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Martes 19 de diciembre de
2006 Tras 40 años de vaciamiento durante la intervención militar, el organismo pasará de la Fuerza Aérea al Ministerio de Defensa. El proceso de transición y la expectativa de los meteorólogos de Exactas. Por Eva Fontdevila (*)
Cuando en 1966 la dictadura de Juan Carlos Onganía intervino el Servicio Meteorológico Nacional, el decreto decía que sería por noventa días. Recién 40 años después, los meteorólogos argentinos pueden mostrar con orgullo una conquista: a partir del 1ro. de enero el SMN pasará a depender de la ministra de Defensa, Nilda Garré Mientras que en la vida cotidiana nos hemos acostumbrado a creer o no creer, más o menos azarosamente en lo que el "encargado del tiempo" dice en el noticiero, la meteorología como disciplina, campo científico y profesional ha sido ninguneada, y las múltiples consecuencias políticas, económicas y ambientales de esta desidia vienen siendo denunciadas desde hace años por el Centro Argentino de Meteorólogos. Entre otras decisiones fundamentales, la intervención eliminó el requisito de idoneidad profesional para ejercer funciones superiores en el organismo, borró el Consejo Técnico Asesor (compuesto por representantes de los usuarios y del sector científico-tecnológico), desmanteló la mayoría de las estaciones meteorológicas (entre ellas, todas las de alta montaña), redujo la planta de personal civil idóneo, desarmó las estaciones solarimétricas (que miden la cantidad de luz solar), fundamentales para el sector agrícola, y dejó de elaborar la carta meteorológica para las áreas costeras. El SMN también dejó de hacer mediciones sobre la variación del campo magnético terrestre, a pesar de que cuenta con los equipos necesarios para hacerlo. Para quienes vienen luchando por el traspaso al área civil, lo que es inconcebible es que el SMN esté en manos de una dependencia estatal (la Fuerza Aérea) que no es más que uno de sus usuarios posibles. Otra de las cuestiones es que la venta de datos, servicios a terceros (canales de TV, por ejemplo) y publicidad no están regulados. Celeste Saulo (foto) investigadora del CONICET en el Centro de Investigaciones del Mar y de la Atmósfera (CIMA), y Secretaria del Centro Argentino de Meteorólogos resume en esta entrevista la magnitud de la reciente conquista, los principales daños causados por la intervención militar y las perspectivas. ¿En qué consiste exactamente el traspaso del Servicio Meteorológico Nacional al ámbito civil? El decreto que firmó el Presidente el 22 de noviembre establece que el SMN deja de depender de la Fuerza Aérea y pasa a la Secretaría de Planeamiento del Ministerio de Defensa. Es un hecho sumamente relevante porque hace 40 años que depende la Fuerza Aérea y si bien el Ministerio de Defensa es la referencia, va a dejar de funcionar jerárquicamente como si fuera militar. ¿Esto era lo que se imaginaban, que dependiera de Defensa? Cuando empezamos, siempre imaginamos al SMN dependiendo de la Secretaría de Ciencia y Técnica, del Ministerio de Educación, o eventualmente de la Secretaría de Ambiente, pero fue algo sobre lo que no insistimos mucho porque hasta hace poco Ambiente dependía del Ministerio de Salud. También fuimos entendiendo que una institución conformada por un 70% de personal militar es sumamente compleja, difícil de manejar en un ámbito que no sea el Ministerio de Defensa. Entonces parece bastante lógico pensar una transición en la cual la planta de personal se reorganice en forma acorde a un sistema civil y de ahí en más ver cuál es la mejor dependencia. ¿Los militares en cargos jerárquicos siguen en el Servicio? Ese aspecto nos genera una preocupación, sobre todo en los niveles directivos. Hubiéramos preferido que los tres o cuatro directores más importantes del Servicio fuera reemplazados por personal civil, pero el decreto no establece con precisión qué van a hacer estos directores. Estamos trabajando para que al menos exista un director interno civil por encima de los militares. El decreto fija un plazo de 180 días para redefinir la estructura del Servicio. Independientemente de que hoy no podamos garantizar que vamos a tener un director civil, en 180 días sí, toda esa planta militar va a estar fuera del SMN. No van a ocupar su lugar de jefatura, van a tener que optar por otros destinos. Es importante dejar claro que hablamos de los directivos y no los estamentos medianos y bajos; hay que analizar con cuidado si esas personas van a otras dependencias, y qué actividades pueden desarrollar en el Servicio. ¿Cómo recibieron en Exactas la noticia del traspaso? La comunidad está contenta, satisfecha, expectante, realmente nos damos cuenta de que en 180 días tenemos que aportar todo lo que podamos para hacer un diseño inicial, un primer paso para el tipo de institución que queremos tener en el mediano plazo. La mayoría de la gente que puede intervenir en cómo reorganizar el SMN está acá. Obviamente también van a tener que opinar mucho los que ya están en el Servicio. Sobre todo en cuestiones de personal, estatutarias, de actividades cotidianas, pero en cuanto a la proyección, la universidad tienen mucho para aportar. ¿Cuál es el interlocutor del Centro Argentino de Meteorólogos en Defensa? El más directo es el Secretario de Planeamiento, Oscar Cuatromo. Él va a ser la nueva autoridad de la cual va a depender el SMN. Para redefinir la estructura del SMN va a haber una comisión formada por personas del Ministerio y meteorólogos. ¿EL CAM se creó para luchar por este traspaso? Un poco se creó como reacción a la intervención, pero no pura y exclusivamente por eso. El CAM se fundó poco después de la intervención. Hubo gobiernos en los que el Centro pudo salir a buscar resultados, y en cambio hubo otros gobiernos, los militares específicamente, en los que trabajó como asociación civil sin fines de lucro para asuntos de tipo profesional. Los sucesivos gobiernos democráticos no pudieron articular este cambio y ahora tuvimos en esta coyuntura política mejores interlocutores para promoverlo. ¿También hay una lucha en curso con respecto a la matriculación? Los meteorólogos no tenemos matrícula profesional, con lo cual cualquiera que sabe o incluso alguien que no sabe tanto puede hacer trabajos en meteorología. Es un tema delicado porque hay distintos niveles de formación, no hay carreras en las provincias, el Servicio tiene muchísimo personal que hizo la tecnicatura universitaria cuando acá se podía hacer cursos técnicos -después con el Ciclo Básico Común eso cayó-. Una ley profesional debiera contemplar qué pasa con estas personas. Pienso que hay que dejarlo para una segunda instancia. Primero poner todo los esfuerzos en redefinir la estructura para lograr un SMN que trabaje como creemos que debe hacerlo. Y un segundo momento que es una ley profesional. Sobre todo porque una ley profesional no es indispensable para hacer funcionar un SMN civil. En la Ciudad de Buenos Aires hay bastante personal civil, pero en las provincias la mayoría son militares. ¿Cómo cree que podría resolverse es escasez de meteorólogos en las provincias? Lo que se puede hacer es promover sistemas de becas para estudiantes que hayan terminado el secundario y quieran capacitarse. La carrera sólo se dicta acá en la UBA, entonces habría que dictar cursos de capacitación para que se puedan hacer tareas de observación meteorológica, tomar datos, llevar tareas rutinarias de una estación meteorológicas que puedan estar a cargo de estudiantes a los que les interese. La meteorología es un muy importante. Hay muchas ciudades del interior cuyas actividades cotidianas dependen de las condiciones meteorológicas. Y si uno lograra ese pool de gente capacitada también lograría posibles interesados en hacer la carrera que después pueden volver a sus provincias. Sería un mecanismo de retroalimentación para incentivar la actividad en términos locales. Es un círculo virtuoso que por un lado va a aumentar la necesidad de meteorología, y por otro, a nivel local va a haber más gente idónea, preocupada e interesada por la meteorología. ¿Por qué no hay otras carreras en el país? Porque la meteorología está muy tapada. No hay protección de ley profesional, al SMN no se puede entrar, a su vez la intervención no hizo promoción de la meteorología, al contrario, la devastó, no la jerarquizó, no hizo que la gente comprendiera la relevancia de la disciplina. Entonces la cantidad de interesados es escasa. En Brasil, por ejemplo, la meteorología tiene más jerarquización, hay muchas facultades que dictan las carreras en universidades del interior. Hay muchísimos meteorólogos y cada vez son más. A largo plazo podría haber más carreras en Argentina, porque la realidad es que debieran nacer centros de formación regionales. Acá alcanza con este centro de formación de la UBA, pero no debiera ser así. Alcanza porque no hay más interés, y esto ocurre porque no se difunde. Acá en Exactas tenemos sólo 20 ingresantes por año, aproximadamente. Además de no jerarquizar el campo, ¿qué otros problemas trajo la intervención? El más terrible es la degradación de la red de observación. En la meteorología una de las actividades principales es medir, monitorear la atmósfera, el estado del tiempo, y para eso el Servicio tiene una red de estaciones que deberían estar distribuidas en todo el país. Argentina en los años 60 tenía 592 estaciones y hoy no llegan a 187. Fue un desmantelamiento apabullante y en ese proceso, de las que quedaron, el 71% corresponde a aeropuertos, porque la Fuerza Aérea siempre priorizó la componente aeronáutica de la meteorología. Este descuido de las mediciones impactó de forma muy negativa en la potencialidad para hacer estudios. Desmantelaron una red que es más valiosa cuanto más antigua. Si estamos hablando de cambio climático y registros de largo plazo es central poder documentar un cambio con registros históricos. Si una estación venía funcionando desde principio de siglo, por mínimo que sea el cambio, como una mudanza, -que es lo que hicieron, porque mudaron muchas estaciones al aeropuerto más cercano-, se pierden los registros, se interrumpe el proceso. En Exactas, por ejemplo, tomamos los datos oficiales, que se registran en Ezeiza, Aeroparque, Villa Ortúzar, El Palomar, todas bases militares. La meteorología se acomodó a las necesidades de la Fuerza Aérea, en lugar de que ellos se acomodaran a las necesidades de la disciplina. ¿Actualmente cuáles son los principales sectores interesados en los servicios de la meteorología? Uno podría identificar claramente al sector agropecuario como uno de los principales. También el sector energético. Ahora lo estamos padeciendo, olas de calor, olas de frío, cómo manipular, almacenar y proyectar el consumo de energía, depende de la meteorología en el corto, mediano y largo plazos. El de largo plazo es el de mayor dificultad; pero en el corto plazo, un buen informe sobre una ola de calor permitiría prever decisiones que se toman desde el lugar de almacenamiento hasta los grandes consumidores. Esas decisiones deberían tomarse con buenos datos. Y el otro sector es el de la contaminación ambiental. El SMN miró para otro lado, y creo que es un terreno muy importante. Las grandes urbes que tiene Argentina deberían tener políticas ambientales basadas en estudios serios. Finalmente, los alertas de tormenta son fundamentales. ¿Una apreciación final? Esta era una deuda pendiente. No se termina de entender por qué los gobiernos no comprendieron la importancia de la meteorología. Por la degradación del SMN y su relegación al pronóstico, -que pasó a ser una tarea para la tele, para la burla cuando no anda bien-, se perdió el rol de la meteorología en la toma de decisiones de política a nivel nacional. Se perdieron 40 años. Estamos ante el desafío de desandar ese camino.
(*) Oficina de Prensa - SEGB - FCEyN.
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ÁREA
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