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Viernes 17 de febrero de 2006

Conversaciones celulares

Sin pedir permiso, la física se aventura con su propia mirada en el terreno de la biología. Tal es el caso de la labor desempeñada por Silvina Ponce Dawson, directora del Departamento de Física y dedicada a desentrañar los secretos de la comunicación celular.

Por Federico Kukso (*)


Silvina Ponce Dawson.

  Si hay algo de cierto en la fraseología marketinera empresarial es aquella consigna que reza que “todo es comunicación”. Se aplica en la esfera química –a través de feromonas en los animales, como medio para expresar la atracción sexual– y a nivel social: al fin y al cabo, es el diálogo y la comunicación una de las razones esbozadas a la hora de divagar por qué la especie humana es una de las más evolucionadas.

  Y, como no podía pasar de otra manera, la imposibilidad de no comunicarse se aplica también en niveles microscópicos como en los que se desarrollan los diálogos intracelulares a través de mensajeros químicos universales como el calcio. Escuchar e interpretar esas conversaciones es la tarea desarrollada por la física Silvina Ponce Dawson, directora del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

– Primero vamos a lo protocolar. Usted no sólo dirige el Departamento de Física sino que también investiga, ¿no es así?

– Y además doy clases. Por un lado, me desempeño como profesora en la universidad, investigando y dando clases, y por el otro, hago lo que se llaman “tareas de gestión” propias de mi cargo que asumí en julio 2005.

– ¿Y en qué temas trabaja?

– En temas de física biológica. La idea es estudiar algunos de los procesos físicos que ocurren en los organismos vivos a distintas escalas: molecular, celular y macroscópica. Las preguntas que tratamos de contestar son preguntas que también se hacen los biólogos. En particular, me enfoco en lo que se llaman “señales de calcio”.

– O sea...

– Son procesos que ocurren a nivel intracelular. La célula necesita comunicarse con otras células. Cuando recibe algún estímulo desde afuera, precisa generar ciertas respuestas, como detener la producción de alguna sustancia, inducir esa producción, etc. Bueno, hay formas de comunicarse, de mandar señales. El nombre técnico de estos estudios es “análisis y modelado de señales de calcio intracelular”.

– ¿Y cómo “dialogan” las células?

– A través de sustancias químicas que de repente están fuera de la célula y luego entran en ellas. Actúan como mensajes.

– O e-mails, ¿no?

– Sí, son algo así como e-mails biológicos. Nosotros lo vemos como si fuera un lenguaje. Uno de estos mensajeros es el calcio. Está presente, por ejemplo, cuando llega una señal eléctrica a una neurona y se tiene que mandar esa señal a otra célula. Ahí está involucrado el ingreso de calcio desde fuera de la célula hacia adentro y eso hace que se le mande el mensaje a la neurona siguiente. O sea, se usa para la comunicación interneuronal. También está presente en los mecanismos que tienen que ver con la memoria y tiene un papel importante en la fertilización.

– ¿En la fertilización? ¿Cómo es eso?

– Sí, cuando viene el espermatozoide y se ancla en el óvulo hay una onda de calcio dentro de la célula.

– O sea, el calcio tiene más funciones además de fortificar los huesos.

– Claro. Es fundamental para el funcionamiento del organismo, ya que está involucrado en muchos procesos biológicos diferentes.

– ¿Cómo se acercó a este tema?

– Lo hice desde el lado del modelado matemático. Desde hace unos años hay un boom de físicos que se dedican a problemas biológicos. Una de las razones es que se están generando cada vez más datos cuantitativos vinculados con las células en particular. Por ejemplo, es lo que pasa con el Proyecto Genoma Humano. Desde Galileo en el siglo XVII, la física tiene una tradición de modelado matemático y la experimentación para avanzar en la disciplina. En biología, hasta ahora no estaba tan difundida esta metodología. Ahora muchos físicos utilizamos las herramientas de la física para abordar temas biológicos.

– ¿Y en el caso del calcio?

– A eso iba. Al estar en tantos procesos biológicos, decimos que el calcio “puede decir muchas palabras” o que el calcio tiene un lenguaje. Y que va a generar una respuesta diferente de acuerdo con la célula y con la palabra que “pronuncia” el calcio. Entonces, en lo que trabajamos es en el modelado matemático para tratar de describir cómo se distribuye el calcio en la célula, cómo esa distribución se ve afectada cuando llega un estímulo, qué otros componentes de la célula afectan esa distribución.

– ¿Al modelar se puede anticipar?

– Sí y no. El modelado sirve en la medida en que no podés tener un experimento que te permita ver todo lo que está sucediendo. La experimentación lo que a uno le da es algo parecido a pinturas parciales. Con un experimento se puede mirar cómo es la corriente de calcio que está entrando a la célula, con otro podés analizar una señal usando indicadores fluorescentes que se pegan al calcio y emiten luz. Es como si tuvieras un rompecabezas y los distintos experimentos fuesen las piezas.

– Y el modelo sería el marco.

– Sí. El modelo matemático guía, pero siempre se necesita una corroboración experimental. Hay que ir y volver. No puede predecir todo. Lo bueno también es que permite comparar distintos tipos de experimentos. Dentro de esto, las preguntas que me interesan son: cómo esas distintas “palabras” son interpretadas a nivel celular, qué es lo que hace que tengas una respuesta u otra usando siempre el mismo material.

– ¿Esto corresponde más a ciencia básica o tiene una aplicación concreta?

– Es más de ciencia básica, porque interesa más el proceso que la aplicación. Es tratar de comprender cómo se puede distribuir el calcio dentro de la célula. Uno podría focalizar en algún problema fisiológico en particular; todo lo que tiene que ver con la memoria o la fertilización: si se puede evitar o inducir a que ocurra.

– Cambiando de tema, pero no tanto. ¿A usted le interesan otros temas, como el rol de las mujeres en la física, no es así?

– Sí. Coordino, representando a la Fceyn, un proyecto llamado “GenTec” (Proyecto Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y Género), una iniciativa de la Unesco para Iberoamérica, dirigido a conocer la situación de la mujer en las actividades de investigación científica. Es un tema que tiene un fuerte interés mundial, porque en la mayoría de los países desarrollados la proporción de mujeres que sigue la carrera es muy baja. También pasa en matemática e ingeniería. En la Argentina, en realidad, la cantidad de mujeres que empiezan física no es tan baja; un 33 por ciento. La supremacía sigue siendo masculina, sin embargo. Lo que sí se ve es que después, en lo que es la carrera académica, que necesitás poder ser competitivo a lo largo del tiempo, se hace más difícil. Las posibilidades de pasar de ser un becario a investigador en el caso de las mujeres disminuyen mucho. Hay lo que se llama un “techo de cristal”, porque es invisible. La proporción de mujeres que pasan a niveles más altos es mucho más baja que las mujeres que entran.

– ¿Cómo relevaron estos datos?

– Mediante encuestas. No tenemos resultados muy concluyentes, pero sí nos percatamos de que una de las cosas que interfiere son las obligaciones familiares. También hay problemas en cuanto a los viajes al exterior, necesarios para el desarrollo en este tipo de especialidades. No siempre para las mujeres, si están casadas, es tan fácil convencer a los maridos para irse del país como sí lo es al revés. Cuando es el hombre el que se quiere ir, generalmente muchas veces la mujer deja de lado su actividad para acompañarlo.

– ¿Hay temas que les interesan más a las mujeres que a los hombres?

– A las mujeres no les atrae tanto la cosa tecnológica y la aplicación como les atrae a los hombres, pero las preguntas filosóficas del tipo “¿cómo se originó el universo?” o “¿qué es el tiempo?”, sí las intrigan. Pero tengo que decirlo: nunca sentí un trato diferente. Sí cuesta a veces encontrarse con otra física haciendo investigación.

– Es como si pesara mucho el estereotipo del científico asociado más con Albert Einstein.

– Sí, mucho más que con Marie Curie. Lamentablemente.

(*) Diario Página/12. / Fotografía: Gustavo Mujica.

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