|
|||||||||||
|
Jueves 24 de abril de 2003 Por
Susana Gallardo (*) Dos grupos de investigación de la Facultad de Exactas recibieron los subsidios que entregó el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) a los ganadores del Programa Universitario de Estímulo a la Vocación Empresaria (Prueve). Uno de ellos está conformado por Martín Negri, Delia Bernik, Carlos Alcober y Diana Zubiri, del INQUIMAE y del Departamento de Química Inorgánica, Analítica y Química Física, quienes desarrollaron una nariz electrónica para analizar patrones de olores y poder determinar así la calidad de diferentes productos. El otro proyecto es un sistema de reconocimiento de identidad mediante la voz, en el que trabajan Marcos Trevisan y Gabriel Mindlin, del departamento de Física. y el ingeniero en electrónica Juan Ignacio Trentalance. El objetivo del Prueve es fomentar el desarrollo de emprendimientos de tecnología y apoyarlos hasta que puedan "andar" por sus propios medios. Por su parte, la Facultad de Exactas, iniciando un camino similar, ya ha creado su incubadora de empresas. Estos dos proyectos, junto con otros once, fueron seleccionados entre un centenar de presentaciones. Para convertirse en ganadores, debieron pasar por distintas etapas de evaluación, y la más difícil fue la aprobación del plan de negocios, un estudio de factibilidad que consideró la inversión necesaria, las posibles ganancias, y los riesgos implicados por las condiciones del mercado. El GCBA, además del subsidio, brindará un lugar físico donde las futuras empresas puedan establecer sus bases de operaciones de "marketing". El trabajo de laboratorio de los dos proyectos mencionados se seguirá realizando en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Una nariz a medida de las necesidades La nariz electrónica, uno de los primeros proyectos incubados por la FCEyN junto con el GCBA, ya sale a brindar servicios a instituciones y empresas. "El dispositivo, que consiste en un conjunto de sensores, permite discriminar olores de sustancias que incluyen numerosos compuestos, como los alimentos y perfumes", afirman los integrantes del grupo y agregan: "Otros métodos exigen analizar por separado cada componente. El nuestro, en cambio, reconoce un patrón global, que opera como una huella digital de cada olor". El subsidio de 28 mil pesos que dio el GCBA se va a aplicar en la construcción de una nariz electrónica adicional. Los investigadores actualmente cuentan con dos, una para el laboratorio y otra para hacer mediciones fuera de la facultad. "Si fueran necesarias dos salidas al campo el mismo día, sería imposible porque estamos limitados por el equipamiento", comenta el doctor Negri. Uno de los clientes requiere un servicio que implica analizar patrones de olores en cultivos, buscando si existen diferencias de acuerdo con el tratamiento de suelos. "Nuestra nariz les ofrece la posibilidad de un análisis in situ, que además no es invasivo ni destructivo, pues no es necesario destruir la muestra, y posee una alta sensibilidad de detección", señala Negri. Los sensores que componen la nariz pueden intercambiarse según la necesidad. La cuestión es determinar cuáles son los apropiados para resolver un problema en particular. Carlos Alcober junto con Negri, y Roberto Candal están desarrollando sensores. "Investigamos sus propiedades y estudiamos qué materiales conviene usar para fabricarlos", explica Alcober, y detalla: "Ahora empleamos sensores comerciales, la idea es fabricarlos aquí, que serían los primeros made in UBA". Los investigadores han realizado trabajos para varias empresas privadas, como por ejemplo la International Flavors and Fragrances (IFF) que subsidió un estudio en particular, el cual recibió un premio al mejor trabajo en el Décimoquinto Congreso Latinoamericano e Ibérico de Químicos Cosméticos, en el 2001. En otros casos, hay empresas grandes con las cuales están en vías de formalizar convenios. Incubando empresas La nariz electrónica, que en el 2001 ganó el premio al tecno-emprendedor en la categoría universitario -otorgado por el Banco Francés- es tal vez el proyecto más avanzado de los que formarán parte de la incubadora creada en Exactas. El laboratorio ya tiene un nombre, que figura en la página web: LAMS, Laboratorio de Arreglos Multisensoriales. Los estudiantes pueden entrar a hacer sus tesis en el LAMS y, cuando la terminen, una posibilidad es que continúen trabajando en la empresa. El mercado potencial para la nariz electrónica es muy grande: empresas de alimentos, de cosméticos, o vinculadas al agro y a la industria del vino. "De hecho, una becaria del laboratorio pudo demostrar que esta metodología se puede aplicar a la diferenciación de vinos, por ejemplo es posible determinar a qué bodega pertenece un vino Malbec", explica Negri. La ventaja de esta nariz respecto de los equipos comerciales es que es transportable, y ofrece diferentes posibilidades de manejo de muestras, de manera de adaptarse a cada necesidad. ¿Qué falta para constituir la empresa? "Ahora estamos tratando de ver cómo compatibilizar la formación de una empresa con las tareas de investigación", explica Bernik Los investigadores en general están preocupados por cuál va a ser su estatus en ese nuevo esquema. Ya se está pensando es crear la figura de investigador-empresario, de manera que el investigador pueda tener un lugar en una empresa y que, al mismo tiempo, pueda, por ejemplo, seguir dirigiendo tesis doctorales. Lo que todavía no se sabe es cuánto tiempo tardarán estas empresas incubadas en la universidad en poder caminar por sus propios medios, es decir, autosustentarse. En Europa, donde hay mucha experiencia en estos emprendimientos, los períodos de incubación nunca son menores de 3 años, y ello depende de muchos factores, como el mercado, la competencia y el rendimiento. Además, no todas las empresas que salen de la incubadora, sobreviven. Y algunas, si bien no mueren, pueden requerir más años de incubación. Reconocer la identidad mediante la voz Otro de los proyectos que resultaron ganadores en el concurso del Prueve es el sistema de reconocimiento de la identidad mediante la voz, que consiste "en un conjunto de parámetros físicos que describen el aparato de fonación de una persona, y funcionan como una huella digital de su voz", según explica Marcos Trevisan, cuyo trabajo forma parte de su tesis de doctorado. La idea es que el sistema, al percibir la voz de un individuo, pueda determinar si éste es el que dice ser. Así, sería posible reconocer, por ejemplo, si la persona que coloca la clave en un cajero automático es efectivamente el dueño de la tarjeta. Los investigadores desarrollaron un modelo que describe la producción de la voz y, en particular, la generación de los sonidos sonoros. En oposición a los sonidos sordos, los sonoros son aquellos en que el aire, al pasar a través de las cuerdas vocales, las hace vibrar. Ejemplo de sonidos sonoros son las vocales y algunas consonantes. En especial, los investigadores se centraron en las vocales. Pero luego se preguntaron si era posible encontrar algún conjunto de parámetros que reprodujera vocales verdaderas, y que éstas pudieran ser grabadas y analizadas. El propósito era ver si esos datos podrían servir para identificar la voz de una persona y diferenciarla de la de otras", relata Trevisan. Los parámetros empleados por los investigadores son físicos y fisiológicos, como por ejemplo la geometría de las cuerdas vocales, su masa, la disipación que produce el tejido, el ancho y largo del tubo por donde viaja la voz. De este modo, se obtiene una descripción del aparato de fonación de cada persona. El problema es que para procesar toda esa información, el tiempo que emplea una computadora es muy largo, entre horas y días. "Nosotros -enfatiza Trevisan- pensamos en algo instantáneo, que responda en segundos o en menos tiempo". Actualmente existen sistemas de reconocimiento de identidad para acceso restringido a ciertos lugares, que emplean las huellas digitales, la voz o la identificación mediante la retina. De todas estas formas, algunas son más costosas y otras más naturales y económicas. El empleo de la voz es la forma más simple de todas, y se puede transmitir fácilmente a través de la red. Necesita un dispositivo que capte el sonido y un buen algoritmo, un programa que sepa decir qué características de la voz son lo suficientemente significativas como para describir al individuo que está hablando. La desventaja de la voz es que puede forzarse o imitarse. Tiene una versatilidad tan grande que resulta difícil definir cuáles son esas características que distinguen una persona de otra. Los sistemas de reconocimiento mediante la voz que ya existen describen el sonido en forma estadística, es decir, toman ciertos rasgos a partir de repeticiones de una misma palabra o frase de una persona. "Nuestra idea, en cambio, no es emplear la estadística, sino encontrar los rasgos que describan de manera específica la voz de cada sujeto", detalla el investigador. ¿Cuál sería la ventaja de este método? Un sistema estadístico omite todas las características físicas y fisiológicas de la producción de la voz. "Nosotros queremos enfatizar que el sistema de producción de voz es un problema físico, no un problema estadístico", recalca Trevisan. En este sistema, la persona podría ser reconocida con sólo decir "a"; mientras que en los otros, sería necesario formular un enunciado más extenso La idea de los investigadores es obtener una alianza con un socio tecnológico grande. "Queremos echar una nueva luz al problema y participar de su desarrollo con un aliado estratégico", concluye Trevisan. Estos nuevos emprendimientos de base tecnológica surgidos de la universidad e incubados hasta que puedan lograr sostenerse por sus propios medios, prometen convertirse en una alternativa interesante de desarrollo y de fuente de trabajo para futuros graduados.
|
||||||||||