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Viernes 26 de mayo de 2006 Compuestos de algas marinas de las costas sudamericanas son estudiados en el laboratorio de Virología dirigido por la doctora Elsa Damonte. Algunos de ellos probaron ser efectivos antivirales contra el dengue y el herpes simplex, dos virus que afectan a millones de personas en el mundo. Aún restan numerosas pruebas antes de que estos hallazgos sean aplicados en seres humanos. Por Cecilia Draghi (*)
Desperdigadas por los mares del mundo, las algas reúnen virtudes conocidas y aplicadas en las más diversas industrias, pero, como una caja de sorpresas sin fin, siguen ofreciendo nuevas posibilidades. Sustancias de estos organismos probaron ser antivirales efectivos contra el dengue y el herpes simplex, según estudios de investigación básica realizados por el equipo a cargo de Elsa Damonte en el Laboratorio de Virología de la FCEyN. “Desde hace años -precisa la doctora Damonte- las algas, como tantos otros organismos, son puestos bajo la lupa por los investigadores en busca de nuevos compuestos. Para el caso de las algas rojas marinas los componentes claves son los polisacáridos, utilizados en la actualidad como espesantes y estabilizantes en la industria alimenticia y en cosmética”.
Si bien son de aplicación constante justamente por estas virtudes, el equipo dirigido por la doctora Damonte demostró propiedades antivirales en los polisacáridos de algas marinas, aunque por cierto restan innumerables pruebas antes de aplicarlas al ser humano. Hasta ahora, en el caso del herpes genital, se sorteó con éxito la experimentación en el modelo animal; y para el dengue, recién se han efectuado los estudios “in vitro” en el laboratorio. Dengue y herpes Cuando parecía que se había reducido la incidencia del dengue en la población, en los últimos años resurgió la preocupación en la salud pública. El número de afectados es por cierto inquietante. Este virus genera alrededor de 50 millones de infecciones anualmente, y casi la mitad de la población mundial, unos 2500 millones de personas en regiones tropicales y subtropicales, se halla en situación de riesgo. “Para lograr la transmisión, se necesita un vector: los mosquitos de las especies Aedes aegypti o Aedes albopictus que, tras picar al hombre, pueden infectarlo”, indica la especialista. No sólo se la conoce como dengue, sino que también es llamado fiebre rompehuesos, enfermedad infecciosa tropical caracterizada por fiebre y dolor intenso en las articulaciones y músculos, inflamación de los ganglios linfáticos y erupción de la piel. En el caso de dengue hemorrágico -que es una forma severa de este mal y principal causa de mortalidad en las zonas endémicas- presenta fiebre, cefalea, dificultad en la respiración, vómitos, dolor abdominal, deshidratación y múltiples manifestaciones hemorrágicas.
En tanto, el otro virus que es objeto de estudio de este equipo de trabajo -el herpes-, muestra sus propias características. Al menos del 60 al 95% de la población adulta está infectada por algunas de sus dos variantes: herpes simplex tipos 1 ó 2, es decir que tiene una distribución universal. “Si bien gran parte de la humanidad está afectada, variará la presentación de los síntomas según el tipo de herpes en cuestión. En general, el tipo 1 está asociado más frecuentemente con infecciones orales y encefalitis. En la zona labial aparecen y desaparecen vesículas que no están presentes en forma continua, ya que su manifestación puede dispararse por situaciones de estrés. Estas apariciones repetidas llevan el nombre de recurrencias”, indica Damonte, y a renglón seguido compara: “Lo mismo ocurre en el tipo 2, pero ataca principalmente el tracto genital. Una vez que el herpes ingresa en el cuerpo de una persona, permanece ahí de por vida”. La forma de contagio es el contacto directo con una persona infectada. Por lo general, el herpes se transmite con mayor facilidad cuando están presentes las lesiones. Del mar al laboratorio El equipo de Damonte basó sus trabajos en compuestos de algas traídas de la costa sudamericana, que fueron provistos por investigadores del Departamento de Química Orgánica, encabezados por el doctor Alberto Cerezo, así como también por centros de Brasil y Chile. Pero, ¿por qué fueron recogidos del mar y puestos en el laboratorio de Virología para investigar su uso en dolencias tan dispares por sus síntomas y características como el dengue y el herpes? Es que, a pesar de sus múltiples diferencias, ambos virus comparten la forma de ingresar a la célula y a través de ésta al ser humano. “Tanto el virus del herpes como del dengue necesitan ser recibidos en la célula por un componente que le abra las puertas. Se trata precisamente de polisacáridos, similares a los que se encuentran en las paredes de las algas”, explica. ¿De qué se trata la experimentación? Los investigadores aprovecharon esta similitud para simular el ingreso del virus, pero sin que logre llegar a la célula. Es que el virus se conecta con los polisacáridos de las algas y no llega al cuerpo. “En el caso del herpes genital, -señala- se trataron ratones hembra con gel vaginal elaborado sobre la base de estos compuestos provenientes de las algas rojas de la costa sudamericana, y luego se inoculó el virus. Los resultados demostraron que el 90 por ciento de los animales que recibieron el gel no desarrollaron la enfermedad, en contraposición con aquellos ejemplares que no recibieron cobertura y que mostraron una mortalidad del 90 por ciento”. Si bien aún faltan numerosos estudios antes de que un microbicida de estas características pueda ser de aplicación en seres humanos, los datos provenientes de la experimentación en animales dan pie al optimismo en los investigadores. En el caso del dengue, la investigación se halla en un estadio anterior. Es decir que sorteó con éxito las pruebas “in vitro” en el laboratorio pero resta experimentarlo en el modelo animal, para luego hacerlo en el hombre.
(*) Centro de Divulgación Científica-SEGB-FCEyN.
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