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Jueves 20 de junio de 2002 V.A.M.O.S a conocer el clima Por Cecilia
Draghi (*) Desde noviembre de 2002 a febrero de 2003 todas las miradas se elevarán al cielo. Allá arriba uno de los dos aviones caza-huracanes norteamericanos con su parafernalia de sensores y radares registrará datos sobre masas de aire que a no menos de 42 km por hora transportan humedad y favorecen la formación de lluvias sobre la Cuenca del Plata. Con científicos de todo el mundo a bordo, el instrumental de la nave no sólo monitoreará esta corriente de viento que sopla rasante a unos mil metros de altura, sino que a través de flancos espiará peligrosos sistemas nubosos, cuna de poderosas tormentas, que abundan en esta parte del planeta. Aquí en tierra firme, una red de 600 pluviómetros cubrirá las precipitaciones durante las 24 horas y también a diario se lanzarán globos pilotos y radiosondas para tomar nota de humedad, temperatura y viento en altura. De este modo, este experimento bautizado como SALLJEX (South American Low Level Jet Experiment) logrará el sueño de los meteorólogos: obtener una lluvia de datos que afine futuras predicciones. "Una mejor cobertura observacional contribuirá a pronósticos del tiempo y del clima más exitosos", afirma Matilde Nicolini, doctora en Ciencias de la Atmósfera e investigadora responsable en Argentina del proyecto SALLJEX, que forma parte del Programa V.A.M.O.S (Variability of American Monsoons System) dependiente entre otros de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Monzón sudamericano
Durante el período estival, el monzón provoca precipitaciones en la región amazónica y en todo el norte de Argentina; en tanto la época invernal es sinónimo de estación seca en esas zonas. Las características monzónicas son muy claras desde el Amazonas hasta el norte de Argentina. Pero extrañamente a lo que se espera, en la zona noreste de nuestro país llueve todo el año. ¿Alguna de las razones? "Vientos calientes y húmedos del Atlántico tropical ingresan a Sudamérica a la altura del Amazonas y topan con la cordillera de los Andes desviándose hacia la Cuenca del Plata donde producen lluvias a lo largo de todo el año", describe Vera. "El pronóstico del tiempo y del clima será mejor, cuando se conozca más sobre este chorro de aire húmedo conocido como Low Level Jet, que sopla a mil metros, es decir a baja altura (en inglés Low Level) y a una velocidad de 42 km por hora como mínimo, requisito básico para ser denominado jet", explica. Infierno en el cielo Con una avezada tripulación -12 personas-, el avión WP-3D acostumbrado a atravesar tempestades para llegar al ojo del huracán, volará este "low level jet" en zigzag, a lo largo y transversalmente. Radares en la trompa, cola y fuselaje e instrumental de alta precisión a bordo no perderán rastro de datos cruciales, seguidos de cerca por meteorólogos, ingenieros y especialistas de la agencia NOAA, que dona 100 horas de vuelo para este fin, algo así como 400.000 dólares. La nave -que podrá llevar un puñado de científicos invitados-, oteará los riesgosos sistemas convectivos: sistemas nubosos organizados de gran desarrollo vertical en que se producen intensas corrientes de aire ascendente, descendente y laterales, además de granizo, precipitación torrencial, descargas eléctricas y eventualmente tornados. Esta especie de infierno en el cielo será observado desde distintos flancos por este avión. "El este de Argentina es uno de los pocos lugares del mundo donde se registran sistemas convectivos tan espectaculares y violentos que pueden producir considerables daños económicos e incluso la pérdida de vidas humanas", ejemplifica Celeste Saulo, doctora en Ciencias de la Atmósfera y co-responsable del proyecto de medición en Argentina. Globos y pluviómetros Los once vuelos previstos aportarán datos a este experimento que tiene otras dos fuentes de información: los globos y pluviómetros. Durante la prueba se lanzarán, en cinco o seis puntos de Argentina, un promedio de dos a ocho globos piloto por día, o más, según consideren necesarios. "Inflados con helio u otro gas se arrojan al aire. En tierra, meteorólogos o personal capacitado siguen a ojos vista su posición en el cielo con un teodolito y calculan así la velocidad del viento", describen las especialistas. Más sofisticada y cara es la radiosonda, que es remontada por un globo y consta de sensores de temperatura, humedad y presión, además de un GPS, un instrumental que brinda posición, velocidad y rumbo. "Argentina históricamente lanzaba alrededor de diez radiosondas por día, hoy sólo una o dos, por falta de fondos. Estos equipos cuestan 200 dólares, y una vez lanzados se pierden. Fruto de las negociaciones se logró que durante los tres meses de este experimento se arrojen dos por día, uno en Resistencia y otro en Santiago del Estero", precisan. Otro tanto ocurre con los pluviómetros. "Argentina debe tener en la actualidad unas 200 estaciones para medir la lluvia, y durante esta campaña se agregarán en una zona que sólo abarca la mitad del país, 300 más. La idea es ubicarlos cada 50 kilómetros de distancia y que estén a cargo de pobladores de la zona", puntualiza Saulo. La lectura del pluviómetro la puede realizar cualquier habitante de buena voluntad que todos los días, a las 8 horas, mida la precipitación acumulada en el aparato, lo vacíe y anote el dato en una planilla. Una vez por semana un maestro, policía o quien tome la posta retirará los registros y los enviará a instituciones provinciales que participan del experimento y serán centralizados en la base de Ciudad Universitaria. Los voluntarios y entidades que deseen se pueden sumar. "Durante una experiencia piloto, se logró una colaboración importante por parte de caciques de tribus aborígenes y de pobladores rurales. Algunos no sabían leer, en estos casos junto con el pluviómetro se entregaba un papel idéntico para que allí dibujaran hasta donde había caído la lluvia", subrayan. Cada uno, a su modo, aportará su parte desde el cielo y la tierra para este desafío que durará tres meses pero sus resultados perdurarán más allá. "Para predecir mejor, hay que medir mejor. Esto es costoso y generalmente excede los recursos de un sólo país. Por esta razón, este experimento realizado conjuntamente por cinco naciones y financiado en gran parte por organismos internacionales brinda una oportunidad única", concluye Vera. * Cecilia
Draghi es miembro del Centro de Divulgación Científica
y Técnica de la Secretaría de Extensión, Graduados
y Bienestar Estudiantil (SEGBE) de esta Facultad.
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