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Martes 26 de agosto de 2003 Por
Patricia Olivella Se sabe que en Astronomía casi todos los fenómenos son cíclicos. Las fases de la luna se repiten, el día y la noche se repiten, las estaciones del año se repiten... Sin embargo, hay fenómenos que se repiten tan esporádicamente que parecen únicos. Y si no, siempre exite alguna forma de que así lo parezcan (¿no hemos tenido acaso más de un "último eclipse del milenio"?). La noche del 27 de agosto ocurrirá uno de esos hechos que por poco frecuentes parecen únicos: el planeta Marte estará en su punto más cercano a la Tierra. La última vez que estuvo a esta distancia fue en el año 57.537 antes de la era cristiana y recién volverá a estar exactamente en las mismas condiciones el 28 de agosto de 2287. Todos los planetas giran a distintas velocidades y describen órbitas más largas cuanto más alejados están del Sol, de modo que suele suceder que la Tierra se encuentre a un lado del Sol y Marte del otro. Cuando ambos planetas se alinean uno a cada lado del Sol se dice que se encuentran en conjunción. En esta situación es cuando ambos planetas pueden alcanzar su separación máxima, que es de aproximadamente 400 millones de kilómetros. En cambio, cuando tanto la Tierra como Marte se encuentran alineados del mismo lado del Sol, se dice que se hallan en oposición y, en estos casos es cuando ambos pueden alcanzar su separación mínima, a 55 millones de kilómetros. Pero los planetas giran, además, en órbitas que no son circulares. Por eso, aún cuando Marte y la Tierra se encuentran en oposición, sucede que en algunas ocasiones se encuentran más cercanos entre sí que en otras. Marte alcanza la oposición cada 780 días aproximadamente, o dos años y siete semanas. La oposición más favorable se da cuando Marte está más cerca tanto de la Tierra como del Sol. Estas oposiciones se denominan "perihélicas" y tienen lugar cuando la oposición se produce en los meses de julio, agosto y principios de septiembre, más o menos cada 17 años. Las oposiciones "afélicas" se producen en el momento en el que Marte se encuentra en el punto más alejado del Sol de su órbita -en los meses de enero, febrero y principios de marzo- y, en ese momento, la distancia a la Tierra puede alcanzar los 101 millones de kilómetros. El próximo 27 de agosto, Marte se encontrará a una distancia de 55,7 millones de kilómetros de la Tierra, apenas 700.000 kilómetros más lejos que la distancia mínima poible. Marte a travéz de telescopios Marte es siempre visible a simple vista. Se lo vé como una estrella de color rojizo-anaranjado. En el momento de mayor aproximación alcanzará un pequeño diámetro aparente de 25 segundos de arco (la Luna llena tien un diámetro aparente de medio grado, es decir 1800 segundos de arco). Será el obsjeto celeste más brillante del cielo nocturno, después de la Luna. Sin embargo, Marte suele ser una gran decepción para quien lo observa por primera vez a través de un telescopio. A pesar de su proximidad, es tan pequeño que nunca logran verse demasiados detalles. Con los telescopios más poderosos de la Tierra, se obtiene una visión de Marte tan detallada como la de la Luna a simple vista. A través de telescopios no profesionales se lo podrá ver como un pequeño disco ocre, no mayor que un cráter lunar, tal vez se perciban alguna marcas en su superficie -los famosos "canales" de Schiaparelli- y, con suerte, un casquete polar blanquecino. Si bien el momento de mayor proximidad se producirá durante la noche del 27 de agosto, semanas antes y después de esa fecha, la visibilidad de Marte será igualmente favorable. Próximas
visitas Proximas Oposiciones El
7 de noviembre de 2005 se encontrará a 70,3 millones de kilómetros. Cammille Flammarion y la aproximación de Marte El 27 de septiembre de 1927, se produjo una oposiciónde Marte. En tal ocasión, el diario Crítica publicó un artículo del astrónomo y divulgador Camille Flammarion que se trancribe a continuacióin. "Camilo Flammarion desmiente a los que dicen que no hay vida en Marte.El famoso sabio da la explicación de nuestros Misterios de Marte, no revelados aún. La palabra de Camilo Flammarion en estos momentos de palpitante actualidad científica, la aproximación de Marte a la Tierra, tiene una autoridad y un interés que no escaparán a nuestros lectores. El más conocido de los astrónomos, el infatigable trabajador de la ciencia, ha expresado en un artículo que ha traído el último correo, sus puntos de vista personales sobre esta "entrevista diplomática" entre los dos planetas del espacio inmenso, como afirma pintorescamente el gran sabio dando a sus observaciones y puntos de vista, su amenidad acostumbrada. Habla el famoso sabio francés Hay, no lejos de nosotros, en el espacio, un mundo muy interesante que en estos momentos brilla sobre nuestras cabezas como un punto de interrogación formidable. Jamás se ha acercado tanto a nosotros de cien años a esta parte, y no volverá a aproximarse de ese modo antes del siglo XXII. Es Marte,que brilla en estas noches con intensidad extraordinaria, tan fuerte que da sombra, como Venus la Bella, su cómplice mitológica, estrella de la mañana. Por una combinación que resulta de su traslación alrededor del Sol con nuestra revolución anual propia se da esta proximidad rara que explica del modo más simple la armonía maravillosa de los movimientos celestes. Todos saben que Marte rueda en los espacios más allá de la Tierra, con relación a las distancias al Sol, o sea que su órbita es exterior a la nuestra y nos rodea, por entero. Si las dos órbitas fueran circulares, la distancia sería idéntica siempre. Pero es que son elípticas y siendo la distancia de la Tierra, en término medio, 149 millones y medio de kilómetros y la de Marte, 228 millones, la distancia más corta se produce cuando estamos más alejados que nunca del Sol y cuando se da la coincidencia de que Marte esté más próximo que nunca. El 23 de agosto los dos planetas sólo estaban separados por 55.577.000 de kilómetros. La distancia irá aumentando gradualmente, pero no hay que olvidar que durante una semana Marte estará más cerca de nosotros, como no ha estado jamás durante un cuarto de siglo, ni lo estará durante el cuarto de siglo venidero. Una visita diplomática... La prensa mundial se ha ocupado de esta aproximación a la que se le da toda la trascendencia de una visita diplomática entre dos grandes potencias que se saludan. Lo malo es que se espera un resultado inmediato y se cree que se resolverá de un tirón la ¿cuestión marciana?. La bella estación de Marte apenas comienza (el artículo fue escrito a fines de agosto) y sólo a partir del mes de octubre, cuando empieza el verano en Marte podremos observar los fenómenos singulares, misteriosos y periódicos de Marte: mares, golfos sombríos de colores cambiantes, los enigmáticos canales. Hasta el mes de noviembre las observaciones telescópicas han de ser de palpitante interés. Tendremos así dos meses de buena cosecha científica. Alegrémonos, sin embargo, de haber vivido en estos días y de poder decir que ninguno de nuestros contemporáneos, ni los que tienen cien años, ha estado más cerca que nosotros de Marte. Un rasgo de modestia de Flammarion Flammarion añade que estamos en los comienzos, en los pañales, en lo que concierne a los fenómenos de Marte y, sin embargo, es el planeta que mejor conoce la ciencia. He publicado, dice, dos volúmenes con 1222 páginas de texto, 39 mapas y 1006 dibujos y apenas si he hecho el comienzo de la verdadera enciclopedia sobre Marte, obra de los siglos que vendrán y de los que continúen en la labor. ¡Qué lejos estamos aun de conocer a Marte! La eterna cuestión: La vida en Marte Los astrónomos, a ese respecto, se dividen en dos campos: los que no observan y los que observan al planeta. Los primeros siguen ofuscados y ciegos con su idea de que el calor de un planeta debe ser regulado únicamente por su distancia al sol. Ignorando voluntariamente la constitución química de la atmósfera, declaran que Marte es un planeta helado, esfera desierta, estéril que rueda en los espacios. Razonan como los aristotélicos del tiempo de Galileo que afirmaban que el centro del Universo era la tierra o que el sol no tenía manchas. Si en nuestro globo la temperatura de la superficie depende de los rayos caloríficos del sol y no del calor interno, Júpiter Saturno, Urano y hasta el lejano Neptuno que rueda a 4500 millones de kilómetros demuestran que tiene calor propio. ¿Y quién puede afirmar que Marte no lo tenga? El de los observadores da un hecho concreto: desde el año 1719 se sabe que las nieve de los polos en Marte se funde ante nuestra vista según las estaciones al mismo tiempo que las configuraciones de la superficie cambian de aspecto y color, forma y extensión. Marte manifiesta así una vida planetaria tan intensa como la nuestra, por lo menos. El lector no puede decidir cuando la ciencia no ha dado su última palabra aún. Una explicación de las alteraciones de la superficie de Marte Si Marte tiene tantos puntos de semejanza con nuestra vida planetaria, para intrigarnos más, ofrece también diferencias que en todo caso pondrían en evidencia la variedad infinita de las producciones de la Naturaleza. Hay variaciones en la estructura de sus continentes. Manchas y "canales" que varían de forma y que están perfectamente fotografiados u observados. Ante este problema nos queda la misma duda que a Cristóbal Colón cuando veía la masa moviente del mar de los Sargazos, elemento móvil que no es agua ni tierra. Tales metamorfosis nos llevan a pensar que se trata de elementos líquidos que se mueven en terrenos muy llanos. Campos, prados, bosques no cambiarían tan rápidamente. Una diferencia de nivel de pocos metros bastaría para inundaciones enormes cuyo resultado sería duradero como producción vegetal. Los "canales" como tales, son formaciones meramente enigmáticas y no tendríamos nada equivalente en nuestra configuración terrestre. No se resuelve la cuestión diciéndose que son trabajos de ingenieros marcianos... Lo cierto es que conocemos la vida de Marte mejor de lo que nuestros antepasados, en tiempos de Magallanes, conocían la Tierra. Conocemos los caracteres esenciales que incitan a ir más lejos en las investigaciones. Hay vida en Marte, afirma Flammarion Marte es así otra "tierra en el Cielo". Tiene mares, continentes, polos con nieves, golfos, "canales", nubes, variaciones de color, manifestaciones diversas de una "vida" desconocida. Sus estaciones duran el doble que las nuestras, y si el día tiene 24horas, 37m. 23 s. el año es de 666 días. Cuando un terrestre tiene 94 años, el "marciano" cumple los 50. De lo que no cabe duda es que "esa Vida existe en Marte". Cuando vemos en nuestro globo que la vida invade todo y se multiplica por todas partes, en las condiciones más arduas y diversas. Vida que es ley suprema, imperiosa a la que todo obedece y que se desarrolla aun en detrimento de ella misma: cuando vemos que desde el fondo de los mares a las cumbres nuestro mediocre planeta se halla invadido por tantos elementos vitales que se hacen daño unos a otros, como copa demasiado estrecha para contener el flujo que se regenera siempre, tenemos que convenir en que la ley de la vida es la misma en esa tierra vecina de la nuestra y que la Vida desborda allí por todas partes. Pero
¿qué seres? "No es una vida terrestre", como la nuestra. Es otra cosa. Una vida "marciana" adaptada a las condiciones del planeta. En todo caso debemos persuadirnos de que la naturaleza no ha quedado inactiva y que se ha manifestado en armonía con el estado vital del mundo vecino. La ciencia del porvenir dará la palabra del enigma. Camille Flammarion* * Camille Flammarion (1842-1925). Para algunos fue el más grande divulgador de la Astronomía. En su libro fundamental, Astronomie populaire, Flammarion escribió:"Es necesario vulgarizar la ciencia sin hacerla vulgar". Sin dudas logró su objetivo ya que fue sumamente popular en su época. A los 16 años escribió "Cosmología Universal", un libro de quinientas páginas. Luego ingresó al Observatorio de París como calculista. En 1862 publicó "Pluralidad de los Mundos Habitados" que atrajo la atención de todo el mundo erudito. Fue nombrado director científico de Cosmos, Magazín Pittoresque y Siècle. Comenzó a dar conferencias y cursillos y montó su observatorio particular, primero en París y, más adelante en un castillo de Juvisy, regalado por uno de sus admiradores. En 1882 fundó la revista mensual L'Astronomie, de difusión internacional y en 1887 la Societé Astronomique de France. Otras
obras de su autoría son Los Mundos Reales y Los Mundos Imaginarios",
"Dios en la naturaleza", "Los últimos días de un filósofo", "Las Maravillas
Celestes" e "Historia de un Cometa". A estas obras deben añadirse
dos novelas con contenido astronómico: Uranie (1889) y Stella (1897).
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