Microsemanario
Año 12 número 480
8 de agosto de 2003
== M I C R O S E M A N A R I O ======================================
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== Publicación electrónica, semanal y gratuita ==
== con noticias nacionales especialmente ==
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%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%% INDICE %%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%
Cayó un gran meteorito en Mendoza
IMPACTO PROFUNDO
Debate sobre el uso de datos genéticos
LA GENÉTICA Y LA ÉTICA
BREVES DE CIENCIA Y TECNOLOGIA
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[] Cayó un gran meteorito en Mendoza
IMPACTO PROFUNDO
Habían pasado algunos minutos de las 2 de la madrugada del viernes
1 de agosto, cuando el cielo se iluminó en el sur mendocino. Una
luz potente y fuerte enceguecía a quien se animaba a observar el
objeto que atravesaba el cielo. El blanco azulado se transformó
casi en un rojo fuego y a los pocos segundos, se produjo una fuerte
explosión con una onda expansiva que se trasladó por cientos de
kilómetros. Tanto que el estruendo se escuchó hasta en el sur de
San Luis.
Sanrafaelinos, alvearenses y malargüinos se despertaron asustados,
todos temían lo peor, como un terremoto. Otros en cambio, cuyos
testimonios se escucharon en las radios sureñas durante toda la mañana,
fueron los testigos privilegiados de un hecho sin precedentes para esta
región de Mendoza: la caída de un meteorito. Según creen los
especialistas, al entrar a la atmósfera terrestre se habría fragmentado y
esparcido en la extensa geografía sureña.
En las escuelas, cafés, comercios, y en cada esquina de las
ciudades y hasta en los parajes más alejados, el hecho fue el tema obligado
de conversación del día. En las radios de los tres departamentos, los
sureños se animaron a comentar su experiencia. Varios describieron un
objeto que surcaba el cielo a una gran velocidad y que caía a la tierra.
Otros incluso alcanzaron a observar que se fragmentaba en pedazos -como
algunos jóvenes en Carmensa (Alvear)-, pero todos fueron coincidentes al
señalar la incandescencia que casi lastimaba los ojos seguida de una fuerte
explosión.
Dudas y certezas
Con los testimonios aportados por los testigos, los astrónomos
comenzaron esa misma tarde a trabajar en la probable trayectoria y su
fragmentación antes de tocar el suelo terrestre. Pero no tienen dudas al
confirmar que "se trató de un meteoro. Ahora hay que buscar dónde se
produjo la caída", dijo Jaime García, doctor en Astronomía y titular del
Instituto Copérnico.
Los primeros indicios indicarían que de los fragmentos que cayeron
a tierra hubo dos fundamentales. Uno de esos fragmentos, de acuerdo a los
testimonios recogidos, habría caído entre Sierra Pintada y Los Reyunos en
San Rafael. Y el otro habría impactado en zona cordillerana cerca de Agua
Escondida, al suroeste de Pata Mora, departamento de Malargüe. Para
sostener esto se basan en el testimonio brindado a LV4 Radio San Rafael por
Jesús Antonio Medina, un operario que realiza perforaciones de agua en
pleno campo y que a esa hora observó en esa zona "una luz potente blanca,
amarilla y azul. Cuando el objeto cayó se vio como un fuego intenso y a
los pocos segundos se sintió una fuerte explosión".
Sin embargo efectivos policiales del destacamento de Pata Mora
(Malargüe) realizaron un amplio recorrido, incluso hablaron con algunos
puesteros de la zona, y nadie pudo comprobar la versión.
Durante el viernes y el sábado no sólo se hacían las gestiones para
sobrevolar las zonas mencionadas, sino que por intermedio del Proyecto
Pierre Auger se intentaban obtener fotografías del satélite científico
argentino (SAC 2) para determinar la ubicación o las coordenadas exactas
del fenómeno.
Jaime García aclaró: "a todos los objetos que caen a la tierra se
los llama meteoros. Cuando explotan en el aire antes de tocar el suelo se
los denomina aerolitos, y si caen directamente a la tierra dejando grandes
cráteres se los conoce como meteoritos". Según los primeros indicios se
trataría del primer fenómeno, es decir un aerolito.
No obstante el científico sanrafaelino presume que algunos pedazos
llegaron al suelo y eso es lo que se busca cuando se realizan los rastreos
aéreo. "Seguramente no vamos a ver grandes cráteres, pero sí círculos
negros o tierra quemada alrededor del objeto. Es que por la elevada
temperatura con la que caen y la sequedad de la zona debieron producirse
algunos incendios que se verán muy fácil desde el aire", anticipó.
Acotando la zona
Hacia mediados de esta semana, y gracias al testimonio de nuesvos
testigos, las sospechas sobre el posible lugasr de caida del meteorito se
fue restringiendo.
El lugar aproximado del impacto fue determinado a través del relato
de un puestero de la falda del río Diamante, quien describió con lujo de
detalles la dirección donde pudo haber impactado, al menos una de las
partes de mayor tamaño de la roca.
"Una resplandor con una luz roja azulada nos dejó casi ciegos.
Después lo siguió un ruido muy fuerte y la tierra se movió. A la madrugada
vimos mucho humo que duró hasta el almuerzo", contó este hombre de campo,
testigo privilegiado del fenómeno. "No muy lejos de la casa. A unas
legüitas, como dos días a caballo", amplió cuando se lo interrogó sobre la
distancia.
Esta descripción coincide con las de unos pescadores que estaban en
el dique Agua del Toro. La explicación -sobre todo la referencia al humo
del que nadie había hablado aún- le facilitó al titular de Defensa Civil,
Héctor Correas, la posibilidad de determinar la zona del impacto.
"Estaría en la parte sur del cerro el Diamante con orientación
hacia la mina la Picasa, a unos 100 kilómetros en línea recta de la ciudad
de San Rafael", aclaró el funcionario y señaló que se trata de una terreno
árido y montañoso donde hay varios campos privados.
Mientras tanto, Jaime García continuaba recorriendo el territorio
en una camioneta 4X4 junto con científicos del laboratorio de rayos
cósmicos Pierre Auger. El objetivo del viaje es determinar el lugar exacto
confeccionando un mapa sobre la base el testimonios de los puesteros y
teniendo en cuenta "la diferencia de tiempo entre el rayo de luz y la
explosión". Recorrieron puestos en La Jaula y Las Aucas, río arriba del
Diamante, dejando atrás la presa Agua del Toro e incursionando "hasta en
los lugares más extremos donde se puede llegar con un vehículo de doble
tracción".
Desde que se conoció la noticia, mucho se ha hecho para encontrar
el lugar del impacto.
El sábado, el diario Los Andes realizó un extenso relevamiento
utilizando para ello un Cessna del Aero Club San Rafael. Héctor Correas y
Jaime García, fueron los acompañantes del vuelo, que enfiló hacia el
sureste. Así se llegó hasta Rincón de los Sauces, en territorio neuquino,
regresando por Agua Escondida y el Cerro Nevado.
El lunes, la actividad estuvo a cargo de un avión de la IV Brigada
Aérea, con otra dirección. En ambos casos el resultado fue negativo.
Ahora que ya está demarcado el lugar, se prevé una nueva salida, esta vez,
por tierra.
Paralelamente se sigue manteniendo una cuota de misterio y en la
misma medida se incrementan las versiones y comentarios sobre que "algo
raro ocurrió aquella noche". Aunque para los estudiosos del cosmos no hay
nada sobrenatural en este hecho.
En realidad, el misterio que aún encierra este fenómeno tiene un
motivo: los astrónomos y Defensa Civil no quieren dar mayores precisiones
para proteger los posibles restos de roca de las garras de los
coleccionistas de este tipo de piezas, muy requeridas y cotizadas en todo
el mundo.Debate sobre el uso de datos genéticos
///
[] LA GENÉTICA Y LA ÉTICA
Comentarios sobre el documento del Comité Internacional de Bioética
(CIB)
Actualmente los datos genéticos humanos se hallan por doquier. Una
vez acopiados mediante muestras biológicas (sangre, tejidos,
saliva, esperma, etc.) responden a las preguntas que pueden
plantearse la justicia o la policía, por ejemplo con respecto a una
prueba de paternidad o la identidad de un delincuente sexual. Los
datos genéticos revelan muchas cosas y prometen revelar más aún.
No obstante, al igual que otros aspectos de la revolución genética
actual, los problemas que plantean son tan numerosos como los que
resuelven.
Se conocen ya ejemplos de logros de los datos genéticos. Según una
estadística publicada el 29 de enero de 2001 en la revista Forum de la
Universidad de Montreal, desde 1987 se ha declarado inocentes a 76
condenados a muerte en los Estados Unidos gracias a sus huellas genéticas.
Sin embargo, los riesgos que se ocultan detrás de sus aspectos prometedores
inquietan a mucha personas. Una de ellas es el "padre" del primer "bebé de
probeta" francés, Jacques Testart, que en su obra Des hommes probables
(Hombres probables) afirma que "no es nada seguro que las sociedades
modernas sean capaces de evitar nuevas aventuras desatinadas, en las que el
racismo basado en el color de la piel o los orígenes sería suplantado
-científicamente, además- por un racismo fundado en el gen".
Es evidente que, en este ámbito de la genética en pleno auge, se
necesitan puntos de referencia éticos. A este respecto, la UNESCO -que ya
elaboró en el pasado la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los
Derechos Humanos, adoptada en 1997- ha venido efectuando desde 1993 una
labor de reflexión sobre los datos genéticos por conducto de su Comité
Internacional de Bioética (CIB), que ha publicado hasta ahora dos informes
sobre el tema: Carácter confidencial de los datos genéticos (junio de
2000) y Datos genéticos humanos: estudio preliminar del CIB sobre su
acopio, tratamiento, almacenamiento y utilización (mayo de 2002).
Desde hace algunos meses, los miembros de un Grupo de Redacción del
CIB han emprendido la tarea de elaborar un instrumento normativo
internacional sobre los datos genéticos humanos. Ahora, el conjunto del
Comité va a examinar por primera vez un anteproyecto de ese instrumento
durante su novena reunión, que tendrá lugar del 26 al 28 de noviembre en
Montreal (Canadá). Tras la celebración de una serie de consultas
posteriores, el instrumento se presentará a la aprobación de la Conferencia
General de la UNESCO en el otoño de 2003.
Aunque no siempre nos percatemos de ello, no cabe la menor duda de
que los datos genéticos cobran cada vez más importancia no sólo en el plano
médico, sino en el conjunto de nuestra vida. Por ejemplo, en Islandia ya
se ha empezado a efectuar un censo genético de la población, mientras que
Estonia está a punto de hacerlo y otros países como Letonia y Tonga ya lo
tienen proyectado. Además, la cantidad y las proporciones de los bancos de
datos van en aumento por doquier. Teniendo en cuenta que actualmente hay
incluso hospitales muy pequeños que, si bien no poseen datos genéticos
tratados, cuentan por lo menos con colecciones de muestras de ADN
destinadas a un tratamiento genético, resulta imposible saber exactamente
el número de bancos existentes en el mundo, aunque todo parece indicar que
hay por lo menos medio centenar que han sobrepasado actualmente el millón
de datos.
¿Para qué se están acumulando tantos datos genéticos? Los
investigadores dicen que para saber cómo están estructuradas las secuencias
genéticas en algunas poblaciones y cómo funcionan las variaciones entre
individuos y entre poblaciones (polimorfismo genético). Tanto en la
investigación fundamental como en la aplicada existe una misma demanda
considerable de esos datos, que pueden explicar determinados mecanismos o
permitir el hallazgo de nuevos tratamientos. Para entender mejor una
enfermedad -pongamos por caso la diabetes- algunos investigadores utilizan
muestras genéticas procedentes de familias en las que abundan especialmente
los diabéticos, o bien aplican el método inverso de interesarse por los
datos de los grupos humanos que presentan la particularidad de no verse
afectados por esa enfermedad u otra.
Los propios médicos piden cada vez más la realización de análisis
genéticos y, a diferencia de lo que ocurría hasta hace poco, no los
reclaman exclusivamente para tomar una decisión en materia de reproducción.
Las pruebas efectuadas en personas adultas proliferan y van incrementando
la masa de datos almacenada en los hospitales y centros de investigación.
Esas pruebas están destinadas a averiguar cuáles son las mutaciones
genéticas que pueden permitir que se desentrañen algunas enfermedades. Se
sabe, por ejemplo, que entre un 5% y un 10% de los cánceres de mama
obedecen a factores genéticos y se han identificado al respecto varios
genes mutantes (BRCA1, BRCA2 y, más recientemente, BRCA3), cuya presencia
no supone que la enfermedad vaya a producirse automáticamente, aunque sí
aumenta las probabilidades de padecerla. Teniendo en cuenta que el cáncer
de mama afecta a una mujer de cada once, no es de extrañar que en algunos
países como los Estados Unidos haya miles de mujeres que han solicitado a
sus médicos la realización de una prueba de predisposición a esta
enfermedad.
A la industria farmacéutica también le interesan, por supuesto, los
datos genéticos humanos. Una muestra de ese interés es la batalla jurídica
que están librando diversas instituciones europeas, entre las que figura el
Instituto Curie (Francia), contra la empresa norteamericana Myriad
Genetics. Esta querella se centra precisamente en las pruebas de
predisposición a los cánceres de mama y ovario relacionados con el gene
BRCA1. Además de impugnar las patentes poseídas por Myriad Genetics, que
le confieren una especie de monopolio en este ámbito, las instituciones
europeas señalan que, al negarse esta firma estadounidense a conceder
licencias de explotación, todas las muestras de ADN irán a parar a su sede
de Salt Lake City y le permitirán constituir un banco de datos exclusivo
sobre las personas que más riesgo corren de padecer esas enfermedades.
El interés de la industria por los datos genéticos irá en aumento
forzosamente. En efecto, sus especialistas saben que hay personas poco
sensibles o completamente reacias a los tratamientos farmacéuticos (por
ejemplo, el 20% de las que padecen hipertensión arterial) y esperan
desentrañar este fenómeno averiguando las variaciones genéticas que se dan
entre los individuos. No es imposible que el día de mañana nos hagan una
prueba genética antes de escoger el tratamiento médico que mejor nos
convenga. Si este tipo de tratamiento "a la medida" llega a ser realidad,
habrá que agradecerlo a la acumulación de datos genéticos que se está
efectuando en nuestros días.
A estos aspectos médicos cabe añadir los estudios de genética de
las poblaciones, que acopian también masas de datos para poner de
manifiesto la frecuencia de determinadas características genéticas, así
como las utilizaciones ya señaladas de datos genéticos para satisfacer las
necesidades de la justicia y la policía. Hasta los propios Estados piden
hoy en día más datos de este tipo. Hemos visto ya que algunos de ellos han
comenzado -o se disponen a comenzar- un censo genético de sus poblaciones.
Así podrán obtener una información valiosa que les permita ajustar mejor
sus políticas sanitarias. Si gracias a un censo genético nacional se
comprueba, pongamos por caso, un predominio muy considerable de una
mutación genética que predispone a enfermedades cardiovasculares, se podrá
elaborar una política de prevención y dar prioridad al tratamiento de esas
enfermedades, aumentando en especial la financiación de su investigación.
La tendencia a la acumulación de datos genéticos humanos va a
cobrar forzosamente una mayor amplitud. Por consiguiente, es menester
preguntarse qué desviaciones pueden producirse en este ámbito. Tanto en
las fases de su acopio y tratamiento como en las de su utilización y
conservación, los datos genéticos humanos plantean problemas éticos y no es
difícil imaginar que puedan ser objeto de determinadas desviaciones
peligrosas para los derechos y la dignidad de los seres humanos.
En la fase del acopio se plantea la cuestión del consentimiento,
que no constituye un problema nuevo en el ámbito médico. No siempre es
evidente que el consentimiento tenga un carácter "libre, expreso y con
conocimiento de causa". Supongamos que algunos de los investigadores que
trabajan en los países ricos decidan obtener datos genéticos brutos de
poblaciones que viven en países con menos recursos económicos y jurídicos.
Al carecer esos países de legislaciones sobre las cuestiones genéticas, sus
poblaciones carecen también de la mínima información necesaria sobre ellas.
En estas condiciones, cabe preguntarse qué consentimiento pueden otorgar.
También se plantean problemas con respecto a la retirada del
consentimiento y al derecho a estar informado o no (una cuestión ya
abordada en el apartado c) del Artículo 5 de la Declaración Universal sobre
el Genoma Humano y los Derechos Humanos). Hay casos en los que quizás las
personas no se deseen efectuar una prueba genética o prefieran ignorar sus
resultados. Por ejemplo, un individuo cuyo padre padezca de la corea de
Huntington -una enfermedad neurológica rara que aqueja a una persona entre
10.000- tiene un 50% de posibilidades de padecerla a su vez. La prueba de
detección de esta enfermedad existe,3 pero es posible que el individuo en
cuestión no desee efectuarla por lo que pueda suponer de trauma para él
mismo y su familia en caso de resultado positivo. Podemos preguntarnos si
no corre riesgos de que le fuercen a efectuar esa prueba, por ejemplo si
quiere suscribir un seguro de vida y la compañía de seguros no le da más
opción que someterse a ella -que, además, tendrá que ser negativa para
contentar a la firma aseguradora- o abonar una póliza a un precio mucho más
elevado.
En la fase del tratamiento el gran problema es el carácter
confidencial de los datos genéticos. ¿Se identifican o no las muestras o
los datos? Si se identifican, ¿cómo se va a respetar su carácter
confidencial? Por un lado, tenemos algunos datos que necesitan ser
identificados o deben ser identificables, como ocurre en el caso de los
archivos policiales y en el de la realización de pruebas genéticas. Por
otro lado, tenemos que hacer el máximo para respetar su carácter
confidencial. A este respecto, y dejando aparte la cuestión de posibles
desviaciones, es forzoso reconocer que pueden surgir conflictos de difícil
resolución. Por ejemplo, a una persona que efectúe una prueba genética se
le debe garantizar el carácter confidencial de la misma. Sin embargo,
habida cuenta de que los datos obtenidos en esa prueba pueden interesar a
los demás miembros de su familia, éstos pueden invocar el principio de
solidaridad para pedir que se les comuniquen los resultados. La situación
puede ser aún más conflictiva en algunos casos, cuando la enfermedad
detectada en la prueba tenga repercusiones importantes para terceros. Un
ejemplo de esto sería una enfermedad con un primer síntoma de deficiencia
ocular que afectase a un controlador de tráfico aéreo del que depende la
vida de muchas personas.
La fiabilidad y calidad de los datos tratados deberían ser
incuestionables, teniendo en cuenta lo medios profesionales interesados.
No obstante, es menester señalar que puede surgir un riesgo particular en
materia de genética del comportamiento. En efecto, así como algunos
científicos pretendieron en algún momento que se podía determinar el
carácter criminal de una persona tan sólo por la forma de su cráneo,
algunos podrían caer en la tentación de buscar el gene causante del
comportamiento criminal, del alcoholismo, de la violencia, etc. Aunque son
los medios de difusión los que se muestran más propensos a este tipo de
simplificaciones, cabe decir que ya se han realizado algunos estudios
científicos que han suscitado polémicas. En realidad, en este ámbito el
problema no estriba tanto en los datos en sí, sino en su interpretación.
De todas formas, el peligro de que se proceda a detectar sistemáticamente a
individuos que presentan "riesgos", o a emprender una especie de guerra sin
cuartel contra los "genes malos", es demasiado grave como para silenciarlo.
En la fase de la utilización, el primer problema que se plantea es
el de las finalidades. En el anteproyecto del Grupo de Redacción del CIB
sólo se contemplan las siguientes finalidades: la investigación médica y
científica; los cuidados sanitarios; la medicina forense y las
necesidades de la justicia en materia de procedimientos de índole civil o
penal. No se aceptan ni la utilización ni el mero acopio de datos
genéticos para discriminar a un grupo de población determinado, como
tampoco se admiten la utilización o el acopio destinados a aplicar un
programa de eugenesia.
No obstante, la discriminación "racial" no es la única forma de
discriminación, y a este respecto hay que decir que los datos genéticos se
pueden prestar a prácticas discriminatorias de otro tipo. Podemos
imaginar, por ejemplo, casos de discriminación en materia de contratación
laboral que se basen, por lo menos al principio, en motivos excelentes.
Supongamos que una empresa petrolera proponga a sus empleados que se
sometan a una prueba para detectar a los que poseen un organismo con
mayores posibilidades teóricas de verse afectado por determinadas
patologías generadas por el contacto con un solvente químico. Una prueba
de predisposición de este tipo puede situarse perfectamente en el contexto
de la medicina preventiva y, por lo tanto, redundar en beneficio de los
asalariados. Sin embargo, la propuesta o la imposición -la línea divisoria
entre ambas es muy tenue en estos casos- de una prueba de este tipo a los
candidatos a un puesto de trabajo puede perjudicar a algunos de ellos. Un
patrono más proclive a la productividad que a la salud o la justicia puede
intentar incluso establecer un nexo más estrecho entre los empleados y las
características del puesto de trabajo, es decir, tratar de limitar las
pérdidas entrañadas por las eventuales ausencias por enfermedad y
proscribir de uno o varios servicios de su empresa a todos los que sean
susceptibles de verse afectados por los productos utilizados en ellos.
Algunos albergan sospechas de que determinadas compañías de seguros
pretenden adoptar este tipo de métodos discriminatorios. En efecto, las
pruebas genéticas representan para las firmas de este sector una buena
oportunidad para desembarazarse de los "malos clientes". Es muy grande la
tentación de pedir a los candidatos a la suscripción de seguros de vida la
realización de pruebas de predisposición a determinadas enfermedades y de
penalizar con tarifas más elevadas a los que se nieguen a someterse a esas
pruebas, o presenten riesgos de contraer tal o cual enfermedad. En
semejante hipótesis, a algunos les tocaría el número premiado en la lotería
genética -pocas posibilidades de caer enfermos y seguros baratos-, mientras
que otros acumularían las desventajas: al ser propensos a una o varias
enfermedades, las compañías de seguros los tratarían como parias.
Todavía no se ha llegado a esos extremos, porque hasta este momento
sólo hay pruebas para un número reducido de enfermedades. Además, esas
pruebas no siempre son fiables y, si se exceptúa el caso de la corea de
Huntington, sólo proporcionan resultados exclusivamente indicativos sobre
un riesgo elevado de contraer la enfermedad detectada, sin que haya
absoluta seguridad de que se contraiga efectivamente. De hecho, está
comprobado que existe el riesgo de que se produzca una discriminación de
este tipo, salvo en algunos países donde ya se han impuesto restricciones
(Austria, Bélgica, Noruega, Países Bajos y parte de los Estados Unidos).
En los demás países, o bien sigue reinando la imprecisión en el plano
jurídico, o bien las propias compañías de seguros han establecido motu
propio plazos dilatorios para la utilización de las pruebas genéticas.
Sólo son plazos dilatorios y, además, de duración muy limitada en algunos
casos (5 años por regla general). La concesión de esos plazos no prejuzga
la actitud que puedan tener en el futuro las compañías de seguros. Además,
en ese lapso se registrarán progresos en las pruebas, lo cual aumentará la
tentación de recurrir a ellas.
Si se quiere ir más lejos con la "genética ficción", se puede
imaginar un fenómeno comparable en el ámbito de la educación. En un
principio, los médicos escolares acopiarían los datos genéticos de los
niños en beneficio de éstos. En una segunda etapa, se trataría de utilizar
los datos genéticos para la orientación escolar. Luego, cabría la
posibilidad de que se empezase a tratar de descubrir el gene de las
matemáticas, al igual que se habría buscado antes el gene del crimen. De
esta manera, los centros docentes que tratan de conseguir un prestigio
máximo podrían establecer una selección para dar prioridad al ingreso en
sus aulas de "genios" que, en la nueva acepción que habría cobrado entonces
ese vocablo, serían los candidatos con "mejores genes".
Con respecto a la utilización de los datos genéticos, hay que
plantearse también el problema de las colecciones históricas de muestras
humanas, así como el de los cambios de finalidad. Por ejemplo, si se
quiere efectuar una investigación genética sobre los tejidos de los
pulmones de las víctimas de una epidemia de gripe ocurrida un siglo atrás,
¿quién va a dar la autorización para esa utilización no prevista en su
época y, además, no consentida? Los casos de este tipo se contemplan en el
anteproyecto que se va a presentar en la reunión de Montreal, y a este
respecto se propone autorizar la utilización con dos condiciones: que los
datos ofrezcan un interés innegable para la investigación médica y
científica o para la salud pública; y que se reduzcan al anonimato de
manera irreversible. En un plano más general, los miembros del Grupo de
Redacción propugnan que una finalidad no sirva para ocultar otra distinta.
En el anteproyecto de documento elaborado por el Grupo se señala que los
datos genéticos humanos acopiados para la investigación médica y
científica, los cuidados sanitarios, la medicina forense y las necesidades
de la justicia en materia de procedimientos de índole civil o penal "se
podrán utilizar para otros fines, a condición de obtener de nuevo el
consentimiento previo, libre, expreso y con conocimiento de causa de la
persona interesada".
Quien dice utilización dice también beneficios esperados de ella.
Al referirnos a la etapa del acopio, ya mencionamos el problema que plantea
el "shopping" de datos genéticos que pueden practicar en los países pobres
los investigadores y empresas de los países ricos. Esta cuestión se debe
plantear en el plano de los resultados. Si los datos acopiados en el seno
de una población traen consigo beneficios como nuevos medicamentos,
pruebas, etc., ¿no habría que garantizar que esa población sacase provecho
de ellos también?
En la fase de la conservación también se plantean interrogantes de
difícil resolución. ¿Qué sistema de gestión de datos genéticos humanos
puede garantizar una protección adecuada de los derechos y las libertades
fundamentales del ser humano? ¿Qué datos obtenidos en el transcurso de una
investigación criminal o una acción entablada ante la justicia se deben
conservar o destruir?
El cotejo o la comparación de datos constituyen la dimensión de
conservación con respecto al problema de las finalidades mencionado
anteriormente. Teniendo en cuenta que detrás de una finalidad no debe
ocultarse otra distinta, no se debería permitir la realización de algunos
cotejos o comparaciones. Según el anteproyecto de documento, "los datos
genéticos humanos acopiados para la investigación médica y científica, o
los cuidados sanitarios, no se deben cotejar con los datos obtenidos para
satisfacer las necesidades de la justicia en procedimientos de índole civil
o penal". Por ejemplo, estaría excluido que para buscar a un delincuente
se utilizasen datos obtenidos por motivos médicos, o incluso los acopiados
en el contexto de un censo genético nacional.
Los problemas planteados por los datos genéticos que va a examinar
el CIB en Montreal revisten a veces aspectos muy técnicos y además son
especialmente complejos. La doble índole de los datos genéticos explica en
gran parte esa complejidad. En efecto, no sólo suministran información
médica, sino también personal. Por un lado, las características genéticas
de una persona pueden ser determinantes de múltiples enfermedades o
predisponer a ellas. Por otro lado, al ser único el patrimonio genético de
cada individuo, la medicina forense y la justicia se sirven de él para
identificar a las personas. Toda esa información no sólo es delicada y
duradera -por ser pertinente a lo largo de toda la vida del individuo
interesado-, sino que además es una fuente de posibles conocimientos sobre
la fratría (hermanos y hermanas) de la persona, sobre sus descendientes y,
en general, sobre el grupo al que pertenece.
Ante una situación tan compleja, el Grupo de Redacción del CIB optó
por utilizar un método pragmático en sus tres primeras reuniones. En el
plano formal, señaló que prefiere un instrumento que no revista un carácter
obligatorio -es decir, una declaración en vez de una convención- para
adaptarse mejor a un contexto en continua evolución y poder llegar más
fácilmente a un consenso. Los debates que celebrará el CIB en su reunión
de Montreal permitirán avanzar más por este camino.
Fuente: Ceride (Conicet)
///
[] BREVES DE CIENCIA Y TÉCNICA
> PULMONES QUE ESCUCHAN. Ciertas especies de anfibios, como algunas
salamandras, son capaces de oír utilizando para ello sus pulmones, según un
estudio realizado por investigadores de la Universidad del Estado de Ohio.
Thomas Hetherington, profesor de Evolución, Ecología y Biología ha
asegurado que esta investigación confirma un descubrimiento previo que ya
ponía de manifiesto como algunos tipos de ranas y sapos que carecen de
oídos utilizan sus pulmones para discernir las vibraciones sonoras.
"Parece que puede existir toda una variedad de animales terrestres cuyo
oído depende de los pulmones. Se trata de un primitivo sistema que quizá
haya sido el más extendido entre los primeros animales que vivieron en
tierra firme y que incluso hoy es importante para algunas especies", ha
indicado este experto.
Aunque las salamandras pueden utilizar sus pulmones para respirar,
suelen hacerlo a través de la piel.
Tras examinar cuatro especies de salamandras, Hetherington ha
señalado en la revista Journal of Comparative Physiology que estos seres
disponen de un tipo de oído interno que les permite escuchar sonidos. Los
sonidos hacen que el pecho del animal vibre y las vibraciones son llevadas
desde los pulmones hasta esos oídos internos. Así, en un experimento, las
frecuencias más bajas causaron las vibraciones más fuertes y las
salamandras que carecían de pulmones no respondieron a ninguna frecuencia.
Más información en:
http://www.acs.ohio-state.edu/units/research/archive/earlung.htm
> MÁS AGUA MARCIANA. Científicos de todo el mundo continúan
insistiendo en encontrar algún indicio que permita creer que en Marte hubo
vida alguna vez.
Según un trabajo publicado en la revista Nature, datos brindados
por la misión Mars Odyssey indicarían que debajo de una delgada costra de
la superficie marcian habría una capa de agua permanentemente congelada.
Una de las mayores pruebas de la existencia de hielo debajo de la
superficie marciana es la presencia de una marca que deja el hidrógeno que
compone el agua, que fue detectada por uno de los instrumentos de la "Mars
Odyssey".
"Si las condiciones fueron más cálidas en el pasado, como
probablemente lo fueron, podrían haber llevado a que el hielo se derritiera
formando agua, lo que hace aún más posible la presencia de vida", dijo
William Boynton, miembro del equipo de astrónomos rusos y estadounidenses
responsables de estos descubrimientos.
Este hallazgo es importante no sólo porque aumenta la posibilidad
de que se haya desarrollado vida microbiana más allá de la Tierra, sino
porque también hace más probable un futuro lanzamiento de misiones humanas
a Marte, ya que los astronautas podrían contar con fuentes de agua durante
su estadía.
"Desde el punto de vista de misiones tripuladas a Marte, puede ser
un descubrimiento grandioso", dijo Bo Maxwell, de la sucursal británica de
la Sociedad de Marte. "La gran pregunta ahora es saber cuán profundos y
puros son estos depósitos", añadió.
Marte es el actual objetivo de una carrera desatada entre los entes
espaciales de Europa y Estados Unidos. Los europeos enviaron recientemente
una nave espacial, la "Mars Express", con su robot Beagle 2. La NASA, por
su parte, envió un robot al planeta rojo y se prepara a enviar otro.
> AVIÓN A ENERGÍA SOLAR PERDIDO. El avión prototipo Helios, manejado
a control remoto, se destruyó cuando se partió sobre Ocúano Pacífico cerca
de la Isla Kauai del archipiúlago de Hawai. El Helios era el avión más
grande de la NASA, totalmente cubierto con células solares, diseñado para
volar a altitudes muy grandes y por largo tiempo. En agosto del año 2001,
rompió el record de altitud con 29.500 metros. En el futuro, este tipo de
aviones sustituirán a los costosos satélites. Las causas del accidente son
desconocidas.
No hubo ningún daño en la superficie ni a personas ni a propiedades
motivadas por el accidente.
Más información en: http://www.dfrc.nasa.gov
> NUEVOS INTENTOS CONTRA EL CÁNCER. Un Instituto de Biotecnología de
España, INBIOTEC, investiga un anticancerígeno que podría eliminar los
tumores asociados al cáncer de páncreas, colon, pulmón, tiroides, vejiga,
mama y la leucemia, mediante el uso de un hongo que actúa sobre los
oncogenes y que sólo se puede encontrar en Madrid, aunque hay una cepa
parecida en Japón, así lo afirmó Juan Francisco Martín, director del
Centro.
Martín explicó que los científicos están a punto de obtener "cepas
superproductoras de ácido clavárico -un nuevo anticancerígeno- mediante
modificación genética del hongo productor Hypholoma sublateritium". El
proyecto fue iniciado hace tres años por un grupo de investigadores de la
empresa estadounidense Merck, que participa también en estos trabajos.
Una vez obtenida la fórmula para conseguir este producto, los
investigadores de la empresa Merck harán un estudio de toxicología, ya que
"existen muchas sustancias anticancerígenas que al mismo tiempo son tóxicas
y dañan tejidos", matizó Martín.
"Estos estudios suelen durar una década", advirtió el científico
español, que aseguró que desconoce cuándo se comercializarán fármacos
derivados de este hongo.
INBIOTEC es un centro dedicado al desarrollo biotecnológico, que
busca transformar materias primas de origen vegetal y animal en productos
que la industria farmacúutica pueda transformar en antibióticos,
antitumorales y proteínas, entre otros.
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FIN DE LA EDICION DE MICROSEMANARIO
Publicación electrónica dirigida a los connacionales residentes en el
exterior con una síntesis de las principales noticias de Política Nacional,
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Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEyN-UBA)
República Argentina.
Editores: Carlos Borches y Enrique Stroppiana.
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