitas útiles
o evitando que se deshagan en piezas peligrosas). También hay que diseñar
los artefactos de manera que durante su puesta en funcionamiento u
operación no suelten peligrosos proyectiles, como cubiertas o tapas de
protección. Por supuesto los diseñadores de cohetes han de tomar todas las
medidas para evitar que los fragmentos de los mismos, una vez finalizada la
combustión, se conviertan en bólidos amenazantes para todo lo que se cruce
en órbita.
No hay que olvidar que en un choque en órbita, ya sea entre dos
pedazos de chatarra o contra un vehículo o satélite, se pueden generar
decenas o miles de fragmentos más pequeños pero muy peligrosos. "Una
moneda viajando a diez kilómetros por segundo, recuerda Science, tiene la
misma energía de impacto que un autobús lanzado a 100 kilómetros por hora".
///
[] BREVES DE CIENCIA Y TÉCNICA
> LOS MISTERIOS DE PLUTÓN. El Consejo Nacional de Investigación de
los Estados Unidos pidió que se explore Plutón y el cinturón de Kuiper en
donde está ubicado el planeta, porque en esa región de inusuales objetos
cósmicos podrían estar las pistas sobre el origen de la la vida en la
Tierra.
Plutón fue descubierto en el año 1930. Es el planeta más alejado
del Sol y tarda 248 años en dar una vuelta alrededor de éste. Es el único
planeta del sistema solar que nunca ha sido observado directamente por una
sonda robótica. Muchos científicos creen que el Cinturón de Kuiper es una
especie de lugar de nacimiento de cometas y asteroides, dos objetos
cósmicos que habrían portado agua y creado vida cuando colisionaron contra
la Tierra en su nacimiento.
"Ellos son el único mecanismo que conocemos que brinda agua y
materia biológica a la estéril Tierra", dijo Michael Belton, quien preside
el comité que preparó el informe del consejo. Belton, quien es presidente
de Iniciativas de Exploración Espacial Belton, en Tucson, Arizona, dijo que
la misión recomendada sería un reconocimiento robótico de "propiedades
diversas de los objetos del Cinturón de Kuiper". "No es una misión
centrada en Plutón", dijo Belton. "Plutón está incluido porque es el
miembro más grande de ese grupo. Es extraño, y resulta que todos esos
otros objetos del Cinturón de Kuiper tienen propiedades inesperadas
también".
El informe resaltó que la NASA debería realizar misiones entre el
2003 y el 2013, con el objetivo de descubrir cómo se desarrolló la vida en
la Tierra y si existe vida extraterrestre. Recomendó, también, enviar una
serie de aeronaves espaciales robóticas, desde las relativamente pequeñas
que costarían menos de 325 millones de dólares, a las de mediano tamaño que
pueden costar hasta 650 millones de dólares, con lanzamientos al menos cada
18 meses.
Sin embargo, la NASA no ha mostrado entusiasmo por las misiones al
Cinturón de Kuiper-Plutón. En septiembre de 2000, la agencia espacial
interrumpió las misiones de robots porque necesitaba recortar gastos. Los
fondos fueron restaurados en noviembre de 2001 -cuando se envió una misión
para estudiar a Europa, una luna de Júpiter- y vueltos a eliminar en abril
pasado.
> EMPOLLANDO UNA NUEVA PC. La Universidad de Delaware, EEUU, a
través de su proyecto de Compuestos Viables de Fuentes Renovables patentó a
fines de junio de este año un chip construído con plumas cuyas
características lo hacen muy superior a los de silicio. El Proyecto ACRES
(sigla tomada de Affordable Composites from Renewable Sources) pretende
encontrar en materiales orgánicos compuestos industriales completamente
ecológicos.
Dentro del ACRES, el ingeniero químico Richard Wool se especializa
en la investigación con plumas para la sustitución de materiales de uso
industrial. Tomando en cuenta que las señales eléctricas se desplazan
mejor o peor, según la resistencia que les ofrece el material por el cual
circulan, Wool desarrolló un nuevo compuesto sustituto del silicio
fabricado en base a plumas y aceites vegetales cuya resistencia es muy
baja.
En pruebas de laboratorio, el chip plumífero demostró un
rendimiento mucho mayor que el de silicio.
"Este es un ejemplo de cómo utilizar tecnologías ecológicas y, a su
vez, construir máquinas más poderosas", dijo Wool a la prensa.
Más información: http://www.ccm.udel.edu/mission/programs/ACRES/
> EL NIÑO RGRESA MANSO. Científicos de una agencia gubernamental de
Estados Unidos dijeron que el fenómeno meteorológico conocido como El Niño
había regresado, aunque con mayor debilidad que en 1997-98.
Investigadores del clima en la Dirección Oceánica y Atmosférica
Nacional (NOAA, por sus siglas en inglés) mencionaron varios meses
consecutivos de temperaturas oceánicamente anormalmente templadas en la
zona central del Océano Pacífico e intensas lluvias en la costa pacífica de
América del Sur, como señales de que el fenómeno ya había llegado.
> CIENTÍFICOS BRITÁNICOS PRUEBAN UNA VACUNA CONTRA LA MALARIA
Millones de personas podrían salvar sus vidas si resultara exitoso un nuevo
tipo de vacuna contra la malaria que un grupo de médicos británicos comenzó
a probar en voluntarios de Gambia, en Africa.
Actualmente, no existe ninguna vacuna eficaz que se utilice de
forma generalizada para combatir esta dolencia, que se transmite a través
de los mosquitos.
Cerca de 360 voluntarios en Gambia, todos ellos adultos,
participarán en las pruebas: la mitad recibirá la vacuna contra la malaria
y la otra mitad será vacunada contra la rabia, para comparar los efectos.
(Télam-SNI)
Más información:
http://www.hhmi.org/news/schofield-esp.html
http://www.canalrcn.com/noticias/salud.htm
> AVIÓN JAPONÉS. Los científicos japoneses que buscan fabricar un
avión supersónico de nueva generación planean más vuelos de prueba pese a
un desastroso ensayo inicial. Tras cinco años trabajando en el proyecto,
los científicos dedicaron los últimos seis meses a preparar el lanzamiento
del modelo a escala del avión que algún día podría transportar a 300
personas.
El modelo, de 11,5 metros de largo y construido a una escala de 1 a
10 del que sería el original, debería haberse propulsado a 18 kilómetros
sobre la Tierra, y tras desacoplarse del cohete planear de vuelta a dos
veces la velocidad del sonido.
Sin embargo, el modelo del jet, que algún día podría viajar al
doble de la velocidad del Concorde con el triple de pasajeros a bordo, se
desplomó y estalló en tierra poco después de ser lanzado desde un cohete en
una antigua zona británica de pruebas en el estado de Australia del Sur.
--------------------------- EFEMÉRIDES -----------------------------
[] 24/08/1833 Nace Luis Piedrabuena, explorador de la Patagonia.
Miguel Luis Piedrabuena nació el 24 de agosto de 1833, en Carmen de
Patagones, provincia de Buenos Aires. Se dice que ya desde niño se sentía
atraído por los relatos de aventuras de marinos, y que se divertía
construyendo barcos de juguete. A los nueve años se enlistó como grumete
de un pailebot que iba de Buenos Aires a Montevideo. Sin embargo,
disconforme por el trato que recibía, huyó del barco cuando se hallaba en
Buenos Aires, y se enroló bajo las órdenes del capitán James Harris, de la
Armada Argentina, quien se encargó de que el pequeño Luis continuara sus
estudios primarios y secundarios, luego de lo cual lo regresó a sus padres.
La casa paterna apenas pudo retener el espíritu de aventura del joven,
quien en 1843 se embarcó una vez más en una expedición ballenera
norteamericana hacia los mares del Sur, bajo las órdenes del capitán W.H.
Smiley, quien se encargó de su educación marinera.
Piedrabuena demostró una excelente aptitud hacia el duro oficio del mar, y
sus compañeros pronto lo reconocieron como un hábil arponero, remero,
timonel y gaviero. En el viaje, llegaron a las Islas Malvinas y luego
descendieron hasta el paralelo 68º latitud sud, hasta el Cabo de Hornos.
Ya completamente integrado a la tripulación, en otra expedición se le
concedió el mando del segundo ballenero que integraba la flota. En esta
ocasión tuvo la oportunidad de demostrar su valor cuando, salvó la vida de
14 náufragos de una expedición alemana, asaltados por un temporal en la
Isla de los Estados. Durante los años siguientes, en los que exploró los
canales fueguinos, se desempeñó tan bien, que el Capitán Smiley lo nombró
primer oficial de su buque, cargo que ejerció mientras realizaban misiones
de caza de lobos marinos y focas hasta 1854. Fue entonces cuando viajó a
Nueva York para continuar sus estudios en una escuela de marina
norteamericana. Dos años más tarde, se embarcó en el bergantín "Nancy",
adquirida por Smiley, para seguir recorriendo el mar austral. Durante
estos viajes, sobrellevó una serie de aventuras tan pintorescas que podrían
haber inspirado a Salgari: rescató náufragos, se cañoneó con piratas y
bandidos y construyó refugios para quienes naufragasen en esas aguas poco
hospitalarias. En Cabo Torrentoso grabó sobre una piedra: " Aquí termina
el dominio de la República Argentina. En la Isla de los Estados se socorre
a los náufragos".
Sus hazañas llegaron finalmente a oídos del gobierno nacional, y en 1864 el
gobierno de Mitre lo nombró capitán de la armada. Piedrabuena aceptó el
cargo, pero renunció a su estipendio, y de su propio bolsillo adquirió el
bergantín "Carlitos", con el cual tuvo mala suerte, ya que resultó
seriamente averiado y debió deshacerse de la nave. Para entonces, su
situación financiera era poco menos que desastrosa. Utilizando buques de
la armada, comenzó a desarrollar planes de colonización en el sur
argentino, donde hizo construir casitas que serían el inicio de colonias en
Las Salinas y sobre el Estrecho de Magallanes, en la bahía San Gregorio.
Durante sus viajes entabló amistad con numerosos pueblos indígenas,
atrayéndolos a la causa nacional, para lo cual frecuentemente les regalaba
banderas y cintas argentinas. Pero además, les proveía de medicamentos,
les acercaba provisiones en épocas de hambruna, y ocasionalmente los hacía
subir a su barco para instruirlos en el oficio del marinero.
En ocasión de un viaje a Santa Cruz, le tocó vivir otra aventura. La nave
"Espora", que tenía a su mando naufragó en la parte meridional de la isla
de los Estados. El accidente fue tan repentino que no alcanzó a salvar ni
siquiera víveres, y tanto él como su tripulación debieron sobrevivir con
una dieta a base de mariscos y aves marinas durante los 72 días que duró la
construcción de un cúter que fabricó con los restos del "Espora". El
"Luisito", bautizado como su hijo, le permitió regresar a Punta Arenas, y
fue la nave que utilizó en sus siguientes expediciones de cacería de lobos,
que comenzó a ser su principal fuente de ingresos. En 1867, con el envío
de autoridades para establecerse definitivamente en el sur argentino, el
gobierno comenzó a realizar exploraciones científicas sistemáticas de la
región, a cargo de la Sociedad Científica Argentina, en las que no podía
faltar Piedrabuena. Con el "Santa Cruz" realizó una nueva travesía tocando
Chubut, Puerto Deseado y Santa Cruz, llevando a bordo al explorador
Francisco P. Moreno.
Pero el bravo marino ya estaba agotado de una vida dura y pobre, y su salud
comenzó a faltarle, y poco antes de comenzar una misión para la
construcción de un faro en la Isla de los Estados, lo sorprendió la muerte
el 10 de agosto de 1883, a los cincuenta años de edad. En sus múltiples
derroteros rescató un total de 146 náufragos, recibió condecoraciones de la
reina de Inglaterra y del emperador de Prusia, además de una medalla de oro
de la Sociedad Científica Argentina, en reconocimiento por sus
exploraciones precursoras y relevamientos geográficos. A orillas del río
Santa Cruz, en la isla Pavón que él descubriera, se encuentra hoy el Museo
Luis Piedrabuena, y una ciudad santacruceña, Comandante Luis Piedrabuena,
lleva su nombre.
Más información:
http://www.tierradelfuego.org.ar/museomar/Maritimo/Isla%20Estados/espora02.htm
http://www.ara.mil.ar/historia/piedrabuena.htm
http://www.cpel.uba.ar/filargenta/correo/anta0063.htm
http://www.cibernautica.com.ar/historias/elguardiandelsur.htm
Los interesados en la vida de este personaje, también pueden consultar el
libro: Piedra Buena: Caballero del Mar, de Raúl A. Entraigas.
///////////////// FIN DE LA SEGUNDA SECCION \\\\\\\\\\\\\\\\\
\\\\\\\\\\\\\\\\ CONTINUA EN TERCERA SECCION /////////////////
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E-mail: educyt@de.fcen.uba.ar
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