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Lunes 2 de agosto de 2004 La semana más fría del año o la siguiente registra el pico de casos de gripe, según un estudio realizado durante dos años con datos provenientes de una red de monitoreo de hospitales en distintas ciudades del país. «El cambio de temperatura brusco no tendría influencia inmediata en el aumento de casos», indican investigadores argentinos. Por
Cecilia Draghi (*) Cada año, entre el 5 y el 40 por ciento de la población mundial va a la cama con gripe. En Estados Unidos 110.000 personas son hospitalizadas anualmente por este virus que se presenta con fiebre, dolores musculares, cansancio general y trastornos en las vías respiratorias, entre otras molestias. En la Argentina un equipo de investigadores interesados en conocer la relación del clima con esta enfermedad siguió su evolución durante dos años en distintas ciudades del país. «El pico de casos ocurre la semana más fría del año o la siguiente de cada localidad», señala el estudio llevado adelante por investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Programa de Vigilancia Epidemiológica de Gripe de la Fundación Centro Estudios Infectológicos (FUNCEI). «En general se observó que el frío influye en el brote de la gripe, pero no ocurre lo mismo ante la variación brusca de temperatura. Contra la sensación generalizada de que ante el cambio de tiempo con descenso repentino de las marcas térmicas sobreviene la gripe, la investigación no halló ninguna relación comprobable», precisa la meteoróloga Matilde Rusticucci, del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de esta Facultad. En otras palabras, por más que una imprevista baja marca térmica haya encontrado a la mayoría con ropa liviana de abrigo, no es razón válida para achacar a esa causa el malestar gripal. ¿Por qué motivo el pico de gripe se registra en la semana más fría o, a más tardar, en la siguiente? «Aún no hay una explicación a esta observación. Sí sabemos que el virus de la gripe no se replica más a bajas temperaturas, necesita como todo agente viral la temperatura corporal para mejorar la replicación. Es decir, que ésta no puede ser la razón del mayor número de casos detectados», señala Oscar Podestá, microbiólogo a cargo del área de Virología de FUNCEI, quien participó en este estudio, que tuvo en cuenta 16 ciudades argentinas. Buenos Aires, Mar del Plata, Bahía Blanca, Rosario, Córdoba, Corrientes, Mendoza, Neuquén, Salta, Santa Rosa, Tucumán, Bariloche, Río Grande, Paraná, Tandil y Comodoro Rivadavia son los puntos geográficos monitoreados por FUNCEI en algunos casos en1999 y otros en 2000. Los datos provinieron de una red de centros médicos adonde acudieron los afectados no sólo detectados por sus síntomas clínicos sino también confirmados sus diagnósticos tras un un estudio de hisopado de las vías respiratorios que comprobó la presencia del virus Influenza, causante de la gripe. Si bien todavía no hay una respuesta a cuál es la razón que lleva a registrar el brote gripal en la semana más gélida del año, no faltan hipótesis. ¿Algunas de ellas? «Ante las bajas temperaturas la gente se concentra en espacios cerrados. Este hacinamiento extendería el contagio que tiene lugar al diseminarse los fluidos de las vías respiratorias donde se encuentra el virus», destaca Podestá, a la vez que agrega una segunda interpretación: «Las mucosas de las vías respiratorias, al ser irritadas por el frío, resultan más susceptibles a la infección viral, y además producen más secreciones, aumentando así la posibilidad de trasmisión». Otras dolencias en la mira La estación invernal acapara más casos de gripe, pero menos consultas por trastornos de piel y alérgicos, según surge de otro estudio realizado por Rusticucci, doctora en Ciencias de la Atmósfera. Estos trastornos, más habituales en verano, muestran al parecer ciertas condiciones para su aparición. «Más pacientes acuden por este motivo al servicio de emergencias después de varios días de baja presión con alta temperatura y humedad», indica el trabajo publicado por la revista International Journal of Biometeorology y en el que participó también la doctora María de los Ángeles Harris. Se trata de una investigación que abordó 4550 casos atendidos a lo largo de un verano y un invierno en la guardia de la Clínica La Sagrada Familia de la capital porteña. Allí también se registró un mayor número de afectados por contusiones y trastornos musculares u óseos los días cálidos tanto de invierno como de verano. «En general los golpes o las caídas están relacionados con el aumento de temperatura. En verano, principalmente, luego de varios días de acumulación de calor, en especial cuando no da respiro durante la noche, aumentan los casos de fracturas, porque probablemente el estar mal dormido influye en los reflejos», sugiere Rusticucci. Por otra parte, el viento seco proveniente del oeste mostró estar relacionado con un aumento de los desórdenes neurológicos y psicopatológicos. «Hasta dos días después de que ha soplado en forma persistente, siguen llegando pacientes a las guardias con estos trastornos», señala, quien ahora está estudiando la relación entre las bajas temperaturas y las muertes por accidentes cerebrovasculares. «Estos casos, como fatales ataques de corazón isquémicos, aumentan durante los meses fríos, según mostró una investigación en Inglaterra. La idea es reproducir el mismo estudio con datos de la Argentina», anticipa. Los investigadores continúan en su búsqueda de descifrar la relación entre el clima y la salud, una de las premisas de la biometeorología. «El objetivo de esta disciplina es que con el pronóstico del tiempo, realizado con varios días de anticipación, pueda preverse la probabilidad de registrar ciertas patologías con el fin de tomar medidas precautorias», concluye.
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