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Miércoles 26 de abril de 2006

Identifican una proteína que repara el ADN

Un reciente trabajo publicado en Oncogene por un equipo liderado por Eduardo Cánepa constituye un importante paso en la comprensión del conocimiento del control de ciclo celular. Los estudios apuntan a la proteína p19, que jugaría un papel relevante en mecanismos celulares capaces de evitar el cáncer.

Por Susana Gallardo (*)


Eduardo Cánepa.

  Se sabe que el cáncer se relaciona con mutaciones en los genes, y ello significa que, si éstos se mantienen estables, se puede prevenir el desarrollo de un tumor. Esa estabilidad se conserva gracias a ciertas sustancias que existen naturalmente en el organismo y que se encargan de reparar los daños en el ADN causados por diversos factores ambientales. Ahora, fue identificada una proteína que cumple un rol clave en la reparación de esas lesiones.

  En efecto, el grupo liderado por el doctor Eduardo Cánepa, profesor en la FCEyN, postula a la proteína p19 como una de las responsables de conservar la integridad del ADN, según lo afirman los investigadores en la prestigiosa revista Oncogene.

  “Observamos que las células que tenían abundancia de esa proteína, repararon de manera mucho más eficiente las lesiones causadas por distintos agentes, como la radiación ultravioleta o ciertos compuestos mutagénicos”, confirma Cánepa, que también es investigador del CONICET y director del Departamento de Química Biológica de esta Facultad.

Los complejos mecanismos celulares

  La proliferación celular se halla rigurosamente controlada por un conjunto de moléculas, denominadas kinasas, y conocidas por la sigla CDK (kinasas dependientes de ciclinas). Las CDK hacen que funcione el ciclo celular, es decir, estimulan a la célula para que aumente su tamaño, duplique su material genético y se divida en dos. Este proceso tiene lugar cuando un organismo está en pleno crecimiento, pero, en el adulto, la duplicación celular se produce sólo en determinados órganos y frente a ciertas situaciones, por ejemplo, ante una herida o una fractura ósea.

  La proliferación celular no siempre es buena. Por ello, existen ciertas sustancias que se encargan de detener el ciclo celular; se las conoce como INK4 (inhibidoras de las kinasas), y son cuatro, que comparten la función de retener a la célula en un estado de quiescencia. Así, mientras que las CDK son consideradas oncogenes, pues su descontrol puede dar lugar a tumores, las INK4 son conocidas como supresoras de tumores.

  Como la ciencia avanza a fuerza de interrogantes, los investigadores se preguntaron por qué las INK4 son cuatro y no una sola, si todas hacen lo mismo. Y pensaron que esa redundancia podría deberse a que algunas de ellas cumplen, además, otra función.

  Las proteínas inhibidoras de la proliferación celular actúan, sobre todo, cuando las células sufren algún daño que afecta la duplicación del ADN. Si éste está dañado, lo mejor para la célula es no duplicarse. Si la lesión es grave, el camino obligado es el “suicidio” programado, o apoptosis: la célula muere en beneficio del organismo.

  Así las cosas, los investigadores decidieron indagar cómo se comportaban las proteínas supresoras cuando las células eran sometidas a diversos factores mutagénicos. En particular, centraron su interés en una de las cuatro proteínas en cuestión, la que se conoce como p19. Esta es muy abundante en el cerebro y su producción es estimulada por agentes genotóxicos, como los rayos ultravioleta.

Un freno a la muerte celular

  “Probamos con diferentes tejidos: células normales, células donde se había estimulado la p19, y otras con déficit de esa proteína. Todas fueron sometidas a radiación ultravioleta, a la acción de mutagénicos y a la proteína betaamiloide, involucrada en el mal de Alzheimer. Y vimos que las células que tenían abundancia de p19 se defendían mucho mejor del daño en su ADN, porque lo reparaban de manera más eficiente”, relata la licenciada Julieta Ceruti, primera autora del trabajo. La doctora María Scassa, también miembro del equipo, subraya: “Los tejidos que tenían mayor producción de p19 no sólo mantenían la integridad del ADN sino que también tenían menos apoptosis”.

  La apoptosis es saludable cuando las células que mueren son candidatas a desarrollar un tumor. Pero no es beneficiosa si se trata de neuronas, pues éstas no se replican. “Quizás, el hecho de que la p19 se encuentre en abundancia en el tejido nervioso se deba a que en ellas no es bueno que haya apoptosis”, arriesga Cánepa.

  El haber identificado a la p19 como una proteína que, además de ser una supresora de la proliferación celular, se encarga de reparar el ADN y evitar la apoptosis, abre, según el investigador, interesantes perspectivas futuras, no solo para las terapias antitumorales sino también en relación con las enfermedades neurodegenerativas.

  “Si la p19 protege las neuronas de la acción del péptido betaamiloide, involucrado en el Alzheimer, sería una candidata a cumplir un rol clave en la prevención de la neurodegeneración”, deduce Cánepa, y concluye: “nuestro trabajo actual se orienta en ese sentido. Apostamos mucho a indagar cómo evitar la neurodegeneración”.

  Por su parte, el doctor Alberto Kornblihtt, profesor del Departamento de Fisiología y Biología Molecular y Celular de la FCEyN, e investigador del Conicet, opina: “El trabajo constituye una nueva vuelta de tuerca al conocimiento del control de ciclo celular, tan importante en las opciones que se le presentan a nuestras células: no dividirse, dividirse regulada-mente, dividirse descontroladamente (cáncer) o morir (apoptosis)”. Para Kornblihtt, “lo más interesante es la posibilidad abierta de que la proteína p19 no sólo participe en los mecanismos que tienen las células en general para evitar el cáncer sino también en prevenir específicamente la muerte de neuronas”. Y concluye: “El trabajo publicado en Oncogene es de la más alta calidad experimental y conceptual y demuestra que la ciencia argentina puede competir en el mejor nivel”.

Más información sobre el tema:

Instituciones donde hay grupos de investigación importantes en reparación de ADN y tumorigénesis:

(*) Centro de Divulgación Científica-SEGB-FCEyN.

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