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Martes 20 de diciembre de 2005

Elección de Decano
Exposición de José Olabe.
Afirmación Democrática Universitaria.


José Olabe.

  He sido distinguido por mis colegas de la mayoría de los Profesores para efectuar las propuestas de autoridades de nuestra Facultad. Es por ello que propongo a los Consejeros el nombre del Prof. Dr. Jorge Aliaga para su designación como Decano.

  El Dr. Aliaga es ampliamente conocido en nuestra casa por su trayectoria académica como Profesor e Investigador, y su labor de gestión como Consejero y Secretario General. Entiendo, junto con mis colegas electos, que Jorge Aliaga acredita una muy positiva actividad en la Facultad, que lo hace merecedor de ocupar el cargo. Por cierto, tenemos también muy en cuenta sus condiciones personales para poder conducir la Facultad y encauzar un diálogo amplio con los miembros de este Cuerpo y, más en general, con los claustros de la Facultad, a efectos de llevar adelante una tarea constructiva en beneficio de la misma, todo ello en el marco de las normas del Estatuto Universitario.

  Creemos también que Aliaga acredita una muy buena experiencia y capacidad de diálogo con el resto de la Universidad, que posibilitará el poder mejorar aun más el rol que tiene esta Facultad en el desenvolvimiento de la misma.

  Permítanme efectuar unas breves consideraciones personales, que entiendo han de ser compartidas en su esencia por mis colegas electos por mayoría, a los efectos de destacar que la presente propuesta se enmarca en un Proyecto de gestión que compartimos con un amplio conjunto de colegas Profesores, y que acredita largos años de lo que creemos ha sido una actitud de compromiso para con la Facultad, que ha contribuido sustancialmente al reconocimiento que hoy presenta la misma.

  En los años posteriores al readvenimiento de la democracia, durante 1983-1986, la Universidad de Buenos Aires encaró el proceso de normalización a través de un proceso de amplia movilización de sus claustros. En nuestra Facultad se fue generando, a través de la Intervención y los organismos participativos provisorios, un estado deliberativo y de propuestas que tenían por objetivo poner a nuestra Casa en los mejores niveles posibles para cumplir con su misión: la de crear, extender y enseñar conocimiento.

  Con el sistema heredado, era muy visible que no estábamos a la altura de poder cumplir con esos objetivos. Una sola razón resume lo antedicho: el claustro de Profesores no estaba, globalmente hablando, a la altura del vertiginoso avance de las ciencias en el mundo ocurrido en las décadas anteriores. Ello ocurría prácticamente en todas las disciplinas que aquí se desarrollan, aunque había personas de buen nivel en determinadas áreas. El deterioro se daba en todos los campos, con particular retraso en la actividad académica de la Biología, una disciplina que atraía cada vez a más estudiantes, no por casualidad, pues se advertía que estaba suficientemente madura para revalorizar sus problemas y metodología, producto de su propio desarrollo, aunque también de los grandes avances que ocurrían en las disciplinas más básicas de la Física y la Química.

  Las carencias en el nivel del cuerpo profesoral se manifestaban en el envejecimiento relativo y en la falta de estímulo a los jóvenes. Eran perceptibles los nichos de autoritarismo, producto en parte de las culturas dominantes en la dictadura militar, aunque, en otro plano, eran matizadas por estilos personales que, afortunadamente, han sido esencialmente superados en esta Facultad.

  La aspiración ambiciosa de alcanzar los máximos niveles posibles en la enseñanza y en la investigación, tomando como referencia la línea internacional de frontera, tenía el sustento de que considerábamos esa como la única manera de cumplir con los objetivos específicos universitarios, en interacción con los reclamos sociales. Estos últimos no eran concebidos como mero abordaje de tareas de solución inmediata en el campo productivo, sino con una visión estratégica de qué es lo que implicaba lo que ahora suele llamarse sociedad del conocimiento.

  La cuestión que nos parecía prioritaria, la de renovar el plantel de profesores, creando las condiciones para incorporar gente joven, fue a mi juicio la piedra de toque que nos diferenció de muchos colegas profesores, más allá de que muchos de ellos pudiesen acordar parcialmente en nuestros objetivos. Por un lado, se objetaba críticamente el esfuerzo que poníamos en repatriar científicos de calidad desde el extranjero. Uno de los argumentos en contra era que la Facultad debía tener un desarrollo propio, realista, respetando el esfuerzo de los docentes existentes en la Planta que no habían emigrado y que habían trabajado aun en las condiciones desfavorables de la dictadura militar. En realidad la discusión no comprendía solo a los del extranjero, sino que alcanzaba a cuestionar el proceso de concursos que se avecinaba, el cual podía poner efectivamente en peligro la llamada estabilidad en los cargos para algunas personas. Con nuestra manifiesta oposición, ampliamente minoritaria, y el aval de un buen número de nuestros colegas que integraban las dos listas del flamante Consejo Directivo de ese entonces, el Consejo Superior confirmó numerosos Concursos que habían sido impugnados oportunamente. Fue un mal comienzo. Si bien muchos colegas revalidaron posteriormente sus méritos ampliamente, algunos Profesores beneficiados con esas medidas continuaron con su pobre trayectoria hasta la fecha.

  Pero, en fin, con esa activa minoría de Profesores y con el notorio apoyo programático de estudiantes y graduados, nos propusimos la tarea del día a día y el mediano plazo para cambiar las cosas. No me propongo entrar en detalles ahora de cómo se desarrolló ese proceso hasta hoy. Creo que los cambios comenzados en el campo de la Física y de la Química, y también en la mayoría de las disciplinas de nuestra Facultad, son notables. Ha habido avances muy significativos en algunas áreas de la Biología, pero no en todas. Reconocemos ahí una deuda pendiente. Debe darse la modernización de la docencia y la investigación en aquellas áreas de la Biología que no fueron tan favorecidas en estos años.

  Repito que todo esto ha ocurrido con el abnegado esfuerzo de nuestros Profesores activos, en conjunto con el de los claustros que suelen considerarse más dinámicos, estudiantes y graduados. Los cambios logrados, porqué no decirlo, tienen que ver también con la comprensión y adhesión posterior de muchos colegas. Nuestra impresión es que existe, al menos en el claustro Profesoral, un Proyecto académico progresista, ya bien consolidado.

  Es conveniente no perder esta mirada para poder visualizar con mayor claridad que hay tareas pendientes, y que probablemente estemos en condiciones de dar un nuevo salto de calidad en la vida académica de la Facultad. Solo mencionaré entonces algunos puntos que me parecen insoslayables:

1) Nuestra misión es enseñar e investigar al máximo nivel, tomando como referencia nuestras reales posibilidades y dotación de medios, luchar por mejorarlos, y proponernos alcanzar el nivel de calidad existente en la frontera internacional. No se trata de una posición elitista, sino de estar en condiciones de poder cumplir con nuestra misión acabadamente para con la sociedad. La actividad de extensión universitaria y de servicios a la sociedad, en sus diversos alcances, debe ser potenciada significativamente, en comparación con los avances logrados en los años pasados.

2) Para lo anterior, es imprescindible cumplir con la periodicidad de los concursos públicos, en el marco de las normas del Estatuto vigente, promoviendo la inserción de los jóvenes. La tarea iniciada hace 20 años no está completa.

3) La cuidadosa selección de los Jurados en los Concursos es un requisito crucial para efectivizar lo anterior. Pretendemos Jurados idóneos, ecuánimes y críticos, del máximo nivel en cada disciplina, que privilegien la calidad de la producción docente y científica.

4) El Consejo Directivo debe velar por el cumplimiento de los requisitos académicos enunciados. Su labor debe ser concebida como integradora y a su vez comprensiva de la realidad de cada disciplina, aunque debe ubicarse por encima de los Departamentos, considerando críticamente sus propuestas, sin caer en concesiones a grupos. Esto vale no solo para la selección de los Jurados en los Concursos, sino para garantizar la buena marcha de los demás asuntos de su incumbencia.

5) El Proyecto de gestión, que debe contemplar lo anterior, junto con otros aspectos que hacen al bienestar de los claustros, debería ser un Proyecto compartido, enriquecido mutuamente. Un Proyecto común, con miradas diferentes, que pueden contemplar intereses diferentes, según el rol que cada uno cumple. Pero esos intereses deben subordinarse al buen Proyecto académico. No solo los Profesores deberíamos estar interesados en esto. Porque son las generaciones más jóvenes las que deben ser garantes del mismo, conscientes de que no es el único posible.

  De hecho estimamos que en esta Facultad hay otro Proyecto, que no es progresista, que puede calificarse de mediocre, que no privilegia lo académicamente más valioso. Que también tiene el apoyo de algunos profesores, de algunos graduados y de algunos estudiantes, por fortuna minoritarios.

  Finalizo mi exposición con un énfasis en lo que acabo de decir al final. Brindemos continuidad al Proyecto iniciado tras la recuperación democrática. Breguemos por que sea enriquecido por la discusión entre los claustros, privilegiando las coincidencias. Intentemos crear un clima apropiado para la misma. De esa manera lograremos una Facultad de calidad, con la docencia, investigación y extensión que las necesidades sociales requieren.

 

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