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Lunes 8 de noviembre de 2004

Una herramienta para pronosticar la conducta del río

Investigadores de esta facultad están dando a conocer los resultados de una profunda investigación realizada sobre el estuario del Río de la Plata. Hasta el momento, no había información científica sistematizada sobre esta zona. Este es el primer paso para producir herramientas de pronóstico que servirán para prever Sudestadas y planificar una gestión sustentable.

Por Verónica Engler (*)


Sudestada en el Río de la Plata.

  Cuando en una piscina se empuja el agua hacia un lado, se produce un movimiento que hace circular el líquido de una manera previsible. Si se imitara ese empujón, pero a escala oceánica, las aguas no reaccionarían de la misma forma. Porque los variados ritmos con que mares y grandes estuarios acompasan sus movimientos dependen de diversos elementos de la naturaleza que funcionan como los "motores" que dan fuerza y consistencia a las aguas.

  La altura de las aguas del estuario del Río de la Plata, por ejemplo, está causada no sólo por la marea sino fundamentalmente por el efecto del viento, "que empuja el agua de un lado para el otro. Aunque el efecto de la marea puede pronosticarse con cierta facilidad si se dispone de observaciones, el del viento es bastante difícil de predecir, porque además influyen la rotación de la Tierra, la forma del fondo de la cuenca, la temperatura y la salinidad del agua, la descarga continental y la morfología de la costa", explica la doctora Claudia Simionato, integrante del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

  Aunque parezca extraño, hasta hace muy poco tiempo se carecía de información científica sistematizada sobre la circulación del estuario del Río de la Plata, uno de los más importantes del mundo debido a su importante caudal de agua dulce y a su extensión. De hecho, recién se están dando a conocer algunos de los resultados de una serie de investigaciones iniciadas en 2002 como parte del proyecto de Protección Ambiental del Río de la Plata y su Frente Marítimo (Freplata), una iniciativa conjunta de Uruguay y Argentina con el auspicio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).

  En el marco de ese proyecto -que tiene como meta prevenir y controlar la contaminación- un grupo del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA, UBA-Conicet), a cargo de Simionato, estudió los componentes físicos que determinan la altura de las aguas y las corrientes del estuario. La información relevada y las herramientas desarrolladas durante la investigación pueden resultar de gran utilidad a la hora de realizar pronósticos certeros para, por ejemplo, planificar un desarrollo sustentable de los recursos de la cuenca, para prever situaciones riesgosas como una Sudestada o para realizar estudios en relación con el cambio climático.

  "Nosotros empezamos haciendo simulaciones en el Río de la Plata con el modelo HamSOM (Hamburg Shelf Ocean Model), que nos cedió el Instituto Oceanográfico de la Universidad de Hamburgo", cuenta la investigadora.

  Para comprender el cambio en las condiciones físicas del estuario, el grupo del CIMA trabajó con simulaciones numéricas que sirven para emular en una computadora el comportamiento de las aguas en situaciones determinadas. Particularmente, investigaron la propagación de la marea y la influencia del viento en las alturas de las aguas. "Antes de este trabajo no había papers publicados en revistas científicas internacionales sobre la circulación forzada por el viento y las mareas en este estuario. En la primera etapa, en la que participamos, se juntó toda la información disponible y se validaron los modelos numéricos probándolos sobre situaciones ya conocidas (pasadas)", comenta la oceanógrafa.

El río simulado


La figura muestra la circulación en la Bahía Samborombón para las diferentes direcciones del viento como resulta de simulaciones realizadas con el modelo HamSOM/CIMA. Las flechas indican el sentido de la circulación y las líneas, su intensidad; la circulación es más débil donde las líneas están más separadas. De la figura se desprende que la bahía es un área retensiva de baja circulación durante el verano y la primavera, favoreciendo la fauna. (Click para agrandar)

  Los modelos numéricos son una serie de ecuaciones específicas que se refieren a las cualidades físicas del sistema estudiado y que son integradas en un programa de computación capaz de recrear una realidad determinada -la del río, por ejemplo-. Estos modelos son, no sólo herramientas de pronóstico, sino también "laboratorios" virtuales en los que se puede explorar la respuesta de los sistemas frente a los cambios.

  "Hicimos una comparación entre un modelo exclusivo para el Río de la Plata y otro en el que fuimos agrandando el dominio. Sorprendentemente encontramos que trabajar con un modelo exclusivo del río no es adecuado para hacer un pronóstico, porque es necesario considerar el efecto del viento cuando sopla a lo largo de una gran distancia, y genera ondas que llegan al estuario desde lejos".

  Entonces, la pregunta que se planteó el grupo de investigación fue: ¿hasta dónde habría que extender el dominio estudiado para que esas ondas provenientes de sitios lejanos pudieran estar contempladas en el estudio del estuario?

  "Para pronosticar en el Río de la Plata no alcanza con estudiar la zona del estuario, sino que se necesita un modelo muy extenso que cubra toda la plataforma continental, lo cual es costoso", señala, y explica: "En el océano se generan ondas costeras que a lo largo de una costa como la nuestra, en el hemisferio sur, se propagan hacia el norte. Por eso, las ondas que se generan en la costa atlántica patagónica llegan hasta nuestra ribera."

  La opción por los modelos numéricos no sustituye los datos aportados por la observación directa pero, en el caso de los estudios oceanográficos, abarata costos y complementa los datos obtenidos por métodos directos. "El problema es que la observación oceanográfica es terriblemente cara y dificultosa. Hay que ir a fondear los instrumentos que son costosos y luego recuperarlos, y cada día de barco vale miles de dólares. Y la información satelital, sólo proporciona datos de superficie y con suerte, porque, si hay nubes, la superficie del océano no se ve", destaca.

  En este momento el grupo del CIMA está en pleno desarrollo de un sistema de modelado numérico integral que será capaz de predecir con una resolución muy elevada. La idea es generar una herramienta de pronóstico: estar en condiciones de prever una crecida o una bajante, por ejemplo, para poder generar un sistema de alarmas.

  "Estos modelos, cuando están funcionando, se pueden usar para un montón de cosas -se entusiasma la investigadora-. Por ejemplo, si hay un accidente y se derrama un contaminante, uno puede simularlo y el modelo puede dar una idea de cómo se va a producir el esparcimiento y ayudar en la toma de decisiones para lo que es la contención".

(*) Centro de Divulgación Científica - FCEyN.

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