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Míercoles 5 de marzo
de 2003 Por
Cecilia Draghi (*) El sol parte la tierra en un desierto de sal, inhóspito y de difícil acceso. En condiciones extremas de temperatura y en cuerpos de agua hipersalinos donde nada parecería sobrevivir, habita un animal diminuto: el camarón de la salmuera o Artemia, un recurso económico cada vez más demandado en el mundo. En Argentina, la doctora en Ciencias Biológicas Rosa Graciela Cohen, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) sigue de cerca este ser. Ella junto con investigadores de Africa, Asia, Europa y el resto de América cooperan en un programa de la Unión Europea destinado a localizar, identificar y luego evaluar la posibilidad de explotación comercial de estos crustáceos altamente nutritivos. En este programa, la UBA es la representante de la Argentina. "El valor principal de Artemia es como alimento vivo en la cría de peces o camarones de interés comercial. Si bien la piscicultura y la camaronicultura no están muy desarrolladas aquí, sí lo están en otros lugares del exterior a donde se puede exportar dado que contamos con abundantes recursos", subraya la investigadora desde el departamento de Biodiversidad y Biología Experimental en la Ciudad Universitaria. No faltan culturas que ya lo tienen entre sus platos típicos. Es más, una hamburguesa de Artemia es altamente nutritiva porque contiene "un buen componente proteico y lipídico", destaca. Desde hace diez años Cohen no pierde mirada de este animal. Es más junto con su equipo identificó las dos especies hasta ahora halladas en el país. La Artemia persimilis, casi exclusiva de Argentina y la A. franciscana oriunda de Estados Unidos y cuya presencia en estas latitudes muestra cuánto se ha dispersado. Hoy este crustáceo ha sido revalorizado. Hasta hace poco el gran lago salado de Utah, en Estados Unidos, era el principal proveedor del mundo, pero "algunas obras realizadas por el hombre, la dilución de la salinidad del lago por excesivas lluvias y la sobreexplotación alteraron la cosecha anual del recurso y han llevado a buscar nuevas fuentes en el mundo", remarca. Especialista en descubrir los sitios de Argentina donde habita este camarón (como Buenos Aires, Córdoba, Chaco, La Pampa y Santa Cruz), la preocupación de esta investigadora es que se haga uso pero no abuso del recurso. Una vida efímera y en constante movimiento En términos humanos la vida de Artemia es efímera. De quiste o primera larva a adulto demora de 8 a 18 días y muere aproximadamente a los dos meses y medio. "Aquellos animales que alcanzan los 80 días ya son muy longevos", puntualiza. Inquietos por naturaleza, estos seres de apenas un centímetro de largo nunca paran de mover sus once pares de patas, que no sólo le sirven para la locomoción, sino que en su incesante pataleo crean corrientes de agua para atrapar su plato preferido: las algas unicelulares, protozoos y bacterias. Estos alimentos luego son llevados directamente a una especie de surco en la parte ventral del animal y de allí son conducidos a la boca. "Incluso se siguen desplazando durante el apareamiento. La pareja nada sincrónicamente y, al finalizar la cópula, cada uno sigue su camino", describe. De cada unión se produce una puesta (pueden producir de 3 a 4 en toda la vida) que da lugar a un promedio de 60 descendientes, cargados en el ovisaco de la hembra, con dos destinos posibles: nacer como larvas y ser lanzados al mundo con provisiones suficientes hasta alcanzar el siguiente estadio en el que deben alimentarse por sí mismos; o bien ser liberados como quistes, es decir como embriones encerrados en una cáscara. En este último caso, permanecen en estado de latencia hasta que encuentren las condiciones para su desarrollo. "Aún si hallan el ambiente ideal, los quistes no eclosionan todos a la vez; algunos pueden demorar años. Esto forma parte de una estrategia de supervivencia que deja un margen de seguridad con miras al futuro", indica. La naturaleza toma sus recaudos: no sea cosa que todos den a luz motivados por una lluvia pasajera y enseguida una sequía mate a la población entera. "Este grupo animal es muy antiguo, sus antepasados ya se ubican en el Cámbrico, por lo tanto han tenido tiempo para evolucionar y ajustar numerosos detalles", agrega. Con una larga historia en la Tierra, este diminuto camarón hoy es revalorizado. En especial el recurso exportable más importante lo constituyen los quistes, que tienen el aspecto de granitos de arena. Cuando están procesados pueden almacenarse en un frasco como un polvo seco, fáciles de transportar y conservar hasta su utilización. "En Argentina hemos hallado muchas fuentes de recursos y aún queda mucho por explorar. Pero es fundamental que la explotación no se haga indiscriminadamente. De este modo contaremos con Artemia para rato", concluye.
(*) Centro de Divulgación Científica - SEGBE - FCEyN.
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