|
|||||||||||
|
La Nación, Miércoles
3 de abril de 2002 Por Raquel San Martín El doctor Guillermo Jaim Etcheverry, ex decano de Medicina, conducirá los destinos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) durante los próximos cuatro años. Ayer a las 23.50, tras más de doce horas de deliberaciones, Jaim Etcheverry, de 59 años, logró los 120 votos -uno más de lo necesario- que lo consagraron sucesor del rector Oscar Shuberoff. En segundo lugar se ubicó el economista Aldo Ferrer, con 57 votos, propuesto por una coalición de radicales shuberoffistas y opositores al rector. En tercer lugar quedó el decano de Filosofía y Letras, Félix Schuster, apoyado por sectores de izquierda, con 21 voluntades. Detrás de él estuvo el filósofo León Rozitchner, que se quedó con 13 votos, también de ese sector. Jaim Etcheverry, que había estado presente en la asamblea para presentar su propuesta pero no se lo vio en el momento del triunfo, llega al Rectorado sostenido en gran medida por el apoyo de un grupo de profesores de diez facultades, que armaron la lista Reconstrucción Universitaria y salieron a buscar apoyos. A diferencia de la semana última, cuando la primera sesión de la asamblea debió suspenderse en medio de incidentes, golpes y huevazos entre estudiantes de agrupaciones de izquierda y personal de seguridad, esta vez no hubo público presente. Tras los incidentes, el Consejo Superior decidió que el acceso al aula magna del Colegio Nacional de Buenos Aires se limitara a los delegados, el personal administrativo, autoridades y periodistas. Para eso, se instaló un fuerte vallado en la entrada del colegio, custodiado por unos 50 policías. A pesar de los temores de muchos, afuera no hubo incidentes. Mientras varias pantallas -tipo videowall- mostraban el desarrollo de las deliberaciones en la puerta del edificio, sólo se vio allí a un grupo de estudiantes del Partido Obrero y a otros de la agrupación independiente NBI, de la Facultad de Derecho. Laura Kniznik, consejera estudiantil por la Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista (CEPA), propuso que se abrieran las puertas al público, pero 128 asambleístas opinaron que no era conveniente. Por el sí votaron 97 consejeros, la mayoría estudiantes. No a las reelecciones Jaim Etcheverry asumirá el 7 de mayo próximo sabiendo que no podrá conducir más de dos períodos consecutivos. En efecto, antes de la votación, la asamblea aprobó por unanimidad un proyecto del grupo de profesores que apoya a Jaim Etcheverry para modificar el estatuto y limitar las reelecciones posibles a una sola. Hasta ahora fueron ilimitadas, lo que posibilitó que Shuberoff se mantuviera en el cargo durante 16 años. En la agotadora jornada, que hacia el final dejaba huellas visibles en los rostros de los delegados, no predominó la deliberación sobre los candidatos a rector y sus propuestas. Por el contrario, se abundó en cuestionamientos al sistema electoral de la UBA y se escucharon encendidas críticas a Shuberoff y repetidos pedidos de reforma del estatuto de la universidad, para incluir, por ejemplo, la elección directa de autoridades y establecer la convocatoria a una asamblea universitaria anual. En rigor, la mayor parte del tiempo se fue durante las primeras cinco horas de asamblea, que se utilizaron para decidir la inclusión de varios proyectos presentados a último momento en el orden del día. De siete iniciativas presentadas, sólo se aprobaron dos: la exposición de las plataformas por parte de los candidatos, según un proyecto de la Facultad de Derecho, y la convocatoria a una nueva asamblea, en agosto próximo, destinada a modificar el estatuto de la UBA, una idea de varios profesores encabezados por el vicedecano de Filosofía, Héctor Trinchero. No lograron la mayoría de votos para ser tratados, en tanto, dos planteos de ilegitimidad de la asamblea, que proponían la convocatoria a un nuevo encuentro para debatir cambios en el estatuto y una suspensión del rector Shuberoff en su cargo, entre otros. Inmediatamente después de ser proclamados por distintos consejeros, cada uno de los candidatos tuvo media hora para expresar sus propuestas a la asamblea, parados frente a un atril delante de los asambleístas, lo que volvió a atraer la atención algo dispersa por las largas horas de deliberaciones. "La tarea urgente es politizar la universidad, para darle compromiso con la sociedad, y despartidizarla, para volver a hacerla pública y no presa de intereses privados como es hoy", empezó Jaim Etcheverry, en su primera alocución pública como candidato a rector. Describió entonces sus principales propuestas. Entre ellas, establecer reuniones periódicas de los claustros y una convocatoria anual a la Asamblea Universitaria, ante la cual el rector deberá rendir cuentas. Señaló, además, su voluntad de profundizar los vínculos con la sociedad y transparentar el uso de los recursos. Pero dejó claro que entendía que quienes lo apoyan no firmaron con él un cheque en blanco: "Esta debe ser una construcción plural y común; una tarea en equipo", dijo. Los dos candidatos
principales pasaron una jornada hogareña Un verdadero contraste. Los 236 representantes de profesores, graduados y estudiantes de la Asamblea Universitaria sesionaron ayer calurosamente y desde temprano en el Colegio Nacional de Buenos Aires para elegir -tras el frustrado primer intento- al nuevo rector de la UBA. Fue una jornada larga y agitada, que aún no concluyó. En cambio, los dos candidatos con mayores posibilidades para consagrarse como sucesores de Oscar Shuberoff -el economista Aldo Ferrer y el ex decano de Medicina Guillermo Jaim Etcheverry- pasaron un día tranquilo, más bien hogareño. En el caso de Jaim, no tuvo más remedio. Según él mismo comentó, una "molesta gripe limitó mis actividades". Ello fue así hasta la última hora de la tarde, cuando ambos -al igual que el resto de los candidatos- tuvieron que acercarse a la asamblea para exponer sus propuestas ante los votantes. El economista Ferrer dedicó el día a avanzar en su libro, "Historia de la globalización". Pero explicó que estuvo todo el tiempo expectante a la decisión de la asamblea de la UBA. Jaim Etcheverry pasó buena parte de la jornada respondiendo mensajes de correo electrónico que recibió con motivo de la carta de lectores que publicó ayer en LA NACION, en la que aclara que su pensamiento sobre la universidad es "harto conocido" y que por eso no consideraba apropiado opinar en pocas líneas sobre cuestiones complejas. El ex decano se mostró satisfecho por el aliento recibido en estos mensajes electrónicos. "Tuve la agradable sorpresa de recibir el aliento de varios ex alumnos residentes en el exterior", comentó. El resto de la tarde lo utilizó para organizar algunas ideas "que deberé exponer en algún momento del transcurso de la Asamblea Universitaria", puntualizó. Al ser consultado sobre su estado de ánimo, respondió que tiene confianza y que siente "una honda preocupación ante la posibilidad de enfrentar una responsabilidad tan grande en un momento crucial del país". Expectante Ferrer dialogó con LA NACION y se mostró tranquilo y contento, aunque también "expectante, a la espera de la decisión de la asamblea". "Pero continué con mi rutina. Pasé el día en mi casa, a la mañana estudié y trabajé en el tercer tomo de la Historia de la globalización , una investigación que quiero concluir pronto", comentó. Como recibió noticias de que seguramente debía realizar una exposición ante la asamblea, también se dedicó a "ordenar" sus ideas. "Estoy esperando que me digan cuándo debo ir", dijo a media tarde. Luego, a las 18.30, señaló, un poco más nervioso, que partía hacia el Nacional de Buenos Aires "porque es posible que tenga que exponer hoy mismo (por ayer)", lo que efectivamente ocurrió. "Estoy sorprendido por la propuesta que me acercaron el sábado. La pensé y me pareció una propuesta irrenunciable. Creo que siendo un hombre de universidad, docente de varias décadas, puedo ampliar la perspectiva sobre las cuales se traza la conducción universitaria", comentó Ferrer, doctor en Ciencias Económicas de la UBA y profesor titular consulto de esa facultad. "Confieso que esta propuesta me complica en lo personal, porque quería finalizar mi libro y este desafío lo pospondrá", agregó. Pero el desafío le resulta muy importante. "La Universidad es la pieza fundamental de la cultura y la cultura es la plataforma donde se debe construir la identidad del país", concluyó. Agustina Lanusse
Los dos mas votados G. Jaim Etcheverry Aportar soluciones
a la crisis del país Desde muchos sectores se afirma que el mundo universitario y la sociedad se deben un debate serio y profundo sobre cuál es el papel de la educación superior. El tema no es menor si se tiene en cuenta que hoy, en la Argentina, cerca de 1,5 millón de alumnos estudia en las instituciones públicas y privadas. La dificultad para privilegiar esta cuestión de fondo se evidenció durante la elección del nuevo rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA). No sólo los candidatos a suceder a Oscar Shuberoff no debatieron propuestas entre ellos sino que la primera sesión de la asamblea debió suspenderse por actos de vandalismo. Obligada a solucionar problemas que aparecieron como más urgentes, en los últimos años, la atención pública se ha ido, en especial, en reclamar más presupuesto, en defender la autonomía universitaria o en garantizar la gratuidad. "¿Por qué se ha taponado el debate?", se preguntó Juan Carlos Portantiero, sociólogo y ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. "Hay muchos intereses en el medio y a veces hay una partidización excesiva de la lucha universitaria", dijo. Según Portantiero, la universidad tiene la doble misión de impartir conocimientos y de formar ciudadanos. "Además, tiene la misión de intentar extender, en lo posible, los conocimientos a la sociedad y de generarlos en la investigación", agregó. Para el epistemólogo e investigador Gregorio Klimovsky, "la Universidad tiene que formar profesionales pero también investigadores. Debe lograr que sus cátedras sean centros de investigación en donde progrese el conocimiento". Según Klimovsky, la Universidad tiene dos frentes con los que puede colaborar. Hacia adentro, los investigadores deben estar enterados de las cuestiones nacionales para contribuir al futuro del país con la buena formación de los estudiantes. Hacia afuera, debe contribuir a aportar soluciones a los problemas nacionales. "Tiene que ofrecer sus institutos, centros y cátedras para que reciban los pedidos de consulta de las reparticiones nacionales y organismos del Estado -dijo Klimovsky-. Luego, identificar cuáles son los problemas por resolver". Klimovsky tiene una visión positiva de la tarea que ha realizado la Universidad en pos del desarrollo del país: "Se ha portado bastante mejor de lo que se suele decir. Tiene muchos enemigos políticos que dicen cosas sin conocimiento", afirmó. Sin embargo, afirmó que hay problemas por resolver, como la ineficacia administrativa y la cuestión pedagógica: "Son varios los profesores que no tienen buen adiestramiento; hay que reconocer que algunos tienen mucha pericia en el arte de aburrir". Para José Luis Coraggio, economista y rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento, la Universidad tiene que asumir el papel de garantizar el derecho al acceso a una educación gratuita y de alta calidad. Dijo que debe ser un "agente del desarrollo" y alertó sobre la necesidad de "salir de la visión asistencialista". Pedro Krotsch, director del Instituto de Investigaciones Gino Germani, de la Facultad de Ciencias Sociales, reconoció que es importante que se dé el debate de cuál es la misión de la universidad pública, en el contexto de una institución que se masificó. "El papel de la universidad pública es producir conocimiento", insistió Krotsch.
|
||||||||||