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Martes 16 de mayo de 2006

Todas las miradas apuntan a la eritropoyetina

Cuando en el organismo se detecta que los distintos rincones del cuerpo no están recibiendo el oxígeno necesario, aumenta la producción de una hormona, la eritropoyetina, secretada fundamentalmente por los riñones. El grupo de Eritropoyesis del Departamento de Química Biológica sigue de cerca detalles de este proceso.

Por Cecilia Draghi (*)


De izquierda a derecha: Mariana Callero, María Eugenia Chamorro, Daiana Vota, Alcira Nesse, Gladys Pérez y Nicolás Pregi quienes forman el equipo de investigación junto a Daniela Vittori y Shirley Wenker que no aparecen en la fotografía.

  Detrás de la palidez, el desgano y la falta de energía puede esconderse un cuadro de anemia. No son pocos en el mundo los que padecen esta dolencia, que está ubicada entre las diez principales causas de enfermedad y muerte según la Organización Mundial de la Salud.

  ¿De qué hablamos cuando hablamos de anemia? Se trata de la disminución de hemo-globina o de glóbulos rojos en la sangre, lo que dificulta la llegada de oxígeno a todos los tejidos del cuerpo. Esto causa en el organismo un daño progresivo y en muchos casos irreversible. Por ejemplo, en los niños más pequeños puede afectar el desarrollo intelectual retrasando sus pautas madurativas en las funciones cerebrales más complejas.

  Si bien pueden encontrarse diversos tipos de anemia según sus causas, la deficiencia de hierro por insuficiencias nutricionales encabeza el ranking de las razones más frecuentes para que esto suceda. Según UNICEF, la mitad de los menores de dos años sufre de anemia por este motivo.

  Pero también esta patología puede derivar como consecuencia de hemorragias, grandes pérdidas menstruales en las mujeres, o suele vincularse con otras enfermedades, como cáncer, artritis reumatoidea e insuficiencia renal.

  La relación de estas dolencias crónicas con la anemia es uno de los aspectos puestos bajo el microscopio del grupo de Eritropoyesis, a cargo de la doctora Alcira Nesse. Es que precisamente la eritropoyesis es el proceso a través del cual tiene lugar la formación de los glóbulos rojos. “Estos componentes esenciales de la sangre muestran un aspecto en forma de disco, y su función clave en el torrente sanguíneo es tomar el oxígeno en su paso por los pulmones y llevarlo a todos los órganos y tejidos del cuerpo haciendo posible la vida misma. No sólo dejan el vital elemento en las células sino que, además, ayudan a retirar el dióxido de carbono, que transportan hasta los pulmones, donde reinician el ciclo”, indica.


Molécula de eritropoyetina.

  Cuando en el organismo se detecta que los distintos rincones del cuerpo no están recibiendo el oxígeno necesario, aumenta la producción de una hormona, la eritropoyetina, secretada fundamentalmente por los riñones. ¿El motivo? “Esta hormona –describe la doctora Nesse– es la señal para que la médula ósea produzca los glóbulos rojos, en un delicado mecanismo en el que resulta clave un adecuado aporte nutricional de ciertas vitaminas y hierro”.

  El hierro en el organismo, así como el hormigón en las obras de construcción, brinda la estructura indispensable para la formación de los glóbulos rojos. Este elemento esencial forma parte de la hemoglobina, principal componente de los glóbulos rojos. “El cuerpo no fabrica hierro por sí mismo, y es por eso que lo debe obtener de los alimentos. No se requieren grandes dosis, con porciones pequeñas alcanza para la síntesis de hemoglobina”, subraya la doctora Gladys Pérez, integrante del equipo de trabajo.

  Por el interior del ser humano, el hierro no puede andar solo porque resultaría dañino. “Su presencia en forma aislada puede producir lesiones graves en los tejidos. Esta toxicidad –coinciden en destacar– se debe a la habilidad del hierro libre de generar especies reactivas de oxígeno. Es por eso que siempre debe estar asociado a una proteína”. Una vez que el organismo lo absorbe en el intestino, el hierro se une a una proteína en el plasma de la sangre que lo lleva a los lugares donde va a ser utilizado o a los sitios de reserva.

  La dosis de este metal debe ser la correcta. Si abunda o escasea puede resultar perjudicial. Al delicado equilibrio –entre el hierro que ingresa al organismo, lo que se usa y lo que se guarda como reserva– se lo denomina homeostasis del hierro.

¿Qué pasa en los procesos inflamatorios?

  Algunas enfermedades crónicas como el cáncer, la artritis reumatoidea y la insuficiencia renal suelen estar acompañadas por procesos inflamatorios. “En estos procesos, las células liberan unas proteínas llamadas citoquinas, algunas de las cuales ejercen un efecto inflamatorio”, señala Nesse. Pacientes afectados por estas dolencias muestran niveles elevados de estas citoquinas en sangre. Considerando que los afectados de males crónicos frecuentemente padecen anemia, una primer mirada de los científicos apuntó a observar si estas proteínas podían resultar inhibitorias del proceso eritropoyético.

  Es que aparentemente en los problemas inflamatorios se daría una curiosa situación: el organismo tiene hierro pero no puede acceder a él fácilmente. Este metal no está disponible porque las proteínas encargadas del ingreso y salida del hierro estarían comprometidas en el proceso inflamatorio.

  Tras esta pista, el grupo de Eritropoyesis del área de investigación en Química Fisiológica y Biomédica del Departamento de Química Biológica trabaja desde hace varios años en líneas celulares.

  ¿Cómo investigan? Las líneas celulares semejan el proceso de las células eritroides que son afectadas por las citoquinas pro-inflamatorias. Para intentar revertir este proceso, el equipo realiza estudios con agregado de eritropoyetina en pruebas “in vitro”.

  “El objetivo –precisan– es detectar qué caminos intracelulares son afectados por la acción de esas citoquinas sobre estas células. Y si esta situación se revierte ante la presencia de eritropoyetina”.

  Pero ésta no es la única línea de investigación del equipo de trabajo. Otra mirada apunta a las células neuronales. Recientemente se encontró que, aunque en pequeñísimas dosis, células del sistema nervioso también producen eritropoyetina. ¿Para qué? Es la pregunta que los investigadores intentan develar.

  Una de las posibles respuestas es que la eritropoyetina protegería a las células neuronales de una muerte temprana. Es que aquí estarían actuando nuevamente las citoquinas pro-inflamatorias. “Éstas generarían un aumento de esa muerte programada o apoptosis. El organismo produce numerosas células y las que no son necesarias mueren de modo controlado. Pero las proteínas inflamatorias acelerarían este proceso. Lo que se intenta determinar es si la eritropoyetina puede frenar estas muertes tempranas, y de este modo, proteger a las células del sistema nervioso”, concluyen.

  Ambas líneas de investigación de este equipo de científicos apuntan a determinar la función y el mecanismo de acción de la eritropoyetina, factor esencial en el proceso de eritropoyesis. En especial, se enfoca hacia los casos de anemias registradas en enfermedades crónicas donde existen procesos inflamatorios. Un cuadro en el que se ven afectados a diario miles de personas, motivo para intentar develar mecanismos que puedan ayudar a mejorar su situación.

Más información sobre el tema:

(*) Centro de Divulgación Científica-SEGB-FCEyN.

 

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