Microsemanario
Año 11 número 474
Lunes 24 de diciembre de 2001
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EL DIA QUE TRONO EL ESCARMIENTO
Lentamente el país recupera la calma perdida. Hay esperanzas matizadas con
diversos grados de escepticismo y una sociedad que quiere creer pero no
baja la guardia.
Lo vivido en la última semana, que comenzó con la explosión desesperada de
los que menos tienen y fue seguida por la participación histórica de la
clase media, no sólo sirvió para terminar con un gobierno repudiado por la
sociedad, sino que instaló en la calle situaciones inéditas.
Jóvenes en las esquinas discutiendo las ventajas y desventajas de la
convertibilidad, vecinos en la calle entornando una radio que anuncia las
medidas, diarios que se agotan en los kioscos y una ciudadanía que despertó
a la política y que no olvidará por mucho tiempo estos días de diciembre,
cuando estalló la bronca y tronó el escarmiento.
Enrique Stroppiana
Carlos Borches
EL MICRO SIGUE EN ENERO
Debido a la situación por la que atraviesa el país, nuestras ediciones el
Microsemanario continuarán durante el mes de enero.
Hemos recibido algunos mails advirtiéndonos la discontinuidad de la
recepción del Micro y queremos decirles que la gente del CCC-UBA ha
trabajado para corregir algunos problemas que tenían las listas de
distribución. De todas formas, estaremos atentos para superar estos
problemas de distribución y los invitamos a ver la página donde se
encuentra, entre otras cosas, la colección completa del Micro.
%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%% INDICE %%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%
PRIMERAS MEDIDAS
REPERCUSIONES
BREVES. Golpes por TV. Habló Cavallo.
LA PEOR DE LAS HERENCIAS
Por Mario Wainfeld
%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%
[] ASUMIÓ ADOLFO RODRIGUEZ SAÁ
PRIMERAS MEDIDAS
La suspensión del pago de la deuda externa, la creación de un millón
de puestos de trabajo y la continuidad del uno a uno son las
principales medidas anunciadas ayer por el Presidente Adolfo
Rodríguez Saá
Luego de una maratónica sesión parlamentaria, el
bloque justicialista impuso su mayoría y consagró al gobernador de San Luis
como presidente de la República.
Pero mientras se efectuaba el conteo de los votos, el Presidente
electo acompañado por el conjunto de gobernadores justicialistas que
conforman el denominado Bloque Federal (que nuclea las provincias "chicas"
manteniendo un juego de equilibrio entre las grandes y las huestes del
menemismo), comenzaba a transitar el camino a la sala donde en unos
instantes sería consagrado como presidente hasta el 5 de abril del 2200.
Eufórico, Rodríguez Saá leyó un documento donde se esbozaban las
impactantes medidas que lograron cosechar aplausos más allá de los filas
del peronismo.
Antes de puntualizar las propuestas para su breve interinato
presidencial, el puntano trazó un recorrido histórico ilustrado con la
iconografía peronista, comenzando en el 17 de octubre, siguiendo con la
resistencia peronista y terminando con las Madres de Plaza de Mayo y las
víctimas de la represión de la semana pasada.
Las medidas
>> Indemnizaciones a las víctimas de la represión
"Vengo a cumplir el mandato constitucional que acaba de otorgarme esta
Honorable Asamblea Legislativa para desempeñar la función de presidente de
la Nación Argentina (...) en uno de los contextos más difíciles y
dramáticos, pero también más profundos y transformadores que le ha tocado
vivir a nuestra Argentina, contexto que se patentizó en la noche del martes
pasado, donde comenzó lo que me animo a calificar como uno de los más
grandes movimientos populares de nuestra historia, cuando los hombres y
mujeres de este país salieron a la calle a manifestar que no soportaban más
el caos, el hambre, la desocupación, la marginalidad, la inseguridad, la
exclusión social, la indecisión, la situación dolorosa por la que estamos
atravesando (...). La observación de estos trágicos días nos obliga a que
en las próximas horas estemos proponiendo al Honorable Congreso de la
Nación una ley para indemnizar a todos aquellos que fueron víctimas de la
protesta popular" señaló Rodríguez Saá adelantando una medida que luego se
explicó alcanzaría a los familiares de los muertos durante la represión y
a los comerciantes cuyos locales hayan sido severamente dañados durante los
saqueos y la represión
>> Suspensión del pago de la deuda externa
"El Gobierno argentino suspenderá el pago de la deuda externa argentina.
Esto no significa el repudio de la deuda. Esto no significa una actitud
fundamentalista; muy por el contrario, se trata del primer acto de
gobierno que tiene carácter racional para darle al tema de la deuda externa
el tratamiento correcto. Los dineros que estén previstos en el Presupuesto
para pagar la deuda, mientras los pagos estén suspendidos serán utilizados
en los planes de creación de fuentes de trabajo. No podemos obviar con
crudeza que algunos dicen que la llamada deuda externa es, al menos
parcialmente, el más grande negociado económico que haya vivido la
Argentina."
>> Baja de salarios para los funcionarios
"Remitiremos al Congreso una ley para disminuir los salarios de los
funcionarios en actividad, de manera tal que nadie pueda ganar más que el
Presidente de la Nación, cuya remuneración será fijada en 3 mil pesos. Se
congelarán todas las vacantes de la administración pública y se venderá la
totalidad del parque automotor asignado a funcionarios públicos. También
pondremos en venta, y nos animaremos a hacerlo, el parque aeronáutico de la
Presidencia. Ningún trabajador de la administración pública perderá su
empleo. Se excluye de este concepto a los aprovechados, a los que con
lenguaje permisivo llamamos gasto político."
>> Un plan para crear un millón de empleos
"Es cierto que cada argentino tiene derecho a un trabajo digno. Venimos a
concretarlo. Comenzaremos a instrumentar un plan social para crear un
millón de empleos. Convocamos a la sociedad civil, la Iglesia,
organizaciones no gubernamentales, sindicatos, organizaciones sociales,
municipalidades y gobiernos provinciales, a unir esfuerzos y controles.
Vamos a decidir en las próximas horas acerca de restablecer el derecho
constitucional según el cual cada trabajador tiene el derecho a un salario
mínimo vital y móvil. Vamos a implementar de inmediato un plan de
emergencia alimentaria para contener a todos los excluidos, marginados y
postergados."
>> Ni devaluación ni dolarización, creación de una tercera moneda
"En la actual crisis económico-social que vive el país son falsas las
opciones de la dolarización o devaluación que presentan a la
convertibilidad como el mal de la sociedad argentina. Esto no implica
desconocer las dificultades que el tipo real de cambio ha venido generando
en nuestras relaciones comerciales con el exterior, hechos que serán motivo
de acciones específicas. Propondremos en el curso de la semana que viene
la implementación de una tercera moneda a fin de inyectar liquidez al
consumo popular. Esto no perjudicará a nadie y llevará beneficio a los
hogares argentinos."
>> Unificación y supresión de ministerios
Cancillería se unifica con Defensa, en tanto que Educación y Salud pasan a
ser áreas de coordinación. Se elimina el ministerio de infraestructura.
Y en estudio, según aclararon con las horas los principales colaboradores
de Rodríguez Saá se encuentra:
>> Anular las rebajas del 13% que se venían aplicado sobre las
jubilaciones y
salarios estatales
>> Continuar con el Fondo de Incentivo Docente que había caído con el
ajuste
presupuestario impulsado por la gestión De la Rua.
>> Recomposición salarial mediante la actualización del Salario mínimo,
vital y móvil que se elevaría (aún en estudio) a $400 por jornadas de ocho
horas de trabajo ( en este momento, muchos salarios del sector comercio,
supermercados, fast food, etc. se encuentran por debajo de esa marca)
Otros párrafos salientes del discurso
"En esas jornadas vimos algo que no pudimos nunca imaginar
los hombres y mujeres que integramos esta democracia, que
tanto dolor y sangre costó a los argentinos antes de 1983,
nada más y nada menos que el símbolo de la lucha por su
recuperación. Me refiero a las Madres de la Plaza de Mayo
reprimidas inexplicablemente por las fuerzas de la
democracia.
"Esta noche, esta madrugada, comenzaremos a instrumentar el
plan social para crear un millón de empleos (...). Vamos a
consultar, reflexionar y decidir en las próximas horas
acerca de restablecer el derecho constitucional según el
cual cada trabajador tiene derecho a acceder a un salario
mínimo, vital y móvil.
"Sin dudar, vamos a implementar de inmediato un plan de
emergencia alimentaria para contener a todos los excluidos,
marginados y postergados. Lo haremos en estrecha
colaboración con cada una de las jurisdicciones
provinciales.
"Remitiremos a la brevedad a este Congreso de la Nación una
ley para concretar la decisión de disminuir los salarios de
los funcionarios en actividad del Poder Ejecutivo Nacional
y sus entidades autárquicas y descentralizadas, de manera
tal que nadie, repito, nadie, pueda ganar más que el
presidente de la Nación, cuya remuneración, por todo
concepto, será fijada en 3000 pesos.
"Se dispondrá la inmediata venta de la totalidad del parque
automotor asignado a funcionarios públicos del Poder
Ejecutivo Nacional y de todos los entes autárquicos y
descentralizados. Y en la emergencia gravísima que vive el
país también pondremos en venta, y nos animaremos a
hacerlo, el parque aeronáutico de la Presidencia de la
Nación.
"No siento que sea justo definir a la llamada deuda externa
argentina como el endeudamiento contraído por el Estado
argentino frente a los acreedores extranjeros que merezca
definir nuestra posición con la frase: debemos honrar los
compromisos asumidos. Siento que las cosas no son así. No
podemos obviar con crudeza que algunos dicen que la llamada
deuda externa, al menos parcialmente, es el más grande
negociado económico que haya vivido la historia argentina.
"Este concepto se agrava porque su tratamiento siempre se
ha realizado en escenarios reducidos, en oficinas a puertas
cerradas, con decisiones desconocidas y a espaldas del
interés general. Y lo que es más grave, se ha priorizado
el pago de la llamada deuda externa frente a la deuda que
este país tiene con sus propios compatriotas.
"Vamos a tomar el toro por las astas, vamos a hablar de la
deuda externa. En primer lugar, anuncio que el Estado
argentino suspenderá el pago de la deuda externa. Esto no
significa el repudio de la deuda externa, esto no significa
una actitud fundamentalista. Muy por el contrario, se
trata del primer acto de gobierno que tiene carácter
racional para darle al tema de la deuda externa el
tratamiento correcto.
"Propondremos en el curso de la semana que viene la
implementación de una tercera moneda a fin de inyectar
liquidez al consumo popular. Esto no perjudicará a nadie y
llevará beneficio a los hogares argentinos. Una
devaluación significaría disminuir el salario de los
trabajadores en la misma proporción, sumado a la
posibilidad cierta de un descontrolado incremento de
precios afectando el consumo de los sectores asalariados o
con ingresos fijos.
"Como siempre lo hago, toda vez que me ha tocado afrontar
las responsabilidades que el pueblo me delegó, pido la
protección de Dios y del milagroso Cristo de la Quebrada a
que me ayude e ilumine en los difíciles días que me esperan
en este período.
[] REPERCUSIONES
El anuncio de las medias fueron seguidas por eufóricas expresiones
de júbilo por los legisladores justicialistas, pero en la oposición
dominaban las sensaciones encontradas.
"Estoy de acuerdo con las medidas, pero me hubiese gustado que el
Presidente tomara el toro por las astas y propusiera salir de la
convertibilidad" comentaba el dip. Marcelo Stubrin (UCR).
"Es el reconocimiento de la realidad. La tozudez del ex ministro
Cavallo había hecho que se negara la verdad", señaló el senador radical
porteño Rodolfo Terragno. En tanto que los frepasistas Irma Parentella y
Carlos Raimundi calificaron como positivas las medidas.
No fueron pocos los radicales que se excusaron de hablar mostrando
señales de los duros momentos que atraviesan los seguidores del centenario
partido de Yrigoyen, en cambio, la radical bonaerense Margarita Stolbizer
se despachó con un lapidario "demagógico" para definir el contenido de las
proclamas.
En el mismo sentido apuntaron algunos economistas, como Jorge Ávila
que adelantó que Rodriguez Saá sería "triturado" cuando tomara contacto con
la realidad. "Todavía no les vió la cara a los Estado Unidos, ni habló con
los acreedores. Cuando ponga los pies en la tierra allí habrá que ver".
El aconomista cuestionó también las rebajas salariales de los funcionarios
jerárquicos puntualizando que los gastos del estado "no se reducen
desjerarquizando la función pública sino eliminando los puestos inútiles"
///
[] BREVES
> GOLPES EN LA TV. El periodista Miguel Bonasso cruzó golpes y
empujones en un canal de televisión con el ex Ministro del Interior, el
radical Federico Storani. El ex ministro había participado del programa y
al retirarse del estudio escuchó que Bonasso lo responsabilizaba por las
primeras muertes del gobierno de De la Rua, producidas pocos días después
de asumir, durante la represión a las protestas que se desarrollaba en la
provincia de Corrientes. Storani quiso increparle al periodista pero se
encontró con algunos líderes piqueteros que también participaban del
programa. "Fredy" se fue un poco magullado y prometiendo juicios.
> UCR CONTRA DE LA RÚA. La UCR bonaerense pidió la renuncia de
Fernando de la Rúa al partido, calificó su gestión como "Avergonzante", y
aseguró que el radicalismo seguirá adelante "a pesar de los traidores".
Mario Luis Espada, secretario general de la UCR provincial, firmó un
comunicado de tono sumamente duro contra el ex presidente radical. En el
mismo señaló que su renuncia servirá "para facilitar nuestra
reconstrucción, porque su gestión nos avergüenza". También lo denunció por
haberse servido de la historia del radicalismo "para hacer narcisismo
político".
> UCeDé promete apoyar. "Seguiremos apoyando al nuevo Gobierno,
convencidos de que es necesario marchar en esta dirección". Lo dijo ayer
Carlos Castellani, presidente de la UCeDé, partido que supo apoyar al
menemismo. Agregó que actuar según las ideas que propone su partido -que
calificó de "sentido común"- es "lo mejor para todos" en un momento al que
llamó "dramático". Y terminó con un mensaje esperanzador: "No es verdad
que tengamos un solo camino, prefijado e irreversible, ya sea bueno o malo.
Cada uno es dueño de su propio destino, y también la Argentina".
> VENTAS RECORDS. Es una convergencia fortuita, pero vale: luego de
pasar casi un mes con una fenomenal retracción en el consumo, el pasado fin
de semana se registraron niveles de ventas records en las grandes cadenas
de cupermercados y shoppings. El retorno a la calma, cierta recuperación de
la estabilidad política, alguna claridad en el futuro económico y la
inminente presencia de las fiestas de navidad son las principales razones
que se sumaron para concretar una buena noticia.
> NO A LA DEVALUACIÓN. Durante el virnes y parte del sábado, un
equipo de economistas analizaron la posibilidad de devaluar la moneda
previo paso por una pesificación de las deudas, pero el proyecto no avanzó
cuando se entendió que la gente no veía con buenos ojos la devaluación.
Los estudios de varias consultoras indicaban que la oposición a la
devaluación estaba por encima del 70%.
> NÚMEROS. Un estudio de Nueva Mayoría puntualiza que la crisis
social que vivió nuestro país la semana pasado es sólo comparable con la
de 1919. Analizando los más importantes estallidos sociales producidos
durante las gestiones de Alfonsín, Menem y De la Rúa, Nueva mayoría computó
27 muertos (aunque en las últimas horas, el fallecimiento de heridos que se
encontraban internados elevó a esta cifra por encima de los 30 muertos),
contra 16 de Alfonsín y ninguna de Menem. Los detenidos durante estos
últimos días fueron 3787, en cambio fueron 3021 con la represión
alfonsisnista y 167 durante la represión menemista. Los locales saqueados
durante la semana pasada fueron 864, en tanto que, desde mayo a julio de
1989 fueron 676 los locales saqueados y 95 los asaltados durante febrero de
1990.
> HABLÓ CAVALLO. "La gente sin plata se vuelve loca" dijo Cavallo en
su primer contacto con la prensa luego del derrumbe del gobierno de
Fernando De la Rua. "Me sorprendió la reacción de la gente, nunca imaginé
que todo terminaría así" lamentó el ex superministro al tiempo que culpó a
De la Rúa por falta de firmeza y reconoció tener "bronca" porque "De la Rua
me entrego".
[] LA PEOR DE LAS HERENCIAS
Por Mario Wainfeld
Dos regresos en apariencia contradictorios pero interconectados
dejará la febril semana que termina hoy: volvieron la movilización
callejera y la inestabilidad política.
Claro está que el sistema político argentino realmente existente
incluye permanentes ocupaciones del espacio público. Piquetes, carpas
blancas, marchas diarias y más que diarias a la Plaza de Mayo, al Congreso,
a los Tribunales, a sus equivalentes de provincias. Cortar una calle es
moneda común, pedir la presencia de las cámaras de TV recurso conocido por
el más distraído de los que reclaman algo del estado. Ha habido
formidables y -en parte- exitosas movilizaciones masivas pidiendo por
justicia (María Soledad, Cabezas, derechos humanos por no decir sino los
más conspicuos). Centenares de caminatas promovidas por organizaciones
gremiales. La toma de conciencia colectiva, la relativa (en términos
histórico comparativos) baja represión, la explosión informativa de los
medios fueron moldeando cambios en los hábitos (valía más tener cámara o un
formato seductor para la tele que masividad), adquisición de destrezas
expresivas (ya no hay argentino que no hable como si fuera un locutor de
noticiero si le ponen un micrófono delante).
Y, sin embargo, la presencia masiva en las calles fue haciéndose, o
se fue leyendo como relativamente inocua. Apenas capaz, en sus picos más
elevados, de obtener resultados sectoriales -sea Planes Trabajar o cárcel
para el hijo del Gordo Luque- pero muy acotadas a la hora de sumar o
afectar la situación política general. "Los paros no sirven de nada."
.Llenar la Plaza no cambia nada. pasaron a ser slogans de un socorrido
sentido común. La política, al menos en sus ligas mayores, se definía en
los mercados, en los ámbitos institucionales, durante las rutinas
electorales. Pero la calle servía hasta ahí. Poquito.
Ya a fines de la semana anterior detonó un fenómeno nuevo aún en
esta tierra pródiga en movidas colectivas. Con la provisoriedad propia de
las lecturas hechas en caliente, casi todos (analistas, dirigentes
políticos y la propia gente del común) coinciden: algo cambió
cualitativamente. Los cacerolazos y movilizaciones espontáneas, sin
organización que las convocara, sin banderas precisas y sin líderes,
brotaron como flores después de la lluvia, en todo el país. Una conjura
previa hubiera sudado tinta para acceder a tamaña coordinación. Gente
normal que se preciaba de serlo, que se movilizaba desconociendo los
códigos mínimos que atesora el militante cuando sale a la calle: sin
calzado adecuado, sin rumbo preciso, sin vías de escape pensada, con bebés
en brazos o con la nona que todavía marcha.
Hay algo de imponente y mágico en lo colectivo, decía Raúl
Scalabrini Ortiz, y a este cronista hace largas cuatro décadas que se le
pone la piel de gallina cuando ve multitudes en marcha y aún en este
privilegiado instante, lector, cuando quiere evocarlas para usted con
probidad. Sobró alegría, la inmediata alegría que da sentirse muchos. Y
la movilización tuvo lo que -según se dijo antes- parecía estarle vedado en
este estadio de la historia: fue el golpe de knock out para el gobierno.
La sociedad argentina venía demostrando poder de veto (si no me cree,
pregúntele a Ricardo López Murphy) pero esta vez pudo desequilibrar la
balanza. Curiosamente su bandera fue el desdén acerca de la política, la
falta de banderas, el hastío ciudadano.
El 17 de octubre de la clase media llevó acaso sus actuales marcas
de fábrica, una suerte de masiva individualidad, un desprecio
indiferenciado no ya por los malos políticos, sino por la política. Un
renacido afán de protagonismo, aún no aderezado por ciertas engorrosas
-cuan productivas- tareas que impone ser protagonista: la organización,
las propuestas, las banderas. O sea, hacer política antes y después de
darle duro a la cacerola. Se ha puesto de moda en estos días elogiar sin
cortapisas la espontaneidad de la movilización, su falta de banderías y de
historia previa. Y es real que en eso fincó parte de su fuerza. Pero, a
la luz de viejas sabidurías, que este columnista no considera superadas,
esas cualidades son también un límite.
Límite que emparenta a los cacerolazos con el voto bronca, que le
dio un sopapo al Gobierno pero terminó favoreciendo -aunque también lo
debilitó- al peronismo.
Ahora será el PJ el que tendrá sobre su cabeza la espada de
Damocles de otros cacerolazos. Y eso será todo un dato, básicamente
positivo de los días por venir.
La hora de la legitimidad
El abandono del gobierno por parte de los radicales genera un
escenario político de extrema debilidad, sin precedentes desde 1983. De la
Rúa pretendió neciamente ignorar su falta de legitimidad y terminó siendo
echado por la gente en las calles. La situación institucional pasa
entonces a ser una charada. Si completa su mandato un presidente designado
por la Asamblea legislativa, es decir por un puñado de hombres y mujeres a
quienes la mayoría de los ciudadanos ignora o desprecia, o las dos cosas,
será este un mandatario de nula legitimidad, a tiro de ser desalojado por
cualquier buen cacerolazo. Sin contar los golpes de mercado y otras
lindezas que, aunque se los haya soslayado por un par de días, también
existen.
Y, si como pretende el PJ, se pauta un breve interinato y luego
elecciones el enclenque será el presidente interino.
Ninguna de las opciones es perfecta y ambas contienen altos niveles
de riesgo. Parece más sensato apostar a un presidente surgido de los votos
antes que a un improbable líder salido de una fumata parlamentaria. Pero
el riesgo de que haya recambio presidencial inesperado, en meses o en días,
es innegable. En ambos casos.
Para colmo el nuevo presidente, así surja de las urnas, jamás
tendrá el plafond y la ilusión que acompañaron en sus albores a Raúl
Alfonsín, Carlos Menem y De la Rúa. La alternancia democrática, no solo
tiene el valor republicano de limitar a los gobernantes. A veces también
la nimba la magia de la representación que hace rebrotar las ilusiones de
los ciudadanos. En Argentina, vaya a saberse por qué motivos, esas
ilusiones han renacido muchas veces. De hecho, en cada cambio de gobierno
desde 1983. Quien entre en la Rosada no tendrá esa suerte. Será como
mucho el mal menor, con un crédito irrisorio, sujeto a revocación en
cuestión de segundos.
De cara a esa situación el peronismo produjo un acierto y dos
errores. El acierto fue mostrar decisión para gobernar, voluntad de hacer
y diferenciarse todo lo posible del flamante ex Presidente. Los errores
fueron mostrar incontenible alegría por la transición y anteponer su
interna a la resolución de otros dilemas. La sonrisa de oreja a oreja que
mostró Adolfo Rodríguez Saá el viernes tenía una sorprendente falta de
sintonía con los sentimientos masivos expresados en las calles en esos
mismos instantes. La decisión sobre la ley de lemas, un mecanismo
complejo, sin tradición y de dudosa constitucionalidad fue ponerse una
piedra en el camino. Trabó la aprobación de la elección del gobernador
puntano, circunstancia que persiste al cierre de esta nota, bien entrada la
noche del sábado. Y abre al menos dos escenarios peliagudos para el PJ:
El más comentado, a fuer de más probable, que gane un sublema del
PJ que represente apenas al cuarto del electorado o menos. Incluso hasta
podría ocurrir, como pasó tantas veces en Uruguay, que el elegido tuviera
menos sufragios que algún candidato opositor.
El segundo es que se arme un lema opositor aglutinando a fuerzas
minoritarias que capitalicen el deterioro actual del PJ más el que acumule
en dos meses de ardua gestión. Esta hipótesis parece difícil dado el
sectarismo y la falta de olfato político de la izquierda y la
centroizquierda nativas, pero todo puede cambiar y a la ocasión la pintan
calva.
Todos llegan mal
Una de las virtudes tácitas que tenía un mandato más o menos
exitoso de la Alianza con sus banderas era los efectos que debía obrar
sobre el peronismo. Fuerza pragmática y adaptable por demás, el PJ se
vería obligado a despojarse de vicios adquiridos durante la gestión
menemista y adecuarse al signo de los nuevos tiempos. Eso significa purgar
a ciertos impresentables y corruptos, adquirir parte de las banderas del
adversario, desalojar algunos cuadros ligados al pasado. Con una mezcla
innegable de astucia, amnesia y oportunismo, el justicialismo cumplió esas
tareas entre 1983 y 1987, jaqueado por la vigencia del gobierno de
Alfonsín. Esta vez no tuvo necesidad (tal vez tampoco ocasión) de arrojar
lastre, volvió antes de lo esperado y de lo deseable aún dentro de una muy
poco exigente perspectiva sistémica.
Las terceras fuerzas tampoco han terminado de prosperar en este
tiempo. El Frente Grande se pulverizó (ver nota aparte). La izquierda
tradicional ganó espacio en la Capital pero aún le cuesta trascender los
estrechos límites de ese territorio y de su internismo.
El caso de Elisa Carrió es bien paradójico. Fue la dirigente que
mejor atisbó y prenunció lo que está ocurriendo. Y había ganado
centralidad como opositora para las elecciones de octubre. Algunos errores
tácticos pero severos le hicieron traspapelar la oportunidad de ser hoy la
principal referente de la oposición al bipartidismo: a) falta de precisión
en las pruebas de sus veraces denuncias, b) un armado electoral con aliados
mezquinos y municipales totalmente distante de la novedad y vastedad de sus
denuncias y c) no presentarse ella misma como candidata. Igual está en la
línea de partida y le queda tela por cortar. El Frente nacional contra la
pobreza, que imaginaba para sí otro destino (el de una dinámica y creativa
oposición al modelo, por afuera de las instituciones del Estado) deberá
abrir un debate de cara a un eventual proceso electoral abierto a la
sorpresa.
Durante 18 años la Argentina fue un país de riquísimo juego
político, pleno de movidas hábiles, coaliciones creativas y gran
estabilidad institucional. Eso en un marco de pobreza y exclusión
crecientes. El marco ominoso sigue. Lo han complejizado la presencia
batallante de la clase media en las calles y el riesgo institucional. Un
mix explosivo que ya se cargó a un presidente. Y que, si las cosas ( mejor
dicho los protagonistas) no cambian mucho, puede llevarse puesto también al
que sigue.
Yo, el peor de todos
Por M. W.
Los últimos gestos de Fernando de la Rúa lo pintan de cuerpo
entero:
Sus dos discursos fueron engolados y carentes de contenido,
pletóricos de autoelogios. Reiteró en momentos límites una retórica,
mezcla de balbinismo y jerga jurídica, colmada de metáforas congeladas ("el
llamado de la hora", "los grandes consensos", "el ejercicio de la
autoridad") inoperante para transmitir información o demostrar
sentimientos.
Su fruición por el formato mediático: se calzó lentes para mirar a
la cámara, un recurso que ya fatigó Mariano Grondona y que le aconsejó su
hijo para darse aires de estadista.
La hipócrita negativa de su responsabilidad política, legal e
histórica por el baño de sangre que regó su fuga. "Fue la ley", farfulló
ante los periodistas por toda explicación, sin tener siquiera la hombría y
la responsabilidad institucional de advertir que fue él quien decretó el
estado de sitio y fueron sus subordinados Ramón Mestre y Enrique Mathov
(que se llevan el holgado record de asesinatos cometidos por las fuerzas de
seguridad desde 1983 en adelante) quienes condujeron la masacre.
El intento de derivar la culpabilidad a terceros, sean los agentes
del caos o el peronismo.
Jamás tuvo la entidad moral y política para ser presidente de la
Argentina. Ser conservador y hasta reaccionario fue el menor de sus
pecados. Además fue necio, sordo, con apenas dos ideas fuerza entre ceja y
ceja: su imagen pública y el equilibrio fiscal al que -repitiendo
sonsonetes que le soplaba al oído un amigo millonario y frívolo- atribuía
incorroborables dotes mágicas. Tamaña estrechez de miras competen acaso a
un intendente (un intendente de ciudad chica, mejor) pero no a la máxima
autoridad de una sociedad compleja. A la hora de la hora fue sectario con
sus aliados, pasivo con los corruptos de su gobierno, negociador con los
corruptos de la principal oposición, lento para tomar decisiones
inexorablemente erradas y autodestructivas. En las horas postreras le
cabía todavía la chance de algún gesto de grandeza o de introspección.
Pero, imitando a los imitadores que lo ridiculizaban a diario, solo logró
suscitar odio y vergüenza.
La mayoría de los integrantes de su gabinete estuvieron a su misma
altura. Empezando por su amigo y protegido Héctor Lombardo, quien se
negaba tozudamente a entregarle su renuncia. Siguiendo por el joven
Lautaro García Batallán, quien también mezquinaba la suya y proponía que el
gobierno siguiera a sangre y fuego un par de meses, mientras se pactaba una
transición. "Estaba muerto de miedo -relata un ministro que lo vio de
cerca- comparaba a De la Rúa con Ceacescu y auguraba que, si renunciaba,
iba a ser colgado por las turbas." Prosiguiendo por Mestre y Mathov que no
dieron la cara mientras uniformados a sus órdenes cometían todo tipo de
tropelías contra ciudadanos que, con sobrados derechos y ganas, se hacían
sentir. Y, frutilla del postre, culminando en el General, honoris causa,
Horacio José Jaunarena, quien les pidió a sus colegas de armas que salieran
a la calle a reprimir manifestantes, recibiendo -él, que se supone es un
abogado y un dirigente político- una lección de derecho de los propios
jefes militares.
Sólo dos de los ministros mantuvieron hasta el final al menos el
temple y la actividad que -como piso- debe tener un hombre de Estado:
Chrystian Colombo y Adalberto Rodríguez Giavarini. No fue azar, también
habían sido los que habían puesto capacidad de trabajo, sentido común,
voluntad de diálogo (cualidades que no suelen combinar los radicales, según
se vio). El jefe de Gabinete terminó siendo el único funcionario del
Ejecutivo que podía hablar con la principal oposición, el único considerado
un interlocutor válido y pertinente. Esa aptitud, la hiperquinesis, y la
dedicación full time (en un gabinete caracterizado por la incompetencia y
la molicie) fueron sus principales méritos. Los del canciller fueron
lamoderación y la destreza para evitar incendios. Ambos, empero,
renguearon de la misma pata que todo el Gobierno: por formación
ideológica, por defensa de intereses concretos o por falta de perspectiva
fueron eternos abanderados de las políticas de ajuste permanente.
Discutieron a Domingo Cavallo su autoritarismo y sus modales y a De la Rúa
su autismo pero jamás les controvirtieron el -nefasto y por añadidura
inviable- rumbo estratégico elegido para el país.
Se dobló y no se rompió
Este es el fin del partido", se abatía Raúl Alfonsín repantigado en
un sillón en el Senado. Era la tarde del jueves. Afuera morían argentinos
como moscas, había estado de sitio, y tambaleaban, amén de la UCR, la
Alianza (de la que se supone Alfonsín era baluarte) y el sistema
democrático mismo. Pronunciada en tamañas circunstancias, la frase desnuda
con crueldad los límites del que fue -y difícilmente vuelva a ser en mucho
tiempo- principal partido de gobierno. La lógica interna absorbe la
libido, la actividad y la imaginación.
El escándalo de las coimas senatoriales fue una prueba de fuego y
los radicales no la superaron. Puestos a elegir, privilegiaron proteger a
José Genoud y Augusto Alasino antes que defender una bandera fundacional de
la Alianza. Sostener la máquina partidaria, mantener invictos los
privilegios y la financiación espuria de la política estuvieron muy por
encima de la sabiduría de preservar la Alianza, que los había catapultado
del erial electoral (al que ahora vuelven) al apoyo de las mayorías. En el
mismo sentido se inscriben los gestos públicos y privados que Alfonsín y De
la Rúa (enemigos supuestamente inconciliables a la hora de hablar
generalidades) prodigaron a favor de la impunidad de Carlos Menem.
El radicalismo bonaerense, de retórica progresista a nivel macro,
añade al conjunto la mácula de haber tenido innegables acuerdos de
.gobernabilidad. con los ejecutivos del peronismo provincial. Manejando,
entre 1997 y 2001, mayorías parlamentarias y órganos de control jamás le
hicieron cosquillas a Eduardo Duhalde y Carlos Ruckauf, a quienes eso sí,
demonizaron en cien tribunas.
Dual, viscosa, fue la relación entre el radicalismo y De la Rúa.
El partido de Yrigoyen terminó pariendo un oficialismo capcioso, generoso
en quejas y reproches pero incapaz de torcer la débil muñeca presidencial.
Bien mirados, acompañaron sus peores decisiones (desde hacerse el oso con
las coimas senatoriales, hasta la represión de estos días, pasando por el
déficit cero) pero hurtaron el cuerpo para defenderlo, mientras desgranaban
un discurso incomprensible, laberíntico, autocentrado.
Se muere como se vive. En las últimas horas, funcionarios y
legisladores endilgaron a un jesuítico funcionario de Ruckauf haber
organizado los saqueos e ir avisando a ciertos medios dónde irían a
ocurrir. Pero nadie se atrevió a ponerle la firma a esas denuncias ni a
probarlas.
El socio (muy) menor
El socio menor de la Alianza, el Frepaso también contribuyó, en
proporción al capital accionario, al patético final. Desde el vamos no
pudo desentrañar la compleja misión de conciliar su espíritu crítico e
innovador con la "cultura de gobierno". Arrancó rifando los lugares que
había ganado -dos ministerios tan luego- poniendo a dos dirigentes
manifiestamente incompetentes para imprimirle un perfil progresista y
eficiente a sus carteras. Graciela Fernández Meijide y Alberto Flamarique
fueron elegidos por méritos ajenos a la capacidad de gestión. Y así
lesfue. Terminaron -en verdad se desplazaron rápidamente- mucho más cerca
del delarruismo en su etapa terminal que del Frepaso de 1997.
Esa fue apenas la primera decisión gravemente errada de Carlos
Alvarez. Enhebró varias más: defender hasta el patetismo las peores
políticas del gobierno casi hasta el día en que renunció. Su renuncia fue
un gesto discutible pero con tonalidades épicas y de desprendimiento
inusuales que abría mejores desemboques que los que él mismo eligió. La
desmereció por no haber sabido sostenerla, primero por no haber motivado a
sus huestes a seguirlo, luego por haber intentado un movimiento
ciberespacial, luego por haber fantaseado con Cavallo y luego por haber
desaparecido de la escena pública.
Sus seguidores se desperdigaron como las perlas de un collar. Una
buena parte de los que prosiguió en el Gobierno antepuso su continuidad a
cualquier coherencia. Por su puesto, y no por su módica importancia
relativa, el caso más irritante es el de Diana Conti quien toleró impunidad
para las violaciones de derechos humanos del pasado y nada dijo -cuando la
coherencia y hasta cierta pizca de astucia aconsejaban hablar- frente a las
que ocurrían en la propia puerta de su Subsecretaría en los estertores de
su gestión.
Final contrafáctico
Una tentación acomete a los cronistas ante un hecho consumado: la
de pensar en términos de tragedia, esto es destinales. Todo lo que ocurrió
-presupondría esta mirada- está contenido en sus primeros orígenes. La
historia, la política y las sociedades suelen probar lo contrario: siempre
hay márgenes para la voluntad, para desviarse algo de lo dado, para mejorar
o empeorar. El gobierno que acaba de irse pudo ser menos penoso si el
Presidente hubiera despegado algo del piso, si su partido le hubiera
impuesto otros rumbos o -en el peor caso- lo hubiera enfrentado cabalmente.
Si hubiera tenido más cuadros como, por caso, Melchor Cruchaga y Darío
Alessandro que acompañaron políticas cuestionables pero al menos lo
hicieron con el aditamento del trabajo constante, del diálogo democrático y
de la incorruptibilidad personal. Si Chacho hubiera elegido otros rumbos o
-de mínima- hubiera sido congruente con sus dos decisiones más potentes:
sumarse al gobierno con un perfil propio y renunciar. Si la Alianza
hubiera perseverado en la lucha contra la corrupción, hubiera destinado
cuadros más eficaces y más recursos a las políticas sociales, si sus
cuadros políticos no hubieran caído en la pereza y la ignorancia de creer
que el país crecería a un 3 por ciento anual y eso obturaría otros
problemas y debates.
Si hubiera habido, por decir lo palmario, desde el Presidente, el
peor de todos, hasta el último dirigente aliancista cierta conexión con la
realidad, con las demandas de la gente de pie, con las modestas banderas
que los llevaron, apenas ayer, en triunfo a la Rosada.
(*) Publicado por Pagina 12 en la edicion del 23 de diciembre
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