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Viernes 21 de junio de 2002 Cuando tiembla la tierra Por Carlos Borches Hasta el mediodía, la Plaza de Mayo, la plaza Roberto Arlt y la plaza Roma, además de varias plazoletas linderas a otros inmuebles céntricos, albergaron a miles de oficinistas que recuperaron lentamente la calma con las primeras noticias de lo ocurrido: a 1300 km. de Buenos Aires, la chilena región del Coquimbo había sido epicentro de de una sacudida telúrica de 6,3 grados en la escala Richter. Afortunadamente, el sismo no registró víctimas y su impacto fue evaluado entre 6 y 7 grados en la escala Mercali. En la Ciudad de Buenos Aires no hay sismógrafos que hayan dado cuenta del terremoto, pero si fue registrado en detalle por la Estación Sismológica de La Plata, que hasta las 13hs. de esa jornada continuó midiendo las ondas que se propagan desde el lugar de origen. El Departamento de Sismología e Información Meteorológica del Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional de La Plata, dirigido por la geofísica Nora Sabbione, informó que el terremoto originado a las 10:56:25 (Hora Oficial Argentina) en Chile -a unos 25 km. al Sur de Ovalle- fue registrado por la Estación Sismológica de La Plata, a partir de las 10:58:22. Según el informe, la profundidad del mismo fue de 52 km, siendo un terremoto de tipo tectónico. Por ser un terremoto superficial, una importante cantidad de la energía liberada se propagó en forma de ondas superficiales, de ahí que sus efectos fueron sentidos en los edificios de altura. Los registros realizados en la Estación de La Plata, cuyo instumental se encuentra en un subsuelo a 5 metros de profundidad, se hacen en forma analógica, con bandas de papel termosensible, y en forma digital, generando archivos con la señal digital que registran 10 muestras por segundo. Esta información se reporta al United States Geological Survey (USGS) y al Centro Sismológico Internacional de Gran Bretaña (ISC). Dentro de las muchas líneas de investigación que conviven en el Departamento de Geología de la FCEyN, no existen grupos específica-mentre dedicados a la sismología. "Lamentablemente es un área vacante que tenemos en el Departamento" afirma Augusto Rapalini, profesor de nuestra Facultad. "Hoy en día se publican en el mundo muchos trabajos en sismología, y se han logrado resultados sorprendentes. Conociendo la información que proporcionan los sismos se realizan auténticas ecografías de la corteza y el manto terrestres y son investigaciones que no requiere gran financiamiento -explica Rapalini- lo que le faltaría en nuestra Facultad es formar un grupo donde converjan geólogos con físicos y matemáticos, porque los temas más interesantes en la sismología presentan desafíos que hay que abordar en forma multidiscilplianaria".
- ¿Qué es lo primero que piensa un geólogo cuando se entera de un terremoto? - Me dije: seguro que durante varios días me van a preguntar qué era un terremoto, por qué se producían, si era pronosticable... - comenta riéndose Augusto Rapalini, investigador del Departamento de Geología de la FCEyN. "Pero después de primera impresión uno quiere tener una mayor precisión que no se consigue por lo general en los medios. Aunque no sea mi especialidad, inevitablemente querés ver el registro del sismo, conocer datos sobre su magnitud e intensidad, sobre la ubicación precisa del foco" Como era de esperar, no podíamos desaprovechar la ocasión y hacer la consulta esperada: ¿En algún momento se podrán predecir los sismos? y Rapalini responde con escepticismo: "Personalmente no creo que sea posible pronosticar con precisión útil el momento del sismo. La utilidad social de la predicción viene dada por un intervalo de tiempo que le permita a la gente tomar todos los recaudos del caso y esto no lo veo posible. Es como si tuvieses sobre una mesa una montaña formada por granos de arena y le vas agregando un granito tras otro. Sabés que en un momento se va a producir el derrumbe pero no podés, ni creo que se pueda, predecir con cual granito se producirá el derrumbe" ¿Qué son los terremotos? Por Alejandra Sofía (*) Los terremotos son vibraciones elásticas en la Tierra producidas por una liberación brusca de energía. Por su origen pueden ser naturales o artificiales (de explosión). Comúnmente se designa con el nombre de temblores a los fenómenos más débiles y se reserva el de terremotos a los de mayor intensidad. También suele llamárselos con el nombre de sismos (en griego "seismos" significa sacudimiento o agitación) La Sismología -rama de la Geofísica que se ocupa de estos fenómenos- ha permitido establecer que en esencia los sismos vienen a ser grandes perturbaciones del equilibrio elástico que se producen en determinadas regiones de la Tierra; dichas perturbaciones no quedan confinadas en la zona donde ocurren (foco sísmico) sino que se irradian a todos los puntos del globo. El estudio de los terremotos en foco permitió determinar que hay tres clases: tectónicos, volcánicos y de colapso. Los dos últimos suelen tener poca intensidad y por lo tanto escasa repercusión a la distancia. No pasa lo mismo con los tectónicos -relacionados con los procesos que producen cambios estructurales de la Tierra- que pueden ser detectados en muchas partes del globo terrestre a través de instrumental . Hay entonces un punto llamado foco, el epicentro y una zona llamada región epicentral donde los efectos del terremoto alcanzan las mayores proporciones. La brusca energía liberada por un terremoto genera ondas y éstas se pueden registrar desde la lejanía del epicentro; encontramos ondas de diferente naturaleza y diferente velocidad que al alejarse se dispersan y se diferencian según el medio en que se propagan. Las superficiales son las más dañinas y a su vez se combinan para formar nuevas ondas. Los sismos pueden ser descriptos según su origen y también de acuerdo a su profundidad: terremotos superficiales (0 a 70km.), intermedios (70 a 300km), y profundos (300 a 700 km.). Cuando uno escucha que un terremoto tuvo una magnitud de 6.3 por ejemplo, esto quiere decir que tiene relación con la cantidad de energía liberada en formas de ondas. Es como el tamaño relativo de un temblor. Uno de los tipos de magnitud más utilizados es el de Ritcher. Dicha escala surge de una fórmula que tiene encuentra varios parámetros; es un número que tiene en cuenta la amplitud y el período de determinadas ondas registradas en los sismogramas. Los tipos de magnitudes que se usan en forma más común son: Ritcher o local (ML); Ondas P (mb); superficial (MS); coda (MD) Hasta ahora el terremoto más grande registrado hasta el momento alcanzó una magnitud de 9.5. Hay otro elemento a tener en cuenta y es la intensidad de un terremoto, esto es la medida de los efectos producidos por el sismo en personas, animales, estructuras y terreno en un lugar particular. Se utiliza la escala de Mercalli modificada (12 niveles ascendentes según la severidad y va en números romanos). La intensidad no solo depende de la fuerza (magnitud) del sismo sino de la distancia epicentral, la geología local, naturaleza del terreno, tipo de construcciones del lugar, etc. El terremoto más grande registrado hasta el momento alcanzó una magnitud de 9.5 correspondiente a una ruptura del orden de los 1000 km. de longitud, 200km de ancho. Se estima que cada año la energía liberada por los terremotos en todo el mundo es de 10.25 ergios a 10.26 ergio (unidad de energía en el sistema métrico) Los físicos nucleares calcularon que la energía liberada por la bomba atómica en Bikini, en 1946 fue de aproximadamente 10.19 ergios. Aunque no sea posible predecir con certeza dónde y cuándo habrá de suceder un terremoto, de acuerdo a los antecedentes, fallas geológicas, tectónicas de placas, estadísticas etcétera se determinan los lugares del planeta donde las probabilidades son mucho mayores y se efectúan modelos proyectivos. Conociendo esta información se establecen las áreas de mayor riesgo y se tomar recaudos en los proyectos de arquitectura o ingeniería, a pesar de que el problema suele ser la falta de recursos en regiones pobres para realizar una construcción antisísmica. Existe entonces un riesgo sísmico (combinación de características del suelo, edilicias, poder adquisitivo, factores psicosociales y otros) y por otro la peligrosidad (que suceda por la sismicidad del lugar, en determinado espacio y tiempo determinado por estudios estadísticos.) Baste como ejemplo el terremoto sucedido en Balleny Island en el Pacífico Sur, el 25 de marzo de 1998 cuya magnitud fue de 8.0 y debido a la escasa población, edificación y otras de las variables señaladas, pasó inadvertido para la mayoría de los terrestres. Evidentemente no es el caso del terremoto de Turquía donde el riesgo sísmico y la peligrosidad se combinaron con las consecuencias ya conocidas de miles de muertes y destrucción. Aunque no lo notemos, la Tierra sufre permanentes temblores y sismos de diferente magnitud. Según estadísticas del IGS el promedio anual de terremotos de magnitud 8 o más es de uno anual. De 7 a 7.79 el promedio asciende a 18 anuales; entre los terremotos cuya magnitud oscila entre 6.5 a 6,69 se registran unos 120 eventos anuales; de 5.59 unos 800 y si consideramos los sismos cuyas magnitudes están por debajo de 3.39, la cifra asciende a 49.000 episodios anuales. * Facultad
de Ciencias Astronómicas y Geofísicas, Universidad Nacional de La
Plata.
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